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1.11.2008 - LIGA 2ªDiv. 2008/09 - JORNADA Nº 10

 

 

    GERONA 1 REAL ZARAGOZA 0

 

 

Girona

1

 

0

Zaragoza

1

Rafa Ponzo

2

José

3

Serra

15

Amantegui

22

Migue

5

Matamala

6

Alberto Manga

11

Raúl Martín

14

Chechu

17

Xumetra

7

Gabri

 

 

1

López Vallejo

3

Paredes

15

Pavón

22

R. Pulido

24

Pignol

7

Jorge López

18

A. Hidalgo

21

Zapater

9

R. Oliveira

10

Braulio

17

Caffa

 

 

CAMBIOS

54'

Raúl Martín por Dorca

65'

Chechu por Jaume Durán

70'

Alberto Manga por Paco Esteban

 

 

46'

Zapater por Arizmendi

46'

Braulio por Ewerthon

77'

Caffa por Songo´o

 

 

 

ENTRENADORES

Raúl Agné

 

 

García Toral

 

 

 

GOLES

28'

1-0 Gol Alberto Manga

 

 

 

 

 

TARJETAS

87'

Paco Esteban Tarj. A

88'

Rafa Ponzo Tarj. A

 

 

15'

Pavón Tarj. A

70'

Jorge López Tarj. A

85'

R. Oliveira Tarj. R

 

 

 

OTROS DATOS DE INTERÉS

2ª División

 

Estadio: Montilivi

01/11/2008 18:30

Arbitro: Lizondo Cortés

 

Cuarto Arbitro: Marín Alvarez

Jueces de Línea:Martínez Munuera , Cebrián Devis

Incidencias:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El conjunto blanquillo perdió 1-0 ante el Girona en un mal encuentro

El Zaragoza cae víctima de sus errores

Un gol de penalti convertido por Manga en el minuto 28 de la primera parte sirvió para que el Girona FC derrotara el Zaragoza y se quedara con los tres puntos, hecho que hizo justicia a lo visto durante el partido y también a los méritos del equipo gerundense en las últimas jornadas.

El Girona fue el dominador del juego en los primeros 45 minutos llegando a disponer de diversas oportunidades de gol, la primera de las cuales fue para Raúl Martín, y la segunda para Alberto Manga quien en el minuto 28 transformó el penalti que Pulido había cometido sobre Gabri.

En la primera parte el Zaragoza sólo inquietó los últimos minutos gracias a una acción doble de Braulio y Jorge López en el minuto 39 que encontraron sendas respuestas de Rafa Ponzo. El mismo Jorge López tuvo en el minuto 42 una oportunidad inesperada ya que un lanzamiento lejano debía ser controlado sin problemas por el portero del Girona aunque el balón le pasó por debajo y se estrelló en el palo izquierdo de su portería. Sin más incidencias se llegó al descanso.

Ya en la segunda parte Marcelino introdujo un doble cambio dando entrada a Ewerthon y a Arizmendi y colocando a Jorge López en el centro del medio campo.

Con los retoques el Zaragoza dispuso de veinte minutos de su mejor juego y de varias oportunidades para marcar. Las más claras en los minutos 18 y 21. En la primera un centro de Jorge López lo remató Arizmendi por encima del travesaño y en la segunda Oliveira remató fuera por poco después de un barullo en el área pequeña.

A partir de ahí en Zaragoza volvió a un juego gris y el equipo catalán recuperó la tranquilidad con que había jugado en el primer período.

Los visitantes acabaron con diez después que el árbitro del partido enseñara la cartulina roja a Oliveira por un codazo en el centro del campo a Xumetra.

 

 


 

 

 

 S.D. HUESCA 3 CORDOBA 1   

 

 

 

 

 

 



























Huesca


3


 


1


Córdoba





































1


Edu


2


Robert


8


Vara


14


Ripa


20


Corona


3


L. Helguera


5


Chechu Dorado


10


Camacho


12


José


9


Roberto


17


Rubén


 


 





































25


R. Navas


2


Mario


3


Rubén


6


Pierini


8


José Vega


24


Pablo Ruiz


15


Carpintero


16


Ito


23


C. Alvarez


9


Jorge


21


Javi Flores


 


 












CAMBIOS













69’


Vara por Lalo


75’


José por Rodri


81’


Rubén por Sorribas


 


 













47’


José Vega por Katxorro


56’


Jorge por Gastón Casas


65’


Javi Flores por Asen


 


 


 













ENTRENADORES






Antonio Calderón


 


 






José González


 


 


 













GOLES













33’


Gol penalty Rubén


61’


Gol Roberto


66’


Gol Rubén


 


 







76’


Gol Pierini


 


 


 













TARJETAS






 





















18’


Ito Tarj. A


31’


Pablo Ruiz Tarj. A


32’


Ito Doble A


57’


Gastón Casas Tarj. A


89’


Rubén Tarj. A


 


 


 























OTROS DATOS DE INTERÉS


2ª División


 


Estadio: El Alcoraz


01/11/2008 18:30


Arbitro: Ceballos Silva


 


Cuarto Arbitro: García Villarreal


Jueces de Línea:Sánchez Fernández , Estévez Salgado


Incidencias:






 


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3-1. El Huesca supo pasar página a dos derrotas consecutivas y goleó

 

 

 

Rubén Castro fue el protagonista al marcar dos tantos

 

El Huesca no acusó las dos derrotas consecutivas con las que afrontaba el partido frente al Córdoba y supo pasar página para terminar imponiéndose con un claro triunfo por 3-1 que incluso pudo ser más amplia.

 

Los cordobeses estuvieron muy por debajo del nivel que mostraron los oscenses y prácticamente no inquietaron en ningún momento la portería defendida por Eduardo, salvo en el gol y en el remate de Cristian Álvarez.

 

La concienciación durante la semana de los oscenses para no repetir los errores que le llevaron a acumular dos derrotas consecutivas provocó que saltasen al terreno de juego totalmente metidos en el partido desde el primer minuto.

 

Los cordobeses dejaban hacer a su rival que tomó el control del juego y tras unos minutos de tanteo no tardó en poner en peligro la portería defendida por Navas.

 

El delantero canario Rubén Castro se convirtió desde el inicio en el hombre más peligroso de los azulgranas y a los cinco minutos ya tuvo la primera ocasión y poco después lanzó alto un balón dentro del área después de recortar a tres rivales, entre ellos Navas.

 

El gol oscense, sin embargo, llegó en una inocente acción de Antonio Álvarez "Ito" con una mano dentro del área que le costó ver la segunda tarjeta amarilla y por consiguiente la expulsión que fue sancionada con penalti que anotó, por dos veces, Rubén Castro que no rehuyó la responsabilidad.

 

El canario todavía pudo marcar un segundo tanto en un buen remate de cabeza que salvó Navas con un paradón sobre la misma línea de gol, ante un rival que parecía querer llegar cuanto antes al descanso para ver cómo se recomponía para afrontar en inferioridad la segunda mitad.

 

Para los verdiblancos apenas cambiaron las cosas tras el descanso, en un partido en el que parecían dar por bueno el no encajar una derrota más abultada porque incluso su técnico José González sorprendió con un primer cambio a los dos minutos.

 

Los oscenses siguieron practicando el contragolpe con mucho peligro que terminó dando sus frutos en el minuto 61 por medio de su goleador Roberto. Cinco minutos después la conexión entre los delanteros Roberto y Rubén Castro propició la llegada del tercer tanto que dejaba sentenciado el partido, aunque los visitantes acortaron distancias con un gol de Pierini e incluso pudieron maquillar el resultado con un remate al palo de Cristian Álvarez en los segundos finales.

 

Ficha técnica:

 

3 - Huesca: Eduardo; Robert, Corona, Dorado, Ripa, Luis Helguera, Camacho, Vegar (Rodri, min.80), Vara (Lalo, min.70), Rubén Castro (Sorribas, min.82) y Roberto.

 

1 - Córdoba: Raúl Navas; Mario, Pierini, Pablo Ruiz y Rubén; Ito, Carpintero, Cristian Álvarez y José Vega (Cachorro, min.47); Javi Flores (Asen, min.66) y Yordi (Gastón Casas, min.56).

 

Goles: 1-0. Min.35, Rubén Castro de penalti; 2-0. Min.62, Roberto; 3-0. Min.67, Rubén Castro; 3-1. Min.77, Pierini.

 

Árbitro: Ceballos Silva del comité extremeño. Amonestó con cartulina amarilla por los visitantes a Pablo Ruiz, Gastón Casas, Cristian Álvarez y en dos ocasiones a Ito por lo que fue expulsado en el minuto 33.

 

Incidencias: partido correspondiente a la décima jornada de Segunda División disputado en el estadio de El Alcoraz ante unos 4.000 espectadores, con terreno de juego en buen estado y tarde fresca

 

  89 - 85

 

CAI ZARAGOZA |

 MMT ESTUDIANTES


89 |


 85

 J 6 | 02/11/2008 | 12:15 | Pabellon Principe Felipe | Público:10300

 Árb: Daniel Hierrezuelo, C Sánchez Monserrat, M.A. Pérez Niz

28|23

16|12

22|16

12|27

11|7

 

CAI ZARAGOZA 89

REB

 

TAP

 

FP

 

D

Nombre

Min

P

T2

T2 %

T3

T3 %

T1

T1 %

T

D+O

A

BR

BP

C

F

C

M

F

C

V

4

Lescano, Matías

12:46

2

1/1

100%

0/2

0%

0/0

0%

1

0+1

1

1

3

1

0

0

0

2

0

-2

7

Phillip, Darren

11:44

5

2/4

50%

0/2

0%

1/4

25%

3

2+1

0

0

1

1

0

0

0

0

3

3

8

Victoriano, L.

18:29

3

0/0

0%

1/2

50%

0/0

0%

3

3+0

4

2

0

0

0

0

0

2

0

9

11

Green, Taurean

29:22

13

1/2

50%

2/5

40%

5/8

63%

3

2+1

3

2

5

0

0

0

0

4

5

10

12

Arteaga, O.

21:49

6

2/3

67%

0/1

0%

2/2

100%

4

3+1

1

0

0

0

2

0

1

5

2

8

13

Quinteros, P.

35:38

26

4/10

40%

2/6

33%

12/13

92%

5

4+1

3

2

1

1

0

2

0

2

8

28

14

Pérez, Sergio

13:48

3

0/0

0%

1/5

20%

0/0

0%

2

2+0

0

0

0

0

0

0

0

2

1

0

15

Starosta, O.

15:23

5

2/4

50%

0/0

0%

1/1

100%

2

1+1

0

1

1

0

0

1

0

5

1

0

22

García, Iván

1:36

3

0/1

0%

1/1

100%

0/0

0%

0

0+0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

2

24

Garcés, Rubén

7:45

0

0/3

0%

0/0

0%

0/0

0%

4

2+2

0

0

0

0

0

0

0

1

0

0

42

Lewis, Larry

31:40

23

6/8

75%

2/4

50%

5/6

83%

5

4+1

1

0

4

1

0

0

0

0

4

24

44

Guerra, Roberto

25:0

0

0/1

0%

0/2

0%

0/0

0%

1

1+0

1

3

2

0

0

0

0

2

2

0

 

Equipo

 

0

0/0

0%

0/0

0%

0/0

0%

8

4+4

0

0

0

0

0

0

0

0

0

8

Total

225:0

89

18/37

49%

9/30

30%

26/34

76%

41

28+13

14

11

17

4

2

3

1

25

26

90

E

 Segura, Curro

5f

 Arteaga, O., Starosta, O.

MMT ESTUDIANTES 85

REB

 

TAP

 

FP

 

D

Nombre

Min

P

T2

T2 %

T3

T3 %

T1

T1 %

T

D+O

A

BR

BP

C

F

C

M

F

C

V

9

Udrih, Samo

28:57

13

1/7

14%

3/5

60%

2/2

100%

2

1+1

3

3

2

0

0

1

0

5

2

7

10

Clark, Daniel

5:30

0

0/1

0%

0/0

0%

0/0

0%

1

1+0

0

0

2

0

1

0

0

1

0

-2

11

Granger, Jayson

27:56

7

1/4

25%

1/3

33%

2/2

100%

5

4+1

6

0

2

0

0

0

0

1

2

12

14

Jasen, Pancho

34:53

18

4/6

67%

2/7

29%

4/5

80%

8

6+2

3

2

3

0

0

0

0

4

6

22

15

Suárez, Carlos

23:58

14

2/3

67%

2/5

40%

4/6

67%

5

5+0

1

1

4

0

1

0

0

3

3

12

17

Popovic, Petar

4:8

0

0/0

0%

0/0

0%

0/0

0%

1

1+0

0

0

0

0

0

0

0

1

0

0

24

Junyent, Oriol

23:50

1

0/2

0%

0/0

0%

1/2

50%

3

3+0

1

1

1

0

0

1

0

4

2

-1

25

Cummings, V.

21:23

8

1/4

25%

2/3

67%

0/0

0%

2

2+0

3

0

1

1

0

0

0

1

1

8

32

Iturbe, Iker

10:54

0

0/0

0%

0/1

0%

0/0

0%

0

0+0

2

1

0

0

0

0

0

1

0

1

33

Beirán, Javier

2:39

2

1/1

100%

0/0

0%

0/0

0%

1

0+1

0

0

0

0

0

0

0

1

0

2

34

Wideman, Tom

40:52

22

6/9

67%

0/0

0%

10/12

83%

7

4+3

0

3

4

1

1

0

0

4

9

29

 

Equipo

 

0

0/0

0%

0/0

0%

0/0

0%

2

0+2

0

0

1

0

0

0

0

0

0

1

Total

225:0

85

16/37

43%

10/24

42%

23/29

79%

37

27+10

19

11

20

2

3

2

0

26

25

91

E

 Casimiro, Luis

5f

 Udrih, Samo

 

 

 

 

 

 

 

CAI supera las embestidas de MMT Estu y vence en la prórrga (89-85)

 

Paolo Quinteros y Larry Lewis (49 puntos entre ambos), fueron letales para un MMT Estudiantes que logró forzar la prórroga pero que acabó cayendo ante la mayor templanza de los locales en los minutos decisivos

 

Zaragoza, 2 nov (EFE).- El CAI Zaragoza estrenó su casillero de victorias como local en la liga ACB con mucho sufrimiento y en la prórroga ante el MMT Estudiantes, un rival directo para la permanencia, en un partido que los locales llegaron a dominar por dieciséis puntos (61-45) a doce minutos del final.

Zaragozanos y madrileños sabían que en juego había algo más que una victoria y el desarrollo de la prórroga lo confirmó con muchos nervios por parte de ambos, pero la veteranía y sangre fría del argentino Paolo Quinteros sumando los cuatro últimos puntos desde la línea de tiros libres condujo a su equipo a su segunda victoria.

Los dos equipos comenzaron fallones en sus acciones de ataque, hasta que Larry Lewis, especialmente inspirado, acertó el primero de los cinco triples que anotó su equipo en el primer cuarto y que le permitió ponerse por primera vez por delante en el marcador.

La presión sobre la salida del balón no le daba buenos resultados a los estudiantiles que veían como el acierto en los lanzamientos de su rival le servían para obtener las primeras ventajas aunque sin ir más allá de los seis puntos (18-12).

Las ideas se oscurecieron para los dos conjuntos en el inicio del segundo cuarto que tenían muchos problemas para anotar y el marcador a duras penas movía.

El estímulo para los zaragozanos llegó por medio del argentino Paolo Quinteros, hasta ese momento muy gris, que anotó seis puntos consecutivos a los que se sumó el triple del prácticamente inédito Iván García, que permitió a su equipo superar por primera vez la barrera de los diez puntos de diferencia (42-31), aunque los hombres de Luis Casimiro lograron reducir la diferencia en dos puntos antes de irse al descanso.

En la reanudación, el conjunto que dirige Curro Segura lo inició con un parcial de 5-0 que le permitió llegar a los catorce puntos de ventaja (49-35) y que, salvo por el parcial de 0-6 que encajaron a renglón seguido, no tuvieron problemas para conservar ante un rival que, con cuatro canastas en juego, sobrevivió gracias a los ocho puntos que anotó desde la línea de tiros libres.

Los visitantes afrontaron a la desesperada los diez minutos finales y con cinco triples consecutivos y un parcial de 3-17 en menos de cinco minutos se pusieron a un solo punto (69-68).

Los nervios terminaron atenazando a los locales, que habían empezado demasiado pronto a dar por conquistada su primera victoria en casa. Los estudiantiles lograron igualar a tres segundos para el final con dos lanzamientos de tiro libre de Wideman, que falló uno y anotó el del empate.

