La UD Las Palmas, más cambiada pese a venir de jugar la promoción tras ser cuarta el año pasado, mostró que también está en fase de provisionalidad. Lento el trote de ambos equipos durante el primer cuarto de hora, jugaron casi andando. Todo era buscar el sitio y no fallar el pase. Aburrimiento en un estadio gigantesco donde el fútbol pierde fervor y gana el silencio. Ni un solo apunte que citar en esos 15 minutos de nada. Y, a partir de ahí, con una primera llegada de Marc Cardona que paró Cristian Álvarez en dos veces después de una pérdida peligrosa de Bermejo, los locales ejercieron de ello, espoleados por su gente. Un detalle: la primera parte acabó, tras 49 minutos de juego, sin un disparo a puerta del Real Zaragoza. Síntomas de mucho tiempo atrás que Carcedo y los no fichajes contundentes para la delantera no han solucionado, claro.
Los canarios tampoco estuvieron finos. Se les vio raros, espesos, sin velocidad. Pero las dos únicas oportunidades más que surgieron por insistencia en la primera mitad fueron suyas, las dos del veterano Jonathan Viera. En una, en el 22, le dio al aire en su remate a placer tras una incursión de Álvaro Jiménez (con jota, ex del Ibiza, no el ex zaragocista) y erró un gol que se olía. Y en el 26, tras otra pérdida fea en la salida, esta vez de Chavarría, Viera golpeó colocado tras la asistencia de Moleiro y Cristian Álvarez sacó a córner en buena estirada. Y nada más. Escasa chicha que llevarse a la boca del noctámbulo espectador, en esta velada de las 23.00 en la Península.
Destacaron los centrales, Francés y Jair, infranqueables por un cuadro canario que se empeñó en entrar por el centro, confiando mucho en las habilidades de Viera, Moleiro y el creador Loiodice. No pudieron rebasar nunca a los dos cierres zaragocistas. De medio campo hacia arriba, casi nada que subrayar como relevante. Molina, el nuevo, demasiado perdido. Grau, agarrándose al tacticismo con abuso del pase atrás y lateral (de seguridad, llaman ahora en argot). Vada, con garra pero sin tino. Puche, la gran sorpresa de Carcedo, hizo una buena penetración por la izquierda pero, como también le pasó a Gámez un par de veces, su centro con posibilidades de gol fue malo. Y Narváez, el ariete forzoso sin Azón, fue un náufrago, sin suministro de balones, trabajando a destajo para casi nada. Eso sí, forzó en dos individualidades dos tarjetas para los rivales. Se esforzó el colombiano en vano. Bermejo, en la línea conocida de los dos años precedentes: espumoso, inconcluso.
A las 00.08 empezaba la segunda parte. Algo fuera de la razón, ilógico, poco serio. Con todo por verse, por lo tanto. Un gol, para quien lo marcase, podía cambiarlo todo de cuajo. Carcedo no movió fichas aún en la caseta y esperó a ver que pasaba con los alterados biorritmos de la madrugada. Era ya domingo. En los primeros minutos de la reanudación se repitió el escenario: el Real Zaragoza apertrechado atrás, dejando el balón a Las Palmas y con escasísima velocidad tras el robo para salir a la contra. Nada de lo ensayado en el verano. Se vio ganas de jugar ordenados en los de Carcedo, hay un rigor que poner en cada acción, pero con eso no se gana. Hace falta pegada, profundidad y veneno, mucho más veneno. Así, el 0-0 es la máxima aspiración de no mediar un golpe de fortuna o un error mayúsculo del rival.
En el minuto 59, Bermejo sufrió una falta al borde mismo del área que pudo ser el primer tiro a puerta zaragocista de la noche. No ocurrió tal cosa, pues sin Eugeni en el campo (marcó en el amistoso de Gerona de ese modo), fue el mismo jugador madrileño el encargado de chutarla. No levantó el balón más allá de la cintura y golpeó suave en la barrera. Con Las Palmas un tanto dubitativo, Gámez sí que dispuso, por fin, de un gol cantado, pero Curbelo evitó que su disparo cruzado raso entrase en la red de un batido Valles. Carcedo metió a Eugeni y Mollejo en este arreón, en vez de los apagados Bermejo y Puche. Eran los mejores momentos aragoneses, con Narváez probando de nuevo al portero canario en el 63, sin fortuna.
Se llegó a los últimos 20 minutos con los dos técnicos buscando la pócima mágica en los banquillos, sustituciones mediante. El Zaragoza era algo mejor en la segunda parte, en líneas generales. Pero sufrió un susto de muerte en el 75, cuando Milla Alvendiz señaló penalti por una supuesta zancadilla de Chavarría a Loiodice. Con Viera preparado para lanzarlo, Vicandi Garrido le avisó desde el VAR de que había piscinazo y no contacto. Menos mal, porque ahí se podía haber escapado el empate. Hasta el final del choque, las imprecisiones de todo el mundo prevalecieron. Solo al final, una colada del efervescente Simeone,sustituto de Narváez hasta el mismo palo, que sacó Valles a córner en el 89, y el remate cruzado de cabeza de Petrovic a la salida de ese saque de esquina por dos palmos, llevaron peligro al área canaria.
Y, como colofón, el apunte del salvador Cristian Álvarez, que no podía faltar. Paradón descomunal en el minuto 92 a disparo desde 30 metros de Curbelo que se colaba cerca de la escuadra. Y a las 00.59 el partido concluyó. La 1 de la madrugada peninsular. La liga zaragocista empezó sin cambios y todo se parece demasiado a lo del tiempo anterior. Todo, porque no existe ninguna destreza ante el gol de parte de nadie. Y, obviamente, porque el elenco es casi el mismo, sin caras nuevas determinantes.
UD Las Palmas: Valles; Álex Suárez, Sidnei (Coco, 46), Curbelo, Sergi Cardona; Mfulu, Loiodice (Fabio, 77); Álvaro Jiménez (Clemente, 70), Moleiro (Benito, 70), Jonathan Viera; y Marc Cardona (Ale García, 86).
Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Gámez, Francés, Jair, Chavarría; Grau, Molina (Petrovic, 86), Vada (Francho, 80); Bermejo (Eugeni, 64), Puche (Mollejo, 64); y Narváez (Simeone, 80)
Árbitro: Milla Alvendiz (Comité Andaluz). Amonestó a Sidnei (7), Loiodice (43), Curbelo (45+2), Vada (61), Molina (67), Jonathan Viera (67), Coco (71) y Mollejo (76).
Goles: No hubo.
Incidencias: Noche agradable, con 24 grados y brisa refrescante tras un día de sol y nubes. El césped presentó un aspecto aceptable, con algunas zonas de hierba poco consolidada. En las gradas hubo alrededor de 16.000 espectadores. Se guardo un minuto de silencio por los socios de Las Palmas fallecidos la pasada campaña y se citó también el recuerdo al ex presidente del Real Zaragoza José Ángel Zalba Luengo. En el minuto 20 se paró el partido con una ovación para Kirian, jugador local que padece cáncer.
0 comentarios