El Real Zaragoza ganó 0-1 en Vallecas en un partido poco vistoso pero pleno de efectividad, en especial en la segunda parte, con un gol de penalti repetido que anotó, en medio de la polémica entre la hinchada local, el capitán Javi Ros. El equipo zaragocista afrontó este duelo sin Cristian Álvarez, Vigaray, Atienza, Kagawa, Igbekeme (por supuesto, sin el ya desaparecido Dwamena), es decir, sin infinidad de sus piezas titulares y con un equipo de circunstancias que, al final, supo responder a la adversidad. El VAR ordenó al árbitro, De la Fuente Ramos, que se volviese a lanzar una pena máxima que Ros había fallado en primera instancia, con el matiz de que lo hizo casi dos minutos después del lance y con el juego reanudado.
El primer tiempo fue feo, con fútbol espeso, impropio de un partido de cierto nivel. Con un equipo zaragocista plantado a verlas venir, sin control del balón, sin afán de despliegue arriba. Y con un Rayo Vallecano torpe, que casi nunca supo sacar provecho de su mayor dominio y posesión de la pelota. Los minutos se hicieron largos por duros de digerir para cualquier espectador medianamente exigente. Un dato: el cuadro aragonés no llegó jamás al área de Dimitrievski con peligro, con alguna combinación digna de ser loada. En el otro extremo del campo, en la portería de la tapia de Vallecas, Ratón se acabó erigiendo en el sostén del 0-0 que llegó intacto hasta el descanso, con tres paradas de mérito y un buen manejo de los centros altos a su zona de influencia.
En los primeros 20 minutos no pasó nada de nada. Todo fue un correcalles repleto de yerros de unos y otros. Fútbol de Regional. Un ‘pelotoneo’ de baja estofa que provocó bostezos y algún pito de desaprobación en la grada. El primer disparo con alguna intención lo ejecutó, en ese hito del crono, el local Trejo, un delantero-mediapunta metido ahora a faenas organizativas en el 4-1-4-1 de Paco Jémez, el exzaragocista entrenador vallecano, que chutó desde lejos para que Ratón hiciera el primer despeje con riesgo, a córner. Ahí, el cuadro madrileño espabiló. En el 25, el ariete tanque Ulloa (campeón de la Premier League inglesa hace dos años con el Leicester) falló solo, a placer, un centro medido de Luna tras un error garrafal de entendimiento entre Guti y Delmás en la salida desde atrás. Era la tónica reinante: el Zaragoza no daba tres pases seguidos ni en sueños.En el 29 fue Pozo el que, desde el vértice del área, en otra desatención defensiva avispa, golpeó duro para que Ratón volviera a rechazar con apuros. Se olisqueaba el primer gol… pero por fortuna este no acabó llegando nunca por la falta de destreza rayista en los metros finales. De repente, en una de las escasas veces que el Real Zaragoza atravesó la medular con algo de intención, en un córner provocado en el minuto 34 tras un pelotazo largo en busca del náufrago Luis Suárez (vivió solo todo el tiempo), el central Guitián se sacó de la chistera una espuela, un taconazo en el primer palo, que rebotó en la barriga de un zaguero local que cubría la portería, evitando así un gol que hubiera sido tan raro como bello.
Fue algo aislado, pues el bloque de Vallecas continuó intentando, con más corazón que acierto, llevar peligro al área zaragocista entre los errores constantes en los pases de los de Víctor Fernández, que tampoco estaban atentos a las segundas jugadas, a los balones divididos o rebotados: todos eran para el Rayo. En un arreón madrileño, entre el minuto 39 y el 41, llegaron hasta tres opciones claras de gol. Pozo, en la primera, disparó desde fuera delárea, solo, alto por poco. Seguidamente, Embarba lanzó una falta desde 25 metros y obligó a Ratón a despejar a saque de esquina pegado al larguero. Y a la salida de ese córner, Ulloa tuvo en la ocasión más nítida del primer periodo, cabeceando solo un balón que iba a la escuadra y que Ratón sacó con las yemas de los dedos cuando el estadio cantaba ya el 1-0.
En los últimos 5 minutos del primer periodo, el partido se pausó, como buscando la tregua del refrigerio. Y ahí, el Zaragoza gestó su mejor opción para adelantarse en el tanteador. En el 43, Delmás cabeceó una falta lejana volcada al área por Guti y el portero Dimitrievski, que había dudado en la salida, rechazó como pudo, con algo de fortuna, un balón que se iba dentro. Era la prueba de que el equipo aragonés, sin jugar a nada, estaba metido en el partido gracias a que el rival estaba igual de errático que él y que, de seguir avanzando así el minutero en la segunda parte, era posible soñar con ‘hacer un Albacete’, o sea, ganar al final sin demasiados alardes futbolísticos en una tarde de fútbol rancio, agriado. Solo el debutante Puado daba muestras de algo distinto, con buenos movimientos, eso sí, con cuentagotas. Los demás, muy quietos, muy planos en sus propuestas individuales.