La prórroga fue a cara o cruz para los dos contendientes, que sólo sumaron una canasta en juego. Los puntos restantes fueron con tiros libres y los zaragozanos se mostraron algo más seguros que su rival, sobre todo en defensa.

Ficha del partido

89 - CAI Zaragoza (28+16+22+12+11)
: Green (13), Quinteros (26), Guerra (-), Larry Lewis (23) y Starosta (5) -cinco inicial- Arteaga (6), Garcés (-), Victoriano (3), Phillip (5), Lescano (2), Sergio Pérez (3) e Iván García (3).

85 - MMT Estudiantes (23+12+16+27+7)
: Cummings (8), Jasen (18), Suárez (14), Iturbe (-) y Wideman (22) -cinco inicial- Udrih (13), Beirán (2), Popovic (-), Granger (7), Junyent (1) y Clark (-).

Árbitros
: Hierrezuelo, Sánchez Monserrat y Pérez Niz. Excluyeron por cinco faltas personales por los locales a Starosta y Arteaga, en los minutos 43 y 44, y por los visitantes a Udrih, en el 45.

Incidencias
: partido correspondiente a la sexta jornada de la Liga ACB disputado en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza ante 10.300 espectadores.

 

 

El Paleolítico

Publicado: 07/11/2008 09:05 por Miguel Anchel Sanz en HISTORIA

El Paleolítico

 

El Paleolítico Inferior, entre el 800.000 y el 80.000 antes de Cristo, es el primer periodo de la Prehistoria, así como el más largo. La principal característica es la aparición de los primeros seres humanos, una nueva especie que se caracteriza por aspectos claramente distintivos, como una mayor capacidad craneana, la posibilidad de andar erguido o la facultad de elaborar un lenguaje o fabricar instrumentos, entre otras.
Los restos de seres humanos más antiguos se han hallado en el oriente africano, donde se han encontrado fósiles de Australopitecos, de Homo hábilis y Homo erectus, quien se extenderá a otros continentes. Hace 100.000 años, el surgimiento de una nueva especie, el Homo sapiens neanderthalensis, dará inicio a un nuevo periodo, el Paleolítico medio.
Durante el Paleolítico Inferior, cada vez se fabrican más y más complejos útiles en piedra. En España, los más antiguos se han hallado en la sierra de Atapuerca, y se relacionan con el Homo antecesor, el primer poblador europeo del que se tiene noticia, datado en unos 800.000 años.
Sin embargo, la industria lítica más representada es el achelense, que abarca entre el 500.000 y el 90.000 antes de Cristo. Son muchos los yacimientos del periodo achelense hallados en la península Ibérica, generalmente situados junto a terrazas fluviales o cuevas. Se trata de una industria más desarrollada, con herramientas como bifaces, hendedores y lascas, instrumentos utilizados por el Homo erectus para asegurar su alimentación.

 

Paleolítico Medio
Época:
Inicio: Año 85000 A. C.
Fin: Año 35000 D.C.
Siguientes:
Interpretación de la industria lítica
Dispersión de los conjuntos
Subsistencias y estructuras
Muerte y ritos

El Paleolítico Medio es uno de los períodos de la Prehistoria que más variabilidad presenta. Los conceptos más generales sobre el mismo hoy en día muestran un panorama más confuso y complejo de lo que se sospechaba en un principio. Por ello se está poniendo de relieve cada vez más la necesidad de revisar en profundidad los conceptos, datos e interpretaciones de esta fase cultural de la humanidad. Teniendo en cuenta estos problemas, no debemos extendernos aquí en ellos, sino centrarnos en lo que se conceptúa hoy por hoy como el Paleolítico Medio en general y su representación.
En términos clásicos, el Paleolítico Medio es la fase que sucede al
Paleolítico Inferior y desemboca en el Superior, asociado a un tipo humano característico: el hombre de Neandertal, universalmente reconocido como una variedad de los sapiens. Dentro de una cronología relativa, se encontraría hacia finales del Riss-Würm y dentro de las primeras oscilaciones de la glaciación würmiense, hasta el interestadial Würm II-III, en Europa occidental. Hacia el 85.000 se considera establecido, comenzando la transición al Paleolítico Superior en torno a los 40.000/35.000 a. C. La industria lítica característica se encuentra realizada básicamente sobre lascas, produciéndose en esta fase la máxima expansión y caracterización de la denominada técnica Levallois.
En los últimos años se ha producido en la investigación europea y del Próximo Oriente una alteración de estos datos, ofreciendo una cronología mucho más larga que llega a situar al Paleolítico Medio incluso en el estadio isotópico 9 y, en términos de la secuencia clásica, alcanza la glaciación rissiense. Por esta causa hemos separado el Paleolítico Medio en dos etapas: antiguo y reciente.
Si bien el término Paleolítico Medio es genérico e incluye todas las industrias de este periodo en el Viejo Mundo, en
Europa occidental y Levante se emplea otro vocablo que se ha convertido en sinónimo del anterior: el Musteriense para la secuencia clásica würmiense. Su utilización es mayoritaria, especialmente a partir de los trabajos de F. Bordes, aunque comienza a introducirse en el léxico de la Prehistoria con cierta anterioridad al de Paleolítico Medio, a partir de la excavación de E. Lartet en el yacimiento de Le Moustier (Peyzac) en 1864. Para Bordes, el musteriense define las industrias würmienses regionales del suroeste de Europa. Este concepto se está flexibilizando en la actualidad, dada la existencia de industrias más antiguas, como las procedentes de la cueva de Vaufrey, en el suroeste de Francia o la cueva del Castillo en Cantabria, que representan conjuntos musterienses pero cuya cronología es muy alta, definiéndose dentro de las etapas del Riss, o estados isotónicos 6 a 9. Los datos actuales complican aún más el problema del paso del Paleolítico Inferior al Medio, una vez que observamos la presencia y coetaneidad de estas industrias. Uno de los problemas presentes es la dificultad de encontrar industrias pertenecientes al interglaciar Riss-Würm, ya que en los depósitos de ese período se presenta una fuerte erosión que dificulta la conservación de datos.

 



El Paleolitico superior, entre el 40.000 y el 10.000 antes de Cristo, se caracteriza por la aparición de nuestra especie, denominada Homo sapiens sapiens. Durante este periodo se produce una gran expansión de los glaciares, lo que hace que predomine un clima muy frío que se alternará con etapas templadas.
El hombre del Paleolítico inferior vivirá de la caza, la pesca y la recolección. Sus asentamientos, por tanto, estarán situados en lugares donde abunda el alimento, debiendo cambiar de ubicación en función de factores estacionales. Un mayor control sobre los ecosistemas permitirá obtener más alimentos y producirá, por tanto, un aumento de las poblaciones.
En la Peninsula Ibérica, el periodo más característico es el Magdaleniense, del que podemos encontrar numerosos yacimientos, especialmente en las áreas cantábrica y mediterránea. El hombre de este periodo alcanza un mayor desarrollo intelectual y simbólico, lo que se refleja en un elaborado arte rupestre, en la práctica de enterrar a los muertos y en la elaboración de útiles y herramientas más trabajadas y específicas.
La práctica de la caza requiere ya técnicas más complejas, como la selección de los mejores lugares, la necesidad de establecer asentamientos estacionales, la elaboración de una estrategia o la fabricación de instrumentos para usos concretos en piedra o hueso, como buriles, azagayas o arpones. Un magnífico ejemplar de este último fue hallado en la Cueva del Castillo.

 

 

 La vida durante el Paleolítico Superior

Época: Prehistoria
Inicio: Año 35000 A. C.
Fin: Año 10000 D.C.
Antecedente:
Formas de vida durante el Pleistoceno

A finales del Pleistoceno el hombre moderno había colonizado prácticamente todo el planeta, desplazando o absorbiendo en su expansión a sus predecesores de tipos más primitivos. Desde la tundra hasta las selvas tropicales, se había adaptado a todos los climas del planeta y había conseguido desarrollar pautas de conducta tan elaboradas que le permitían explotar con éxito los recursos disponibles en cada uno de esos entornos. La diversificación cultural que presenta la parte final del Paleolítico, precursora en muchos casos de algunos pueblos primitivos actuales, es por tanto enorme y va a generar una amplísima variedad de comportamientos. Incluso a nivel peninsular resulta difícil coordinar las evidencias conocidas del Auriñaciense cantábrico con las del Solutrense levantino a nivel conductual.
A nivel económico, los hombres de finales del Cuaternario dominaron la fabricación de una gran variedad de
instrumentos. La talla de la piedra, por ejemplo, alcanza un grado de maestría extraordinario en algunas puntas bifaciales, típicas del Solutrense, cuyas formas equilibradas sólo pudieron obtenerse mediante retoque por presión tras haber calentado previamente muchas veces ocupaciones de corta duración que se repiten durante varias temporadas. Respecto a la demografía de este momento, si se tienen en cuenta las concentraciones de yacimientos de esta época, parece claro que hubo un importante aumento demográfico, sobre todo en el Solutrense y el Magdaleniense, aunque siempre dentro de unos límites muy inferiores a los normales en las sociedades productoras de alimentos. Ambos rasgos parecen confirmados por el significativo aumento de los asentamientos al aire libre y por la colonización de los territorios del norte euroasiático, que hasta entonces habían estado despoblados. Del Paleolítico Superior proceden un número muy elevado de cabañas, sobre todo gravetienses y magdalenienses, repartidas desde Francia hasta el lago Baikal (Pincevent, Gönnersdorf, Etiolles, Dolnï Vestonice, Kostienki, Mal'ta...). Estas primitivas construcciones presentan formas y dimensiones muy variadas, llegando en algún caso a formar verdaderos campamentos. En las zonas de tundra, donde escaseaba la madera, las paredes, recubiertas sin duda de pieles, estaban apuntaladas con grandes huesos de mamut, muchas veces decorados (Mehzirich). Como este tipo de yacimientos suele darse en depósitos asociados a estepas loéssicas, en la Península desgraciadamente no se ha encontrado ninguno. El hábitat preferente, como en el resto del Suroeste europeo, son las cuevas, en cuyo interior se compartimentó el espacio a veces con pieles y paravientos.
Respecto al mundo simbólico, hoy en día se acepta que prácticamente desde sus inicios los hombres del Paleolítico Superior demuestran tener las mismas inquietudes intelectuales que las sociedades históricas. Un aspecto importante a la hora de hacerse una idea de esta faceta es sin duda
el Arte Paleolítico, que será objeto de atención especial en el siguiente epígrafe, porque en algunas de sus manifestaciones, como por ejemplo las famosas representaciones femeninas denominadas venus paleolíticas, podemos ver el soporte material de mitos y creencias cuya transmisión debía ser oral. El otro aspecto relevante de las religiones de finales del Pleistoceno procede de las numerosísimas sepulturas, tanto en las cuevas como al aire libre, que aparecen en este momento (Combe Capelle, Paglicci, Grimaldi, Predmosti, Dolnï Vestonice, Brno, Sungir...) y que representan los ritos más variados. En muchos casos los cadáveres estaban adornados con cientos de colgantes perforados, formando tocados o adornos en las ropas. En otros, como sucede en algunas sepulturas pavlovienses, estaban tapados por omóplatos de mamuts. Casi todos presentan ofrendas de algún tipo (armas, instrumentos, adornos, alimentos...) y suelen estar rociados de colorantes rojos. Las modalidades funerarias son también muy variables puesto que aunque la mayoría son tumbas aisladas, individuales o colectivas, también existen necrópolis con varias sepulturas distintas. La sistematización de este segmento cultural, junto con las tradiciones instrumentales, es uno de los mejores sistemas para reconstruir las áreas culturales del Paleolítico Superior.

 

El Paleolítico Superior
Época: Paleolítico Superior
Inicio: Año 38000 A. C.
Fin: Año 9000 D.C.
Siguientes:
Historia de los descubrimientos
Características técnicas
Temática
Distribución geográfica
Evolución y cronología
Interpretación

La línea de cerebralización de los primates asciende de forma lenta durante cincuenta millones de años, para pasar a acelerarse y hacerse explosiva en los últimos dos o tres millones de años. Luego, al parecer, se para al llegar al hombre de Neanderthal y al Homo sapiens sapiens. Entre los australopitecos y el hombre actual el volumen del cerebro ha crecido dos veces y media. Ese Homo sapiens sapiens, nuestro antepasado directo, aparece de forma súbita en el escenario del Viejo Mundo hace unos 38.000 ó 35.000 años, introduciendo las diversas fases de civilización que conocemos con el nombre de Paleolítico superior.
En efecto, el hombre de tipo moderno desarrolló una serie de grandes etapas caracterizadas por el desarrollo técnico, las primeras y grandes manifestaciones del arte y la existencia de una religión atestiguada por ese mismo arte y por los ritos funerarios. Las fases que se suceden durante el Paleolítico superior son las siguientes: en primer lugar el complejo grupo del Perigordiense (Chatelperroniense y Gravetiense) y el Auriñaciense (hacia 38/35.000 a 19.000) seguido del Solutrense (hacia 18.000 a 15.000) y el Magdaleniense (hacia el 15.000 a 9.000). Cada uno de estos períodos se subdivide en varias etapas.
Las capacidades intelectuales de este hombre del Paleolítico superior eran las mismas que las del hombre actual, y si ya poseía las virtualidades para realizar una apropiación del espacio inmediato, en su cerebro existían todas las posibilidades del pensamiento reflejo que las civilizaciones posteriores han ido poniendo de manifiesto. Una de esas posibilidades era el arte.
Es evidente que la vida de los cazadores paleolíticos no era fácil. En Europa existía un clima rudo, el de la glaciación de Würm, con alternativas de largos milenios de frío húmedo y de frío seco, cambios climáticos que se reflejaban en la flora y en la fauna. Los estudios paleobotánicos y paleontológicos, cada vez más avanzados, lo explican muy bien. Las nieves perpetuas estaban entre 700 y 1.000 metros, más bajas que en la actualidad. Las grandes estepas eran frecuentadas por paquidermos como el
mamut y el rinoceronte lanudo, si bien la especie más característica era el reno, en nuestros días tan típico de las regiones próximas al círculo polar. Se ha repetido que las condiciones climáticas en la Europa central y meridional eran semejantes a las actuales de Escandinavia, del norte de Rusia o de Siberia, pero se olvida que la insolación correspondiente no es la misma en unos y otros lugares. En sentido opuesto, también se ha hablado de un paraíso de los cazadores en la Europa central y occidental paleolíticas.
Al imponerse el más reciente de los cambios climáticos, hacia el 10.000/8.000 a. C., la sustitución total del reno por el ciervo será el símbolo de los nuevos tiempos, más templados, y que en lo cultural se calificarán como epipaleolíticos. En aquel momento se terminó, para Europa, la civilización de los grandes cazadores paleolíticos que, en gran parte, debieron emigrar a tierras septentrionales tras el ambiente ecológico que era propicio a su actividad básica.
Nos ocuparemos, pues, del arte de una población de cazadores, en estrecha dependencia, casi exclusiva, de la alimentación salvajina. Para los pueblos dependientes de la caza, ésta ofrece el problema de su gran movilidad -dificultad para conseguirla- y el de su abundancia aleatoria. Esta fue una de las causas por las que el cazador del Paleolítico superior multiplicó y diversificó sus utensilios, alcanzando un elevado tecnicismo. Entre ellos encontramos instrumentos en piedra, como los buriles, raspadores y puntas de flecha, o en hueso o asta, como los propulsores o los arpones. Se trata de unas técnicas muy avanzadas y que están sólo limitadas por el conocimiento de otras materias primas. Piénsese, por un momento, en lo que representa el descubrimiento hecho por los solutrenses de la aguja de hueso con perforación que, a pesar de su simplicidad, nos asegura la existencia de una artesanía del vestido en piel y que, aunque en un material diferente, pervive todavía en nuestros días (vestidos como el del enterramiento de Sungir, Vladimir, antigua Unión Soviética, con casquete y millares de cuentas de adorno; o la dama del anorak, grabada en la cueva de Gabillou).
La preocupación constante de aquellos hombres por la venación debió ser una idea obsesiva. Pero nuestro conocimiento de dicho período de la historia humana nos asegura que esa angustia permanente -acaso aún más vivida por los hombres de épocas anteriores- no impidió el desarrollo de una actividad estética por medio de las manifestaciones de un arte admirable que todavía tenemos la suerte de poder contemplar, al menos en parte.
Además, el arte, en tanto que manifestación de la cultura, es un fenómeno social, y el arte del Paleolítico superior nos asegura, si, por otra parte, no tuviéramos otras evidencias, que durante muchos milenios existieron unas agrupaciones humanas organizadas, consistentes y con una enorme capacidad de transmisión. Es indudable que este arte tenía un sentido social. Queremos decir que, si no hubiera sido comprendido por sectores importantes o por la totalidad de la población, no habría tenido una pervivencia tan larga. Contemplando sus obras, con razón se puede hablar de complejidad mental en sus autores. Y habida cuenta de la enorme dimensión temporal de la historia humana, ese arte se halla muy cerca de nuestro pensamiento estético.
Para hacérnoslo entender, una pléyade de
prehistoriadores ha trabajado durante más de un siglo. En las páginas que siguen aparecerán con frecuencia los nombres de los dos mayores investigadores del arte de los cazadores paleolíticos, sin cuyos trabajos no se hubiera alcanzado el nivel de conocimiento que de él tenemos en la actualidad. Nos referimos al abate Henri Breuil (1877-1961) y al profesor André Leroi-Gourhan (1911-1986). Ambos dedicaron una gran parte de sus vidas al estudio de las cavidades con arte, a su evolución estilística, su cronología y su significado. Pero entre sus sistemas hay discrepancias fundamentales que iremos explicando. La ciencia tiene que proseguir su búsqueda anhelante de la verdad: aunque Leroi-Gourhan disentía muchas veces radicalmente de las teorías del abate Breuil, hablaba siempre de él con respeto y admiración, analizaba y contradecía sus hipótesis con tacto y elegancia, y se complacía en señalar cómo, en los mismos umbrales del siglo XX, supo dar el viejo maestro unos fundamentos seguros a la investigación prehistórica que, gracias a él, se convirtió en una verdadera ciencia. Con dedicación admirable, ambos intentaron dar respuesta a tantos interrogantes como surgen al enfrentarse con el primer arte de la humanidad. Estamos seguros que ellos harían suyas las preguntas que se hace Julián Marías: "¿Por qué el hombre se permite el increíble lujo de duplicar el mundo y crear, junto al real y efectivo, en que tanto esfuerzo le cuesta vivir, que le da tantos quebrantaderos de cabeza, otro mundo, el mundo de la ficción? Estas actividades, si se mira bien, tan extrañas, ¿qué son, cómo se justifican, por qué las realiza el hombre con tanta pertinacia?" (de "La imagen de la vida humana", Madrid, 1971, pp. 12-13).

