Vamos a comenzar fuerte: “¡Oh, amigo! Si eres inteligente, cógeme en tus manos; pero si por entero eres ignorante de las Musas, arroja lejos lo que no entiendes. No soy accesible a todos: pocos son los que admiran a Tucídides, hijo de Oloro, ateniense de nación.” Pues sí, amigos míos, vamos a reseñar un libro que no puede estar al alcance de cualquiera. Un reto de lectura para el que se precisa un cierto bagaje previo, pero que resulta imprescindible para todo amante de la Historia Clásica. Comenzaremos, como es habitual, con una descripción visual del libro: tengo en mis manos un volumen de cuidadísima edición y maquetación impecable, encuadernado en tonos sobrios marrones y negros, cuya portada luce, discretamente, la fotografía de un casco de estilo corintio, de morfología sobradamente conocida por todos merced a la iconografía de la época y típico de los periodos arcaico y clásico de la Historia griega… Amén de ser tremendamente popular durante los siglos V y IV a. de C., periodo en el que se producen los hechos históricos de la obra que nos ocupa. Bajo esta fotografía, cuyo color combina perfectamente con el color del fondo, encontramos toda la información referente al título, autor y traductor, con un equilibrio en la maquetación que salta a la vista. Observamos también, distribuidos uniformemente a lo largo del volumen, una serie de anexos que, sin deformar el libro, ayudarán a comprender las evoluciones de los hechos narrados en él. Tal vez, vista la magnitud y tamaño de esta obra, habría sido recomendable una edición en cartoné, pero muy posiblemente no se haya querido editar de esta manera debido al aumento que sufriría en el precio final del producto. Así y todo, sin abrirlo, da impresión de ser un libro atractivo, cuyo sobrio aspecto advierte sobre lo que encontraremos en su interior. Y ahora toca hablar del autor, en este caso, “los autores”. ¿Por qué los autores? Simple: a la hora de publicar la traducción de un texto original, es tan importante la fuente como la pericia de quien lo traduce, y en este caso nos encontramos con un traductor de lujo: Francisco Rodríguez Adrados. Y no, no hablamos de un entendido cualquiera en la materia, sino del Excelentísimo Sr. D. Francisco Rodríguez Adrados: Doctor en Filología Clásica, Catedrático en el Instituto Cardenal Cisneros, la universidad de Salamanca y la Complutense de Madrid, presidente de la Sociedad Española de Estudios clásicos y de la Sociedad Española de Lingüística, académico de la lengua (sillón d) y de la Real Academia de la Historia, Premio Nacional de las Letras Españolas… Sin contar todas las distinciones recibidas a lo largo de su carrera (entre las que destaca la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio) y sus más de cuarenta estudios sobre la lengua griega y la indoeuropea. Todo un sabio al servicio de esta obra clásica. Y ahora llegamos a hablar del autor original: Tucídides. ¿Quién era este fulano? Pues un militar e improvisado cronista ateniense, procedente de una influyente familia, los Filaidas, en cuya estirpe encontramos héroes como Milcíades, el héroe de Maratón –sí, no Filípides- , o Cimón, victorioso general ateniense e hijo del anterior. Nació rondando el año 460 a. de C. Parece ser que pudo ser discípulo de Anaxágoras y de Antifón, y fue nombrado estratego (una suerte de general) de Atenas. Por su pobre papel en el asedio de Anfípolis fue condenado a un exilio de 20 años en los que, desde sus posesiones familiares de Skapté Hyle, en Tracia, vivió el resto de la guerra, ayudándole indudablemente a hacerse una semblanza totalmente imparcial del conflicto. Murió rondando los 70 años. Se trata de un texto para gente con cierto bagaje, con una cierta experiencia en el periodo histórico narrado; y porque esta obra incorpora una completísima bibliografía que hará las delicias de todos los interesados en la materia. Hecha esta pequeña semblanza, vamos a comenzar con el contenido del libro: todo comienza con una completísima introducción de cerca de 50 páginas por parte de Francisco Rodríguez Adrados… Bueno, vamos a decir que son dos introducciones, pues a la tremendamente exhaustiva introducción que nos presenta se le añade un anexo que cubre los pocos flecos que pudiesen haber quedado sin cubrir. Aquí se nos introducirá a la figura de Tucídides dentro del marco histórico de la Guerra del Peloponeso, su familia , orígenes y cómo el ambiente vivido pudo haber influido en él, también se nos ilustrará sobre la situación sociopolítica y sobre la estructura del libro, todo ello aderezado por múltiples notas a pie de página, citación y comparación de las fuentes y una completísima bibliografía. Se trata de una lección magistral de Historia de la Grecia Clásica que nos servirá estupendamente para afrontar la obra de Tucídides con un mínimo poso que nos permita sacarle un partido digno