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14º Libro 2012 (9 Jul - 29 Jul)

14º Libro 2012 (9 Jul - 29 Jul)

 

LA SOMBRA DEL FARAON

SANTIAGO MORATA

Datos del libro

  • Nº de páginas: 432 págs.
  • Editorial: EDICIONES B, S.A.
  • Lengua: ESPAÑOL
  • Encuadernación: Tapa dura
  • ISBN: 9788466623179
  • Año edicón: 2008
  • Plaza de edición: BARCELONA

Sinopsis

Se avecinan tiempos turbulentos para Egipto. Las fuerzas de los Oscuros, seguidores de Amón, amenazan con tomarse el poder y desbancar al faraón Akhenatón. Para lograr su cometido deberán atraer hacia sí a Tut, el heredero del trono, un joven desorientado y peligroso. Pi, el fiel esclavo que ha sido asignado para ser su sombra, busca por todos los medios evitar que Tut caiga en poder de los Oscuros.

 

Novela histórica ambientada en el antiguo Egipto, en la dinastía XVIII. Narra la vida del faraón Tutankamón a través de un criado asignado a él desde muy niño, cuya misión es protegerle de todo mal y cuyo cargo es llamado "La Sombra del Faraón".
Refleja el tiempo de los llamados faraones herejes, él y su padre Akenatón, que rompió la supremacía del dios guerrero Amón y creó un dios a medida de su sueño bondadoso y humanista… a medida del amor que sentía por su mujer, la bella y carismática Nafertiti.
Relata sus vidas y la muerte de Tutankamón, privándoles de la mística con que generalmente se les ha tratado, sin renunciar a un ambiente velado de erotismo y sensualidad.


La sombra del Faraón

 

Santiago Morata da rienda suelta a su imaginación en una de las épocas más enigmáticas y oscuras del Antiguo Egipto. “La Sombra del Faraón”, publicada por Ediciones B, nos sitúa en la ciudad de Atón (Ajetatón). Allí, las conspiraciones, la amistad, el amor y la traición se entrelazan en una maravillosa novela, donde lo ficticio podría haberse tornado en la más absoluta realidad.

El libro comienza con un prólogo narrado en primera persona por Pi, del que sólo queda su alma. Su omniscencia le permite contemplar, en la actualidad, la corrupción que se ha apoderado del ser humano y de las ciudades del país que le vio nacer y morir. Egipto se ha vuelto un entorno hostil en el que su espíritu vaga errante en busca de la paz que le fue negada.

En tono solemne, Pi nos confiesa la razón por la que fue condenado para toda la eternidad: sobre su ib (término con el que los egipcios se referían al corazón como órgano que generaba sentimientos) pesa el mayor de los pecados que podría haber cometido un egipcio hace más de 3000 años.

Su sombra, mi luz 

La novela da un salto en el tiempo y nos traslada a los últimos años del reinado de Akhenatón, el Faraón Hereje. Pi, nuestro protagonista, no es más que un niño al servicio de palacio. Sin embargo, tampoco se trata de un criado cualquiera, pues fue elegido por el único hijo del Faraón, Tutankhatón, para ser su “sombra”. Como tal, Pi, unos años mayor que el futuro heredero de las Dos Tierras, debía actuar como su protector, su conciencia y, sobre todo, como su amigo más fiel.

Pi era el que recibía en su propia carne los castigos que debería haber recibido Tut (como era llamado cariñosamente por su familia y amigos), pero, sin duda, era mucho más lo beneficioso de su singular cargo que lo negativo. El chiquillo asistía a las clases del kap (donde eran educados los hijos de las personalidades más importantes e influyentes de Egipto) e incluso gozaba de una posición privilegiada en los rituales de culto junto al matrimonio real y sus vástagos.

Una de las aficiones que más placer proporcionaba al protegido de Pi era espiar las reuniones que tenían lugar en las salas de Palacio y todo aquello que pudiera suscitar su curiosidad. La “sombra” intentaba, en vano, disuadir a Tut de sus perversas intenciones, pues temía ser injustamente castigado por satisfacer las exigencias, tan poco convenientes, de su “luz”.

En una de sus innumerables incursiones palaciegas, cuando ya estaban a punto de abandonar su escondite, fueron testigos de una escena que, de un modo u otro, cambiaría la relación entre ellos, el sino de la hermosa Nefertiti y el futuro de las Dos Tierras.

Un testigo de excepción

Santiago Morata esgrime con maestría un vocabulario extenso y culto que caracteriza su particular y cuidado estilo. La descripción del medio y de los sentimientos de los personajes es visual, muy estética y conmovedora. De esta manera, construye una trama tan compleja como la propia época que enmarca y unos personajes tangibles que nos atrapan entre sus páginas, como si la realidad que teje hubiera sucedido tal y como nos cuenta.