 

 

 

 

 

 78 - 61 

 

CAI ZARAGOZA |

 RICOH MANRESA


78 |


 61

 J 7 | 08/11/2008 | 20:00 | Pabellon Principe Felipe | Público:10500

 

 Árb: Juan Carlos Arteaga, Antonio Conde, Castillo

 

20|25

11|10

20|16

27|10

 

CAI ZARAGOZA 78

REB

 

TAP

 

FP

 

D

Nombre

Min

P

T2

T2 %

T3

T3 %

T1

T1 %

T

D+O

A

BR

BP

C

F

C

M

F

C

V

4

Lescano, Matías

24:30

5

1/3

33%

1/6

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0%

2

1+1

0

2

1

0

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3

1

-1

7

Phillip, Darren

19:23

6

3/4

75%

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0%

0/1

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0

0+0

1

3

0

1

1

0

0

3

3

9

8

Victoriano, L.

17:36

13

5/5

100%

0/3

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3/3

100%

1

1+0

1

2

2

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0

0

0

3

5

14

11

Green, Taurean

22:24

10

2/4

50%

2/4

50%

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0%

1

1+0

2

2

3

2

0

0

0

2

2

8

12

Arteaga, O.

8:21

4

1/1

100%

0/0

0%

2/2

100%

1

1+0

0

0

1

0

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0

0

1

5

13

Quinteros, P.

29:58

20

6/8

75%

2/5

40%

2/3

67%

3

1+2

1

1

3

4

0

0

0

2

2

16

14

Pérez, Sergio

4:18

1

0/0

0%

0/0

0%

1/2

50%

1

1+0

1

0

0

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0

0

2

15

Starosta, O.

18:18

5

2/6

33%

0/0

0%

1/2

50%

11

7+4

0

1

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0

0

3

0

2

2

9

22

García, Iván

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

24

Garcés, Rubén

5:2

0

0/2

0%

0/0

0%

0/0

0%

2

1+1

0

0

1

0

0

1

0

3

0

-5

42

Lewis, Larry

28:56

13

3/7

43%

1/3

33%

4/4

100%

7

6+1

0

0

0

0

1

1

0

2

3

15

44

Guerra, Roberto

21:14

1

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0%

0/4

0%

1/2

50%

3

2+1

3

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1

3

 

Equipo

 

0

0/0

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1

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1

0

Total

200:0

78

23/40

57%

6/25

24%

14/19

74%

32

22+10

9

12

12

7

2

6

0

20

21

75

E

 Segura, Curro

5f

 

RICOH MANRESA 61

REB

 

TAP

 

FP

 

D

Nombre

Min

P

T2

T2 %

T3

T3 %

T1

T1 %

T

D+O

A

BR

BP

C

F

C

M

F

C

V

4

Grimau, Jordi

13:43

2

1/2

50%

0/2

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0/0

0%

1

1+0

1

2

1

1

0

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0

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0

1

6

Rodríguez, Javi

21:57

3

0/0

0%

1/2

50%

0/0

0%

2

2+0

1

1

5

0

0

0

0

2

2

1

8

Asselin, Josh

26:51

16

7/13

54%

0/1

0%

2/2

100%

8

6+2

1

1

3

0

4

0

2

4

3

19

11

Bulfoni, Javier

25:28

13

3/6

50%

2/6

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1/1

100%

2

2+0

2

0

1

1

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0

1

3

4

10

12

Sánchez, Diego

12:50

0

0/0

0%

0/0

0%

0/0

0%

2

1+1

0

0

0

0

0

0

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1

0

1

13

Balmón, J.M.

6:12

2

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0/1

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100%

0

0+0

1

0

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0

2

2

1

14

Alzamora, Alf.

14:40

2

1/2

50%

0/0

0%

0/0

0%

3

2+1

0

1

0

0

0

0

0

1

2

6

16

Rubio, Guillem

24:27

2

0/2

0%

0/1

0%

2/2

100%

3

2+1

0

2

6

0

0

0

0

3

4

-1

18

Montañez, Román

22:34

7

2/4

50%

1/5

20%

0/0

0%

0

0+0

1

0

2

0

0

0

0

0

0

0

19

Marco, Carles

1:42

0

0/0

0%

0/0

0%

0/0

0%

0

0+0

0

0

0

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1

0

-1

24

Ibaka, S.

7:26

4

2/2

100%

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0%

1

1+0

0

0

2

0

2

0

1

1

0

4

99

San Miguel, R.

22:10

10

4/6

67%

0/3

0%

2/4

50%

5

4+1

4

1

1

1

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1

3

12

 

Equipo

 

0

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3

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1

1

0

0

0

0

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0

2

Total

200:0

61

20/37

54%

4/21

19%

9/11

82%

30

22+8

11

9

23

3

6

2

4

21

20

55

E

 Ponsarnau, J.

5f

 

 

CAI Zaragoza sentenció en el último cuarto a Ricoh Manresa (78-61)

 

Ricoh Manresa ha visto truncada su excelente racha tras caer en la pista de un gran CAI Zaragoza por 78-61. A pesar de lo abultado del marcador, los visitantes mandaron durante muchas fases del encuentro y llegaron al último cuarto con opciones, pero un final fantástico del cuadro zaragozano decantó la balanza para los de casa

 El CAI Zaragoza consiguió su segunda victoria de la temporada en casa en un partido en el que el buen trabajo defensivo de la segunda mitad le dio la vuelta a un encuentro que tenía complicado y que acabó con un marcador impensable a tenor de lo ocurrido en los tres primeros cuartos.

La intensidad puesta tras el descanso por el equipo maño acabó por arrollar a un rival que, cuando vio que los locales se alejaban en el marcador, comenzó a precipitarse y facilitó con sus errores la gran amplitud de la victoria del equipo aragonés.

El buen inicio de partido del conjunto local (8-2) en los tres primeros minutos de partido se fue diluyendo y permitió al Ricoh darle la vuelta al electrónico en el minuto 7 (14-16) gracias a su mayor acierto en los lanzamientos y en particular en los triples.

Las imprecisiones y los fallos continuos fueron la tónica de un segundo cuarto en el que el nivel de acierto bajó enormemente con respecto a los diez primeros minutos. De hecho, a los seis minutos el CAI Zaragoza sólo había anotado cinco puntos y el Ricoh Manresa dos.

Esto permitió acercarse a los maños a tan sólo dos puntos (25-27), aunque el dominio del equipo catalán bajo canasta le sirvió para llegar al tiempo de descanso con una ligera ventaja (31-35).

El inicio del segundo periodo no hizo cambiar la tendencia del juego y elevó al ventaja visitante hasta los siete puntos (34-41), máxima del partido para el conjunto catalán, al minuto y medio de juego.

Ante el panorama oscuro que se avecinaba el técnico del equipo maño, "Curro" Segura, optó por poner en juego en un doble cambio a la pareja de pivotes formada por el checo Ondrej Starosta y el norteamericano Darren Philip, que consiguieron cerrar por fin el rebote, circunstancia que hizo cambiar la dinámica ya que, gracias a ello, permitió a su equipo correr contraataques y contagiar defensivamente al resto de compañeros.

El CAI Zaragoza le dio la vuelta al partido en el minuto 27 (46-45) y a partir de ahí creyó ciegamente en sus posibilidades de victoria ante un rival que se fue apagando progresivamente y que acabó estrellándose en la defensa local para acabar arrollado.

78 - CAI Zaragoza (20+11+20+27): Lescano (5), Green (10), Quinteros (20), Starosta (5), Lewis (13) -cinco inicial- Phillip (6), Lucas Victoriano (13), Arteaga (4), Sergio Pérez (1), Garcés (-) y Guerra (1).

61 - Ricoh Manresa (25+10+16+10)
: Jordi Grimau (2), Asselin (16), Bulfoni (13), Guillem Rubio (2), San Miguel (10) -cinco inicial- Javi Rodríguez (3), Diego Sánchez (-), Balmón (2), Alzamora (2), Montáñez (7), Marco (-) e Ibaka (4).

Arbitros
: Arteaga, Conde y Castillo. No hubo exclusiones por personales.

Incidencias
: partido correspondiente a la séptima jornada de liga disputado en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza ante unos 10.500 espectadores.

 

 

 

 RAYO VALLECANO 1 - 0 S.D. HUESCA

 

 

Rayo Vallecano

1

 

0

Huesca

25

Cobeño

3

Llorens

4

A. Amaya

15

Salva

23

Coque

8

Míchel

12

Enguix

17

Albiol

21

Diamé

10

Piti

11

D. Aganzo

 

 

1

Edu

2

Robert

8

Vara

14

Ripa

20

Corona

3

L. Helguera

5

Chechu Dorado

10

Camacho

12

José

9

Roberto

17

Rubén

 

 

CAMBIOS

48’

Piti por Pachón

61’

Míchel por Manolo

89’

Albiol por Collantes

 

 

61’

Chechu Dorado por Nico Medina

74’

Roberto por Rodri

74’

Robert por Lalo

 

 

 

ENTRENADORES

Pepe Mel

 

 

Antonio Calderón

 

 

 

GOLES

1’

Gol Míchel

 

 

 

 

 

TARJETAS

12’

D. Aganzo Tarj. A

21’

D. Aganzo Doble A

39’

Piti Tarj. A

44’

Albiol Tarj. A

44’

Llorens Tarj. A

 

 

75’

Corona Tarj. A

79’

Vara Tarj. A

82’

Camacho Tarj. A

 

 

 

OTROS DATOS DE INTERÉS

2ª División

 

Estadio: Teresa Rivero

08/11/2008 18:30

Arbitro: Caballero Herreros

 

Cuarto Arbitro: Azkue Otegi

Jueces de Línea:Gago Santaolalla , Retegui Lamolla

Incidencias:

 

 

El Rayo, con diez y un gol en el minuto dos, supera al Huesca (1-0)

 

El conjunto de Madrid no se dejo influir por las protestas en la grada contra el delegado de seguridad en Vallecas, Emilio Berjano.

El Rayo consiguió una difícil victoria ante el Huesca en un encuentro en el que anotó pronto y en el que se quedó con diez jugadores en el minuto 21 por la expulsión de Aganzo.

El conjunto de Madrid no se dejo influir por las protestas en la grada contra el delegado de seguridad en Vallecas, Emilio Berjano, como consecuencia de los últimos incidentes ocurridos en el estadio Teresa Rivero.

El Rayo Vallecano tenía prisas por poner el resultado a su favor. Había muchos condicionantes que podían distraer la atención del equipo con la influencia negativa que ello podría tener en el marcador.

El Huesca ganó el sorteo inicial y decidió cambiar de campo para que el conjunto local tuviera que jugar la segunda parte contra el fondo de la pared, mucho más frío que el contrario en el que están sus ultras, en una moda que están tomando los equipos visitantes últimamente cuando vienen a Vallecas.

Así, en el minuto dos de partido, Michel, que volvía tras un mes de lesión y como titular, se beneficiaba de una jugada embarullada en el área.

Después de un saque en largo de Coke en una falta en la zona de tres cuartos, que llegaba a Aganzo, y que no era capaz de rematar para que en segunda jugada y rodeado de rivales, Michel remataba, tras un primer rechace, para hacer el que a la postre sería el tanto de la victoria.

Era el minuto dos, y las gradas del estadio estaban a mitad de su aforo. Los aficionados locales protestaban pidiendo el relevo del coordinador de seguridad del estadio y por la actuación policial en el encuentro de Copa ante el Almería.

El gol no amedrentó al conjunto oscense que con Helguera como líbero por delante de la defensa y unas bandas muy cercanas a Vara, el creador del juego, comenzaron a ganar terreno y a acercarse a la meta de Cobeño, quien pudo atajar un remate de Roberto García tras pase de José en el minuto 9. Hubo suerte porque lanzó al portero.

Pero, el encuentro cogería un cariz diferente cuando en el minuto 21 el Rayo se quedaba con uno menos tras la expulsión de Aganzo por doble amarilla, la primera por despreciar a un rival tras una falta sin importancia, y la segunda por una fea entrada a Corona.

Con esto, Piti quedaba sólo en el ataque franjirrojo y Helguera podía adelantar su puesto para acompañar a Vara en la creación. Llegaron buenos minutos de juego del equipo aragonés, aunque debía recular rápido cuando los locales cogían el balón ante la rapidez de sus ataques.

En la segunda parte, el partido siguió siendo feo. Ambos entrenadores, Mel y Calderón, buscaron con sus cambios fortalecer el centro del campo, buscando con ello disponer del balón y crear ocasiones de peligro, pero las que llegaron, visitantes casi todas, eran en lanzamientos desde lejos o en jugadas ensayadas de córner.

El Rayo bastante tenía con aguantar el marcador con pérdidas indiscriminadas de tiempo.

Roberto García y Helguera dispusieron de buenas ocasiones para empatar.

Al final, el Rayo ganó un encuentro en el que debió tirar de oficio en lugar del habitual buen juego que da a sus aficionados.

Ficha Técnica:

1 - Rayo Vallecano: Cobeño; Coke, Amaya, Salva, Llorens; Albiol (Collantes, min. 90), Enguix, Diamé, Michel (Manolo, min. 60); Piti (Pachón, min. 48) y Aganzo.

0 - Huesca: Edu; Roberto (Lalo, min. 75), Corona, Dorado (Nico Medina, min. 60), Ripa; Helguera; Rubén, Vara, Camacho, José; y Roberto García (Rodri, min. 75).

Goles: 1-0, min. 2, Michel.

Árbitro: Caballero Herreros (Comité Riojano). Expulsó a Aganzo en el minuto 21 por doble amarilla en el Rayo. Amonestó a Llorens, Piti y Albiol por parte del Rayo Vallecano y a Corona, Vara y Camacho por parte del Huesca.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la undécima jornada de liga de la Segunda División, disputado en el estadio Teresa Rivero de Madrid, ante unos 10.000 espectadores. Los aficionados tardaron cinco minutos en ocupar sus butacas para pedir el relevo del delegado de seguridad del estadio, Jaime Berjano, ante los últimos incidentes que ha protagonizado las fuerzas de seguridad últimamente.

