El Real Zaragoza ya puede centrarse en la recuperación en la Liga tras decir adiós a un torneo copero digno, con dos eliminatorias pasadas, y una despedida ante un Sevilla (0-2) de otro nivel, cómodo a ratos y al que exigió sacar mucha de la artillería que tenía y que sufrió en el comienzo de la segunda parte ante el empuje zaragocista. Ahí, cuando se acercó a Dmitrovic, quedó de nuevo de manifiesto la falta de pólvora de un equipo que volvió a quedarse sin marcar ante un enemigo que anda sobrado de gol y de todo. Marcaron Koundé en la primera parte y Rafa Mir a falta de 20 minutos para poner el punto final a un duelo en el que La Romareda, con algo menos de la entrada esperada, pudo hasta ilusionarse en algunas fases para darse de bruces con la realidad de una hazaña imposible.
Esa realidad que durante tantos años estuvo nivelada entre Sevilla y Zaragoza ahora tiene un abismo entre ambos. El equipo sevillista es un transatlántico, con jugadores enormes como Koundé, Ocampos o Papu, que dejaron su sello ante un Zaragoza donde la medular no funcionó y en defensa estuvo más ajustado en esa línea de tres centrales que tuvo mala pinta en Anduva. Con todo, el choque lo decidió la pegada y el Zaragoza tiene mucha menos. Los de JIM ya solo pueden mirar a la Liga, donde urge una reacción rápida en Ponferrada tras tres derrotas seguidas para que el abismo no abra más sus fauces.
Con un caso más de covid y bajas de última hora como la de Iván Azón, el Zaragoza repitió dibujo de Anduva con tres centrales, con la entrada de Jair, para plantar cara a un Sevilla en el que Rekik dejó sitio a Diego Carlos para que jugara con la pareja de centrales titular junto a Koundé y mostrara otras referencias de calado como Ocampos, Rakitic y Papu. El partido empezó frío y sin ritmo, sin que ninguno de los dos equipos tomara el mando.
Gol en la primera llegada
Ángel, de nuevo en el costado derecho para hacer más méritos en Copa, cumplía el guion y el balón era más del Sevilla, pero el Zaragoza apenas sufría, también porque su enemigo no veía necesario pisar el acelerador. Así, la primera ocasión fue para los zaragocistas en un saque de banda que rozó Zapater y Borja Sainz mandó al limbo. Sin embargo, el ánimo blanquillo fue cayendo, con Petrovic o Adrián muy apagados, y el Sevilla por la banda izquierda y en alguna acción aislada del Papu o de Ocampos empezaba a amenazar. Apenas lo tuvo que hacer para golpear. Un buen envío del argentino lo despejó demasiado centrado Chavarría y Koundé bajó el balón y embocó el balón desde el balcón del área como el que no quiere la cosa cuando el reloj se aproximaba a la media hora.
Al Sevilla, con la ventaja ya hecha, aún le interesaba menos que pasaran cosas y solo vivía pensando en aprovechar algún desajuste del Zaragoza sin pisar el acelerador. Estuvo a punto de hacerlo Rakitic en un fallo de Lluís López y los últimos minutos trajeron algo más de empuje zaragocista, con un centro de Chavarría que despejó con apuros Diego Carlos y un córner al que Adrián no llegó por poco para arribarse al descanso con ventaja sevillista.
Comenzó el Zaragoza con más bríos tras el descanso dando un paso competitivo mayor con Borja Sainz al mando de las operaciones y con buenos minutos de Zapater o Narváez. Petrovic tuvo de cabeza el empate y Diego Carlos tapó una buena jugada de Borja Sainz y Narváez que acabó en disparo del extremo.
