Milagro en el minuto 93. Un centro de
Abraham, cabeceado en plancha por
Sergio Gil, fue introducido en su
propia portería por el central albaceteño Pulido. El único gol de la tarde en
La Romareda, in extremis, concede al
Real Zaragoza los ansiados
tres puntos frente al antepenúltimo clasificado que le permiten seguir soñando con el ascenso. Fue el colofón a una pésima tarde de fútbol en la que
los blanquillos sufrieron más que nunca para superar a un rival inferior que nunca aspiró a llevarse la victoria del estadio municipal zaragozano. Una explosión de alegría cuando la decepción ya cundía por todo el graderío. Una situación parecida a la del último
choque en casa ante el Lugo que, en el fondo, emana el significado de que este Real Zaragoza tiene el viento de cola de cara a sus
anhelos, algo que ha de saber aprovechar en
momentos tan cruciales de la temporada. El partido comenzó con la llamativa alteración en el once inicial de
Lluís Carreras, que ya venía marcado por las forzosas ausencias de los sancionados
Culio y Javi Ros. Además de estos dos cambios imperiosos, el técnico zaragocista debió prescindir de Cabrera por unas molestias físicas no especificadas por parte del club. Y, motu proprio, Carreras también optó esta vez por dejar en el banquillo de inicio al
capitán Pedro, por primera vez basado en cuestiones técnicas. De este modo, asomaron en la alineación
Dorca y Diamanka en la línea media;
Rubén en la zaga; y la pareja de extremos estuvo conformada en esta ocasión p
or Lanzarote e Hinestroza. Un equipo muy cambiado respecto del básico en la excelente racha vivida por el Zaragoza en las cinco jornadas precedentes.
La primera parte fue mala. Muy mala por parte del Real Zaragoza. Atascado, sin fútbol en medio campo, sin imaginación. Con las bandas taponadas por la zaga visitante,
ni Lanzarote ni Hinestroza tuvieron espacios por los que moverse a gusto. En el timón, Morán ausente. Dorca, con ganas pero sin imaginación. Y, sobre todo, con un Diamanka alborotado, sin orden ni concierto en los muchos balones que tocó. Así, la generación de acciones ofensivas de los aragoneses brilló por su ausencia prácticamente total.
El Albacete vivió tranquilo hasta el descanso. Bien plantado en el campo, el cuadro manchego, agobiadísimo de la tabla, en ningún momento dio sensación de ser padecer ante los atribulados zaragocistas. Eso sí, en el aspecto ofensivo, se mostró romo y tampoco causó demasiados
quebraderos de cabeza a la línea de contención del Zaragoza.
Cuatro ocasiones de gol se contabilizaron en los primeros 45 minutos. La primera, en un cabezazo de
Guitián a la salida de un córner que
Juan Carlos, el portero visitante, envió a saque de esquina junto a la escuadra con apuros. Era el minuto 4 y significó un espejismo de lo que vendría después. Hasta el minuto 26, el Zaragoza no armó otro disparo. Fue
Ángel, desde fuera del área, tras un pase largo de Rico por encima de los centrales, pero el chut de volea del ariete canario se marchó fuera por poco.
Dos minutos después, llegó la
única jugada peligrosa de los albaceteños.
Portu arrancó solo hacia la portería en un error de la línea media zaragocista y
Rubén, en un excelente retroceso, se anticipó por detrás al mediapunta visitante para evitar el gol. Y, por fin, en el minuto 32, la única jugada con cierta intención de
Hinestroza terminó con un centro-chut cerrado del colombiano que se paseó por alto delante de la portería sin llegar a entrar. En la continuación de la acción, el centro de
Lanzarote no encontraría rematador.
Tras el intermedio,
Carreras se vio obligado a llevar a cabo dos cambios de tacada. No quiso hacerlos de salida, pero rectificó en el minuto 6. Sergio Gil salió para dar algo de control al balón en el puesto de
un silbado Diamanka, y Pedro suplió a Lanzarote, en una permuta que no gustó al graderío. El efecto perseguido no lo consiguió el técnico catalán.
El equipo siguió sin rigor con la pelota y los minutos fueron transcurriendo desesperadamente sin que el Zaragoza llegase al área rival con peligro.
Al contrario, fue el Albacete el que dispuso de hasta dos claras ocasiones para adelantarse en el tanteador. El exzaragocista
Paredes, a la salida de un córner, cabeceó solo en el área pequeña y la pelota se fue alta rozando el larguero en el minuto 4 de la reanudación. Nueve después,
Portu aprovechó un error de Morán en la salida desde atrás para chutar duro desde la frontal con todo a favor.
Manu Herrera rechazó con muchos apuros.
La lesión de Rubén obligó a Carreras a gastar la última bala indeseadamente.
Abraham reapareció como lateral zurdo, pasando Rico a jugar de central. Dongou, que iba a ser la tercera sustitución, se quedó inédito. El partido se enmarañó por las dos partes, sin ninguna continuidad. Todo fueron faltas, lesiones, asistencias de los médicos… Luis César también movió a su equipo, buscando la victoria a la desesperada: metió en el campo al ariete
César Díaz a la caza de algún balón potable en las cercanías de
Manu Herrera. De nada le sirvió al técnico gallego, pues su equipo en vez de irse hacia arriba retrocedió cada vez más en busca del 0-0 que se le acabaría
escapando en el tiempo de aumento. La
salida de Abraham, accidental, acabaría por ser decisiva. El lateral barcelonés se convirtió en el mejor estilete por la banda zurda, llevando balones al área como el que acabó dando el
milagroso 1-0. El último cuarto de hora fue de total acoso zaragocista al área d3el nerviosos Juan Carlos, al que el Zaragoza no forzó ni probó en toda la sesión.
Ángel marró un gol hecho a falta de 14 minutos, chutando alto tras un pase largo de Hinestroza. Pedro, en un córner directo,
casi marcó en el minuto 80, pero el guardameta manchego despejó el balón sobre la línea.
Y, con cinco minutos de añadido a causa de las muchas interrupciones vividas en el segundo tiempo, la presión del público hizo de
jugador número 12 vital para los zaragocistas.
Campins abrió el campo por la derecha, Abraham por la izquierda, Hinestroza se metió por el centro con aire incisivo y Pedro, pese a que no concluyó ninguna jugada con tino, también abanderó el acoso total de los blanquillos hasta que llegó la jugada providencial del 1-0.
Pasó el calvario. Se disolvió el susto. Y el Real Zaragoza sumó tres puntos que lo hacen dormir en puestos de promoción y con sus cálculos en perfecto estado de revista. Ahora no se pude mirar el método ni las formas.
Es momento de ganar, como sea y en el minuto que sea. Son ya seis partidos consecutivos sin conocer la derrota, sumando sin cesar. Catorce puntos adicionados de los últimos 18 dirimidos ante rivales de todo tipo y condición
. La contrarreloj zaragocista sigue viento en popa y, con el magnífico paladar que deja siempre ganar un partido fuera de tiempo, ya toca pensar en el
viaje a Tenerife. Ficha Técnica
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