El Real Zaragoza cumplió con los pronósticos y venció en la matinal de este sábado en Tarragona por 1-3 al Nástic, adversario de la Segunda Ronda de la Copa del Rey que milita en Segunda B, donde ocupa en estos momentos puesto de descenso a Tercera. Dos autogoles de los catalanes y un tercero de Papunashvili armaron la renta zaragocista. Por parte local, Ballesteros redujo distancias y llevó la preocupación durante unos minutos a los blanquillos en la parte final del encuentro.
Singular fue el desarrollo de la primera parte: para cuando el Real Zaragoza logró el 0-2, en el minuto 39, ya en la recta final de ese tiempo inicial, el cuadro aragonés tenía prácticamente el partido resuelto sin haber tirado una sola vez a portería. Literal. Solo amagos, jugadas inertes por falta de tino en los últimos pases de todo el mundo. Pero los dos tantos que le abrían de par en par el pase a los dieciseisavos de final se los habían anotado en propia portería dos defensores tarraconeneses, Juan Rodríguez y Goldar, por ese orden.
La lectura de este extraño efecto era clara y evidente. Por un lado, la diferencia de calidad entre los jugadores de uno y otro equipo, por más que en el cuadro zaragocista jugase con infinidad de inhabituales en los partidos de liga. Y por otro, quizá lo más importante, el efecto anímico de las dinámicas del fútbol. El Nástic, cuarto por la cola en su grupo de Segunda B y, por lo tanto, en puesto de descenso a Tercera División, es hoy un equipo sin alma, dejado de la mano de los dioses de la inspiración, roto por los cuatro costados, con su afición pidiendo dimisiones a gritos desde las gradas semivacías del Nou Estadi. Mientras, el Real Zaragoza camina con el viento de cola y está de dulce en todo cuanto toca y propone.
La cosa se puso de cara enseguida. Una falta lateral lanzada al área por Javi Ros en el minuto 6 la impulsó de cabeza el central Pol Domingo hacia su marco, anotando un golazo en lugar equivocado. El Real Zaragoza salió del vestuario con ventaja, prácticamente. Y eso fue oro molido para la cara B del equipo de Víctor Fernández. A partir de ese instante pudo jugar con calma. Intentando tocar la pelota en la medular, salir con control y mando. Solo que, en frente, había un equipo que, ante la falta de recursos, utilizó las marcas duras, las faltas constantes en cada balón dividido, en cada disputa, ante el consentimiento de un desesperante Trujillo Suárez, que debió olvidar las tarjetas en el vestuario porque no sacó ni una cuando hubo varios motivos claros para utilizarlas con varios jugadores granas.
Eso sí, desde ese intento de manejo del timón del Real Zaragoza hubo escasas llegadas claras al área de Bernabé. Alguna suelta de un activo Kagawa, cuyos centros y pases nadie entendió; otra de Papunashvili, individualista como siempre y sin tener en cuenta las subidas de Delmás a sus espaldas; y varias penetraciones brillantes de Blanco que nunca terminaron con el pase bueno. Entremedias, fue el Nástic, a base de balones largos en diagonal sobre el área de Ratón, quien provocó hasta tres cabezazos nítidos con peligro. Dos los echó fuera, uno Pedro Martín y otro Brugué (minutos 19 y 30), y otro lo paró bien arriba el portero zaragocista. Antes, Márquez había forzado una parada abajo del gallego, que tuvo que enviar a córner con apuros en el 28.
O sea, que el Zaragoza jugaba con más intención y rigor, pero era el Nástic quien percutía el área rival con más peligro. En esa trama, el caprichoso fútbol puso el 0-2 para el cuadro aragonés a falta de 6 minutos para el intermedio. Una jugada ligada acabó en un centro de Delmás que otro central, Goldar, empujó sin querer hacia sus redes. Desesperante el panorama para los catalanes, excelente para los intereses blanquillos. La eliminatoria se ponía muy de cara sin demasiados esfuerzos. De hecho, el único disparo de los de Fernández vino nada más lograrse el segundo tanto, en el minuto 41, cuando Papunashvili, mano a mano tras pared con Kagawa, desaprovechó su privilegiada situación errando su vaselina, que se le fue alta. Y el descanso llegó con sensaciones encontradas en ambas escuadras.