 

 

9.11.2008 - LIGA 2ªDiv. 2008/09 - JORNADA Nº11

 REAL ZARAGOZA  1-1 CASTELLON 

 

Zaragoza

1

 

1

Castellón

1

López Vallejo

3

Paredes

5

Ayala

22

R. Pulido

24

Pignol

7

Jorge López

18

A. Hidalgo

21

Zapater

8

Ewerthon

10

Braulio

17

Caffa

 

 

13

Carlos Sánchez

5

Dealbert

20

Mora

2

Diego Reyes

6

López Garai

7

Arana

10

Perico

23

M. Rosas

18

Ulloa

24

Gari

25

Nsue

 

 

CAMBIOS

61’

A. Hidalgo por Arizmendi

 

 

59’

M. Rosas por Víctor Salas

70’

Gari por Mantecón

83’

Ulloa por Tabares

 

 

 

ENTRENADORES

García Toral

 

 

Abel Resino

 

 

 

GOLES

42’

1-1 Gol Ewerthon

 

 

14’

0-1 Gol Ulloa

 

 

 

TARJETAS

27’

Ewerthon Tarj. A

 

 

38’

Perico Tarj. A

78’

Ulloa Tarj. A

85’

Diego Reyes Tarj. A

 

 

 

OTROS DATOS DE INTERÉS

2ª División

 

Estadio: La Romareda

09/11/2008 17:00

Arbitro: Pino Zamorano

 

Cuarto Arbitro: Sánchez Aparicio

Jueces de Línea:Pérez Muiño , Vaquero Agama

Incidencias:

 

 

El Zaragoza empata y empaña su buena estadística (1-1)

 

En el primer periodo el conjunto castellonense realizó una gran presión que ahogó a un Real Zaragoza sin capacidad de generar juego y que se estrellaba una y otra vez en el entramado defensivo

El Castellón, con un partido de rigor táctico y entrega, consiguió arrancar un punto del estadio de La Romareda y empañó la buena estadística del Real Zaragoza en su estadio en el que hasta ahora había ganado todos los partidos que había disputado salvo el empate contra la Real Sociedad.

El equipo entrenado por Abel Resino sacó los colores a los propietarios del terreno, que fueron incapaces de demostrar el favoritismo que todo el mundo les otorga para subir a Primera División, porque con el potencial que posee apenas fue capaz de crear peligro sobre la portería de su oponente y cuajó un partido nefasto.

En el primer periodo el conjunto castellonense realizó una gran presión que ahogó a un Real Zaragoza sin capacidad de generar juego y que se estrellaba una y otra vez en el entramado defensivo dispuesto por Abel Resino.

El Castellón daba la sensación de tener siempre una velocidad más que su oponente, que casi siempre llegaba tarde a todos los balones.

Así, fue el conjunto foráneo el único que creo peligro durante la mayor parte del este primer periodo aprovechando los robos de balón que realizaba.

Leo Ulloa, en el minuto 15, abrió el marcador para el conjunto de La Plana tras salir de la segunda línea y evitar el fuera de juego, pero marró la posibilidad de anotar el segundo en el 29 a puerta vacía.

Solo en los últimos minutos, y coincidiendo con un bajón en la presión de su oponente, el equipo maño comenzó a trenzar algo de juego y a aproximarse al área del Castellón, aunque el gol del empate local llegó en un contragolpe que finalizó ’Ewerthon’ de Souza tras un gran galopada de ’Braulio’ Nóbrega.

La segunda mitad fue todavía peor que la primera, con un Zaragoza con algo más de espacio para combinar pero que veía que sus intentos de generar ocasiones de gol acababan todos en las inmediaciones del área foránea.

El equipo maño tan solo realizó un remate a puerta en los 45 minutos del segundo periodo y así es muy difícil intentar ganar un partido.

Al Castellón le valía el empate y se conformó con él porque ni se acercó por los dominios de López Vallejo, salvo en el tiempo añadido en que forzó dos saques de esquina de manera consecutiva.

Ficha técnica:

1 - R. Zaragoza: López Vallejo; Pignol, Pulido, Ayala, Paredes; Jorge López, Zapater, Hidalgo (Arizmendi, min.62), Caffa; Braulio y Ewerthon.

1 - C.D. Castellón: Carlos Sánchez; Pedro, Dealbert, Pepe Mora, Diego Reyes; Arana, López Garai, Mario Rosas (Salas, min.61), Uranga (Mantecón, min.70); Ulloa (Tabares, min.83) y Nsue.

Goles: 0-1. min.15. Ulloa; 1-1. min.43. Ewerthon.

Arbitro: Pino Zamorano, del C. Castellano-Manchego. Amonestó con tarjeta amarilla al local Ewerthon y a los visitantes Pedro, Ulloa y Dealbert.

Incidencias: partido correspondiente a la undécima jornada de liga disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza ante unos 17.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por los dos militares españoles fallecidos en un atentando en Afganistán.

 

 

 

 

 

El Neolítico

Publicado: 09/11/2008 08:54 por Miguel Anchel Sanz en HISTORIA

NEOLÍTICO

Neolítico
Época:
Inicio: Año 7000 A. C.
Fin: Año 3000 D.C.
Siguientes:
Origen y desarrollo
Próximo Oriente
Europa
Península Ibérica

El término Neolítico, que aparece desde 1856, definido por J. Lubbock, en la literatura arqueológica, hace referencia etimológicamente a un cambio tecnológico: la aparición entre los útiles prehistóricos del utillaje de piedra pulimentada (neos/lithos, nueva piedra), opuesta a la piedra tallada, la única conocida por las poblaciones paleolíticas.
La posterior investigación arqueológica ha otorgado al término Neolítico una significación más global a medida que se han observado una serie de cambios solidarios del primero, como son, dentro del mismo campo del cambio tecnológico, la aparición de la cerámica y la diversificación general del utillaje; o, dentro de los aspectos sociales, la aparición del poblado como fruto de la sedentarización de la población y de una agrupación más estable; o finalmente, dentro del campo económico, con los inicios de la actividad económica productiva.
Simultáneamente han aparecido varios términos de tipo complementario, como el de revolución neolítica -creado por V. Gordon Childe en 1930-, en el que se enfatiza la producción de subsistencia como hecho fundamental y generador, en cierta medida, de los demás cambios. El concepto de revolución ha caído con posterioridad en desuso al observar que la transformación es gradual y progresiva, aunque el cambio que designa constituye una de las más trascendentes de la evolución humana. La inexactitud o parcialidad del término motivó a su vez varios intentos de sustitución por conceptos más culturales, ecológicos o socioeconómicos, como los surgidos de las nuevas tendencias de la investigación en la década de los sesenta, como la propuesta por Ch. S. Chard - "El hombre productor-agricultor" - o la más ecléctica de G. Clark de "Prehistoria Secundaria", terminologías que, en general, no han tenido plena aceptación.
El término Neolítico sigue teniendo vigencia, definiéndose como un periodo arqueológico caracterizado por unas asociaciones recurrentes de registro arqueológico que permiten la reconstitución de las primeras sociedades productoras de subsistencia con unas características sociales, culturales y tecnológicas distintas de las cazadoras-recolectoras que las preceden. Se ha diferenciado el término neolitización que incidiría, más específicamente, en el estudio de la etapa formativa o periodo de transición y en la dinámica de cambio de un modo de vida basado en la caza y recolección de alimentos silvestres al control artificial de la reproducción de determinadas especies animales y vegetales.
El estudio del periodo neolítico contempla dos tipos de problemática. Una, de carácter más propiamente histórico, que se centra en la reconstrucción de la evolución y el análisis de las transformaciones, basándose en la reordenación de los hechos históricos, situándolos en las coordenadas de cada tiempo y espacio determinados. Otra, de tipo teórico, se orienta hacia la situación del fenómeno del cambio en la teoría general de la evolución sociocultural de la humanidad. La investigación incide, pues, por una parte, en el establecimiento de los hechos y, por otra, en la aproximación a las causas y factores que motivan esta evolución.
Dentro del proceso de transformación del Neolítico, la domesticación de plantas y animales ha despertado un gran interés entre los investigadores, debido en parte a la mayor atención dedicada en los últimos años, por parte de la arqueología, a los aspectos socioeconómicos. Su estudio presenta igualmente una doble vertiente, siendo la primera la que más se ciñe al proceso biológico, pues implica variaciones genéticas y conductuales de las especies domesticables y de tipo ecológico en los contextos donde se producen las modificaciones. La segunda, de tipo histórico o antropológico, estima las variaciones causales o resultantes que conlleva a los grupos humanos, tanto desde un punto de vista económico como cultural y social.

 

 Neolítico: las primeras sociedades agrarias

Época: Prehistoria
Inicio: Año 5000 A. C.
Fin: Año 3200 D.C.
Siguientes:
Posibles causas de este proceso
El Neolítico en el Próximo Oriente
El Neolítico en la Península Ibérica
El Arte Levantino
El Megalitismo

El último período cultural de la Edad de la Piedra se ha denominado tradicionalmente Neolítico y representa una de las etapas históricas más interesantes por las transformaciones de toda índole que experimentaron las sociedades de aquellos momentos.
Al intentar dar una definición precisa de esta etapa ya surgen los primeros problemas, desde su propia denominación, puesto que Neolítico -término utilizado por primera vez en la obra de
Lubbock en 1865- significa piedra nueva (neos = nuevo; litos = piedra) en clara alusión a las características técnicas de los utensilios de piedra, ahora pulimentados frente a los fabricados mediante la técnica de la talla durante los tiempos paleolíticos.
Sin ser esta apreciación inexacta, sí es incompleta puesto que hoy día sabemos que los cambios operados en el campo socioeconómico fueron más importantes que los acaecidos en el campo tecnológico y presumiblemente causa de ellos. Sabemos también que dichas transformaciones no se produjeron de una manera súbita, sino que todas ellas fueron la culminación de un lento proceso de adaptación durante el cual el hombre fue estableciendo una nueva relación con el medio que le rodeaba; desde esta perspectiva, el término revolución neolítica empleado por
Childe debe ser matizado en su sentido de súbita innovación o alteración.
Las nuevas formas de vida se fueron adoptando en distintos lugares a la vez y con matices diferenciadores, dependiendo de las tradiciones culturales preexistentes y desde determinadas zonas preferentes se fueron extendiendo hacia otras áreas marginales. No puede hablarse, pues, de un proceso cultural único sino de una gran variedad de grupos neolíticos diferentes.
Para obtener una visión de conjunto de este proceso cultural, podemos resumir sus características fundamentales en tres apartados distintos:
1) Ambientales: La influencia que el medio ambiente ejerce sobre el hombre fue durante mucho tiempo sobrevalorada y, en el caso del Neolítico, se adujo como
causa fundamental de todos los cambios culturales acaecidos.
Es cierto que, tras la retirada de los últimos
hielos pleistocénicos, las condiciones climáticas cambiaron al elevarse las temperaturas e influyeron decisivamente en el medio, que lentamente se fue transformando pues la fauna y la flora tuvieron que adaptarse; igual le ocurrió al hombre, que tuvo que buscar nuevas bases de subsistencia cuando le empezaron a fallar sus tradicionales recursos. Pero todo ello había sucedido tiempo atrás, a comienzos del Holoceno, que es cuando se empezaron a desarrollar las primeras comunidades epipaleolíticas, aunque ese lento proceso de adaptación entonces iniciado siguió su curso y acabó desembocando en nuevas formas culturales.
2) Económicas y sociales: Es en este terreno donde se pueden observar los cambios más significativos, ya que las antiguas formas de subsistencia basadas en
la caza y la recolección fueron sustituidas de forma progresiva por estrategias productivas basadas en la agricultura y en la cría de animales domésticos.
Ambos procesos debieron ser paralelos y los datos disponibles, procedentes de algunos yacimientos del
Próximo Oriente, permiten saber que en el octavo milenio antes de la era fueron los cereales las primeras especies cultivadas: el trigo, en sus primitivas variantes Triticum monococcum, T. dicoccum y T. aestiuium, la cebada y el centeno, seguidos tiempo después por la avena, el mijo y las leguminosas, todos ellos productos de gran valor energético. Estas especies pudieron ser controladas por el hombre porque ya existían en aquellas zonas en estado silvestre y venían siendo objeto de recolección sistemática.
La utilización de animales domésticos, a los que podemos definir como aquellos cuya reproducción está controlada por el hombre, fue la segunda de las actividades económicas que se empezaron a practicar. De la misma manera que ocurrió con las plantas, los primeros animales domésticos se consiguieron a partir de los que ya existían en el entorno en su variante salvaje.
Los datos disponibles apuntan a que fue el perro, procedente del lobo, la primera especie doméstica, aunque todavía existe polémica sobre el momento y el lugar en que apareció. Hallazgos en la cultura epipaleolítica de Maglemose del norte de Europa, en el Natufiense palestino y entre alguno de los grupos epipaleolíticos del SE de los Estados Unidos parecen confirmar la existencia del perro en fechas cercanas al 11.000 a. C., si bien esta especie parece que acompañaba al hombre pero no debía servirle como animal comestible. La oveja y la cabra, difíciles de distinguir entre sí, están documentadas en el IX milenio antes de la era en numerosos yacimientos del Próximo Oriente, seguidas poco tiempo después por la vaca, todos ellos de alto potencial dietético.
En los primeros momentos de su domesticación, todos estos animales fueron aprovechados por sus productos primarios, fundamentalmente la carne, las pieles y la grasa y sólo tras la intensificación de las prácticas ganaderas se comenzaron a utilizar los productos secundarios, como lana, leche, y a usarse como medio de transporte y ayuda en las tareas agrícolas, arrastrando los arados.
Como consecuencia de las variaciones en las bases del sistema económico, se produjeron algunos cambios sociales evidentes, tales como la progresiva sedentarización de las comunidades, aunque en algunos lugares del Viejo Mundo ya venía observándose el agrupamiento en aldeas debido sin duda a la intensificación de la recolección de los vegetales silvestres allí existentes, más de mil años antes de la domesticación de las primeras plantas y animales. La vida en comunidades fijas cada vez mayores hizo que necesariamente cambiasen también las relaciones entre los individuos, surgiendo fórmulas nuevas de organización social, dando lugar al reparto de las tareas cada vez más diversificadas, a relaciones de tipo jerárquico, a la organización de las actividades colectivas, etcétera.
3) Técnicas: A pesar de que los adelantos técnicos no fueron la causa de todos los cambios operados durante el Neolítico sino más bien una consecuencia de los arriba mencionados, es cierto que pueden observarse algunas novedades en el equipo material de aquellas poblaciones.
El invento más significativo es sin duda la cerámica, cuya fabricación consiste en elaborar recipientes de arcilla cocidos en un horno a más de 450° y que fue el elemento que acabó convirtiéndose en el fósil-guía más característico de todas las comunidades neolíticas. Al tratarse de una actividad artesanal, las formas de los recipientes, su decoración y las propias técnicas de fabricación variaban de unos grupos a otros, siendo estas variaciones muy valiosas al arqueólogo ya que le sirven para identificar los diferentes grupos culturales.
La existencia de excedentes alimenticios y la necesidad de conservar mayor número de productos propició la búsqueda de recipientes más sólidos e impermeables que los ya conocidos de cestería utilizados por los pueblos recolectores. En un principio, los hornos para cerámica eran simples hoyos en el suelo cubiertos por piedras y tierra, para alcanzar la temperatura necesaria, pero poco a poco se fueron construyendo más cerrados para poder lograr mejor calidad en las pastas cerámicas.
La fabricación de utensilios de piedra continuó siendo importante y aunque algunos objetos se trabajaban con la tradicional técnica de la talla por presión o percusión fueron los instrumentos pulimentados los que se generalizaron cada vez más, destacando entre todos ellos las típicas hachas y azuelas, presumiblemente empleados en las tareas agrícolas y que durante mucho tiempo sirvieron como identificadores del nuevo período cultural. Las pequeñas hojas dentadas de sílex se enmangaban formando los dientes de una hoz, instrumento decisivo a la hora de la recolección intensiva de plantas. También proliferaron los molinos de piedra y los morteros necesarios para machacar y triturar el grano.
Igualmente siguieron realizándose instrumentos sobre hueso, aunque la mayoría de los viejos modelos se abandonaron y aparecieron otros utensilios en función de las nuevas actividades económicas y domésticas, siendo ejemplos característicos las espátulas y las cucharas.