El magnetismo de Egipto está más que demostrado. Las novelas históricas ambientadas a lo largo y ancho del Nilo tienen a un numeroso público asegurado pero, sin embargo, este valor al alza también puede jugar en su contra: en una época tan fascinante y recurrente para el escritor, el lector experto siempre busca “algo más”. En este aspecto Morata supera nuestras expectativas, pues no sólo luce la vasta documentación histórica que ha debido llevar a cabo en la composición de la novela con ligereza, sino que nos presenta a Pi como un guía que despertará nuestra empatía de forma sólida e inmediata.

El personaje evoluciona junto con el transcurso de los turbulentos acontecimientos de la corte y el país. La enfermedad de Akhenatón, quien osó acabar con el culto a Amón en pos de Atón, amenaza con derrumbar la paz que hasta entonces ha tenido el placer de vivir y compartir junto a los niños del kap y su adorada familia real. Él, un niño crédulo, noble y transparente como las aguas del Río Sagrado, se verá obligado a madurar y convertirse en un hombre capaz de hacer frente a las batallas que se librarán a lo largo de su vida y las que, no siempre, tendrán lugar en el campo de combate.

En su camino hacia la vida adulta y “consciente”, Pi dudará de todo y de todos. Para él los dioses dejarán de tener el valor y simbolismo que ha dado el poder y esplendor al pueblo egipcio. En última instancia, la fuerza que nos mueve de un lado a otro no es más que la intrínseca a los sentimientos que otras personas despiertan en lo más profundo de nuestros corazones.

El culto al Sol

Si algo caracteriza a los escritores de novela histórica de nuestro país es la honestidad. Santiago Morata (al igual que algunos de sus colegas como Nacho Ares, José Luis Corral o Javier Pellicer) no duda en dedicar el epílogo a diferenciar la línea que separa los hechos constatados de las licencias literarias. En este caso, sólo tres de los numerosos personajes que aparecen en la novela son ficticios. Los demás, de los que tan poco conocemos por las circunstancias que les tocó vivir (se hizo lo posible por borrar la parte de la Historia en las que la dinastía de los Faraones Herejes había gobernado Egipto) son utilizados respetando documentos históricos contrastados y las diferentes teorías que más peso tienen en el mundo de la egiptología.

Como el propio autor afirma, le gusta ahondar en los aspectos menos explorados y dotar a sus narraciones de un toque innovador que entretenga y despierte la curiosidad del público. Por ejemplo, destaca la humanidad y cercanía de Akhenatón, otorga una gran importancia a las relaciones íntimas en la vida cotidiana, muestra la crudeza de la batalla sin anestesia y encarna a un Tutankhamón ambicioso, frío y trastornado que nos inquieta y deslumbra a partes iguales.

Lo que conocemos acerca del Faraón Niño es prácticamente nulo, pero lo que sí es casi una constante es la personalidad que la mayoría de escritores le confieren: la marioneta ingenua de los Sacerdotes de Amón. Sobre Nefertiti la información que ha llegado a nuestras manos es más extensa y nos permite esbozar cómo podría haber sido la Reina Consorte. Lo que no está claro, y con lo que Santiago Morata juega maravillosamente bien, es el papel de ésta al fallecer su marido.

Entre las personalidades más destacadas de la época despuntan Ay, padre de Nefertiti, y el general Horemheb (los sucesores al trono tras la muerte de Tutankhamón, consecutivamente), piezas clave en el puzzle que el autor encaja con la precisión de los engranajes de un reloj suizo.

Otro aspecto interesante que Santiago Morata no ha dejado pasar es la similitud que el pueblo judío y sus creencias guardan con el culto a Atón. Esta curiosa semejanza entre el dios egipcio y el Dios de los judíos ha sido objeto de estudio y ha dado lugar a curiosas hipótesis entre los expertos.

El arte de Tutmosis

La edición en tapa dura cuenta con un atractivo extra: el busto de Nefertiti creado por el famoso escultor real, Tutmosis. La belleza legendaria de la Reina nos hechizará desde la estantería de cualquier librería.

Más allá de la fascinante mirada de la mujer más hermosa que ha conocido Egipto, el lector encontrará una novela de ritmo vertiginoso con la que el aprendizaje y el entretenimiento se equilibran a la perfección. Las descripciones, las leyendas y mitología egipcias, los constantes diálogos y la acción nos conducen hasta un final que no dejará indiferente a nadie.

Tras haber entrevistado al autor por su tercer libro ‘El constructor de pirámides’ y haber tenido el placer de disfrutar de las aventuras de Pi en “La sombra del Faraón”, en El Mar de Tinta estamos impacientes por conocer el nuevo trabajo de Morata, que verá la luz en octubre de la mano de Ediciones Pàmies: “Hatshepsut, la hija de Ra”.

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