Ver el cero en el guarismo del Real Zaragoza describe, una noche más este año, lo sucedido en Almería. Mandaron los aragoneses ante uno de los favoritos del torneo durante muchos minutos pero fueron incapaces de convertir un solo tanto. Y, los locales, en apenas un manojo de cuatro o cinco llegadas (todas tras el descanso) al área zaragocista, lograron un gol de oro que les dio los 3 puntos y los aúpa a la cabeza de la clasificación, escapados junto al Espanyol y el Mallorca. El grande, en una noche de cierta vagancia, ganó casi sin querer al débil y moribundo. Es la ley de la selva.
El primer tiempo, tras un inicio gaseoso de los almerienses, como era previsible, fue sorprendentemente de superioridad zaragocista. El equipo de la parte baja de la tabla lo hizo mejor que el de la cabeza y solo le faltó algo de pólvora, de instinto goleador, para haber podido transformar el dominio en ventaja. Porque, como ya le ha pasado varias veces en lo que va de curso, a este Zaragoza el 0-0 inicial se le pega a la piel por naturaleza, no hay manera de embocar muchos de sus partidos a través de otro formato (y cuando así ha sido, de vez en cuando, no ha solido servir). El Almería, literal, solo llegó al área con peligro de gol una vez: en el minuto 5, su goleador Sadiq entró en el área en velocidad y cayó como disparado por un francotirador ante el posible pisotón por detrás de Chavarría. Pidió penalti el nigeriano y el VAR revisó la acción un largo minuto de tensión. No vio pena máxima, gracias a Dios, y el juego siguió. No habría más peligro almeriense sobre un inédito Cristian Álvarez hasta el descanso, más allá de un par de escarceos del lateral Buñuel y del extremo Lazo, sin final adecuado en los centros.
Desde el minuto 6 hasta el 46, por lo tanto, fue el Real Zaragoza el que hizo todo en cuanto a combinaciones y aproximaciones más o menos incisivas al área de Fernando. Iván Azón, desde la corona en el 17, chutó muy blando por alto y el portero andaluz paró sin sufrimiento. En el 18, de seguido, fue Zanimacchia -novedad en la alineación tras la lesión del día anterior de Bermejo- el que empalmó mal, forzado y alto, un centro raso al primer palo de Chavarría. El Almería no daba tres pases seguidos y la presión alta de los aragoneses hacía daño a los del portugués Mendes, que se desesperaba en la banda. La zaga avispa -así vistió esta vez el Zaragoza- lo hizo fácil, con comodidad todo el tiempo, ante la torpeza constante de los hombres ofensivos locales.
Tras un rato de espesura, el equipo de Iván Martínez subió de nuevo una velocidad en su cambio de marchas a partir de la media hora. Iván Azón, en el 29, recibió un regalo del guardameta Fernando en un saque erróneo de puerta. Pero el canterano, solo en el área, no se atrevió a disparar, quizá sorprendido por el marro, y buscó a Narváez equivocadamente, pues le devolvió la donación a la defensa almeriense. Increíble y cómica acción que debió ser gol de haber sido más osado Azón. En pleno acoso aragonés, Zanimacchia pidió penalti en el 33, en un desborde sobre Petrovic en el lateral del área, pero ni Gorostegui ni el VAR (Vicandi) vieron nada punible. En el 40 fue Francho, en una incorporación arriba, quien recibió en el área un pase de Vigaray y, solo, remató flojo a las manos de Fernando.
Se repetía una vez tras otra la inocencia de las culminaciones zaragocistas, todas hechas con pistolas de agua, con tirachinas con la goma dada de sí. El corolario a esa sensación lo puso en el 41 Jair, de cabeza, a la salida de una falta lejana volcada al área andaluza. Cinco remates de los de Iván por ninguno de los almerienses fue el balance antes del descanso. Pero, lo que cubica, son los goles. Y de eso el Real Zaragoza sigue encogiéndose de hombros día tras día. Si Narváez no está enchufado, como así fue ante uno de sus ex equipos, nadie ve portería con cierta soltura. Es una sensación de tremenda impotencia que estropea buenos ratos de fútbol como se dieron en la primera parte de Almería. Nadie destacó en demasía, ni los pivotes Eguaras y Francho; ni los interiores Zanimacchia y Chavarría; ni los puntas Narváez y Azón; ni los laterales Vigaray y Nieto… fue un Zaragoza coral, no bonito, pero sí práctico.
El segundo tiempo empezó sin cambios en ningún bando y con el Almería espoleado tras la presumible reprimenda de Gomes en la caseta. Petrovic, De la Hoz, Lazo… parecían acelerados de mente en los primeros minutos y el equipo de Iván tuvo que apiñarse atrás un buen rato. Pero los andaluces no sacaron sustancia de sus ímpetus. Enseguida Corpas entró para dar mordiente al ataque local, decepcionante toda la noche. El Zaragoza estaba a verlas venir, nada incómodo con el 0-0 viendo que el potente Almería no era el coco esperado. Se llegó al cuarto de hora de la reanudación sin que los aragoneses pisasen el área de Fernando con picardía alguna. Se había perdido el aire valiente del primer periodo, como si el empate se diese por válido pese al evidente dominio anterior.
