El Real Zaragoza cosechó su primera derrota fuera de casa en lo que va de temporada (la segunda en global) tras perder en Fuenlabrada por 2-1 en el partido suspendido en su día, el 18 de septiembre, por una gastroenteritis de buena parte de la plantilla madrileña. Victor Fernández, que apostó por una alineación revolucionaria, dando oportunidades a jugadores poco habituales en la titularidad hasta el momento, casos de Pombo, Papunashvil o Blanco, y dejó en el banquillo a Luis Suárez, Kagawa o Eguaras, no logró obtener el nivel mínimo necesario en el equipo para puntuar ante un cuadro local animoso, recién llegado de Segunda B y con una inercia tremendamente positiva, que lo acabó superando por un acierto extraordinario en los momentos de la verdad del duelo.
Así hemos vivido en directo el minuto a minuto del Fuenlabrada-Real Zaragoza
Terrible fue la primera parte del cuadro zaragocista. Sin ideas, sin velocidad en el escasísimo juego que intentó de medio campo hacia arriba. Sin referencias en punta, echando en falta desde el primer instante a Luis Suárez y Kagawa, suplentes esta vez. El fútbol, por la pobre propuesta del Fuenlabrada en iniciativas y combinaciones, resultó aburrido a más no poder. Un tostón como una montaña de grande. Los dos equipos pudieron ser castigados por falta de combatividad durante muchos trechos de los primeros 45 minutos si el duelo hubiese sido de boxeo en vez de balompié. Infumable.
Pareció, desde muy pronto, que ambos apostaban por el 0-0 sin rubor. Pero el Fuenlabrada tenía un as en la manga. O varios, al estilo de los jugadores de póquer del lejano oeste. Y no era otro que su juego de estrategia, su balón parado. Los de Mere se juegan buena parte de las bazas cada partido a esa apuesta. Y así lograron una ventaja preciosa a la que, por puesta en escena, no se hicieron nunca acreedores. El gol de Hugo Fraile, en el minuto 35 al lanzar con precisión y potencia un golpe franco directo desde 25 metros, sirvió de paso para castigar duramente a un Zaragoza timorato, acomplejado, sabedor de que era una versión B. Nadie de los nuevos que tenían su gran oportunidad de reinvidicarse dio la talla.
El Real Zaragoza solo disparó una vez. Y no a puerta. Fue al inicio, en el minuto 2, en una penetración de Nieto cuando el partido aún no había roto a hervir. Su chut, con la derecha (la mala), se le marchó fuera, mal, desviado. Y, hasta el momento fatídico del 1-0 para los aragoneses, el Fuenlabrada únicamente había intentado un remate, por parte de Clavería desde larga distancia, en el minuto17, que se fue muy alto, a la lona que hace de tapia en la portería de la derecha de la única tribuna de obra que tiene el campo de fútbol de la localidad madrileña (las otras dos están levantadas con mecanotubo). No se pudo computar más actividad ofensiva en unos y otros. El minutero fue avanzando entre bostezos. Con toques y toques inertes de los zaragocistas en su propio campo, mientras los 11 azulones locales esperaban agazapados atrás sin ningún recato.
Si en La Romareda, algún día, el Real Zaragoza plantease así un partido, el runrún y la pitada sería monumental antes de la media hora. Es la ventaja del modesto. De un equipo que vive un sueño, su primer año en el profesionalismo y, además, con una rentabilidad excelente que lo tiene arriba en la tabla. El público fuenlabreño acepta todo. Mucho más si, como fue el caso, sirve para ganar y tumbar a un grande de la categoría que también acudió al Fernando Torres en busca de la 2ª plaza de la clasificación.
Víctor dejó a los puntas titulares fuera del once inicial. Programó un 4-3-3 revolucionario. Los tres de arriba eran Papunashvili por la derecha; Blanco por la izquierda; y Pombo de ariete. No hubo noticias de ellos jamás. En la medular, también dio descanso a Eguaras. El pivote fue un errático Javi Ros, mal secundado por Igbekeme (no espabila el africano) y Guti. Y atrás, los laterales Delmás y Nieto, esta vez, no lograron llegar arriba nunca con cierto peligro. Total, que no había fábrica de fútbol en el Zaragoza se mirase por donde se mirase. Un desastre general.
Atrás no sufrieron apenas ni Atienza ni Grippo y sus máculas mayores fueron con el balón en los pies. La noche estaba ciega de luces, de ideas, de empuje. Cristian Álvarez, que no sudó, vio como la falta de Hugo Fraile lo sobrepasaba sin poder hacer nada. Nunca un partido tan obturado en los dos ataques tuvo un marcador tan injusto, ese 1-0 para los locales que obligaba a Víctor Fernández a agitar el equipo de inmediato para evitar un golpe duro en la noche en la que se actualizaba la liga blanquilla con este partido aplazado hace un mes.
Sin embargo, lo debió hacer solo oralmente, porque no introdujo sustituciones tras el refrigerio. Volvieron los mismos. En los fuenlabreños, la cosa estaba en orden. Mere, su emergente entrenador, solo debía mantener el pulso y el timón para acercarse al triunfo final. Los madrileños empezaron fuertes la segunda mitad, con un disparo cruzado de Hugo Fraile en el área que se marchó cruzado, por alto, fuera por poco. El potencial aéreo de los azules y su pegajosa defensa en las marcas impedía, como en todos los minutos anteriores, que los zaragocistas enlazaran alguna jugada. Y ya no servía contemporizar porque el marcador decía que el fiasco estaba en marcha.