Toni Seligrat, el entrenador local, intentó al inicio de la segunda mitad revolucionar algo su esquema, introduciendo a Ballesteros por un costado del ataque. Víctor, que había apostado por un once al completo del primer equipo, sin usar de entrada a los jóvenes de categorías inferiores, no movió ficha. Era cuestión de seguir igual, evitando padecimientos y sin dar opción al Nástic de que se metiera pronto en el partido con un gol. El central Goldar estuvo cerca de lograrlo en el minuto 52, tras una melé a la salida de un córner mal defendido por los zaragocistas, pero su remate con la derecha se marchó fuera por poco. Fue el primer aviso para que los blanquillos se pusieran las pilas de inmediato. El Nástic lo iba a intentar de cualquier manera, pues no tenía nada que perder más de lo que ya tenía destrozada su eliminatoria con el 0-2.
Víctor hizo debutar a Marc Aguado en el 56 en sustitución de un, de nuevo, apagado Igbekeme. El hijo del mítico Xavi, el jugador que más veces ha vestido la camiseta del Real Zaragoza, entraba así en los anales de la historia zaragocista, como eslabón de su laureado padre. Los minutos iban transcurriendo sin sustancia, sin llegadas nítidas de los blanquillos a las cercanías de Bernabé. Por el contrario, en un despiste monumental de Grippo y Guitián, el bullidor ariete camerunés de los locales, Amang, se quedó solo ante Ratón con todo a favor, pero su disparo se le fue al lateral de la red, por fuera, errando un gol cantado en el minuto 59.
A continuación, el entrenador tarraconense se llevó la bronca de la mañana cuando retiró, en un doble cambio, al citado Amang, algo incomprensible pues era el único estilete que estaba haciendo daño a los zagueros zaragocistas. Seligrat cambió de tacada a sus dos puntas y metió en danza al veterano Jonathan Pereira, otrora bestia negra del Real Zaragoza en otros equipos. La estadística, a falta de poco más de 20 minutos, seguía engordando su peculiaridad: el Real Zaragoza, que no había llegado a puerta ni una sola vez en toda la segunda mitad, iba ganando 0-2 con un solo chut a puerta (y fuera de palos). Y, claro, llegó el castigo a tanta contemporización.
En el minuto 69, el recambio Ballesteros marcó un golazo desde 25 metros con un derechazo que nadie taponó y que Ratón no vio cómo lo rebasaba por alto. Con el 1-2, la recta final del choque dejó de ser un balneario para el Real Zaragoza y dio alas al animoso equipo catalán. Y los granas empezaron a ligar jugadas de ataque ante un Zaragoza apático y feo de ver. Ratón mostró nervios en un par de acciones y eso elevó los ánimos locales. Víctor también hizo debutar al punta Baselga en vez de un inédito Linares. Y Papunashvili, con un disparo que golpeó en un defensor y se marchó a córner cerca del larguero, en el minuto 78, desahogó algo el agobio que el equipo tenía atrás hacía rato. Fue la primera señal de vida zaragocista en el área rival en todo el segundo periodo. Escaso bagaje, obviamente.
Soro relevó a Blanco en el 80 para dar algo de aire a un equipo que se le asfixiaba a Víctor por momentos. De nuevo Papunashvili, en el 84, probó fortuna en su clásica jugada de recorte hacia adentro y tiro de rosca, pero el balón se le fue junto al palo derecho. Fue un tramo de partido de ida y vuelta. Peligroso para el Zaragoza. Pero Soro hizo efecto. Tras un primer amago del cincovillés un minuto antes, en el 85 se marcó un jugadón personal por la derecha, con dos regates medidos en carrera y un pase atrás a Papunashvili que el georgiano, esta vez sí, aprovechó para fusilar por bajo a Bernabé y sentenciar el partido con el 1-3. Había pasado la zozobra.
Tras una ocasión fallada a bocajarro por Jonathan Pereira ya fuera de tiempo, el partido concluyó con la satisfacción zaragocista del deber cumplido. Sin brillos, con una claridad patente en el marcador pero con más grumos de los debidos en el desarrollo del juego. Es evidente que existe una diferencia palpable entre el equipo titular de la liga y las alternativas que la Copa está dejando ver, tanto en Socuéllamos hace 25 días como esta vez en Tarragona. En cualquier caso, siempre se puede positivizar este tipo de choques. Hubo debuts de jugadores jóvenes, pruebas a escrutar por Víctor, como la de Clemente en el lateral izquierdo de la zaga, quizá su puesto de futuro próximo. Y, sobre todo, se prosiguió con la racha de victorias que, en este caso, traerá otra ronda de Copa, los dieciseisavos de final, que se sortearán a principio de semana. Todo sigue en orden.
