Cocción lenta. Así se está cocinando el Real Zaragoza de Natxo González. El ‘chop chop’ de la marmita es pausado. Por eso no caben juicios de valor prematuros, aunque el sentido común invite a llevarse las manos a la cabeza por lo verde que parece todo. El guiso está aún lejos de servirse a la mesa, porque hay demasiados ingredientes que el chef tiene que ligar en su salsa y porque el fuego no puede ponerse más deprisa para que no se socarre el fondo. Toca tener paciencia. Y no poca. En ese escenario, el equipo zaragocista cuajó este miércoles en Teruel, ante el Villarreal B de Segunda B, un nuevo amistoso lleno de imprecisiones, propias del momento; de faltas de cohesión, también naturales a primeros de agosto; y de dificultades para mantener el hilo de juego con cierto rigor, algo que asimismo es lógico en un proyecto tan novedoso como el zaragocista. La faena es que solo queda semana y media para empezar la liga en Tenerife. Eso si que es un inconveniente grande, visto lo visto hasta ahora.
Esta vez, a diferencia de los dos antecedentes en Logroño y Miranda, el primer tiempo de los de Natxo no fue bueno. Se les atragantó un espumoso filial del Villarreal, lleno de chavales con hambre de éxito, que se mostraron, sobre todo, mucho más compenetrados en las combinaciones. Por si esto no fuera importante, los amarillos lograron adelantarse en el marcador pronto, en el minuto 10, con un sorprendente gol de córner directo, lanzado por Raba al segundo palo, que se comió Ratón a la altura de la escuadra. No está teniendo fortuna el guardameta gallego, ni tampoco la zaga en este tipo de jugadas de estrategia, es evidente. Porque, poco después, una falta lateral mal defendida por los rojillos -el Zaragoza vistió de respeto, cuestión de márquetin- la cabeceó el central Roger fuera, rozando el palo literalmente. Pudo haber sido el 2-0, como también un remate forzado de Simón, a quemarropa, tras un centro atrás de Raba, que se le fue junto al palo derecho por suerte para los zaragocistas.
En la primera media hora, el Real Zaragoza no existió. Y, además, sufrió a las espaldas de sus defensores. Solo Borja Iglesias, desabastecido, intentó dos remates sin fe ni posición franca, que llevaron el balón casi a la calle, fuera de las tapias de Pinilla. Escaso bagaje fruto de la falta de sintonía de los tres mediapuntas, Papunashvili, Buff y Oyarzun (novedad esta vez como titular) y de la falta de creatividad del doble pivote Zapater-Ros. Incluso los laterales, Benito y Ángel Martínez, otros días profundos y activos, anduvieron más remisos a subir la banda, seguramente por el peligro de los extremos castellonenses.
Aún habría una cuarta ocasión nítida del B del Villarreal, en el minuto 32, cuando el ariete Dalmau (que se pegó de lo lindo con Jesús Valentín y Grippo, quienes se jugaron la expulsión en sendos enganchones), casi cabeceó un centro de Simón al área y provocó una dubitativa salida de Ratón, que tras hacer malabares con la pelota, acabó salvando el tanto.
Y, a partir de ahí, reaccionó por fin el equipo aragonés. En los últimos 10 minutos del primer tiempo, los de Natxo llegaron media docena de veces al área con lucidez, y el público lo agradeció. Sendas faltas colgadas por Oyarzun amagaron peligro y forzaron saques de esquina. En uno de ellos, Zapater vio puerta, en el segundo palo, en el 36. Era el 1-1 y la paz mental volvía al grupo. Fue una lástima que Borja Iglesias, en el 41, fallase a quemarropa el segundo tanto tras un pase de Papunashvili, tras robar el georgiano un balón al lateral Franquesa. De eso modo, el Real Zaragoza marró la ocasión de irse en ventaja al intermedio y amainar así el murmullo de tantos minutos de inconsistencia general en el ritmo del juego.
El segundo tiempo, sorprendentemente, por que no es lo habitual en verano, comenzó con solo dos cambios; Verdasca por el tocado Grippo; y Pombo por Oyarzun. Los villarrealenses no movieron pieza. El Real Zaragoza pareció olvidarse de que se había ido al refrigerio mandando y, en apenas dos minutos de la reanudación, el Villarreal B tuvo en sus botas dos goles fáciles. En el primer minuto, el extremo Fran se coló por el centro y, tras quebrar a cuatro zaragocistas en eslalon, disparó duro para que Ratón evitase el tanto sacando a córner. En la siguiente acción, un centro cerrado del lateral zurdo Franquesa, no lo lograron empujar dentro Dalmau y Simón, solos en el área chica. De nuevo surgieron las dudas.
El Real Zaragoza volvió a perder el timón y las llegadas de los cachorros del Villarreal al área de Ratón fueron siempre peligrosas. En ataque, Pombo dio más profundidad con el balón, y un chut rozando la escuadra en el 52 hizo despertar al equipo. Cuatro minutos después, en la mejor jugada combinada de los de Natxo, Papunashvili penetró hasta la línea de fondo tras un buen pase de Benito, pero su centro rebasó a Buff y no llegó el tanto. Como tampoco lo logró Borja Iglesias, tras controlar en carrera a la media vuelta, porque su disparo final fue erróneo.
Antes del carrusel de cambios, el Villarreal B se adelantó de nuevo con el 2-1. Un disparo duro de Lozano desde la frontal de área, tocó en un zaragocista y dejó sin opciones a Ratón. El Villarreal joven tenía mucho veneno en cada avance. Así fue toda la tarde. Natxo movió el género y dio aire a Borja Iglesias. Metió a Febas de enganche, volcó a Buff a la izquierda y, como enorme novedad, puso a Pombo de ’9’. Cosas de la falta de efectivos, por la lesión de Raí Nascimento y la falta de la llegada de un delantero centro todavía.
Buff intentó el empate desde lejos, pero su trallazo desde 25 metros dio el el larguero y se marchó fuera en el 74. La réplica vino enseguida. El palo también repelió un remate a puerta vacía del castellonense Villa, que había dejado atrás a Jesús Valentín y había regateado a Ratón en el área. Una por otra. Papunashvili, antes de irse a la ducha, probó los reflejos del aragonés Diego, que eran buenos. Y, en la recta final, en lugar de forzarse el 2-2 que maquillase el marcador, lo que llegó fue el 3-1 para los muchachos del Villarreal. Fue el ariete Dalmau, un incordio toda la tarde, el que fusiló raso y en carrera a Ratón en un agujero en el centro de la zaga. Todavía fallaría el mismo delantero el posible 4-1 en un mano a mano tras error de Verdasca que remató fuera, cruzado.
Lo mejor de la tarde, probablemente, vino cuando el árbitro pitó el final del partido. De este modo, el inmaduro Real Zaragoza dejó de sufrir y se cerró este tercer capítulo fallido de la pretemporada ante otro Segunda B. No ha logrado aún la victoria el equipo de Natxo. Algo inesperado para todo el zaragocismo. Un dato que no ayuda a ganar en confianza en un verano de grandes cambios y de muchas decisiones con riesgo.
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