El Girona, sin grandes argumentos futbolísticos y solo a base de intensidad y gotas de calidad puntuales, goleó por 3-0 al Real Zaragoza más apático de los últimos meses. Un penalti inicial inventado por el árbitro abrió el camino a los catalanes y la ausencia de competitividad de los aragoneses en la mayor parte del tiempo puso lo demás para que se diera semejante marcador.
El partido arrancó con la jugada clave, la que lo marcó, la que dibujó el cauce del juego hasta el descanso: un penalti en el minuto 3 a favor de los locales que el cántabro López Toca señaló a su libre albedrío y no se encomendó después a ir al monitor a verificar lo que pareció, que la mano señalada a Jair en un centro de Yan Couto no era tal, que la pelota le dio primero en el muslo. El caso de la manos y el VAR es el misterio del neoarbitraje, esa ley estirable como el chiclé que hoy es y mañana no, y viceversa. La cosa es que Stuani lo transformó el el 1-0 en el 6 de la primera parte y puso al Zaragoza a remolque de los acontecimientos. Los de Jim habían salido fríos, como la noche gerundense -casi de invierno- y aún se quedaron más helados por esa decisión del juez, que empezó a no dar una en lo sucesivo, en decisiones que volvieron locos a los jugadores por momentos.
El cuadro zaragocista sufrió mucho en los primeros 20 minutos, dominado por un Girona basado en sus laterales largos con sistema de cinco defensas, Couto y sobre todo Aday. Stuani estuvo al borde del 2-0 en el minuto 13 al rematar un córner ensayado al borde del área chica que, por fortuna, se topó con la pierna del Toro Fernández para enviar a saque de esquina cuando iba dentro. Y en el 14, el propio Stuani marcó un gol de perrería, de aquellos de la vieja regional, acosando el saque del portero y logrando que el rebote fuese a la red de un sorprendido Cristian Álvarez. Ahora esos goles no valen, según el reglamento, pues el saque es libre. Pero se comió la tarjeta López Toca, que también viene en el prospecto.
Olía muy mal el partido a mitad del primer tiempo. Los avispas (uniforme zaragocista esta vez) no ligaban una jugada, no llegaban arriba. Pero Narváez decidió por su cuenta que eso se había terminado en el minuto 20. Recibió un balón largo de Sanabria y, mano a mano ante el portero Juan Carlos, controló mal y se perdió una buena oportunidad. Al menos sirvió para despertar. El propio Narváez, después de varias acciones previas de mérito, todas individuales, se metió hasta el palo en el 28 pero su centro atrás no fue bueno y Juanpe diluyó la oportunidad del empate. A la salida del córner posterior, Peybernes cabeceó fuera por poco, de manera poco natural. Había vida de repente en un Zaragoza bastante plano.
En el último cuarto de hora, de bajonazo general, Aday probó a Cristian desde lejos en el 41 y, en la contra zaragocista, Adrián González marcó gol pero con un claro fuera de juego previo de su asistente, Sanabria. Así que el descanso llegó en desventaja de los aragoneses y con un fútbol feo, escaso, raro. Se temía Jim un exceso de relax tras las dos últimas victorias cruciales y algo así sucedió, empujado en buena medida por la pésima actuación arbitral, ciega en faltas flagrantes de los catalanes, desesperante.
El segundo tiempo empezó con Iván Azón en el campo en vez de un oscuro Toro Fernández. Lo de siempre. No cabe redundar. La película se conoce por vista mil veces, aunque Jim insiste en su tesis inquebrantablemente, sin darle la titularidad al juvenil. El juego empezó como el partido una hora antes, con la mejor ocasión gerundense para el 2-0, de Sylla, solo tras la segunda acción de un córner, que remató raso, flojo, y detuvo Cristian Álvarez por raso en el minuto 47. Seguía faltando tensión en los zaragocistas, pero el Girona no mandó en lo sucesivo como se auguraba. Y, entre un fútbol áspero y lleno de contactos, Zapater rozó el empate en el 58 a lanzar un golpe franco directo desde el pico del área, rozando literalmente el palo derecho por fuera. Siempre el balón parado como bala de plata entre las carencias combinativas del equipo.
Azón y Narváez no recibían juego en punta. Todo era feo, al tuntún. Un partido flojo a más no poder, con el Girona dejando correr el reloj sin problemas gracias a su ventaja. Y, en estas, de repente, recién entrado al campo, el ariete argentino Nahuel Bustos tocó de cabeza el primer balón para marcar el 2-0 en un centro al segundo palo que nadie de los zaragocistas cerró. El sustituto de Stuani le tomó el relevó literalmente y mató el partido en el minuto 64. Jim introdujo entonces a Bermejo y Eguaras, con todo cuesta arriba. El Zaragoza era un equipo sin alma, que acometió este partido sin la tensión debida, sin la de los días de gran responsabilidad. Y sin ese punto de chispa, el grupo aún se hace más pobre en su propuesta.
El carrusel de cambios ayudó a deslavazar aún más el último cuarto de hora del duelo. Los barullos predominaron por encima de lo estético, moneda de nulo curso en toda la noche. Desde el segundo tanto catalán todos los futbolistas dieron el pescado por vendido y bajaron la persiana, jugando por compromiso más que por creer en algún volteo del tanteador. En esa calma chicha, el Girona, más enchufado siempre en la misión de jugar, marcó el 3-0 y puso a los de Jim en su sitio. Lo firmó Sylla, el otro delantero de la velada, rematando raso un centro de un gran Yan Couto. Con muy poco los catalanes habían goleado al Zaragoza más apático de la era Jim. Los temores del alicantino se cumplieron a pies juntillas.
El partido acabó en metáfora: un gol anulado a Peybernes, en un remate previo de Jair salvado por un defensor bajo palos, que el VAR le hizo rectificar a los árbitros de campo por haber un fuera de juego por ahí. Los dos centrales zaragocistas, en el aumento, estaban ejerciendo de arietes. El mundo al revés. Y el arbitraje, que empezó tóxico, acabó con el mismo tratamiento. Todo redondo, circulo cerrado. Y, como se preveía en una semana de euforia generalizada, va a tocar sufrir un poco más de aquí al final de la liga. El objetivo de la permanencia, con 41 puntos, no está hecho, ni mucho menos.
Ficha Técnica
Girona FC: Juan Carlos; Yan Couto, Bueno, Juanpe, Arnau, Aday (Luna, 60); Cristóforo (Terrats, 74), Gumbau (Kebé, 74); Monchu, Sylla (Bárcenas, 86) y Stuani (Nahuel Bustos, 60).
Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Tejero, Peybernes, Jair, Nieto; Zapater (Eguaras, 65), Francho (Igbekeme, 82); Sanabria (Alegría, 82), Adrián González (Bermejo, 65), Narváez; y Gabriel Fernández (Iván Azón, 46).
Árbitro: López Toca (Comité Cántabro). Amonestó a Gabriel Fernández (17), Aday (52), Bueno (57), Tejero (59), Gumbau (66) y Luna (77).
Goles: 1-0, min. 6: Stuani, de penalti. 2-0, min. 64: Nahuel Bustos. 3-0, min. 83: Sylla.
Incidencias: Noche fría en Gerona, con 8 grados al inicio del partido (21.00) bajo un cielo nublado, con mucha humedad, pero sin lluvia. El césped de Montilivi presentó un estado excelente. Hubo ánimos grabados a través de megafonía durante el juego
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