La grada se empezaba a animar y con olés que aumentaron con algún conato de tangana y varias entradas duras del Sevilla. Jair tuvo otra y JIM cambió el esquema para volver a su 4-1-4-1 con la entrada de Álvaro y Bermejo para que el Zaragoza aumentara su espíritu ofensivo. Un gran pase de Bermejo se encontró con la buena intervención de Koundé para que Álvaro no pudiera encañonar y el posterior intento de Narváez dio en Papu. Aún tuvo otra Borja Sainz tras un córner antes de que el Sevilla, que había ido metiendo más titulares (Rafa Mir, Joan Jordán, Acuña y Óliver Torres) cerrara el pleito tras una jugada en una transición rápida del rival, otra más, donde Petrovic quedó retratado ante Ocampos, que asistió a Rafa Mir para marcar el segundo y acordarse de forma estúpida en su celebración de los pitos que había recibido en su salida tras el descanso.
El partido ya no existió entonces. Francho, Puche y el casi inédito Yanis tuvieron minutos, pero fue el Sevilla el que pudo marcar con ocasiones de Rafa Mir y Ocampos, salvo en una acción en la que Puche tiró de calidad para dejar casi un gol a Álvaro en su centro-chut en un Zaragoza con un 4-2-3-1 y con el partido ya escrito por completo para que el equipo blanquillo se pueda centrar en su gris pan de cada día toda vez que el espejismo copero ya se ha diluido como ha pasado en esta historia reciente en Segunda para una entidad que tanta gloria tuvo en este torneo y ahora solo lo mira desde la distancia en la prioridad por un ascenso del que sigue tan lejos.
Ficha técnica
R. Zaragoza: Ratón; Ángel López, Lluís López, Jair (Álvaro Giménez, m.62), Clemente, Chavarría; Petrovic (Francho, m.76), Zapater, Adrián (Bermejo, m.62); Borja Sainz (Puche, m.76) y Juanjo Narváez (Yanis, m.80).
Sevilla: Dmitrovic; Montiel, Koundé, Diego Carlos, Augustinsson (Acuña, m.66); Gudelj (Óliver Torres, m.66), Rakitic, Óscar Rodríguez (Jordán, m.60); Ocampos (Nacho Quintana, m.83), Papu Gómez e Iván Romero (Rafa Mir, m.46).
Goles: 0-1. M.31. Koundé; 0-2. M.70. Rafa Mir.
Árbitro: Pizarro Gómez (Comité Madrileño). Amonestó al zaragocista Petrovic y a Diego Carlos y Gudelj, del Sevilla.
Incidencias: Partido de dieciseisavos de final de la Copa del Rey disputado en el estadio La Romareda ante 16.500 espectadores.
El Real Zaragoza repite errores en la Copa y cae ante el Sevilla de Primera por 0-2
El Real Zaragoza repite errores en la Copa y cae ante el Sevilla de Primera por 0-2
Se acabó la andadura copera por este año. El Real Zaragoza no estuvo a la altura de un Sevilla mermado pero que, aun así, fue superior en la mayor parte del partido de los dieciseisavos de final. Un gol en cada tiempo, para dar forma al 0-2 final, solo fue rebatido durante un rato por los de Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, en el inicio del segundo tiempo. Un tramo que sacó a la luz un día más las carencias, miserias y problemas de hondo calado que están horadando día a día la leve carrocería del equipo blanquillo en la liga de Segunda, su verdadero reto.
Fue un duelo de Copa, con formato de ese torneo del KO, pero respecto del Real Zaragoza perfectamente asimilable a su costumbre última en el torneo liguero de plata. A saber: un inicio efervescente de los de Jim, con 20 minutos de iniciativa con el balón pero llena de insustancialidad en los terrenos de verdad; un bajonazo repentino al ver que no eran capaces de hacer cosquillas a un mega Sevilla que puso seis titulares de inicio (Koundé, Diego Carlos -este por lesión en el calentamiento de Rekik-, Augustinsson, Rakitic, Papu Gómez y Ocampos), un regalo defensivo grueso -grosero dicen algunos- de Chavarría y un gol del cotizadísimo central Koundé en el que fue único chut a puerta de los sevillistas antes del descanso. ¿Les suena el guion? Es clavado a los partidos contra cualquier rival de Segunda, Amorebieta, Mirandés, Fuenlabrada, Ponferradina, el filial de la Real o el sursum corda.