y nos ayude a comprenderla. A partir de la página 71, comienza la crónica de Tucídides. Una descripción del conflicto dividida en ocho libros, que cubren desde el ambiente prebélico hasta el 411 a. de C. El libro I es una introducción: nos advierte de que los hechos que siguen suponen la narración de una guerra sin precedentes, la mayor de todas las sucedidas anteriormente… Y prosigue con un recordatorio de la Historia antigua de Grecia, que aprovecha para exponer y ejemplificar sus ideas sobre la crítica histórica, así como para llevarnos a los orígenes del conflicto: el conflicto de Corcira (Corfú) y el asedio espartano de Potidea; y el choque inevitable entre el creciente poder ateniense y la anterior hegemonía espartana. Nos ilustra también sobre el discurso de Pericles aceptando la guerra y sobre las votaciones en Esparta y Corinto al respecto. Nos ilustra también sobre la planificación bélica ateniense: evitar los enfrentamientos en tierra firme y confiar en la superioridad naval, administrativa y organizativa ateniense para garantizar una victoria a largo plazo. El libro II (cubre aprox. Desde el 431 al 429 a. de C. ) nos presenta un análisis exhaustivo de las fuerzas con las que cuenta cada bando, así de cómo las fuerzas espartanas y sus aliados (lacedemonios) invaden con éxito el Ática causando graves estragos en el 430 a. de C. También nos habla de la muerte de Pericles, nos ofrece su discurso fúnebre y nos documenta sobre la primera plaga de peste en Atenas. Conoceremos también la fuerza de la contraofensiva ateniense: la expedición contra la costa peloponesia y Tracia, la toma de Potidea, el cerco de Platea, la victoria naval de Naupacto -que frustra los planes de la Liga del Peloponeso para encabezar futuras ofensivas en el norte-, la incursión peloponesia en Salamina y la incorporación de los tracios como aliados. Pasamos al libro III (del 428 al 426 a.de C. aprox.), en el que comenzamos con las revueltas de Lesbos y Mitilene y los logros atenienses en cuanto a la circunnavegación del Peloponeso. Veremos a los Mitileneos solicitando ayuda al partido lacedemonio contra los atenienses hasta su rendición a éstos últimos, el desarrollo de la guerra civil en Córcira y la aparición del segundo brote de peste en Atenas, así como de la aparición de varios terremotos. Llegamos al libro IV (425-423 a. de C.): comenzaremos con las batalla de Pilos, confrontación ganada por los atenienses siguiendo un desarrollo de desgaste al dejar al contingente espartano aislado sin posibilidad de recibir apoyo externo; y de Esfacteria, donde un contingente ligero espartano derrotó a un ejército lacedemonio. Veremos cómo estos acontecimientos llevan a lacedemonios y atenienses a negociar una tregua… que llevará a un armisticio en el 423. Mientras, se hace una expedición punitiva contra Corinto y Citera; y Megara, Acanto y Estagira abandonan su bando. Tras atravesar el ecuador del libro, llegamos al libro V (desde el 422 al 415 a.de C.): comenzamos con las circunstancias de la muerte del general espartano Brásidas y el ateniense Cleón en Anfípolis. Seremos testigos indirectos de las condiciones de la Paz de Nicias que, con la oposición de Corinto, Argos, Mantinea y Élide, garantizaron la paz entre los contendientes durante cinco años (del 422 al 417 a.de C.), pese a lo cual se declaró la guerra entre Epidauro y Argos, y entre Argos y Esparta. Nos contará también las circunstancias de la rendición de Melos a los atenienses. Los libros VI y VII (del 415 al 413 a. de C.) se centran fundamentalmente en la desastrosa campaña ateniense en Sicilia, con especial énfasis en el delicioso duelo oratorio entre Nicias y Alcíbiades, en el que se desarrollan las tesis contrarias sobre la política exterior de Atenas, que se aleja cada vez más del ideal defendido por Pericles –que, dicho sea de paso, defiende Tucídides- y que lleva al cambio de bando de Alcíbiades. Los lacedemonios aprovechan el batacazo siciliano para lanzar una nueva ofensiva contra el Ática y la toma y fortificación de Decelia, hostigando a la misma Atenas. Y ya terminamos: el libro VIII (413-411 a.de C. aprox.) nos narra la reanudación de las hostilidades, la rebelión contra Atenas de Quíos, Clazómenes y Mileto (entre otras) y, sobre todo, la guerra naval entre atenienses y peloponesios (apoyados por los persas de Darío II) en el Egeo, así como nos hablará del llamado “gobierno de los Cuatrocientos”, golpe de estado oligárquico en Atenas… Y la victoria ateniense en el Helesponto. En este momento, durante la narración de los hechos del 411 a. de C., termina abruptamente la narración. Se trata de un libro escrito en un modo atípicamente directo, sin tomar partido: una descripción pormenorizada, abrumadoramente precisa, exhaustiva, cruda y lineal de todo este conflicto que enfrentó a griegos contra griegos. Resulta tremendamente