Otro paso adelante. El Casademont Zaragoza superó este miércoles al Lietkabelis (76-67), en el primer partido de los octavos de final, y se sitúa a una sola victoria de acceder a la siguiente ronda de la Champions League. Le bastará con ganar a los lituanos el próximo martes, en el Cido Arena de Panevezys, para alcanzar la antesala de la Final Four. Un escenario muy factible, a tenor de la manifiesta superioridad que exhibieron los aragoneses, en el pabellón Príncipe Felipe, en el primer partido de la eliminatoria. Además, en caso de doblar la rodilla en Lituania, el partido de desempate se desarrollaría en Zaragoza, una semana más tarde.
El Casademont comenzó con dudas, sobre todo en las labores de contención, pero fue creciendo conforme avanzaba el partido hasta acabar arrollando a su rival en todos los órdenes del juego. En cuanto el equipo zaragozano se fortaleció atrás, el Lietkabelis se quedó sin respuestas (28 puntos en toda la segunda mitad), y el duelo se inclinó del lado aragonés con una facilidad asombrosa.
Eso sí, fue un choque equilibrado en el inicio. El Casademont se aplicó atrás con muchos errores, con demasiadas desatenciones, y el Lietkabelis sumó puntos en cada uno de sus ataques. En los primeros compases lo hizo por el sobresaliente desempeño de Zeljo Sakic, muy incisivo en sus intervenciones. A falta de una propuesta colectiva solvente, fue el ala-pívot quien sostuvo al equipo visitante durante el primer parcial. El exjugador del Manresa castigó a los zaragozanos desde todas las posiciones, y cerró el primer acto con 10 puntos en su haber, incluidos dos certeros triples de muy difícil ejecución. Y cuando Sakic no encontró situaciones de tiro, entonces apareció Tomas Dimsa para golpear desde más allá del arco (3 triples en los 10 primeros minutos de la contienda).
Al menos, pese a sus desequilibrios defensivos, los locales seguían con ventaja en el marcador, al cuarto de hora de partido (33-32), con Barreiro (9 puntos), Radovic (9) y DJ Seeley (8) como principales referencias de ataque. Por entonces, Thompson ya se imponía en la pintura con su habitual vehemencia y vigor. Es un jugador enérgico, poderoso, siempre presto al combate, con una notable incidencia en los aspectos intangibles del juego. Su vitalidad y su convicción enseguida se trasladaron al resto del equipo. Y el Casademont, de esta forma, por fin se fortaleció atrás e inició el despegue justo antes del intermedio. De hecho, los aragoneses alcanzaron el descanso con la máxima renta del partido (45-39), tras una brillante jugada de Nico Brussino.
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