Todo esto bajo el manto táctico de cinco defensas, tres centarles, un 5-3-2 idéntico al que Jim propuso por primera vez, sin ningún éxito, el otro día en Miranda de Ebro. Insiste el alicantino por ver si sus muchachos se acostumbran a esta fórmula, tal vez la elegida para tratar de subir un escalón en el escaso nivel de prestaciones de un equipo plano y romo en las funciones básicas del fútbol: nula visión de gol, blandura en la retaguardia con severas penalizaciones y espesura constante en la elaboración de fútbol en la medular. O sea, tres pecados gravísimos en esta disciplina futbolística. Y no sirve de excusa que enfrente estuviera el Sevilla, segundo en la liga de Primera tras el líder Real Madrid. Los de Lopetegui vinieron a Zaragoza con la ley del mínimo esfuerzo. Sabiéndose ganadores a poco que tuvieran un día normal, por más que faltasen piezas sonoras como Navas, Fernando, Lamela, Suso, En Nesiry, Munir, Delaney o el exblanquillo Bono.
Una acción reseñable en ataque dejó el pobre Zaragoza en toda la primera parte, un remate de volea de Sainz en el área tras un saque de banda que peinó Zapater. El balón se le fue alto, en el minuto 7, cuando aún se soñaba con ver algo distinto. No hubo nada más que escarceos del apagado Narváez y algún balón colgado que nadie remató jamás ante el poderío sevillano. El equipo visitante tampoco dejó una imagen brillante, ni mucho menos. Fue un Sevilla comodón, de manejo de pelota sencillo, a la espera de que el higo se cayera de la higuera por sí solo. Y así sucedió. A la media hora de juego, en medio del aburrimiento, un centro al área aragonesa, lo despejó de cabeza Chavarría demostrando
una vez más que sus fundamentos defensivos dejan mucho que desear. Fue una asistencia perfecta a Koundé, un zaguero que se va al ataque permanentemente y que aprovechó el ‘pase’ del lateral blanquillo para fusilar desde la frontal a Ratón. Los de Primera, los buenos, no fallan eso.
Solo Rakitic, en una pifia garrafal de Lluís López en el 39, con caída cómica incluida, probó suerte por segunda vez en los sevillistas. El balcánico echó el balón muy alto y se esfumó la ocasión. El intermedio fue un alivio para los espectadores, pues la calidad del juego no levantó emociones jamás. En las filas zaragocistas, los centrales Lluís López, Jair y Clemente mostraron algún rozamiento en el mecanismo defensivo. Los laterales, el joven Ángel López -nervioso- y Chavarría, no dieron ninguna profundidad a lo que requiere el libreto del 5-3-2. En la media, Petrovic tan escaso como habitualmente. Zapater, con poca participación. Y Adrián González, con detalles de que puede ser más titular de lo que lo es de normal. Arriba, Sainz y Narváez, un dúo sin pólvora.
En el descanso, Lopetegui, muy gesticulante con los suyos, dejó fuera al filial Romero, una isla como delantero centro, y metió metralla con Mir. No le gustó al vasco lo que vio. Jim dejó todo tal cual. De entrada, el Zaragoza volvió a salir con gas nuevo, tras la charla crítica de la caseta. Zapater inició una sobresaliente jugada por la izquierda, regate incluido, y su centro en el minuto 49 lo erró de cabeza Petrovic en el área pequeña. Ahí pudo llegar el 1-1, pero siguió vigente la ceguera de este equipo ante los marcos contrarios. El público, con ganas de disfrutar, aunque sea con cuestiones menores, se vino arriba y el partido se calentó en un par de roces entre jugadores, con Narváez siempre en la salsa.