 El Neolítico en la Península Ibérica (España)

Época: Prehistoria
Inicio: Año 5000 A. C.
Fin: Año 3200 D.C.
Antecedente:
Neolítico: las primeras sociedades agrarias
Siguientes:
Cataluña
El País Valenciano
Andalucía

Al abordar el estudió del Neolítico en la Península Ibérica es necesario enmarcarlo en la problemática general de la neolitización de Europa y más concretamente del Mediterráneo Occidental, puesto que es imprescindible conocer el marco geográfico en que se desarrolló esta cultura para entender correctamente sus posibles relaciones externas, las influencias que pudo recibir y las vías por la que pudieron efectuarse dichos contactos.
Tradicionalmente se ha distinguido una Europa continental, a la que llegaban las influencias culturales desde el Este por la vía de los Balcanes y del Danubio, y una Europa mediterránea cuyos principales contactos se establecían por vía costera.
La cuenca mediterránea tiene unas particularidades comunes especiales, por encima de las múltiples variaciones locales, tanto climáticas como topográficas, con cierta tendencia a la aridez y con suelos no demasiado ricos, a pesar de lo cual siempre ha sido un territorio habitado y una ruta transitada por la que han circulado influencias, ideas y personas entre sus extremos oriental y occidental.
Tradicionalmente se había defendido la idea de que los nuevos inventos neolíticos se difundieron rápidamente desde sus centros originarios orientales hacia los distintos territorios europeos mediante diferentes rutas y mecanismos de colonización, nunca demasiado bien explicados. La exageración y el abuso de los presupuestos difusionistas hizo que, a partir de los años 60-70, se empezaran a rechazar semejantes interpretaciones y se comenzase a valorar, quizás a sobrevalorar, el protagonismo que los grupos locales habían tenido en el proceso de cambio y se empezó a defender, en definitiva, la evolución autóctona como resultado de la adaptación de los grupos
epipaleolíticos a su medio natural.
Hoy día, sin exagerar ninguno de los dos modelos interpretativos, parece claro que el fenómeno neolítico producido en el
Próximo Oriente se efectuó mediante una evolución lenta y continuada, diferente a lo que ocurrió en Europa. Por la documentación existente, no puede mantenerse que en los territorios europeos occidentales existieran los precedentes salvajes de los primeros animales domesticados, ni de los cereales que se cultivaron por primera vez, descartado lo cual, los estudios se han dirigido a averiguar porqué y cómo se expandió el nuevo sistema económico y en qué medida fue asimilado por los grupos indígenas de cada región occidental.
Por otra parte, el estudio detallado de los grupos epipaleolíticos europeos ha demostrado que esas sociedades estaban perfectamente adaptadas a su medio, incluso muchas regiones del norte de Europa, antes despobladas, se habían ido ocupando durante los últimos deshielos al seguir el hombre a las especies animales que se iban asentando en dichos territorios. En general, estas poblaciones intentaron, como apuntan algunos autores, aumentar la productividad de su entorno como respuesta a sus crecientes necesidades, alcanzando un cierto nivel de complejidad socioeconómica.
En los últimos años, para explicar la forma en que pudo producirse la expansión neolítica, se ha aceptado de manera generalizada el modelo denominado oleada de avance, propuesto por los investigadores Ammerman y Cavalli-Sforza. Este modelo teórico, que ofrece distorsiones y variaciones locales, presupone que el nuevo sistema económico se fue extendiendo lenta pero ininterrumpidamente hacia Occidente a partir de los centros próximo-orientales, a razón de 1 km. por año, teniendo en cuenta el crecimiento progresivo de la población y los movimientos que puede realizar tanto a larga como a corta distancia.
Esta forma paulatina de contacto se refleja en la existencia de dos tipos de asentamientos diferentes en los momentos iniciales del Neolítico occidental: los correspondientes a los grupos locales allí asentados y los pertenecientes a los colonizadores llegados por el Mediterráneo. El proceso de interacción entre ellos es lo que algunos autores como Bernabeu han llamado modelo dual o modelo mixto, que explica cómo la adopción del
Neolítico en Europa se produjo por la llegada de poblaciones conocedoras de la agricultura y la ganadería que entraron en contacto con las poblaciones indígenas, las cuales fueron modificando sus tradicionales formas de subsistencia.
La Península Ibérica participó de este proceso mediterráneo occidental, aunque no puede hablarse de homogeneidad cultural en todo el territorio. La primera neolitización se produjo lógicamente en la franja costera mediterránea, desde
Cataluña hasta Andalucía y Portugal meridional, pero los yacimientos mejor conocidos se ubican en las sierras costeras interiores; en las restantes áreas peninsulares las transformaciones culturales fueron más tardías y con particularidades diferentes y se incorporaron a la economía neolítica con mayor lentitud, dependiendo de las posibilidades de contacto que tuvieran con las regiones litorales.
En toda la cuenca occidental y asimismo en la Península Ibérica, se detecta un factor importante para la identificación de la primera cultura neolítica: la presencia de cerámica que, independientemente de algunas variaciones regionales, ofrece la característica común de una decoración impresa que acabó constituyéndose en el auténtico fósil-guía de esta fase cultural. Dentro de la variedad de la decoración impresa, destaca la realizada con el borde de la concha de un molusco llamado cardium edule, que le ha valido la denominación de cerámica cardial y, por extensión, de Neolítico Cardial. La presencia de la cerámica en unión de las primeras especies domésticas de animales y plantas, pueden considerarse factores intrusivos que llegaron del exterior y acabaron siendo adoptados por la población indígena preexistente.
Las regiones mediterráneas de la Península son las que mejor pueden documentar la presencia de este Neolítico Antiguo o de cerámicas impresas, conservándose un buen registro arqueológico en Cataluña,
País Valenciano y Andalucía oriental.

 

Época: Grecia antigua
Inicio: Año 6200 A. C.
Fin: Año 2800 D.C.
Antecedente:
La Grecia antigua

La verdadera colonización del territorio griego se dará en la etapa neolítica. Los hombres llegados de Oriente, primero por tierra y por mar poco después, se instalaron en las fértiles planicies de Tesalia y Beocia y, desde allí, lentamente fueron colonizando las restantes áreas geográficas del norte y centro de Grecia y la península del Peloponeso. En cada una de estas zonas se desarrollaron culturas neolíticas de gran personalidad, formando la base de la civilización griega. Los inicios de esta etapa se han podido fechar, gracias a los hallazgos arqueológicos en Macedonia y Tesalia, en el VII milenio antes de nuestra era. Allí se desarrollaron las aldeas, núcleo básico del que saldrá la civilización clásica. En estos lugares del NE de Grecia, ciertos yacimientos presentan una continuidad de poblamiento muy considerable; la superposición de las aldeas a lo largo del tiempo llega a formar colinas artificiales, las denominadas "magoulas", que alcanzan hasta 10 metros de altura y 300 metros de diámetro en la mayor de ellas. Los primeros estratos o niveles, fechados en pleno VII milenio, han proporcionado materiales de un neolítico aún sin cerámica y dan idea de una economía de aldea, basada en la agricultura y la ganadería: restos carbonizados de cereales y leguminosas, junto a huesos de ovejas y cabras. El utillaje lítico está realizado con materiales de la zona, además de otros más lejanos como los ya citados en obsidiana procedente de Milo, la isla más occidental de las Cícladas; tales materiales ya están presentes en la región desde el Mesolítico.
La aldea más antigua documentada hasta el presente es
Nea Nikomedia, en Macedonia. Las fechas de los primeros niveles, obtenidas mediante el Carbono-14, sitúan a éstos en torno al 6.200 a.C., colocando al Neolítico griego a la par de los grandes yacimientos de Anatolia, tales como Hacilar o Çatal Hüyük. De mediados del sexto milenio ya se conocen numerosas aldeas neolíticas, como las de Khirokitía (Chipre), Elateia (Drajmani) y algunos puntos del Peloponeso, lo que hace de Grecia el puente entre el Neolítico oriental de Palestina (Jericó) o Siria (Ras-Shamra) y el Occidente, si se admite que el Neolítico nació en estas zonas del llamado Creciente Fértil.
El Neolítico griego, ya con cerámica, está dividido en dos grandes etapas, A y B, denominadas respectivamente de
Sesklo y de Dimini, los nombres de dos importantes "magoulas" tesalias que han proporcionado abundante información para este período anterior al esplendor de la Edad del Bronce en el Egeo. Sin embargo, sus resultados no pueden generalizarse de un modo rotundo para toda esta área, debido a la regionalización existente y al escaso conocimiento que aún tenemos de las estratigrafías de otros lugares, muy potentes, como los casi siete metros de espesor en el caso del Neolítico cretense, alcanzados debajo del palacio de Cnosós. En todos ellos se aprecian restos del cultivo de especies tales como trigo, cebada, guisantes y lentejas, además de la recolección de cereales y plantas silvestres como uvas, acebuches, higos, almendras, peras y bellotas. Ovejas y cabras siguen siendo los animales más importantes que componen la dieta, aunque está documentada la presencia del cerdo y otros animales, éstos últimos producto de la caza.
La cerámica es cada vez más variada y con unas decoraciones ricas en colores y motivos, con características propias, y diferencias muy sutiles de una aldea a otra; revela cierta especialización en su factura, realizada por unos artesanos cada vez más competentes. Es el resultado de una continua jerarquización y especialización del trabajo que comienza a darse en el Neolítico y que dará lugar a sociedades progresivamente más complejas.

 

 

La Edad de Bronce

Publicado: 09/11/2008 21:11 por Miguel Anchel Sanz en HISTORIA

La Edad de Bronce

Edad de Bronce
Época:
Inicio: Año 3500 A. C.
Fin: Año 1000 D.C.
Siguientes:
Papel de la metalurgia
Periodización
Base sustancial
Tecnología metalúrgica
Distribución del poblamiento
Civilización egea
Mundo Micénico

En la Edad de los Metales nos encontramos con una distinción entre Bronce y Hierro. La Edad de Bronce se caracteriza por el empleo de objetos de bronce a amplia escala. La aparición de la metalurgia se manifiesta en la utilización de oro y cobre en un primer momento para después pasar al empleo de una aleación entre estaño y cobre de la que resulta el bronce. Mientras que el uso del bronce aparece ya en Egipto y Próximo Oriente hacia fines del IV milenio en Europa central y el Mediterráneo no aparecen las primeras manifestaciones hasta el III milenio prolongándose hasta el año 1000 a.C. En este período encontramos tumbas de inhumación de carácter colectivo -los famosos megalitos- y el fenómeno del vaso campaniforme. La agricultura alcanza un importante desarrollo al igual que la ganadería y los intercambios, encontrando algunas poblaciones que viven del comercio en gran medida. También en esta época apreciamos el establecimiento de organizaciones sociales.
Podemos establecer diferentes áreas para el desarrollo de la Edad de Bronce:
Europa del sudeste y central, Mediterráneo Occidental, Asia y Egipto. Si en el II Milenio encontramos el desarrollo de la desigualdad social en Europa templada y el Mediterráneo, también se manifiesta en Grecia y las islas la llamada Civilización Egea y el Mundo Micénico.

 

La Edad de Bronce
Época: Bronce
Inicio: Año 2300 A. C.
Fin: Año 1300 D.C.
Siguientes:
Metalurgia, comercio y obras de arte
Las artes durante la Edad de Bronce antiguo en Europa
Las culturas centroeuropeas: Unetice
Los Cárpatos
Esplendor y exotismo en Europa occidental
Stonehenge reconstruido e inacabado
La cultura del vaso campaniforme
Wessex, la Armórica y Micenas
Las lunulae de Irlanda
Metal, vestido y culto en la Europa del Norte

 

Pocas contribuciones a la historia de la Humanidad han tenido tanta trascendencia en el dominio de la naturaleza como la adquisición de los medios materiales y técnicos para producir objetos de bronce. Ni siquiera la invención de la cerámica, que supone la transformación del medio natural en un objeto útil, es equiparable en rigor. La consecución de vasijas de barro por el procedimiento de la cochura es un menester relativamente sencillo en comparación con la enorme dificultad de hacer de la materia prima geológica piezas de unas características totalmente diversas. La aparición de la cerámica se resuelve de forma autóctona en la prehistoria del Orbe.
La apropiación de los recursos involucrados en la aparición de
la metalurgia está de antemano confinada a aquellos lugares geográficos que disponen del correspondiente mineral. Los metalúrgicos (operadores del cobre, del bronce o del oro) son gentes extraordinariamente capacitadas para su oficio. Sus habilidades superan las dotes del hombre común. La metalurgia es por sí misma un arte difícilmente inventado de manera independiente en todas partes.
Aunque nunca sepamos cuál es el primer objeto de metal en el Viejo Mundo, hemos de asumir que hubo una primera vez en la materialización de los preámbulos tecnológicos que conducen a la creación de la manufactura del metal. Los prehistoriadores entienden que este evento ocurrió en el Próximo Oriente, en las regiones del norte del Irak y este de Turquía entre el 8000 y el 4500 a. C. Un largo espacio temporal resta entre la constatación inicial de la metalurgia en el continente euroasiático y el comienzo de la andadura de la Edad de Bronce. Estrictamente, dicho período se consolida como tal al adquirir el metal de cobre la aleación del estaño. Ello no ocurre hasta al menos el año 3000 a. C. en Mesopotamia. A las culturas de la Hélade y del Egeo les falta un milenio para que el bronce con estaño se regularice. A los pueblos de Europa la industria del auténtico bronce les alcanza casi al mismo tiempo: comienzos del II milenio a. C.
La experimentación con el metal, según puede inferirse de este breve esquema cronológico, es un proceso de larga duración que obligó a la realización de múltiples ensayos. Los objetos prehistóricos de bronce con estaño resultan -tecnológicamente- consecuencia de la superación del bronce con arsénico. Esta clase de bronce contiene, en realidad, el definitivo invento de la metalurgia. El añadido de arsénico al cobre constituye no sólo la manifestación del aprendizaje en el uso práctico de las impurezas del metal, sino también la prueba de la selección que el artesano se vio obligado a hacer hasta conseguir un metal que además de duro fuera fácil de fundir y de trabajar. La aleación arsenical produjo los resultados deseados, pero no era la definitiva ni, desde luego, la más conveniente.
El ingrediente del arsénico, natural o artificialmente añadido, ocasiona en la fusión la emanación de gases perniciosos, con el consiguiente peligro para la salud del broncista. Este pronto hubo de aprender que la inclusión de la casiterita (el óxido, la piedra del estaño) producía mejores resultados que el arsénico en la elaboración y en el acabado de los objetos de bronce. No obstante, el bronce arsenical fue empleado al mismo tiempo que el bronce con estaño en Europa durante la primera mitad del II milenio; y en Europa, como en Anatolia, o en las islas del Egeo, el bronce con arsénico es la clase de bronce generalizado durante el III milenio a. C.

 

 La Edad del Bronce (España)

Época: Prehistoria
Inicio: Año 2500 A. C.
Fin: Año 800 D.C.
Siguientes:
La P. Ibérica durante el Bronce Antiguo y Medio
El Bronce Final
Los Campos de Urnas en la Península

Como ya dijimos en apartados anteriores, hemos adoptado la tradicional división tripartita de la Edad de los Metales y, por tanto, la de la Edad del Bronce cuya cronología sería: 1800-1500, Bronce Antiguo; 1500-1250, Bronce Medio y 1250-750, Bronce Final. Es evidente, sin embargo, que en muchos territorios no se cumple esta rígida división cultural y se percibe una clara continuidad cultural desde las etapas anteriores calcolíticas, mientras que en otros lugares el Bronce Antiguo y Medio mantuvieron fuertes vínculos culturales hasta el punto que algunos autores propusieron hablar sólo de dos etapas en la Edad del Bronce, una inicial antigua, en contraste con una reciente en la que se produjeron mayores alteraciones y cambios culturales.
Aunque existieron ciertas afinidades o similitudes entre los grupos culturales europeos y puede hablarse de una cierta estabilidad durante estos primeros períodos, en ningún caso existió total homogeneidad y es necesario hacer estudios separados de las distintas regiones para su correcta valoración. Por ejemplo, mientras en el área del Egeo florecían las culturas minoica y micénica, en Centroeuropa se desarrollaban las culturas de Unêtice y de los Túmulos, debiéndose diferenciar además otras regiones marginales como el área nórdica o la fachada atlántica con indudable personalidad propia; la
Península Ibérica, dada su posición meridional y su carácter tanto mediterráneo como atlántico, recibió influencias culturales de distintas procedencias.
La Edad del Bronce se estudió y estructuró a partir del progresivo desarrollo de las industrias metalúrgicas a las que se suponía el motor de progreso de aquellas sociedades, olvidándose el análisis de otros aspectos culturales tanto o más importantes. Es cierto que la producción metalúrgica y el comercio cada vez más pujante desempeñaron un papel decisivo atestiguado por el nacimiento de numerosos centros de producción, pero no hay que olvidar que la agricultura y la ganadería intensivas siguieron siendo base fundamental de sus economías. Estudios recientes han demostrado la ocupación de nuevas tierras de alto rendimiento cuyo control sería importante o el desarrollo de la industria textil derivada del aprovechamiento de la lana que hace pensar, siguiendo a Champion, que existió una relación entre las actividades de subsistencia y la organización y el estatus social.

 

La Edad de Hierro

Publicado: 09/11/2008 21:19 por Miguel Anchel Sanz en HISTORIA

 

La Edad de Hierro

Segunda Edad de Hierro
Época:
Inicio: Año 500 A. C.
Fin: Año 200 D.C.