Ficha Técnica
Gimnástic de Tarragona: Bernabé; Albarrán, Pol Domingo, Juan Rodríguez, Goldar, Bonilla; Márquez, Montero (Ballesteros, 46), Brugué; Pedro Martín (Jonathan Pereira, 65) y Amang (Gerard Oliva, 65).
Real Zaragoza: Ratón; Delmás, Guitián, Grippo, Clemente; Javi Ros, Igbekeme (M. Aguado, 56); Papunashvili, Kagawa, Blanco (Soro, 80); y Linares (Baselga, 70).
Árbitro: Trujillo Suárez (canario). Amonestó a Pol Domingo (36), Albarrán (67), Goldar (82) y Ballesteros (92).
Goles: 0-1, min. 6: Juan Rodríguez, en propia puerta. 0-2, min, 39: Goldar, en propia puerta. 1-2, min. 69: Ballesteros. 1-3, min. 85: Papunashvili.
Incidencias: mañana fresca en Tarragona a las 12 del mediodía, con sol, sin nubes y 9 grados. El césped del Nou Estadi presentó un excelente aspecto. En las gradas, alrededor de 3.000 espectadores, entre ellos más de 300 zaragocistas.
Un Ebro incombustible en Copa tumba a la Ponferradina y jugará contra un Primera
Los arlequinados tuvieron que sufrir hasta la prórroga para superar esta nueva ronda de Copa del Rey.
El colegiado Gorostegui Fernández daba inicio a un partido en el que ambos se mostraron intensos desde el arranque, aunque los primeros compases se desarrollaron casi en su totalidad en el centro del campo. No fue hasta el minuto 12 cuando se vio el primer acercamiento, muy claro para los visitantes, en un zurdazo desde la frontal de Isi, que se estrelló en el poste de la meta del debutante Monforte.
El susto no solo no amedrentó a los arlequinados, sino que les hizo crecer y creer que podían hacer daño a un rival de una categoría por encima de la suya. Una gran internada por banda de Víctor Andrés, la finalizaba de manera acrobática, aunque sin tino Álvaro González. Fue el anticipo de la mejor ocasión para haberse puesto por delante, en un mano a mano de Fran García ante Gazzaniga, al que recorta, se escora, quedándose con poco ángulo y teniendo que ajustar tanto su remate, que salió lamiendo el palo. El partido estaba en su momento más interesante. El peligroso Isi volvió a llevar de cabeza a la defensa, y tras recortar a dos defensores, probaba fortuna, atrapando Monforte. El Ebro seguía estirándose y llegando con peligro. Tuvo el gol en sus botas Álvaro González, pero remató cruzado y desviado, y De Mesa por dos veces también rozó el gol, primero en un chut lejano y poco después al no poder llegar a meter la pierna en el segundo palo por milímetros.
El parón del descanso no hizo perder la intensidad de un Ebro que seguía jugando de manera descarada. Fran García probó suerte, pero el arquero de la Ponferradina no quiso sorpresas. Jon Pérez “Bolo” empezó a mover el banquillo, y los cambios dieron un nuevo aire a los bercianos, que durante un buen tramo de este segundo acto se hicieron dueños de cuanto sucedió. Otra vez Isi metió el miedo en el cuerpo con otro remate al que no le faltó demasiado para concluir en gol. Manolo Sanlúcar tuvo que recomponer una situación que pintaba cada vez peor, e igual que hizo su homólogo, gracias a los hombres de refresco volvió a equilibrar una contienda que llegó hasta el segundo minuto de descuento sin goles ni casi oportunidades, por lo que la prórroga de 30 minutos más estaba servida.
En el tiempo extra, el cansancio le pasó factura a los arlequinados, que apenas podían aguantar la posesión, aunque se mostraban muy ordenados en el capítulo defensivo. La Ponferradina controlaba, pero sin aproximaciones. Los entrenadores quemaron todos sus cartuchos, dando entrada a ese cambio extra, el cuarto, que se puede usar solo en la prórroga. Los leoneses introdujeron a su hombre gol, el veterano Yuri, mientras que Manolo Sanlúcar respondió con un cambio ofensivo, quitando a un defensa Barreda, por la rapidez del delantero Emaná.