extraño como el autor, que pertenecía a uno de los bandos enfrentados y que luchó por él, se quita de encima la posible parcialidad sentimental y nos ofrece una semblanza rigurosísima, tal vez con la intención de dejar constancia clara de unos hechos tremendamente trágicos para que sirvan de lección en un futuro. ¡Por cierto! Un pequeño apunte histórico: más arriba he hecho referencia a que el conflicto enfrentó a “griegos contra griegos”. Popularmente, se considera a la Guerra del Peloponeso como un conflicto que enfrentó a Atenas contra Esparta, cuando no fue así: se enfrentó la llamada “Liga de Delos” (que, aunque iba liderada por Atenas, englobaba polis como Tebas, Megara, Lesbos o Delfos y contaba con aliados de la talla de la misma Troya, Mileto, Éfeso, Rodas o Abdera), que englobaba más de doscientas polis; con la llamada “Liga del Peloponeso” que, bajo la “tutela” de la Lacedemonia (controlada por Esparta), contaba con el apoyo de Argos, Corinto, Sición o Micenas. Lo que nos da una imagen mucho más global del conflicto. No diré que sea un libro de lectura agradable y simple, sino más bien una lectura árida, dura, en la que lo único que nos mantendrá pegados a la página es el interés por conocer los hechos. No hay concesión al sentimentalismo, ni siquiera a la belleza plástica del escrito… No hay incertidumbre sobre el desenlace de la crónica, porque a poco que se recuerde la Historia dada en el Bachillerato (por lo menos en el de antes), ya se conoce, amén de que el público de la época –al que va dirigido el escrito- también lo conocía. Pero nos encontraremos ante la descripción precisa de los horrores de la guerra: el asesinato de poblaciones enteras, las masacres, las mortandades por enfermedad, la destrucción de ciudades hasta los cimientos… Y ante el análisis imparcial de todas las situaciones previas que llevaron a los hechos narrados. Una aplicación estricta del método hipocrático, en el que mediante el estudio exhaustivo de los hechos, la búsqueda de sus causas y la previsión de sus consecuencias se llega a una conclusión válida. Casi puedo imaginarme a Tucídides recopilando todos sus recuerdos mientras recorre todo el territorio preguntando a los testigos directos del conflicto, contrastando información, entrevistando a alguno de los protagonistas vivos… Es una crónica impresionante. Resumiendo: “Historia de la Guerra del Peloponeso” (Editorial Crítica) no es una obra en la que se lea sobre Historia… Es leer la Historia misma. Implica tomar contacto con testimonios directos, implica el poder establecer múltiples referencias entre esta crónica y otras obras de época (Teopompo de Quíos o Aristófanes, por ejemplo) o con respecto a otros personajes históricos que vivieron esta guerra, como Sócrates. No puedo terminar esta reseña sin mencionar la incuestionable utilidad de los mapas incluidos en esta edición. No son más que eso: mapas. Sin leyendas, gráficos ni dibujitos. Mapas claros en los que de un solo vistazo localizamos accidentes geográficos y polis griegas. Una ayuda incuestionable para ir siguiendo el curso de los acontecimientos y los distintos movimientos de las fuerzas contendientes, al tiempo que podemos evaluar la posición estratégica de algunas ciudades. Otra herramienta tremendamente útil para el lector está en el completísimo índice geográfico que encontramos al final del libro, antes de llegar al índice. Sin olvidarnos de las completísimas notas a pie de página que encontramos a lo largo de toda la narración, que nos ayudan a situarnos históricamente y, si se sabe algo de griego clásico, a afinar el significado de ciertas traducciones algo más comprometidas. Gran trabajo del Excmo. Sr. D. Francisco Rodríguez Adrados. Espero que llegue a tantas personas como sea posible y que todas ellas sepan apreciar una labor de tal magnitud. Normalmente, recomiendo una pequeña bibliografía básica para profundizar sobre el tema o iniciarse en él. Pero no lo haré en esta ocasión. ¿Por qué? Porque se trata de un texto para gente con cierto bagaje, con una cierta experiencia en el periodo histórico narrado; y porque esta obra incorpora una completísima bibliografía que hará las delicias de todos los interesados en la materia. La introducción del Doctor Rodríguez Adrados es utilísima, pero insuficiente si no se sabe algo al respecto. En fin, recordadlo: no se trata de un libro de divulgación, ni de un ensayo sobre la Guerra del Peloponeso… Es la HISTORIA DE LA GUERRA DEL PELOPONESO. Un libro que vestirá muy bien la estantería de todo historiador o investigador serio aficionado de la Historia, pero que se usará más como obra de consulta para contraste de fuentes o como fuente primaria de ensayos y artículos divulgativos que como fuente de lectura ligera y placentera. No puede ser disfrutado por cualquiera. |
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