En el 56, una internada de Sainz aumentó la presión zaragocista jaleada desde las tribunas. Su disparo raso en el área dio en Diego Carlos y se fue al lateral de la red, córner a dos palmos del gol. Este tramo del choque era otra cosa. Más digerible que todo el primer periodo. Al menos había rasmia, algo de vida. Qué menos se puede pedir a un local. Lopetegui reaccionó insertando a otro titular, Jordán, en la línea media sevillista y Jim replicó cambiando el sistema al 4-4-2, introduciendo en el campo a Álvaro Giménez y Bermejo y retirando a Jair y Adrián, que se fue con gesto muy torcido.
A los pocos segundos de esos cambios de pizarra, en el 62, Giménez erró el posible empate delante del portero Dmitrovic. Le pasó el balón Bermejo -eran los dos nuevos- y en vez de disparar, trató de controlar y perdió la posesión de una pelota de gol. Eran ya tres oportunidades claras de marcar del Real Zaragoza que, como es hábito, se habían ido al limbo. Tremenda la incapacidad ofensiva final de los de Jim. Y para que nada cambie en las rutinas, el rival, en este caso un Sevilla de altos vuelos, en la primera vez en la que tuvo un balón franco en su delantera, logró el 0-2 y la puntilla para este Zaragoza etéreo.
Fue en el minuto 69, tras una salida desde atrás de Petrovic en la que el balón le sobrepasó por lentitud. Ocampos asistió al hueco a Mir, pitado desde su salida por su pasado oscense, que encaró solo a Ratón y lo supero por raso. El gesto hacia el público, que venía cantado, le sobró al ariete. Los males zaragocistas, los de cada día, seguían repitiéndose como las letanías y los rezos de un rosario. Infalibles. Siempre iguales. Inquebrantables. Solo que aquí, los misterios (no gozosos) no son misterios. Son certezas. Jim puso en danza al joven Puche, quizá pensando a futuro pues Azón no estuvo en la citación a la vez que se anunciaba por el club otro caso de covid, lo mismo que pasó hace 72 horas con Francés e Igbekeme. El fútbol de la pandemia. También a
Francho y al singular Yanis. Movimientos para dar forma al acta. Sin más. Como los últimos de Lopetegui, metiendo a un joven con el 43 a la espalda.
El partido feneció con una metáfora, quizá una moraleja. Puche lanzó un centro-chut que Álvaro Giménez remató alto, solo bajo los palos. Imposible fallar ese gol… menos para el actual Real Zaragoza. Así se dijo adiós a la Copa un año más, de este serial en Segunda donde esta competición es un estorbo, un imposible para el ramplón Zaragoza. El 0-2 quedó bien al final, pues Mir, por dos veces (una tras una pifia de órdago de Ratón), y Ocampos tuvieron más goles en su revólver en el último cuarto de hora, lo que hubiese dado forma a una goleada dolorosa. Ahora, los cinco sentidos a la liga, donde de no mediar una reacción inmediata en Ponferrada este domingo, vienen curvas.
Ficha técnica
Real Zaragoza: Ratón; Ángel López, Lluís López, Jair (Álvaro Giménez, 61), Clemente, Chavarría; Petrovic (Francho, 75), Zapater, Adrián González (Bermejo, 61); Sainz (Puche, 75) y Narváez (Yanis, 79).
Sevilla FC: Dmitrovic; Montiel, Koundé, Diego Carlos, Augustinsson (Acuña, 65); Gudelj (Óliver Torres, 65), Rakitic; Papu Gómez, Óscar Rodríguez (Jordán, 60), Ocampos (Quintana, 82); e Iván Romero (Mir, 46).
Árbitro: Pizarro Gómez (Comité Madrileño). Amonestó a Diego Carlos (51), Narváez (51), Gudelj (59) y Petrovic (72).
Goles: 0-1, min. 30: Koundé. 0-2, min. 69: Mir.
Incidencias: Tarde muy fría en Zaragoza, con 6 grados pese al día soleado al inicio del choque (18.00), que fueron dos menos menos al anochecer. El césped de La Romareda presentó un buen estado. Asistieron a las gradas alrededor de 18.000 espectadores.
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