En uno de los pocos resquicios, Kaxe pudo poner la eliminatoria a favor de los visitantes, pero en el primer palo, y tras asistencia de Fullana, no acertaba entre los tres palos. Del posible gol de unos, se pasó al delirio que invadió el Pedro Sancho, cuando De Mesa, en un golazo que pasará a la historia del club, empalmaba de primeras una volea que dejaba atónito a Gazzaniga, que solo podía hacer la estatua y mirar como entraba el balón en su meta. A pesar de los nervios, el Ebro supo dormir el partido y llegar sano y salvo con el (1-0) a la conclusión del choque, y estar el próximo martes de nuevo en el bombo de los elegidos.
Ficha técnica:
Ebro: Monforte, Barreda (Emaná, 108), Aguza, Fran García (Espín, 87), Álvaro González (Jesús Rubio, 68), De Mesa, Juampa, Parejo, Palomares, Víctor Andrés (Tiago Portuga, 68) y Liam.
Ponferradina: Gazzaniga, Fabián, Isi, Larrea (Guille Donoso, 72), Kaxe, Yac, Luis Valcarce, Asier Benito (Yuri, 106), Pablo Valcarce (Saúl, 56), Fullana y Maxi Villa (Manzanara, 46).
Árbitro: Gorostegui Fernández (Comité vasco). Amonestó a los locales Víctor Andrés, Parejo, Juampa, Jesús Rubio y a los visitantes Maxi Villa e Isi.
Goles: 1-0, min. 114: De Mesa.
La SD Huesca se despide de la Copa del Rey tras un partido gris
Los azulgranas se adelantaron pronto, pero la Cultural Leonesa acabó por darle la vuelta a la eliminatoria tras un penalti en el minuto 89.
Adiós a la Copa del Rey. La SD Huesca se despidió este sábado de una competición en la que tenía depositados deseos de llegar lo más lejos posible, pero en la que no ha conseguido pasar de la segunda ronda. Si en la primera había superado no sin sufrimiento a un Tercera División, el Laredo, en la siguiente estación le ha apeado del tren la Cultural Leonesa, segunda clasificada del grupo II de Segunda B. El formato actual del torneo del KO está pensado para propiciar este tipo de sorpresas y los azulgranas no la han podido evitar.
Y eso que el partido se les puso pronto de cara con una falta directa marcada por Raba. Sin embargo, frente a un contrario que en su campo no pierde desde octubre de 2018, los oscenses fueron un equipo plano, con poca mordiente, que tuvo en el Reino de León una imagen gris y que se dejó remontar en el tramo final aún a pesar de que la alineación inicial planteada presentaba varios jugadores que deberían haber mostrado más hambre.
strado más hambre.
Como se esperaba, Míchel optó por un once muy diferente al que viene empleando en la liga. Con respecto al conjunto titular que había empatado a uno una semana antes en Elche, solo repitió Eugeni. El resto fue una amalgama de jugadores con escasos minutos a lo largo del curso junto a otros necesitados de reivindicarse tras haber perdido protagonismo en las últimas citas. Tal fue el caso de Raba y Juan Carlos, con solo diez y trece minutos acumulados respectivamente contra el Laredo, el Real Zaragoza y los ilicitanos.
El diseño del dibujo táctico fue un claro 4-1-4-1 en ataque que en defensa mutaba al 4-4-2. Con Yáñez bajo los palos, la zaga fue para Pedro López, Insua, Datkovic y Galán, que lució el brazalete de capitán, Seoane ejerció el papel de ancla habitualmente reservado a Mosquera, que hasta ayer solo no había sido titular frente al Cádiz y únicamente no había jugado en un partido, por estar sancionado, el del Mirandés. Juan Carlos y Eugeni ocuparon la medular, Raba e Ivi se acostaron en los extremos y arriba se situó Raba.
A los siete minutos llegó una falta en la frontal del área leonesa. Ivi y Raba se postularon para lanzarla. El primero amagó y el segundo disparó raso y cruzado para introducir el cuero en la red. A continuación, se volvió a repetir la oportunidad. Esta vez sí que fue el cedido por el Levante el encargado de buscar los tres palos y solo una buena estirada de Giffard evitó el 0-2.
El gol dotó de gran confianza a los altoaragoneses, que pasaron a ser los dueños y señores del encuentro ante unos locales noqueados por el golpe recibido, pero que acabaron recomponiéndose mediada la primera parte llevando el esférico al campo del Huesca, que prefirió esperar atrás.
