Partido 19 Grupo B
DINAMARCA 1 - 2 ALEMANIA
Dinamarca: Andersen; Jacobsen, Kjr, Agger, Simon Poulsen; Jacob Poulsen (Mikkelsen, 82), Kvist; Zimling (Christian Poulsen, 79), Eriksen, Krohn Dehli; y Bendtner. No utilizados:Schemeichel, Lindegaard; Bjelland, Okore, Schöne, Kahlenberg, Silberbauer, Wass, Pedersen y Rommedahl.
Alemania: Neuer; Bender, Hummels, Badstuber, Lahm; Khedira, Schweisteiger; Mller (Kroos, 84), zil, Podolski (Schrrle, 64); y Gómez (Klose, 74). No utilizados: Wiese, Zieler; Schmelzer, Howedes, Mertesacker, Gündogan, Göetze, Kroos y Reus.
Goles: 0-1. M. 19. Podolski. 1-1 M. 25. Krohn-Dehli. 1-2 M. 80. Bender.
Arbitro: Velasco Carballo.
Arena Lviv, 32.000 espectadores.
El partido más político
Alemania se medirá en cuartos a Grecia tras derrotar a la conservadora Dinamarca
El cuadro de Löw pretende jugar como España, pero solo Özil se acerca a ese fútbol de toque
Alemania prefería haberlo evitado. Enfrentarse en estos momentos a Grecia, con las connotaciones políticas a flor de piel, no era del gusto del seleccionador, Joachim Löw, que solo quiere centrarse en el juego. Pero serán inevitables las referencias a la poderosa economía germana tratando de aplastar a las intervenidas finanzas griegas. Es un enfrentamiento de cuartos de final, en Gdansk, cargado de simbolismo. En lo futbolístico, no hay debate. Alemania está a años luz de Grecia, por mucho que el combinado de Löw dejara dudas ante Dinamarca. Su juego fue plomizo, sin fluidez, pese a cargar con la iniciativa de principio a fin. A Alemania le administran ya la misma medicina que a España: la esperan atrás con un regimiento. Dinamarca fue una gran decepción. Ni rastro de su tradicional romanticismo. Fue un equipo rácano y conservador, sin ningún encanto. Para haber de caer, mejor hacerlo con algún estilo.
Alemania se cansó de atacar en el primer tiempo. En ese cansancio producido por la necesidad constante de crear sin ser correspondido por el resultado. A Dinamarca le bastó una jugada a balón parado para empatar. Un envío de córner al grandullón del segundo palo (Bendtner) tan previsible como efectivo. Todo el estadio de Lviv sabía que el balón iría dirigido a Bendtner, pero los dos zagueros alemanes le dejaron demasiado espacio para saltar. Y conectar un cabezazo al centro prolongado a gol por el pequeño Krohn-Dehli. Dinamarca necesitaba ganar, pero no iba a arriesgar más de lo imprescindible: muy armado atrás, la posición flotante de Eriksen era la única concesión a la estética.
El espíritu alemán lo resumió el portero Neuer en una salida de su portería hasta línea de tres cuartos del ataque danés: rodeado de contrarios, lejos de echar el balón fuera para evitar problemas, lo envió arriba. La ley es que sus compañeros sigan jugando.
El primer toque de Özil y el motorcito de Lahm pusieron a Alemania en órbita desde el principio. El media punta combinó con todos sus compañeros del ataque, casi siempre con un solo trazo. El capitán arrancaba desde la defensa y llevaba la pelota a campo danés, muy pegada al pie, salvando líneas de contención.
La Alemania de los extremos había estado entumecida en los dos primeros partidos. Por la hiperactividad nerviosa de Thomas Müller y por la escasa presencia de Podolski, más visible en defensa que en ataque. Eso acabó cuando el centro de Müller lo remató con la diestra Podolski desde el punto de penalti, la mejor manera de celebrar su centenar de internacionalidades. Löw agitó el puño izquierdo en señal de victoria: otra vez Podolski le devolvía la enorme confianza. Aun en sus peores momentos, el extremo de origen polaco siempre ha rendido en la Nationalmannshaft.
Dinamarca le metió el miedo en el cuerpo a la hinchada germana en el arranque del segundo tiempo. El cuadro de Olsen encontró por su orilla izquierda una vía de entrada hacia la portería de Neuer. El lateral zurdo Poulsen llegó hasta la línea de fondo sin la oposición de Lars Bender, el centrocampista reconvertido en zaguero por Löw para cubrir la baja de Boateng. El centro atrás lo remató el otro Poulsen, Jakob, fuera. Bender sufrió mucho en esa posición improvisada.
Alemania entró en una fase de dominio tedioso. El cuadro de Löw quiere ser España, pero sigue estando muy lejos. Solo Özil está a la altura técnica de los jugadores de Del Bosque. Dinamarca ni se inmutó: pese a estar eliminada, el portero Andersen seguía perdiendo tiempo.
El partido penetró en un duermevela peligroso y Löw trató de despertarlo con la entrada de Schürrle. Pero la fatiga transmitida por su equipo arranca en el centro del campo: el balón no circula con la velocidad necesaria. Schweinsteiger, pese a sus dos asistencias ante Holanda, pena más que disfruta en la distribución. Y en cuanto a Khedira, ocupa más campo y asume más funciones de las que le convendrían.
Finalmente, Dinamarca hubo de salir de su refugio y en su primer intento, Alemania halló lo que le había faltado en toda la segunda parte: espacios. Acostumbrado ya en el Madrid a convertir las contras en un arte, Özil solo hubo de frenar y pasar en diagonal a la llegada por la derecha de Bender. Le espera Grecia. El partido más político.
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