Leve mejoría y el gol ganador
La segunda fase empezó sin cambios y con los mismos argumentarios. El Rayo falló un gol nada más reiniciarse el juego, en el minuto 48, cuando Ulloa no llegó en el segundo palo a empujar a la red un centro cerrado y raso del vertical Álvaro García, que trajo de cráneo a Delmás y Nieto (cambió de banda alternativamente todo el tiempo). Enseguida, Jémez metió en juego al incisivo Andrés Martín, otro punta más. Y Víctor quitó al nulo Blanco para dar minutos a Soro, uno de los damnificados del anterior partido ante el Albacete. Y llegaron de inmediato dos grandes ocasiones de gol para los zaragocistas. En la primera, Puado, mano a mano, no quiso rematar él, asistió a Luis Suárez, lo hizo mal y el balón se perdió fuera de puerta. Terrible error en el minuto 58.
Y un minuto después, Luis Suárez fue objeto de penalti cuando iba a rematar solo en el área tras un error en la salida del balón del Rayo. Estaba Ros en el campo y enseguida cogió el balón para lanzarlo. Bajo la psicosis de los tres penaltis fallados con anterioridad por el equipo (dos de Suárez y uno de Eguaras), el navarro chutó… y paró Dimitrievski. Tiró al centro y el portero rechazó sin tener que bascular a ningún lado. Cuando la afición local celebraba el asunto y el juego continuaba, casi dos minutos después, el VAR avisó al árbitro de que había que repetir, que el arquero rayista se había movido de la raya. El juego se paró entre la estupefacción general y hubo otra oportunidad para Ros. Esta vez no erró, engañó al guardameta macedonio y puso el 0-1 en el minuto 63. El Zaragoza ya tenía su botín en las alforjas, logrado con la mínima plasticidad. Quedaba menos de media hora y nacía un nuevo partido.
El técnico vallecano se la jugó a su estilo: retiró al central Milic y puso otro ariete más, Piovaccari. El Rayo era un equipo partido, lleno de atacantes y sin medio campo. Y los nervios empezaron a florecer en sus jugadores. El Zaragoza empezó a sentir que el triunfo podía ser algo factible en un día complicado y de fútbol escaso. O sea, una de esas victorias que tan bien sientan. Soro, en otro mano a mano tras taconazo de Luis
Suárez en el minuto 75, tuvo la sentencia en su bota izquierda, pero el cincovillés no supo resolver y remató suave a las manos de Dimitrievski, cuando Puado le acompañaba solo para empujarla. El Rayo era un desorden tremendo y Luis Suárez, en otra contra en solitario un minuto más tarde, volvió a amagar el segundo tanto. Pero el colombiano, ya solo ante el guardameta, se trastabilló con el balón y remató mal al cuerpo del arquero rayista. En este tramo de partido, el Zaragoza debió rematar a los madrileños, pero el gol en jugada ligada se sigue resistiendo.
Víctor metió a Papunashvili por un cansado Puado en el último cuarto de hora, que se presentaba tenso y lleno de acoso franjirrayado. Los de Vallecas empezaron a pedir penaltis a discreción, buscando la complicidad del VAR. El recurso del pataleo de quien no da una a derechas. Los zaragocistas, por su parte, practicaron como nunca el ‘otro fútbol’, con las clásicas lesiones puntuales e interrupciones que otros equipos han hecho tradición últimamente. Suárez se marchó acalambrado, Piovaccari cabeceó picado un centro desesperado al área aragonesa, encontrándose de nuevo con Ratón… y el segundero rebasó el tiempo reglamentado. Ya quedaba menos para un éxito imprevisto, visto lo visto en la primera mitad. El árbitro dio 6 minutos de añadido. Lógico, aunque otros colegiados no apliquen semejante prórroga otros días del mismo pelaje.
Y llegó el final feliz. La algarabía zaragocista, con abrazos efusivos sobre el césped, firmó un triunfo de enorme valor estratégico para un equipo capitidisminuido en Vallecas que supo reponerse a base de casta y alma en muchos jugadores cargados de responsabilidad. Son 3 puntos vitales para frenar un posible bache anímico, tras lo ocurrido una semana antes en La Romareda, y para devolver al equipo a las proximidades de la zona noble de la clasificación, donde siempre ha vivido desde el inicio de la liga. Se disuelven los nervios y se aplacan los miedos que surgieron al perder inmerecidamente ante el Albacete por 0-1 el último día en el minuto 94. Una buena tarde en Madrid.
Ficha Técnica
Rayo Vallecano: Dimitrievski; Tito, Saveljich, Milic (Piovaccari, 66), Luna; Trejo, Embarba (Advíncula, 77), Joni Montiel (Andrés Martín, 55), Pozo, Álvaro García; y Ulloa.
Real Zaragoza: Ratón; Delmás, Guitián, Grippo, Nieto; Eguaras, R. Guti, Javi Ros; Blanco (Soro, 55), Puado (Papunashvili, 77); y Luis Suárez (Lasure, 88).
Árbitro: De la Fuente Ramos (Comité Castellano-leonés). Amonestó a Eguaras (39), Dimitrievski (62), Puado (72), Javi Ros (74) y R. Guti (92).
Goles: 0-1, min. 63: Javi Ros, de penalti.
Incidencias: Tarde fría en la capital de España, con 9 grados y viento. El césped del estadio de Vallecas presentó un buen aspecto en medio de su vetusta arquitectura. En las gradas hubo alrededor de 12.000 espectadores, de ellos, un millar zaragocistas.
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