Míchel en la banda, no paraba de gesticular, saltar y gritar. Lo que veía no le acababa de gustar y con razón. La Cultural, en la que su técnico José Manuel Aira había optado por dar continuidad a varios de sus titulares habituales, combinó y combinó hasta que Menudo se coló dentro del área ante Yáñez, que pudo despejar. Quedaban cuatro minutos para el descanso y, tras el inicio fulgurante, el equipo había dado síntomas de necesitar pasar por el vestuario para reordenar ideas.
Segundo tiempo, sin cambios
El segundo acto comenzó sin cambios en las alineaciones y en las dinámicas. Una entrada por detrás le costó la amarilla a Insua. Después, el local Martínez quedó tendido en el suelo y la grada terminó de calentarse con el árbitro.
El centro del campo de los de Míchel estaba completamente sobrepasado. Ni contenía, ni creaba con continuos pases erráticos frente a una Cultural ordenada y con sus piezas siempre situadas en el lugar oportuno que, también es cierto, no conseguía avanzar más allá de la zona de tres cuartos.
Datkovic dio el susto al tener que abandonar momentáneamente el terreno de juego por unos problemas en una pierna, pero finalmente el primer sustituido fue otro defensa, el lateral derecho Pedro López, que dejó su sitio cojeando a Miguelón cuando se cumplía la hora de juego. También Aira movió a su equipo en busca de darle la vuelta al marcador. Entraron otros dos jugadores importantes de los que maneja en su catálogo, Luque y Kawaya.
Joaquín, al que se le había echado en falta al hacerse público el once después de su destacada actuación en Laredo, donde dio la asistencia del único y definitivo gol de aquella eliminatoria, obra de Cristo, acabó teniendo su oportunidad al sustituir a Raba, que más allá del tanto, tampoco fue capaz de ofrecer grandes prestaciones. La presencia del ex del Atlético de Madrid buscaba dotar de mayor mordiente a un grupo, que lejos de cerrar la eliminatoria, prácticamente no se había acercado a las inmediaciones de Giffard desde la reanudación.
Con la misma misión y a falta de veinte minutos, Míchel agotó sus cambios llamando a continuación a Okazaki para retirar a Juan Carlos. A la par, en el bando contrario, se dio un movimiento aún más valiente. Se fue un lateral, Aitor, y entró un delantero, Dioni.
El ariete nipón se apostó en la punta del ataque y Escriche, muy combativo, pero poco incisivo a lo largo del choque, retrasó unos metros su ubicación. Galán galopó como a él le gusta, centró y Okazaki, de cabeza, no llegó por poco a rematar.
La respuesta se produjo a continuación y de forma fatídica para los azulgranas. El recién ingresado Dioni entró en el área por la derecha y le dio el pase de la muerte a Benito, uno de los jugadores más entonados del partido, para llevar el empate al marcador con un cuarto de hora aún por delante. El mazazo espoleó a los oscenses que recuperaron los bríos. A la limón, entre Okazai y Escriche, casi llega el 1-2.
Con Galán y Miguelón sobre el césped, el peligro para los leoneses llegaba desde la cal y también a balón parado. Ivi volvió a lanzar una falta desde la frontal, pero fue muy alta.
El partido se acercaba a la prórroga a pesar de que el Huesca estaba encerrando a sus oponente. Sin embargo en una galopada local, Datkovic derribó a Kawaya y Sagués Oscoz pitó penalti. El propio jugador que lo había provocado lo lanzó y, aunque Yáñez le adivinó las intenciones, su estirada no fue suficiente para evitar el 2-1. Se añadieron tres minutos, pero el 2-2 no llegó. Queda ahora solo centrarse en la liga y en el auténtico objetivo del curso, el regreso a Primera.
Ficha técnica
Cultural Leonesa: Giffard, Aitor (Dioni, 71), Theresin, Iván González, Castañeda, Martínez (Kawaya, 63), Marcos, Augusto (Luque, 63), Menudo, Benito y Gudiño.
SD Huesca: Yáñez, Pedro López (Miguelón, 60), Insua, Datkovic, Galán, Seoane, Juan Carlos (Okazaki, 71), Eugeni, Raba (Joaquín, 66), Ivi López y Escriche.
Goles: 0-1, min. 7: Raba. 1-1, min. 76: Benito. 1-2, min. 89: Kawaya.
Árbitro: Sagués Oscoz (Comité Vasco). Amonestó a los locales Antonio Martínez (52), Marcos (59) e Iván Gonzalez (83), y a los visitantes Galán (17), Seoane (27) e Insua (48)
Incidencias: Segunda ronda de la Copa del Rey disputada a partido único en el Estadio Reino de León.
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