Y, claro está, estos ademanes se pagan caro en el fútbol profesional. El Almería no tenía su noche, pero no se había dejado la gracia, la sal y la calidad en el cajón de la mesilla de casa. La llevaban sus jugadores encima y asomó. En el primer remate a puerta de todo el duelo -sí, en el primero- Sadiq marcó el 1-0 en una jugada ligada por Lazo y Carvalho, que asistió al hueco a la espalda de Francés y Jair para que el nigeriano, un tipo grande de 1,90 que corre como un gamo, se quedara solo ante Cristian Álvarez. Y, de torpe, nada de nada. Definió con un toque sutil, elevado, en semivaselina corta, que entró directo a la red. Al Almería le bastó un segundo de inspiración para ponerse 1-0. El Zaragoza había estado una hora entera antes intentándolo, pero sabido es que no le da lo suficiente su calidad futbolística para imponerse a la mayoría de rivales de la división. Este era solo un ejemplo más de los vistos desde septiembre.
Iván tardó 71 minutos en decidir los primeros cambios. Quitó al desdibujado Zanimacchia, o sea, lo de siempre; y a un alborotado Azón, de nuevo más tiempo caído en el césped que de pie en muchos ataques, un tic que deberá quitarse para no caer en el cliché de los árbitros, siempre tan peligroso. Entraron Raí Nascimento y Vuckic para intentar revitalizar un ataque muerto tras el intermedio, un mal repetido de tantos días precedentes. El Almería, tras su gol, era hacía rato el que vivía cómodo y tranquilo, sabedor de su superioridad libra a libra. Corpas, en el 63, y Carvalho, en el 74, pudieron ampliar la ventaja, solos ante Álvarez. El primero remató cruzado, fuera, rozando el palo. Y el segundo controló mal, mano a mano, y favoreció que el portero zaragocista se llevara el balón en su salida.
A falta de 13 minutos, Iván hizo debutar al juvenil Carbonell. Otra dosis más de cantera precoz en tiempos de inanición. Otro síntoma más de lo mal parida que está la plantilla de los ya despedidos Lalo y Barba. El equipo acabó muy partido, a la épica, a la desesperada. Raí fue el único, tras 38 minutos de nada en ataque, que logró cuajar un disparo a puerta en la segunda mitad, un derechazo desde el pico del área que detuvo con algún problema Fernando. Que eso sucediera en el minuto 83 define lo hecho por los zaragocistas en los segundos 45 minutos. Un querer y no poder. No ser capaces de hacer cosquillas al de enfrente.
El Zaragoza agobió en los últimos minutos al Almería. Ros y Fernández entrarón en el 89 (¡!) para ayudar aún más en punta… pero no hubo manera de encontrar un remate más. El final fue, además, doloroso y lacerante. Otra fotografía en tres dimensiones del estado de las cosas. Gabriel Fernández, alias Toro, falló en el minuto 91 el 1-1 a bocajarro, bajo palos, solo para empujarla en un centro cerrado. Remató al aire, se le pasó el balón por debajo de la pierna. Terrible imagen del que debía ser el delantero estrella de la plantilla. No es cuestión de cebarse, ni la intención. Es solo la narración de los hechos sobre un jugador que lleva cero goles en casi la mitad de la liga y hace días que quedó descatalogado en la plantilla. Ahí tuvo el Zaragoza un punto, el empate. Pero se fue al limbo hirientemente.
Y se volvió a la senda de las derrotas, 10 de 17 partidos jugados. No hay palabras para definir esto. El equipo sigue, pues, metido en el fango del descenso a Segunda B y no logra dar continuidad a la victoria ante el Fuenlabrada del domingo. Llega la hora de adoptar medidas tajantes, de hondura, a suerte o verdad, en pos de una salvación que por partidos perdidos como este de Almería se antoja, ahora mismo, como un milagro a muy largo plazo.
Ficha técnica
UD Almería: Fernando; Buñuel, Chumi, Cuenca, Centelles; De la Hoz (Corpas, 55), Petrovic; Carvalho, Robertone (Samu Costa, 77), Lazo (Villalba, 83); y Sadiq.
Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Vigaray, Francés (Gabriel Fernández, 89), Jair, Nieto; Francho, Eguaras (Javi Ros, 89), Zanimacchia (Raí Nascimento, 71), Chavarría (Carbonell, 77); Iván Azón (Vuckic, 71) y Narváez.
Árbitro: Gorostegui Fernández (Comité Vasco). Amonestó a Iván Azón (35), Chavarría (42), Centelles (64), Sadiq (69), Francés (77) y Buñuel (90).
Goles: 1-0, min. 60: Sadiq.
Incidencias: Noche agradable en Almería, con 13 grados al inicio del partido (19.00) después de un día soleado en el que se alcanzaron los 17. El césped de los Juegos Mediterráneos presentó un excelente estado. Antes del inicio, los jugadores locales portaron una pancarta de rechazo al racismo, que depositaron sobre el césped. El Real Zaragoza vistió su tercer uniforme, avispa, amarillo y negro.
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