Tras la Edad de Bronce se desarrolla la Edad de Hierro caracterizada por el empleo de utensilios y armas de hierro. Si bien en el Próximo Oriente aparecen instrumentos de hierro en el III milenio, no será hasta el siglo XIII a.C. cuando alcance un importante desarrollo en Anatolia , especialmente entre los hititas, quienes tendrán el monopolio de su uso durante un tiempo. Las relaciones comerciales impulsadas por griegos y fenicios motivarán la expansión del hierro hacia Europa donde se desarrollan entre el siglo VI y el III a.C. importantes culturas como la geométrica en Grecia, la villanoviana en Italia o Hallstatt y La Tène en Europa central. El desarrollo a gran escala de la agricultura, de los intercambios y de los poblados serán características destacadas de este momento prehistórico.

 

Europa Mediterránea.Asentamientos
Época: SegundaEdadHierro
Inicio: Año 500 A. C.
Fin: Año 200 D.C.
Antecedente:
Segunda Edad de Hierro
Siguientes:
Base económica
Relaciones distribución-circulación

En el área mediterránea de la Península Ibérica, los análisis sobre el patrón de asentamiento comienzan a ofrecer los primeros resultados y, con ello, significativas diferencias dentro de la geografía de la cultura ibérica. Los estudios sobre el Alto Guadalquivir de A. Ruiz y M. Molinos, han confirmado la existencia, desde mitad del siglo V a.C., de un modelo de asentamiento único que en las fuentes históricas escritas es conocido con el nombre de oppidum, sin que tenga mucho que ver con lo que serán algunos siglos después los oppida celtas. Se trata de asentamientos localizados en alturas entre los 300 y los 800 metros sobre el nivel del mar, en puntos de amplias posibilidades estratégicas por su gran visibilidad y altura relativa y, sobre todo, en el caso de los que ocupan las campiñas de Córdoba y Jaén, por dominar las fértiles tierras de secano de su entorno. Hacia el este y del mismo modo en las altiplanicies de Granada, el modelo se modifica sensiblemente porque los asentamientos, también oppida, se localizan junto a las vegas de los ríos, perdiendo parte de su valor estratégico visual pero ganando en su disposición respecto a las redes de comunicación, así como asegurando su supervivencia económica en el marco de una agricultura de regadío. Presentan los oppida ibéricos patentes fortificaciones con torres y, en la mayor parte de los casos conocidos, se levantan sobre los viejos asentamientos fortificados del siglo VII. Por otra parte, son, en algunas áreas como el Alto Guadalquivir, tal y como se ha señalado, el modelo único de asentamiento, con distancias entre sí de 8 kilómetros de media y tamaños diferentes que se pueden expresar en tres escalas: una superior, entre 10 y 20 hectáreas, otra media, entre las tres y seis, y un tercer nivel, de pequeños núcleos, en torno a la hectárea. No se puede señalar por el momento si existiría otra escala superior en asentamientos como Porcuna o Cástulo, que fueron los grandes centros de la zona, al menos desde el siglo III a.C. y tal vez antes si se siguen las fuentes literarias.
En el área valenciana, en torno al valle del río Turia, se observa otro modelo de asentamiento que podría ser algo más tardío, quizá a partir de mediados del siglo IV o inicios del III a.C. y que articula tres tipos diferentes de asentamiento, como han demostrado J. Bernabeu, C. Mata y H. Bonet. Esta vez a los oppida, que son escasos y se mueven en las escalas media e inferior de las referidas al Alto Guadalquivir (el asentamiento mayor es Lliria, con 10 hectáreas), se añaden pequeños caseríos sin fortificación y atalayas defensivas en los extremos del territorio del oppidum mayor, como es el caso del Puntal del Llops para los centros estratégicos o Castellet de Bernabé para las aldeas agrarias. En el área catalana, a los elementos reconocidos en el caso anterior se le añade la originalidad de presentar campos de silos, como se ha documentado en el Empordá, en las proximidades de la factoría griega de Emporio, o en el Bajo Llobregat. Por lo demás, mantienen el modelo valenciano de un gran oppidum, como se advierte en los casos de Ullastret o Burriac. El modelo citado, excepcionalmente en algunas áreas como la costa de Garraf, no muestra restos de fortificación en los asentamientos.
En el entorno de Marsella, un complejo de núcleos de altura fortificados como Entremont o Saint-Blaise dan idea de un modelo nuclearizado que recuerda el recogido en el Alto Guadalquivir. No obstante, tienen unas características específicas y distintas a las recogidas en aquel caso y, sobre todo, falta información sobre el territorio. Más significativo es, en la bibliografía, el debate en torno al problema de influencia griega sobre el hábitat indígena, dada la proximidad de Massalia. Para autores como Treziny, apenas se puede observar helenización antes de los inicios del siglo II a.C., en el que hacen su aparición los planos hipodámicos en Entremont o I'Ille-de-Martigues o las fortificaciones como en el primero de los dos asentamientos citados o en Saint-Blaise. Durante el periodo anterior, tanto la construcción de las fortificaciones en piedra, con torreones circulares, como el trazado filiforme de los poblados sólo mostrarían el peso de la tradición indígena. En contra de esta opinión se barajan cuestiones como la construcción, desde el siglo VI y de forma generalizada en el V a.C., de casas con zócalo de piedra y adobe o la impronta que a través del Ródano se va dejando notar hacia el interior de Europa del efecto focense massaliota.
En la península italiana también se conocen algunas referencias sobre el patrón de asentamiento, al margen del caso romano, ya un modelo clásico al que no se hará referencia aquí. En general, el desarrollo del siglo V a.C. muestra una serie de cambios importantes; así, en la Lucania desaparecen algunos núcleos, Ruvo del Monte o Ripacandida, en tanto otros, como Serra de Vaglio, sufren una importante transformación; en general, en esta área interior lucana del sur de la península, en Basilicata, se advierte un cambio en la estructura del paisaje sustituyéndose las antiguas aldeas por un sistema disperso que se hace patente en el segundo cuarto del siglo IV, si bien paralelamente se reafirma el sistema de núcleos fuertemente fortificados, unas veces ocupados, caso de Serra de Vaglio, y otras veces como simples recintos defensivos en los que concentrarse la población dispersa en situaciones críticas. Este último modelo que la investigación italiana conoce con el nombre de patrón de asentamiento pagano-vicánico o aldeano, ha sido muy bien estudiado en el área samnítica y sabina, que alcanza la vertiente adriática; se trata de una población dispersa que se organiza en factorías y se asocia a un gran recinto (oppidum) en el que son raros o inexistentes los edificios y es frecuente, también en la zona, la existencia de algún santuario local para las ferias periódicas. En la vertiente tirrénica y en el interior de la Campania, de nuevo en territorio lucano, se documenta asimismo el sistema de oppida fortificados asociados a un poblamiento disperso, es el caso de Roccagloriosa, que se muestra como un gran centro indígena desde el siglo V a.C.; sin embargo, aquí el proceso sigue una vía muy diferente al que se observa en el interior del territorio lucano, ya que la población en la segunda mitad del siglo IV salta la estructura fortificada disponiendo las estructuras de habitación de una forma muy regular, lo que se observa también en otros casos de la zona como Grumentum. Quizá en ello influya la expansión militar que en un momento dado había producido la toma de la colonia griega de Paestum por los lucanos.
Hacia el norte, la presencia céltica se hace cada vez más evidente con sus sistemas de oppida y aldeas, como se documenta en el oppidum de Monte Bibele, una pequeña aldea de pocas casas que, sin embargo, muestra diferencias significativas en su necrópolis.
En el tema de la planificación interior de los asentamientos para el área ibérica se constatan diversos modelos, que van desde los casos más pequeños con la planimetría de calle central o forma circular con espacio central vacío, muy documentados en el área catalano-levantina e identificados en las atalayas o las aldeas, como el caso de los sitios valencianos ya citados de Puntal dels Llops, Castellet de Bernabé o catalanes como Puig Castellet en Gerona, hasta planos muy complejos con acrópolis definidas por torres, también presentes en el área en el Bajo Ebro en el Coll del Moro. Un nivel con trazados más complejos, con diferentes manzanas y calles de distinto ancho, se documenta en los oppida de mayor tamaño; en Andalucía éste es el caso de Puente Tablas o Tejada la Vieja; en Valencia, de la Bastida o San Miguel de Liria, y en Cataluña, de Ullastret y Burriac.
Respecto a la estructura de las casas ibéricas, se observa una amplia tipología donde el modelo más simple lo constituye los departamentos únicos documentados en las atalayas o aldeas que, en algún caso como Puntal dels Llops, han sido interpretados como espacios insertados en una unidad mayor, el asentamiento, en la que las unidades constructivas se complementan entre sí en las diferentes funciones domésticas. En otros casos, como la recientemente excavada casa de Gaihlan, en el sur de Francia, se ha advertido que la estructura única distribuía después interiormente el espacio en dos salas y utilizaba el exterior para desarrollar gran parte de la actividad cotidiana. En el otro extremo del área ibérica, se conocen unidades mayores como las casas recientemente estudiadas en Puente Tablas, Jaén, con un patio al fondo o a la entrada, semicubierto lateralmente y donde se dispone el hogar y la mayor parte de las actividades de consumo, y una estructura cubierta al fondo, a veces a la entrada, compartimentada lateral u horizontalmente, en algún caso hasta en tres estancias. Los modelos más complejos disponen una segunda planta sobre la parte cubierta y pueden llegar a añadir un cuerpo lateral al patio, también cubierto. En general, las casas oscilan en tamaño entre los 6 y los 170 metros cuadrados de superficie en los edificios domésticos. No obstante y con la salvedad del sur de Francia, donde en algunos poblados persiste la cabaña de materiales perecederos hasta fechas muy tardías, todos los edificios presentan zócalos de piedra y construcción de las paredes en tapial o adobe, sin poderse documentar, hasta el momento con anterioridad al siglo III o II a.C., según las zonas, sistemas complejos de servicios urbanos como la canalización del agua o complejos pavimentos en las calles; no así los silos y los aljibes, que están presentes en muchas casas a nivel privado y en las zonas vacías interiores de los oppida.
Más complejo es el problema de los edificios singulares. En el sur de Italia, a partir de la destrucción del palacio de Braida en Serra de Vaglio, en la Basilicata, y la restructuración que sufre el poblado en el siglo V a.C., se levantaron varias casas señoriales o aristocráticas. De igual modo, estas situaciones se producen en la Daunia, con la persistente tradición de seguir enterrando cerca de la casa. En Forentum, en la Daunia interna, se construyeron cinco residencias aristocráticas a fines del siglo V a.C., con planta absolutamente idéntica, caracterizadas por un gran patio precedido por un pórtico decorado con un acroterio que muestra representaciones de caballeros.
En la Península Ibérica, estos signos de isonomía se perfilan en los edificios singulares que se documentan en Campello, Alicante, o, más recientemente, en San Miguel de Lliria en Valencia. El primero, con un almacén frente a él, y el segundo, con un patio con un betilo central, y un pozo con cenizas, y un rico ajuar en su interior. El debate sobre estos edificios está abierto en la actualidad entre los partidarios de considerarlos templos o residencias aristocráticas.

 

Europa templada y septentrional.Asentamientos
Época: SegundaEdadHierro
Inicio: Año 500 A. C.
Fin: Año 200 D.C.
Antecedente:
Segunda Edad de Hierro
Siguientes:
Bases económicas
Sistemas de distribución y circulación

La transición de Hallsttat D a La Tène A, en el siglo V a.C., no se presenta como un proceso de ruptura si se analiza en el marco global de la Europa central, sino como un desplazamiento del eje económico más fuerte de Hallsttat D hacia el norte, conformando así las bases de riqueza de los grupos de Hunsrück-Eifel y Aisne-Marne al oeste y Bohemia al este. Es en esta área, que cubre una franja muy amplia entre la Champagne y la Bohemia, donde se continúa y desarrolla la tradición de los centros fortificados y las últimas tumbas principescas, cuando los centros más importantes de Hallsttat D en su área clásica, como Heuneburg, han sido abandonados; sin embargo, el proceso al tratarlo de una forma particularizada se muestra mucho más complejo: en Befort, Luxemburgo, los resultados de la excavación, en opinión de algún autor como Collis, dan más una imagen de granja fortificada que de gran poblado. Diferente es la situación en Bundenbach en el Palatinado, donde parece existir una aglomeración significativa de población, pero en ningún caso da señales de ser un asentamiento como Heuneburg; es más, la mayor parte de los asentamientos se sitúan en llano y sin defensas, y es en estos últimos donde parece que pudo residir el sector más enriquecido de la sociedad. De todos modos, el paso al siglo IV a.C. en todas las zonas supone una importante caída demográfica, como lo prueba la reducción del número de tumbas en este lugar; también desde el punto de vista del poblamiento, en la zona de Bohemia se constata la desaparición de los poblados de altura y las aldeas se definen como el elemento más característico del patrón de asentamiento. Collis señala que habría que poner en relación esta baja poblacional y estos cambios en el patrón de asentamiento con los movimientos demográficos que se observan al iniciarse el siglo IV, y que las fuentes documentan en el 390 a.C. con el avance céltico en Italia hasta Etruria y la misma Roma.
El proceso se ve muy diferente dos siglos después, cuando se muestra en el territorio el patrón de asentamiento de la llamada civilización de los oppida, que se inicia primero a fines de La Tène C en Checoslovaquia y Alemania central y, algo después, en Francia y el sur de Alemania. Se trata de amplios asentamientos en altura o llano, defendidos por una fortificación a la que no le importa atravesar en su discurrir vallonadas y alturas, como en Zavist en Bohemia y en Mont-Beubray en la Borgoña. Los tamaños varían entre 20 ó 30 hectáreas, aunque una veintena oscila entre 90 y 600 hectáreas y algunos alcanzan las 1.500, como Heidengraben en el Jura. Collis destaca dos aspectos significativos en la valoración del modelo del oppidum.
Una primera cuestión, referida al desarrollo del proceso, indica una tendencia a abandonar los oppidum en llano por oppida de altura, como ocurre en Lebroux y Basilea; posiblemente se justifique este hecho porque se tienda a una concentración de población mayor, como se demuestra en Auvernia, en asentamientos como Mont-Beubray o Gergovia, el primero de 135 hectáreas y el segundo de 150. No obstante, en algún caso el oppidum en llano partió de una antigua aldea y se mantuvo en el mismo lugar; es el caso de Manching, con sus 200 hectáreas junto al río Danubio. En Checoslovaquia, en cambio, como se advierte en los oppida de Stare Hradisko y Stradonice, la construcción fue desde un primer momento en altura.
La segunda cuestión responde a la tipología de los oppida y su distribución espacial, a partir de su estructura de fortificación. Collis destaca dos tipos constructivos diferentes, uno conocido como el muro gálico, que consistía en realizar un entramado interior de la fortificación por un sistema de postes horizontales, que a veces sobresalían al exterior de la fortificación e iban asegurados por espigones de hierro. El muro era de tierra, si bien podía ser revestido al exterior por piedra y en su cara interna presentaba un talud de tierra. El segundo sistema constructivo era el tipo Kelheim y consistía en una pared construida con postes verticales, revestida por piedra al exterior y, como en el caso anterior, reforzada al interior por un terraplén de tierra; para el investigador anglosajón, si bien el modelo de muro gálico pudo estar presente en Alemania, como en Manching, es más característico del área gala, en tanto que el tipo Kelheim es característico de la zona centroeuropea.
El patrón de asentamiento de la civilización de los oppida no se limitaba exclusivamente a las áreas defendidas, aunque a veces como en Zavist, la fortificación más externa encerraba un tipo de asentamiento rural. En oppida como Mont-Beubray o Steinsburg se documentan pequeñas unidades dispuestas en sus proximidades que permiten concluir que el poblamiento de los oppida no era nuclearizado y que siguieron existiendo factorías y aldeas tal y como lo prueban los casos excavados de Steinebach en Baviera o Zaluzi en Checoslovaquia. El hecho lo destaca el propio César, cuando señala que entre los helvecios había 12 oppida, 400 vici, que deben interpretarse como aldeas y un número indeterminado de factorías, que define como edificios privados. Ello no excluye que en este marco los oppida se presenten como los centros que congregan las mayores concentraciones de población; de hecho, las estimaciones demográficas superan todos los cálculos realizados para las fases anteriores; así, a Manching se le calcula 1.700 habitantes, y a Zavist 3.400. Para Wells, con una posición más cauta, la mayor parte de los oppida oscilaron entre 1.000 y 2.000 habitantes.
En lo que respecta a la estructura interna de los oppida, uno de los casos mejor estudiados es Manching; a través de su investigación se sabe que la ordenación interna del asentamiento fue planificada de antemano, con calles de más de 10 metros de ancho, bordeadas por edificios rectangulares construidos en madera. Dentro del asentamiento se documentan áreas especializadas, separadas por empalizadas, como los grandes edificios interpretados como graneros o como posible barrio de artesanos y metalúrgicos, y áreas que se han interpretado para pasto del ganado, ya que la zona densamente ocupada con trazado de calles ocupa sólo 80 hectáreas. Este modelo de asentamiento, que tuvo incluso espacios para la acuñación de moneda, muestra el desarrollo de obras de carácter público como las calles empedradas de Hrazany en Bohemia, con edificios rectangulares que, a diferencia de Manching, son construidos con zócalo de piedra. Sin embargo, en ningún caso se documentan casas que se pueden interpretar como residencias aristocráticas o centros públicos, aunque son mencionados por César; no obstante, Collis resalta que algunos grandes edificios cercados, como los documentados en Villeneuve-Saint-Germain o el propio Manching, pudieron ser residencias de un grupo social dominante. Las casas son las que en algún momento hemos destacado por su función artesanal.
Algunas áreas europeas incluidas dentro del área celta ofrecieron, sin embargo, modelos diferentes de poblamiento, como se ha observado para el norte de Italia y ahora se valora en las islas Británicas y en el área atlántica de la Península Ibérica. En el primer caso, está muy presente la tradición agropecuaria ya señalada en el periodo anterior y que primaba a lo largo de la Edad del Hierro el papel de la granja, es decir, de las unidades aisladas sobre el resto de los modelos de poblamiento; en todo caso, se puede apreciar con el correr del tiempo una cierta diferencia de tamaño entre los casos más antiguos, que partirían de los siglos VII y VI a.C., como Little Woodbury y los más modernos, caso de Gussane All Saints. En el siglo I a.C., como ocurre en Europa, se produce la concentración pero aquí se hace de dos modos: en el sur, a partir del desarrollo y engrandecimiento de los antiguos "hill-forts": Maiden Castle o Danebury; que ahora aparecen con varias líneas de defensa para la guarda del ganado, aunque el hecho coincide con la reordenación interior del asentamiento, si bien manteniendo siempre la tradición de la casa de planta circular. En todo caso y como señala Cunliffe, la población nunca superó los 350 habitantes. En la nueva situación debió jugar un gran papel el puerto de Hengistbury Head, que fue un asentamiento de la
primera Edad del Hierro, muy reforzado en su papel comercial a partir de fines del siglo II a.C. Por el contrario, hacia el este y el sudeste, se abandonan los antiguos "hill-forts" y ya en el siglo II a.C. aparecen poblados defendidos por terraplenes, como Colchester, y localizados en los puntos estratégicos de las vías de comunicación definidas por los ríos y sus desembocaduras.
En
la Península Ibérica, hay una gran diferencia entre las unidades de poblamiento próximas al área ibérica, en La Mancha o Aragón, que tarde o temprano asumen ciertas tradiciones ibéricas y que producen grandes asentamientos como los casos de Complutum en Alcalá de Henares o Toletium entre los carpetanos y Bílbilis o Contrebia entre los celtiberos, con una significativa jerarquía territorial, y el noroeste, donde destacan el grupo de asentamientos vacceos, caracterizado por grandes núcleos muy distanciados entre sí, o Galicia y Asturias, con el mundo de los castros caracterizados por situarse en posiciones de altura, con fortificaciones, a veces dobles, y con casas de planta circular sin orden aparente en su distribución interna.
En la Europa septentrional, el modelo conocido en la fase anterior continuará con las mismas características de hábitat disperso, ya documentado. Sólo a fines del milenio se observará una tendencia al aumento de tamaño de algunas granjas y se observará la aparición de las primeras fortificaciones.

