Misión cumplida. Cualquier cosa que no hubiera sido la victoria del Real Zaragoza en el campo del colista y casi desahuciado Deportivo de La Coruña se habría evaluado como tropiezo serio, quizá como fracaso según el formato. Era un día de obligación inexcusable por parte de los chicos de Víctor Fernández, solo podían salir exitosos de Riazor para no sufrir críticas o censuras, según rigen las normas de siempre en el fútbol. Y, con más sufrimiento del debido en momentos puntuales, lograron su objetivo. El 1-3 final define el estado de pulso y ánimo de unos y otros. Y no fue un marcador más amplio porque los zaragocistas no estuvieron certeros en acciones clave del desarrollo del partido. De haber tenido un poco más de veteranía, la victoria hubiera sido mucho más rotunda y, sobre todo, sin un solo sudor frío ni riesgos de patinar, como sí hubo en muchas fases del segundo tiempo.
El partido, desde el mismo inicio, respondió a pies juntillas a lo previsto: un Dépor histérico, atenazado por su condición de último clasificado y hundido en la tabla, con más ganas que cabeza y, en frente, un Real Zaragoza expectante en los primeros minutos, viéndolas venir con calma y, poco a poco, soltándose en ataques con peligro sobre el área local. Los primeros 20 minutos fueron, en esas coordenadas, feos de ver.Muy densos, sin juego de calidad, con los gallegos fallando infinidad de pases sencillos en cuanto se acercaban a la zona de peligro y el cuadro zaragocista demasiado torpe, leyendo mal los desmarques de Suárez y Puado y con abuso del pase atrás, el pase del miedo y la seguridad.
El duelo empezó con susto para los avispas (el Zaragoza lució su segundo uniforme), pues se concedió una falta al borde del área en el minuto 3 que, con Aketxe en el equipo adversario, es siempre sinónimo de riesgo supremo. Esta vez, el vasco lanzó por arriba y la cabeza de Puado, en la barrera, evitó cualquier peligro de gol. En el minuto 6, en la primera llegada aragonesa al portal coruñés, Eguaras lanzó un chut colocado desde fuera del área al que respondió Dani Giménez bien con una palomita que llevó el balón a saque de esquina. En la espesura global, plagada de yerros individuales en unos y otros, Soro protagonizó el siguiente intento de gol, en el minuto 15, pero su disparo, de alevín, fue mansamente a las manos de Giménez cuando el cincovillés estaba solo en la corona del área. Y, también dentro de ese tramo abstracto del partido, cupo computar un exceso de confianza de Ratón, que regateó en el área a Aketxe con muy mala praxis, y estuvo a punto de conceder el 1-0, pues a Koné le faltó un centímetro para llevarse el balón tras la pifia del portero zaragocista.
Hubo como un resorte a partir del minuto 22, tras un disparo lejano de Bergantiños que atrapó Ratón abajo, que hizo espabilar de repente al Real Zaragoza. No podía seguir vagueando por el campo, sin buscar apenas pases en profundidad. El Dépor estaba sobre el alambre anímicamente y había que golpearlo ya cuanto antes. Y así sucedió. El equipo de Víctor dio varios pasos adelante, de la mano de Ros sobre todo (mal Eguaras y peor Igbekeme en su manejo del balón durante infinidad de momentos), y metió atrás a los locales en un cuarto de hora final del primer tiempo que fue clave para decantar el marcador a su favor.
Avisó claramente Luis Suárez en el minuto 29, en una contra que concluyó con un disparo raso, potente, que se estrelló como un obús en el palo derecho del Deportivo. Era la salva de aviso de lo que venía. En el 31, Javi Ros entró en el área tras un córner ensayado, gestado por Soro y Eguaras en la esquina, y su disparo raso lo sacó en la raya, junto al poste, el portero Dani Giménez para evitar el primer tanto del choque. Ya iban dos cornetazos de advertencia zaragocista. Y, a la tercera, llegó el ansiado gol.
Fue el primer tanto a balón parado de la temporada zaragocista, tras cuatro meses de competición. Sacó un córner Soro en el minuto 32 y Guitián cabeceó arriba del todo, con poderío e intención, dejando muerto al portero, sin reacción posible. Ahí, el Dépor ya tembló como un flan. Y su gente, callada hasta entonces, empezó a embravecerse contra ellos. En ese ambiente no tardó en consumarse el 0-2. También llegó de cabeza, rara avis este año en las filas aragonesas. Lo hizo Puado, en el 38, rematando un centro preciso de Javi Ros desde la derecha, picando el balón fuera del alcance del portero. El 0-2 hizo estallar las bombas del graderío galaico. Y el Zaragoza llegó al descanso con calma y con un marcador halagüeño a más no poder. Todo según lo diseñado en los planes de Victor Fernández.
El cuadro local, en el descanso, jugó a la desesperada con los cambios. Luis César Sampedro dejó en la ducha a Aketxe y Koné y metió frescura con Beto Da Silva y Borja Valle. Algo tenía que hacer el técnico gallego, aunque solo fuera para la galería. El Zaragoza salió con los mismos, pero no con la misma tensión que había mostrado hasta entonces. Le sentó mal el intermedio a los muchachos de Fernández. No había que darle vida al Dépor en los primeros minutos, era cuestión de contemporizar… pues bien, hicieron lo contrario. En tres minutos de juego, en el 48, el 1-2 estaba ya en el tanteador. Cantada de la zaga a espaldas de los centrales, pase de Beto Da Silva a Borja Valle (las dos novedades) y éste, tras regatear a un dubitativo Ratón, marcó a puerta vacía. Horrible inicio del segundo tiempo.