Alguien debia tirar de orgullo en el Zaragoza. Hacía falta casta, rasmia, reacción visible. Los primeros minutos del segundo tiempo fueron, en este sentido, decepcionantes. El equipo aragonés seguía igual que antes del intermedio. Torpe, sin encontrar espacios, sin que nadie se asociase con nadie convenientemente. Mala pinta tomaba el asunto. Así que Víctor hizo enseguida un doble cambio: Luis Suárez y Soro al campo en el minuto 57, en vez de Blanco e Igbekeme. Los sustituidos los podía haber elegido Víctor por insaculación, porque daba igual a quien quitase del césped. Estaban todos para irse a la ducha.
Y las cosas del fútbol empezaron a aparecer para bien zaragocista. De repente, Pombo agarró un balón en el lateral del área, intentó quebrar a Iribas y este le hizo penalti. Javi Ros lo pidió para transformarlo en el 1-1 a falta de media hora. Nacía otro partido. De la nada había surgido la vida. Como en la Creación, como en el Génesis. El Real Zaragoza podía plantearse algo diferente. Lo más difícil ya lo tenía: igualar un partido torcido, repelente, sin apenas muestras de proyección atacante hasta esos momentos. Al Fuenlabrada, de paso, el destino le penalizaba por su falta de ambición y su quietud táctica.
Pero no era el día de los de Víctor Fernández. El 1-1 solo les duró en el paladar 6 minutos. Ibán Salvador, el menudo punta local, que acababa de suplir al tanque Oriol Riera, tocó el primer balón para anotar el segundo gol local en un centro raso desde la derecha que nadie restó. Mal los centrales, Atienza y Grippo. De nuevo, el Zaragoza
estaba K.O., caído en la lona. Al Fuenlabrada, estaba claro, la liga le está dando mucho para tan poco como arriesga. Kagawa fue la tercera bala de Fernández desde el banquillo, en vez del desaparecido Papunashvili, una nueva decepción. Y van…
En el minuto 73 Pombo tuvo el nuevo empate en su pie derecho, con un voleón en el área, tras centro de Nieto que quedó muerto en el punto de penalti que rechazó Biel Ribas en un paradón. Una pena, pues fue la mejor jugada zaragocista en toda la noche hasta ese instante. El Fuenlabrada dio varios pasos atrás cuando olió que ya llegaba el último cuarto de hora. Lo suyo era guardar ya el botín adquirido sin apenas exponer. Un fútbol rácano pero eficiente a más no poder. El Zaragoza empezó ya a jugar contra el reloj, con prisas. Y las prisas son malas consejeras siempre. Luis Suárez, en el 80, agarró su primer balón potable, se fue en carrera hacia el área, pero la culminación fue desastrosa, cruzada, fatal.
En la recta final, el Fuenlabrada estuvo cerca de anotar el tercer tanto en una contra bien ligada, pero el remate final de Hugo Fraile lo sacó Cristian Álvarez, en el minuto 86, a saque de esquina en una buena parada. Y quien tenía que apretar, el que perdía, que era el Real Zaragoza, apenas asomó por el área de Ribas. El mundo al revés. Fue el colofón a una noche horrible del equipo aragonés, la peor de todas hasta ahora. Los locales enmarañaron el juego, hubo tarjetas, encontronazos… de todo menos que el balón rodara. De nuevo el Zaragoza caía en el cepo lobero de la picardía del rival. Y el partido se acabó para algarabía de los fuenlabreños, que son segundos en la clasificación, y para decepción mayúscula del zaragocismo, que pudo entrar en terrenos de ascenso directo pero se quedó con el cuerpo frío al ver la pobre respuestas de su equipo en esta ocasión. El partido, esta vez con matices negativos, deja muchas lecturas a analizar dentro del vestuario y, por extensión, en el área deportiva, de cara al futuro inmediato.
Ficha Técnica
CF Fuenlabrada: Biel Ribas; Iribas, Chico Flores, Juanma (León, 53), Glauder; Cristóbal, Clavería; Hugo Fraile, Nteka (Jeisson, 76), José Fran; y Oriol Riera (Ibán Salvador, 65).
Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Delmás, Atienza, Grippo, Nieto; Javi Ros, R. Guti, Igbekeme (Soro, 57); Papunashvili (Kagawa, 72), Blanco (Luis Suárez, 57); y Pombo.
Árbitro: Milla Alvendiz (Comité Andaluz). Amonestó a Papunashvili (24), Grippo (34), Cristian Álvarez (87), Jeisson (89), Pombo (92) y Chico Flores (95).
Goles: 1-0, min.35: Hugo Fraile. 1-1, min. 60: Javi Ros, de penalti. 2-1, min. 66: Ibán Salvador.
Incidencias: Noche fría en Fuenlabrada, con 10 grados. El césped del campo de fútbol Fernando Torres presentó un buen aspecto. En las gradas hubo alrededor de 4.000 espectadores. La iluminación artificial, deficiente.
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