 

Primera Edad del Hierro (España)

Época: Prehistoria
Inicio: Año 800 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Al final de la Edad del Bronce no se detectan cambios bruscos ni discontinuidad cultural en casi ninguna región, pero tradicionalmente se estableció el límite de la Edad del Hierro en el 750 a. C., coincidiendo con la aparición de dicho metal en alguna de las regiones europeas.
La utilización del hierro no fue repentina ni se produjo en todos los lugares a la vez, puesto que a pesar del perfecto conocimiento técnico alcanzado por los metalurgistas del bronce, el trabajo del nuevo metal implicaba algunas variaciones como la adaptación de los hornos a mayor temperatura, la necesidad de purificar de escorias y, sobre todo, la imposibilidad de colar el metal fundido en moldes de piedra, como el cobre o el bronce, siendo necesario dar la forma a la pieza deseada por martilleo en caliente y luego templarla, enfriándola bruscamente en agua fría para obtener mayor dureza.
El descubrimiento de la tecnología del hierro se atribuye a una tribu armenia de la que enseguida pasó a los hititas, quienes consiguieron afianzar su poder en un amplio territorio debido, entre otras cosas, a su nuevo y más eficaz armamento. A la caída de su Imperio, a finales del segundo milenio antes de la era, el secreto de la reciente técnica se extendió rápidamente, tanto hacia Oriente como hacia Europa, favorecido por la abundancia de minerales de hierro que hay en todas partes y que haría más asequible su producción.
Algunos descubrimientos de los últimos años parecen demostrar la existencia de pequeños objetos de hierro ya en el V milenio en algunos yacimientos del Próximo Oriente, y su presencia más evidente en los siglos X-IX a. C. allí y en algunos lugares de Grecia, sin que ello supusiera su generalización hasta casi un siglo después. En el resto de Europa, tanto continental como mediterránea, su adopción fue posterior y la intensidad de su uso, así como las consecuencias que ello pudo implicar, son diferentes en cada caso.
Es en esta etapa de la Edad del Hierro cuando las diferencias en la evolución cultural de unas regiones y otras se hace más patente, pues mientras Europa continental y occidental, incluida la Península Ibérica, permanecen en la Protohistoria, los territorios del Mediterráneo Oriental habían entrado ya en época histórica, desarrollando altas culturas urbanas. El brillante desarrollo cultural de estos pueblos y su posterior expansión por el Mediterráneo influyeron decisivamente en la transformación de las restantes sociedades europeas, al establecerse nuevas vías de comunicación y redes comerciales de intercambio entre las colonias recién fundadas y los territorios del interior.
En la Península Ibérica se observa con claridad que no se produjo ningún cambio cultural violento entre el período del
Bronce Final y la Primera Edad del Hierro, pues hasta bien entrada esta última fase no se generalizó el uso del nuevo metal y no pareció implicar cambios sociales o económicos inmediatos.
Las influencias llegadas a nuestro territorio a comienzos del primer milenio son las que van configurando la diversidad cultural de las distintas regiones que ahora quedan ya netamente perfiladas y que, como recordaremos, fueron los
Campos de Urnas por los Pirineos, los colonizadores fenicios y griegos por el sur y los influjos atlánticos por la fachada occidental.
Las áreas costeras, debido a sus tradicionales y más directos contactos con el exterior, tuvieron un crecimiento más evolucionado que las áreas del interior y, por ejemplo, en las regiones andaluzas del suroeste se desarrolló la brillante
cultura tartésica dinamizada por las relaciones coloniales y en las costas mediterráneas la posterior cultura ibérica. Las costas de Portugal y Galicia seguían insertas en el círculo atlántico, ahora en decadencia debido sin duda al colapso de las redes de intercambio de metal, y la Cataluña interior, el valle del Ebro y la Meseta continuaban un desarrollo autóctono a partir de los influjos llegados por vía europea.
En este capítulo nos ocuparemos de los territorios interiores y occidentales mientras que las culturas que evolucionaron bajo la influencia directa de los pueblos históricos mediterráneos serán tratadas más adelante.
Los tesoros y depósitos característicos del Bronce Final Atlántico comienzan a desaparecer en este nuevo período, siendo muestra de que algo ha cambiado del contexto social y económico precedente y que algunos autores atribuyen al colapso sufrido en las redes de intercambio del metal que tanta pujanza habían alcanzado. A partir de
la Edad del Hierro se empiezan a detectar, en la mitad sur de los territorios del Occidente peninsular, influencias coloniales llegadas del foco de Cádiz y Huelva debido a la expansión de los pueblos mediterráneos que necesitaban ampliar sus mercados y tanto en Portugal como en Extremadura se habla de un período Orientalizante.
En el cuadrante noroccidental, es decir, en el norte de Portugal, Galicia y parte de Asturias aparecen nuevas características culturales que poco a poco van configurándose hasta llegar a perfilar la denominada
cultura castreña del noroeste, cuyo rasgo más distintivo es precisamente el poblado en altura fortificado o castro, es decir, que se detecta en una auténtica unidad de hábitat coincidente con un marco geográfico y cronológico bastante preciso. Esta cultura hunde sus raíces en el mundo occidental atlántico, aunque a principios de la Edad del Hierro debió recibir influencias llegadas desde la Meseta a finales de la Edad del Bronce pues se han descubierto algunas cerámicas con decoración de boquique, típica de la cultura de Cogotas I; posteriormente, durante la Edad del Hierro es cuando llegarían las controvertidas influencias celtas desde la Meseta, ya que allí habitaban los celtíberos, que eran los pueblos que sin lugar a dudas hablaban una lengua de carácter celta. Se producirían largos procesos locales de aculturación cuyo resultado final sería esta cultura castreña perfectamente definida que alcanzó su auge en las fases tardías de la Edad del Hierro y que llegó incluso a sobrevivir a la dominación romana.
Las áreas peninsulares que recibieron más directamente las influencias llegadas desde Europa continental, sobre todo las más interiores, no alcanzaron la prosperidad y el auge de los territorios meridionales, pero tampoco participaron directamente de las características de la cultura europea del Hallstatt, desarrollada durante la Primera Edad del Hierro. En todos estos lugares continuó un desarrollo cultural propio, a partir de los primeros contactos a comienzos del milenio, en el que se siguió practicando sin excepción el rito funerario de la incineración y el modelo de asentamiento siguió siendo el poblado o agrupación rural que en casi ningún caso sobrepasaba los cien habitantes.
En Cataluña es evidente la continuidad de uso en los poblados y en las necrópolis, sobre todo en las regiones interiores. En cambio, a la zona costera llegaron pronto las influencias coloniales -los griegos fundan
Ampurias en el 550 a. C.- y a partir del siglo VI se puede hablar ya de un horizonte cultural Ibérico Antiguo bien representado en yacimientos como El Coll del Moro, en Gandesa, Tarragona, Ullastret en Gerona o Els Vilars de Arbeca en Lérida.
La llegada de los colonos, primero
fenicios y después griegos, a las costas catalanas hace pensar en que fuera a través de esta vía por la que se introdujera el conocimiento del hierro en la Península, frente a la tradicional interpretación de pensar que el nuevo metal había sido traído por las gentes de los Campos de Urnas.
En el valle del Ebro, durante la etapa de la primera Edad del Hierro se observa una continuidad desde el mundo de los Campos de Urnas en la ocupación de algunos lugares de hábitat, aunque tras la destrucción de la ocupación anterior, caso del poblado de Cortes de Navarra, lo que ha hecho pensar a algunos autores en la llegada de nuevos grupos humanos que desestabilizasen en cierta manera a las gentes ya asentadas. Otros poblados muestran continuismo en el hábitat al seguir estando ocupados la mayoría de ellos -la Loma de los Brunos, Roquizal del Rullo, Cabezo de Monleón- que, como recordaremos, se ubicaban sobre pequeños cerros-o colinas de difícil acceso, caso del Cabezo de Monleón o, en el caso de que la subida fuera practicable, se protegían con murallas, como en Les Escondines Bajas o Tossal Redó, con claro valor estratégico, tanto defensivo como económico.
La disposición interna de los poblados responde al modelo ya conocido en el
Bronce Final de calle central, alineándose a sus lados las viviendas adosadas cuya pared trasera sigue el perímetro del cerro haciéndolo casi inaccesible. Las casas son de planta rectangular con la puerta en el lado más estrecho dando a la calle central y en su interior suelen estar compartimentadas, como en el caso de Cortes de Navarra, donde tienen tres habitaciones diferentes: un pequeño vestíbulo, a continuación la gran habitación central donde se situaba el hogar y, a veces, bancos corridos junto a las paredes y, al fondo, otra habitación más pequeña que hacía recursos y cabe suponer que eso se hiciera con los personajes que tuvieran un cierto prestigio dentro de la comunidad.
Tanto en las sepulturas que utilizan una u otra fórmula es habitual que la incineración esté acompañada de un ajuar compuesto por los objetos que debió utilizar en vida el difunto o por los que representaban algún símbolo después de la muerte; destaca la presencia de armas de variada tipología y de adornos personales como fíbulas, broches de cinturón, placas pectorales, etcétera que constituyen, a su vez, una buena muestra de la perfección que alcanzó la industria metalúrgica en esta época.
La Meseta es uno de los territorios más extensos de la Península, el más interior, alejado de las costas y, por lo tanto, el que recibió con mayor lentitud las influencias culturales llegadas desde el exterior. Durante el Bronce Final ya hemos visto que fue el lugar donde se desarrolló con mayor fuerza la cultura de
Cogotas I, que fue perdiendo vigencia al mismo tiempo que aparecían elementos culturales emparentables con los Campos de Urnas asentados en Cataluña y valle del Ebro desde los primeros siglos del último milenio antes de la era.
El área más oriental de la Meseta -norte de Guadalajara y sur de Soria- y el reborde meridional del valle del Ebro configuran el territorio que tiempo después fue la zona nuclear de la Celtiberia clásica, solar de los celtiberos que fueron los pueblos prerromanos más conocidos en los textos por los enfrentamientos bélicos que mantuvieron con Roma.
La cultura celtibérica, que será tratada con más detenimiento más adelante, se identifica perfectamente en el siglo V a. C. y en su formación es evidente que intervinieron elementos culturales procedentes de la
cultura Ibérica del Levante, pero también está claro que existió una etapa precedente durante la Primera Edad del Hierro, denominada Protoceltibérica, en la que se fueron gestando gran parte de sus principales características.
En estas zonas de la Meseta y del valle del Ebro se detecta claramente un sustrato cultural asentado desde
finales de la Edad del Bronce, en el que están presentes características típicas como el rito funerario de la incineración, modelo de asentamiento de los poblados, en altura y con esquema de calle central, formas de la cerámica a mano y algunos objetos de metal, todos ellos entroncados con los Campos de Urnas precedentes.
La etapa Protoceltibérica está documentada ya en numerosos yacimientos, por ejemplo, en las necrópolis de incineración de Cabezo de Ballesteros y La Umbría, en el sur de la provincia de Zaragoza, en la necrópolis de incineración con estructuras tumulares de Molina de Aragón y los poblados de Fuente Estaca y La Coronilla I, en el norte de la provincia de Guadalajara, o los poblados de Riosalido y Guijosa, en la misma provincia pero cerca ya de su límite con Soria.
En la Meseta más occidental, que fue el territorio originario de la cultura indígena de
Cogotas I, también se detecta la presencia de elementos culturales nuevos, emparentados con el mundo de los Campos de Urnas, desde los últimos momentos de la Edad del Bronce y con más nitidez desde el comienzo de la Primera Edad del Hierro, que dan lugar al horizonte cultural conocido con el nombre de grupo de Soto de Medinilla.
Entre las características culturales de todos estos pueblos meseteños de la Primera Edad del Hierro destacan el rito funerario de la incineración y los asentamientos en cerros medianamente elevados con el esquema urbanístico de calle central, ambos descritos con detenimiento en líneas precedentes, así como cerámicas fabricadas todavía a mano de formas bicónicas suaves.
En cuanto a la actividad económica de estos pueblos, que no pasaron de ser núcleos rurales más o menos grandes, parece que se basaba fundamentalmente en la agricultura, ya que la ubicación de los poblados elige siempre los valles de los ríos donde las tierras aluviales son muy propicias para el cultivo, y en la ganadería, documentada por los análisis de fauna de los distintos yacimientos, sobre todo en aquellos lugares en que los suelos son menos fértiles.
A la tradicional explotación de la cabra y la oveja hay que añadir la de los bóvidos, cuya significación económica -por la cantidad de carne proporcionada por cada individuo- y social debió ser grande ya que en las necrópolis de incineración, como por ejemplo Sigüenza, se han encontrado ofrendas de vacas junto a algunas sepulturas, lo que podría indicar el reconocimiento social que tenía el hecho de poseer uno de estos animales. También debió ir adquiriendo importancia el caballo tanto por su valor económico como por su valor bélico y social, dando testimonio de esto último la presencia de molares en las necrópolis y la abundancia de bocados de caballo entre las piezas de los ajuares de las sepulturas, lo que parece confirmar las posteriores citas de los textos clásicos en los que se señalaba a los celtíberos como consumados jinetes.
Otra actividad peor documentada entre estos pueblos del interior peninsular es la del comercio a larga distancia, que en las regiones continentales europeas tuvo una gran importancia durante la Primera Edad del Hierro al establecerse importantes redes comerciales con las colonias del Mediterráneo (Marsella). Aunque en la Península no se conocen los intercambios tan espectaculares de la Borgoña o el sur de Alemania, están documentados en las necrópolis de incineración, del final de la Primera Edad del Hierro y de época celtibérica, en los que los ajuares más ricos tienen algunas piezas -broches de cinturón de tipo ibérico, urnas de orejetas- que pueden considerarse objetos de importación desde la zona levantina y que seguramente marcaban las diferencias sociales existentes entre su poseedor y el resto de la población allí enterrada.
Este es el panorama cultural que ofrecía la Península Ibérica a comienzos de la II Edad del Hierro, última etapa de la Prehistoria en la que los pueblos indígenas ágrafos entraron de lleno en la órbita de otras culturas superiores, perfectamente urbanas. Los
griegos y los fenicios habían visitado y habían fundado colonias en nuestro territorio varios siglos atrás y en el año 218 a. C. los romanos desembarcaron en Ampurias, a causa del conflicto desencadenado por las guerras púnicas, iniciándose el proceso de la romanización que será tratado con detalle en el próximo volumen.