El equipo coruñés renació con el patrocinio gratuito de los zaragocistas, que apagaron los gritos de ‘directiva dimisión’ y templaron las gaitas del rival. Y el 2-2 no llegó de milagro en el 53, en pleno desconcierto avispa. De nuevo Borja Valle se quedó solo tras Guitián y Clemente, blanditos en esta faceta del retrovisor. Pero, esta vez, Ratón salió con decisión y evitó el daño con el cuerpo, con fortuna. Víctor retiró enseguida del campo a un errático Igbekeme, que volvía al equipo tras dos partidos ‘lesionado’ y, por lo visto, podría estar otros dos (o doscientos) fuera sin que nadie lo echase en falta. Metió a Lasure en funciones de volante izquierdo. Había que espabilar para no perder ridículamente la gran ventaja que se había logrado en el primer periodo.
El Dépor agotó las sustituciones dando salida al ariete Longo en vez de Mollejo. Todo a una carta. El Zaragoza fue saliendo de la pájara poco a poco, pero la tarde se le iba a seguir complicando a los de Víctor. En un contragolpe aragonés, en el minuto 65, tuvieron los avispas la sentencia: un penalti a favor, clarísimo, de Lampropoulos a Luis Suárez. Ahí estaba la puntilla para el atorado equipo gallego. Lo lanzó Luis Suárez, claro. Pero volvió a fallar. Y ya lleva tres marros desde los 11 metros (más otro, el de Eguaras). Se lo paró Giménez. De nuevo, el Zaragoza se empeñó en indultar al Dépor. Como si fuera su cómplice. Algo increíble. No se pude fallar tanto y tan claro en un día así. El equipo de
Víctor pareció en el segundo tiempo un grupo de pipiolos aprendices. Un bloque poco cuajado, sin hacer, a falta de varios hervores.
El Dépor intentó achuchar sin argumentos. Por empuje. Como en el cabezazo de Borja Valle en el 76 que paró bien Ratón en el suelo. El Zaragoza contragolpeó de vez en cuando sin demasiada chispa.Como cuando Soro, en el 74, avanzó 30 metros y disparó de rosca, con la suavidad habitual en el canterano, fuera, cerca del poste. Los de Víctor estaba abocados a padecer por su mal entendimiento del duelo, por sus errores garrafales en acciones clave para haber rematado con mucha antelación a un contrincante cadavérico. Menos mal que los de La Coruña nunca encontraron la inspiración para aprovechar tanto regalo zaragocista. Y, claro está, menos mal a que en su desvarío futbolístico, los gallegos aún iban a dejar más huecos en su zaga para que los aragoneses ataran el triunfo en la recta final con un tercer gol balsámico.
Lo hizo, para desquitarse, Luis Suárez en una acción personal y vertical en el área, en el minuto 79, que concluyó con un chut raso y duro que batió a Giménez por el centro del marco. El 1-3, a 10 minutos del final, ya sí pareció definitivo. El graderío de Riazor se encendió en llamas contra todo y contra todos. Y el fútbol fue lo de menos de ahí a la conclusiòn. Bronca, chanza hiriente con los suyos, amenazas a periodistas… imágenes feas, tanto como los graves insultos proferidos durante el primer tiempo desde la zona de los ultras deportivistas contra Zaragoza, la Virgen del Pilar, Aragón, o sea, al más puro estilo de El Sadar pamplonés, puro plagio. La LFP tendrá algo que decir al respecto.
Víctor dio minutos a Kagawa y Linares, pura anécdota. El choque languideció sin interés de nadie. Sobraron todos los minutos tras el tercer gol zaragocista. El epílogo fue un suplicio para los locales y un trámite para los de Víctor, que alzaron los brazos con satisfacción cuando el árbitro dio los tres pitidos finales. El objetivo, en un día de máximo riesgo, estaba cumplido. Con mucho más sufrimiento del debido, pero los 3 puntos iban a viajar a Zaragoza en el avión de vuelta. El equipo aragonés sigue en la zona noble de la tabla, con paso firme entre los accidentes que padece y los palos en las ruedas que el destino le viene preparando semana a semana. Meritoria situación en puertas de parón navideño. De aplauso sonoro.
Ficha técnicaDeportivo de La Coruña: Dani Giménez; Mujaid, Lampropoulos, Somma, Luis Ruiz; Bergantiños, Nolaskoain, Vicente Gómez; Mollejo (Longo, 63), Aketxe (Beto Da Silva, 46) y Koné (Borja Valle, 46).
Real Zaragoza: Ratón; Delmás, Guitián, Clemente, Nieto; Eguaras, Javi Ros, Igbekeme (Lasure, 54); Soro, Puado (Kagawa, 82); y Luis Suárez (Linares, 87).
Árbitro: Galech Apezteguía (Comité Navarro). Amonestó a Vicente Gómez (5), Luis Suárez (71) y Kagawa (83).
Goles: 0-1, min. 32: Guitián. 0-2, min. 38: Puado. 1-2, min. 48: Borja Valle. 1-3, min. 79: Luis Suárez.
Incidencias: Tarde fresca en La Coruña, con 10 grados tras un fin de semana lluvioso. El césped de Riazor presentó un buen estado. En las gradas hubo alrededor de 10.000 espectadores, apenas un tercio del aforo. El partido empezó sorprendentemente con 6 minutos de retraso por un fallo técnico en los intercomunicadores entre los árbitros y el VAR
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