Uche contra el fríoEl delantero nigeriano reapareció como titular y consiguió lograr el importantísimo gol de la victoria, que saca al Zaragoza de los puestos de descenso. Los jugadores zaragocistas celebran la victoria.ESTHER CASAS El cierzo ha vuelto a Zaragoza. Con él como invitado atmosférico, los de Aguirre recibían a un Athletic deseoso de ganar tras encajar dos derrotas consecutivas. Un incómodo visitante que, sin embargo, debía ser superado por los aragoneses para poder salir del descenso antes del incómodo viaje al Camp Nou.
Los blanquillos comenzaron entonados. Bertolo hacía daño por la izquierda y Boutahar probaba suerte con su pierna derecha en un lanzamiento que se marchó alto. Los visitantes, por su parte, avisaban con un envenenado centro chut de Susaeta que descolocó a Doblas y acabó estrellándose contra la madera.
Sin embargo el susto no consiguió despertar a la zaga zaragocista. Así, en el 19 de la primera parte, Llorente encontraba en el área pequeña lo que parecía un tímido lanzamiento de falta desde el centro del campo y lo convertía en gol ante un gélido Jarosik.
La película parecía repetirse. Otra jugada puntual que hacía añicos los esfuerzos zaragocistas. Al Real Zaragoza le costó reaccionar. Ander, en el 28, sacaba al equipo del letargo con un fuerte disparo desde dentro del área que tras impactar en un defensa acabo siendo saque de esquina. Un espaldarazo de normalidad que, sin embargo, no impidió que el equipo se marchara al descanso por debajo del marcador.
Pero si hay algo que este Zaragoza no permite es sus ganas de reacción. En el minuto 3 de la segunda parte Jiri Jarosik enmendaba su error introduciendo la pelota en la caja. Lo intentó con la cabeza, no pudo, pero remató el trabajo con el piel. Empate a uno y un partido nuevo de 45 minutos. Uche, el delantero deseado Y entonces apareció el. Uche, el delantero deseado, interpretó su papel y encadenó una serie de jugadas que culminó con un golazo propio de ariete. Control perfecto en tres cuartos, mano a mano con Gorka y a la caja. Tras su espectáculo fue sustituido por Sinama mientras La Romareda le dedicaba una ovación solo reservada para los mejores.
El resto fue aguantar. Como se pudo. Los bilbainos no se mostraron muy fieros y el balonazo a Toquero o Llorente parecía su único recurso. Ni siquiera el temido Muniain, que tuvo un lamentable enganchón con Ander, pudo con Lanzaro primero, ni con Da Silva después, ocupantes de la banda derecha tras la ausencia de Diogo.
Solo Llorente en el 87, con un cabezazo a bocajarro que Doblas salvó de manera magistral hizo tambalear la victoria zaragocista, que permite a los de Aguirre establecerse fuera del descenso antes de la temible visita al Camp Nou, donde no estarán Gabi, Contini ni Ponzio tras haber sido amonestados.
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