 

 

15.11.2008 - LIGA 2ªDiv. 2008/09 - JORNADA Nº 12

   GIMNASTIC 0 REAL ZARAGOZA 0 

 

Gimnàstic

0

 

0

Zaragoza

1

Rubén Pérez

3

Mingo

15

Mairata

23

Tortolero

2

Campano

8

P. Redondo

18

Mario Gibanel

19

D. Bauzá

21

P. Diop

22

Antonio López

16

Moisés

 

 

1

López Vallejo

3

Paredes

5

Ayala

6

Chus Herrero

22

R. Pulido

7

Jorge López

18

A. Hidalgo

21

Zapater

8

Ewerthon

9

R. Oliveira

19

Arizmendi

 

 

CAMBIOS

59'

Antonio López por Jordi Alba

71'

P. Diop por Jandro

79'

Moisés por N´Gal

 

 

52'

Arizmendi por Caffa

79'

A. Hidalgo por Gabi

79'

Chus Herrero por Pignol

 

 

 

ENTRENADORES

César Ferrando

 

 

García Toral

 

 

 

TARJETAS

59'

P. Diop Tarj. A

64'

Mingo Tarj. A

 

 

30'

R. Oliveira Tarj. A

43'

Chus Herrero Tarj. A

54'

A. Hidalgo Tarj. A

83'

Jorge López Tarj. A

 

 

 

OTROS DATOS DE INTERÉS

2ª División

 

Estadio: Nou Estadi

15/11/2008 18:30

Arbitro: Afonso Suárez

 

Cuarto Arbitro: Ruiz García

Jueces de Línea:Doval Taín , Abril de la Horra

Incidencias:

 

 

El Real zaragoza se da la vuelta

 

El equipo maño fue incapaz de marcar en Tarragona. Horas antes del partido murió el consejero zaragocista José Antonio Gómez de la Fuente.

El Zaragoza ha entrado en una fase desconcertante. No se sabe si peligrosa o no, pero sí extraña. Su partido en Tarragona sirve de ejemplo nítido y cristalino. Su fútbol ganó peso y criterio, algo de gobierno, evidenció varias mejorías, reparó las costuras defensivas, subió la temperatura de su juego y, por momento, se encontró el pulso correcto. No tuvo que ver nada con el paisaje desolador dejado en Girona. Sin embargo, la progresión quedó incompleta, fue demasiado débil y desabrida. Y no sirvió para ganar, único discurso válido en una travesía donde los puntos perdidos se amontonan en el maletero.

A estas alturas, el derroche suena a excesivo para cualquiera con el ascenso como objetivo, por mucho que el Zaragoza se vista con ropajes aristocráticos en el país de la ruina. Quizá lo peor no fue el empate, ni el cero a cero, ni la particular visión de los partidos de Marcelino ni los rincones por abrillantar. Con la peor noticia, nadie contaba: el Zaragoza ha perdido el filo. Su despiadada delantera ha dejado de producir víctimas, alejándose del frenético ritmo devorador impuesto en el arranque de temporada. Ni Ewerthon ni Oliveira, los flotadores del equipo, huelen ahora a pólvora. La dependencia de sus goles era un riesgo que se ha convertido en una amenaza. En este sentido, a Marcelino se le ha dado la vuelta el equipo: la defensa coge sangre poco a poco; pero la delantera ha entrado en depresión.

Desde hace unas jornadas, la pareja atómica sobrevive sin uranio, aislados del suministro creativo y con las encías amoratadas. Contra el Nástic, ni conectaron entre ellos ni con el gol. Esa carencia condujo a Zaragoza al empate a nada, rozó la victoria porque cargó con más ímpetu, pero se quedó escaso. El Nástic se limitó a replegarse y a ejecutar un plan horrendo y simplista basado en la tosca influencia de Moisés. Como una grúa, su labor fue estirar el cuello, limpiar las nubes y descolgar algún milagro.

Pareció funcionarle a Nástic en la primera mitad. Pero conforme la trama ganaba líneas, el Zaragoza fue desplegándose y elevando su temperatura, aunque sin demasiado poder incisivo. Solo los desajustes de Ayala y Paredes le hicieron temblar por detrás, donde Pulido y Chus Herrero inyectaron cemento y dieron un paso al frente. Habrá que esperar a si la reacción es fiable.

El efecto contrario lo sufrieron Ewerthon y Oliveira. La conexión entre ambos sonó a óxido. Ante eso ganaron sustancia las lanzas secundarias. Arizmendi perdió dos goles. Sus talludo perfil lo desaprovechó cabeceando al cuerpo de Rubén Pérez cuando los huecos y la libertad eran infinitos. Esa fue la primera. Al poco de comenzar la segunda mitad; cruzó en exceso un disparo gestado durante un eslalon perfecto. Arizmendi tiene esto. O cero o cien.

Llegó entonces la hora de Caffa. Con él sobre el campo, el Zaragoza incrementó de vueltas. Gobernó el balón, los hemisferios del campo y los carriles. El acelerón lo dio Caffa. Al argentino le persigue una enigmática extravagancia. Gana fuerza saliendo con la bandera revolucionaria, como factor corrector de partidos y hombre número doce. Para él, el banquillo no es una cama de torturas sino un lugar rebozado de nutrientes. En cambio, la titularidad le silencia.

Su entrada tuvo un efecto inmediato. Estiró la banda izquierda y sacó el botín de los milagros. Sus centros desprenden fragancias parisinas. En plena oleada de desbordes, hizo crujir el último ángulo del campo. Sus acciones fueron repartidas. A Jorge López le puso una en la frente, a Oliveira otra en el pie, con Ewerthon cuajó una combinación fulgurosa pero incompleta. Caffa se quedó solo ante el gol y los brazos de Rubén Pérez sacaron el precinto. Aún repetiría el argentino desde fuera y desde lejos. Pero la mejor fue de Oliveira. Se infiltró en el área, apretó el gatillo, pero el balazo salió de agua. Lamentablemente, Oliveira está aprendiendo a fallar.

El Zaragoza dominaba fruto de la presión y las líneas adelantadas. Pero sin autoridad ni limpieza mental en el gobierno del juego. Solo los golpes secos le conducían hacia el peligro, cayendo en su crónica volatilidad en el juego.

Cierta estabilidad le llegó con la entrada de Gabi. Sus escasos minutos agilizaron al equipo y le confirmaron como una pieza esencial en el esquema de Marcelino. Sin excesivos ornamentos, con sobriedad y eficacia, aireó el centro del campo. Eran momentos donde N'Gal, torbellino de ébano, revivía al Nástic. En una burla a Paredes le puso el partido a Gibanel en las botas y le recordaba al Zaragoza los zurcidos de su defensa y que su ligera mejoría pudo haber saltado por los aires.

 

 

 

 

 S.D. HUESCA 2 LEVANTE 1  

Huesca

2

 

1

Levante

1

Edu

2

Robert

14

Ripa

20

Corona

3

L. Helguera

5

Chechu Dorado

10

Camacho

12

José

16

Edu Roldán

9

Roberto

17

Rubén

 

 

1

Reina

2

Cerra

4

Yago

18

Ballesteros

23

Angel

6

Pallardó

7

Parri

16

Samuel

24

Jorge Pina

14

Xisco Nadal

19

Geijo

 

 

CAMBIOS

46'

Corona por Paco Borrego

74'

Roberto por Nico Medina

83'

Edu Roldán por Felipe Manoel

 

 

69'

Parri por Gorka Larrea

72'

Xisco Nadal por Rubén

80'

Jorge Pina por Del Moral

 

 

 

ENTRENADORES

Antonio Calderón

 

 

Luis García Plaza

 

 

 

GOLES

53'

Gol penalty José

69'

Gol José

 

 

34'

Gol Geijo

 

 

 

TARJETAS

40'

Corona Tarj. A

57'

Edu Roldán Tarj. R

85'

Camacho Tarj. A

 

 

18'

Pallardó Tarj. A

53'

Angel Tarj. A

60'

Pallardó Doble A

79'

Rubén Tarj. A

87'

Rubén Doble A

87'

Samuel Tarj. A

87'

Geijo Tarj. A

 

 

 

OTROS DATOS DE INTERÉS

2ª División

 

Estadio: El Alcoraz

16/11/2008 17:00

Arbitro: Melero López

 

Cuarto Arbitro: Istúriz Latorre

Jueces de Línea:Canelo Prieto , Peregrín Pérez

Incidencias:

 

 

El Huesca remonta en su feudo

 

Geijo adelantó al Levante en el minuto 34 de la primera parte pero Vegar, con dos goles (uno de penalti) le dio la vuelta al marcador después del descanso, sentenciando el 2-1 final.


El Huesca supo reaccionar en la segunda mitad, después de un flojo inicio, para darle la vuelta al marcador ante el Levante y sumar una nueva victoria que le permite asentarse en la zona media alta de la clasificación y le confirma como uno de los equipos revelación.

El conjunto levantino plantó cara en todo momento con un planteamiento agresivo con tres puntas que le creaba a los oscenses muchos problemas.

El centro del campo de los locales no supo imprimir el ritmo necesario para controlar el juego y poco a poco fue cediendo terreno ante el empuje de su rival, con un Huesca que se empeñó en atacar por el centro pero se estrellaba una y otra vez ante el oficio de la defensa levantina.

El conjunto que entrena Luis García llegó con peligro en varias ocasiones, en el minuto 4 Parri se quedó solo y mando fuera, en el 24 fue Nadal el que disparó cruzado, y poco después fue Geijo el que lanzó el primer aviso serio con un remate que se estrelló en el poste para conseguir el único tanto a los 34 minutos en un remate completamente libre de marca que solo tuvo que empujar el balón al fondo de las mallas.
Los altoaragoneses cambiaron por completo en la segunda mitad y empezaron a llegar con más peligro hasta que llegó el penalti que lanzó José Vegar para empatar.

Poco después pudo cambiar el curso del partido por la expulsión del canario Rubén Castro que dejaba en inferioridad a los oscenses, pero solo tres minutos después el visitante Pallardó vio la segunda tarjeta amarilla que devolvía el equilibrio.

El conjunto oscense llegaba con más facilidad y de nuevo José Vegar en un buen remate de cabeza conseguía darle la vuelta al marcador.

En la recta final se sucedieron las ocasiones y alternativas para ambos equipos que pudieron mover el marcador hacia un lado u otro. El visitante Pina estrelló un remate en el larguero a la media hora y posteriormente Nico Medina en una contra tuvo una buena oportunidad.

Ficha técnica:


2 - Huesca: Eduardo; Robert, Corona (Borrego, min.46), Dorado, Ripa; Helguera; Edu Roldán (Felipe Manoel, min.83), José Vegar, Camacho; Roberto (Nico Medina, min.74) y Rubén Castro.

1 - Levante: Reina, Cerra, Ballesteros, Yago, Ángel Sánchez; Pallardó, Samuel, Parri (Larrea, min.71), Pina (Del Moral, min.81); Geijo y Nadal (Rubén, min.72).

Goles: 0-1. Min.34, Geijo; 1-1. Min.54, Vegar de penalti; 2-1. Min.70, Vegar.

Árbitro: Melero López. Expulsó con cartulina roja directa a Rubén Castro en el minuto 57. Amonestó con cartulina amarilla por el equipo local a Corona y Camacho y por los visitantes a Geijo y Samuel. En dos ocasiones fueron amonestados y expulsados los levantinos Rubén y Pallardó que fueron expulsados en los minutos 90 y 61 respectivamente.
Incidencias: partido correspondiente a la duodécima jornada disputado en el estadio de El Alcoraz ante unos 4.500 espectadores, en tarde soleada y terreno de juego en buen estado.

 

 

VIVEMENORCA |

 CAI ZARAGOZA

102 |

 

 

75

 J 8 | 16/11/2008 | 12:30 | Pabellon Menorca | Público:5350

 

 Árb: J.R. García Ortiz, Lluis Guirao, C.J. García León

 

25|18

21|15

18|14

38|28

 

VIVEMENORCA 102

REB

 

TAP

 

FP

 

D

Nombre

Min

P

T2

T2 %

T3

T3 %

T1

T1 %

T

D+O

A

BR

BP

C

F

C

M

F

C

V

5

Jeter, Pooh

26:22

13

2/3

67%

2/3

67%

3/3

100%

3

3+0

3

1

1

0

0

0

0

2

2

17

7

Boisa, Vladimir

19:38

9

3/4

75%

1/4

25%

0/0

0%

5

4+1

2

0

1

0

0

0

0

2

0

9

8

Fernández, J.

12:1

6

1/1

100%

1/2

50%

1/2

50%

2

2+0

0

0

1

0

0

0

0

3

4

6

9

Otegui, Urko

21:28

12

6/11

55%

0/0

0%

0/1

0%

8

5+3

2

1

1

0

1

0

0

3

2

16

10

Ivanov, Kaloyan

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

11

Fernández, Marc

16:58

8

4/4

100%

0/0

0%

0/0

0%

1

0+1

0

0

0

1

0

0

0

2

1

8

19

Stojic, Mario

31:50

16

3/3

100%

3/5

60%

1/2

50%

2

1+1

6

1

2

3

0

0

0

1

2

21

20

Markota, Damir

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

21

Guzmán, J.M.

14:37

6

0/0

0%

1/2

50%

3/6

50%

1

1+0

7

3

1

0

0

0

0

3

5

14

45

Bazdaric, M.

30:13

20

4/6

67%

4/7

57%

0/0

0%

4

3+1

4

2

2

2

0

0

0

2

2

23

99

Eley, Bud

26:53

12

5/6

83%

0/0

0%

2/2

100%

6

6+0

2

0

4

0

2

1

0

5

2

13

 

Equipo

 

0

0/0

0%

0/0

0%

0/0

0%

2

1+1

0

1

0

0

0

0

0

0

0

3

Total

200:0

102

28/38

74%

12/23

52%

10/16

63%

34

26+8

26

9

13

6

3

1

0

23

20

130

E

 Casas, Ricard

5f

 Eley, Bud

CAI ZARAGOZA 75

REB

 

TAP

 

FP

 

D

Nombre

Min

P

T2

T2 %

T3

T3 %

T1

T1 %

T

D+O

A

BR

BP

C

F

C

M

F

C

V

4

Lescano, Matías

20:2

9

3/5

60%

1/3

33%

0/0

0%

2

0+2

0

0

1

0

0

0

0

1

0

5

7

Phillip, Darren

11:22

6

1/3

33%

1/2

50%

1/2

50%

4

3+1

0

1

0

0

0

0

0

2

2

7

8

Victoriano, L.

23:8

6

3/4

75%

0/1

0%

0/0

0%

2

1+1

5

0

2

0

0

1

0

2

1

7

11

Green, Taurean

22:45

19

0/1

0%

4/6

67%

7/10

70%

3

2+1

2

0

5

0

0

1

0

3

6

15

12

Arteaga, O.

8:29

0

0/0

0%

0/0

0%

0/0

0%

1

0+1

0

0

1

0

0

0

0

0

0

0

13

Quinteros, P.

23:49

5

0/1

0%

1/6

17%

2/2

100%

1

1+0

0

2

1

0

0

0

0

2

2

1

14

Pérez, Sergio

4:28

0

0/1