PRETEMPORADA 2023/24 5º AMISTOSO (29.7.2023)
PRETEMPORADA 2023/24 5º AMISTOSO (29.7.2023)
STADE REIMS 2-1 REAL ZARAGOZA
Ficha Técnica
Stade Reims: Diouf (Olliero, 74); Foket (Diakhon, 46), Abdelhamid (Fall, 60), Agbadou, Wilson-Esbrand (Koudou, 46); Matusiwa (Lopy, 46); Flips (Sekongo, 60), Cajuste (Atangana, 46), Khadra (Ibrahim Diakité, 46); Munetsi (Doumbia, 46) y Oumar Diakité (Touré, 46).
Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Luna (Gámez, 74), Borge (Lluís López, 83), Jair, Nieto (Juan Sebastián, 74); Grau, Moya (Francho, 62); Liso (Puche, 62), Cuenca (Cortés, 62); Azón (Bakis, 62) y Sergi Enrich (Maikel Mesa, 46).
Árbitro: Sánchez López (Comité Murciano). No mostró tarjetas.
Goles: 0-1, min. 33: Moya. 1-1, min. 49: Ibrahim Diakité. 2-1, min. 87: Touré.
Incidencias: Tarde-noche muy calurosa y húmeda, con 33 grados a la hora del inicio del partido (las 20.00). El césped del Pinatar Arena presentó un buen estado. En las grada hubo alrededor de 700 espectadores, de ellos 150 zaragocistas. El equipo aragonés vistió de blanco y azul y el Reims de negro.
Derrota del Real Zaragoza ante el Stade Reims (2-1) tras una gran primera parte sin continuidad
Moya, en falta directa, adelantó a los aragoneses antes del descanso. Azón falló un penalti. Los galos remontaron a falta de solo tres minutos.
El Real Zaragoza cayó derrotado por primera vez esta pretemporada ante el Stade Reims de la Primera División francesa, por 2-1, con un gol recibido en el minuto 87. El equipo aragonés jugó una sobresaliente primera parte, en la que tomó ventaja y falló un penalti, además de otras claras ocasiones de gol. Tras el descanso, los de Escribá se fueron de onda por completo y los galos, reestructurados por su entrenador, fueron mejores.
Excelente fue la primera parte del equipo zaragocista ante el rival más potente de lo que va de pretemporada. Excepto los primeros 10 minutos, donde los galos mandaron y llegaron con peligro al área de Cristian Álvarez, el resto fue de dominio aragonés, con muchos matices positivos que resaltar. En ese inicio titubeante de los de Escribá, el mayor peligro surgió en el minuto 2, en un disparo de Khadra en un centro cerrado de Munatsi que, cuando iba a gol, dio en el cuerpo de Borge, que se cruzó milagrosamente. A partir de ahí, del Stade Reims no hubo noticias en el área del Real Zaragoza hasta el descanso.
El equipo blanquillo gobernó el juego a su criterio, con Moya y Grau de comandantes y los cuatro de arriba, los jóvenes extremos Liso y Cuenca y los delanteros Sergi Enrich y Azón, activados en grado notable. Azón falló un gol hecho en el minuto 6, de cabeza, en el área chica, a centro precioso de Luna. Le dio mal y la echó por encima del larguero con todo a favor. En el 11, el propio Azón provocó un penalti claro, al disparar sobre la mano abierta de un defensor francés. La pena máxima la decidió lanzar el propio ariete aragonés pero Diouf le adivinó el destino del balón y se lo rechazó. Fue una pena no haber empezado pronto arriba en el tanteador.
Lejos de afectar a los de Escribá, ese yerro los espoleó aún más. Moya remató al aire en el área un centro de Azón en el 12. Y Luna se incorporó al ataque en el 24, enganchando un chut raso tras un rechace defensivo del Stade que el portero detuvo bien abajo. No dejó de acosar a la zaga francesa el Zaragoza hasta que llegó el 0-1 en el minuto 33. Liso provocó una falta al borde del área que lanzó magistralmente Moya, de rosca precisa por encima de la barrera, dejando a Diouf con el molde. Un golazo a balón parado de los que hace más de cuatro años que no se ven en liga. Falta hace que este grifo de goles lo abra alguien. Como se ve, son claves para desatascar partidos obturados.
No se conformó el Real Zaragoza con esta ventaja. En el 40, Sergi Enrich cabeceó otra falta, ensayada, que le puso Moya (lo saca todo en pelota detenida) en la testa, fuera por dos palmos. En el 42 fue un activo Azón el que cabeceó un saque de esquina y Diouf evitó el segundo tanto en un paradón junto a la escuadra derecha. Y en el 45, de nuevo Sergi Enrich, culminó con el exterior del pie derecho un centro de Luna que se fue cruzado por escasos centímetros.
Moya demostró ser, además de un buen timonel, un superlativo lanzador de córneres y faltas. Sergi Enrich sujetó los balones de espaldas al marco con maestría y solvencia. Liso fue un descarado extremo zurdo, con desborde y picardía. Luna, un lateral profundo con llegada al área rival. Cuenca se adaptó bien al extremo diestro, luchador y ágil. Y Azón, pese al error en el penalti, no dejó de ejecutar su juego de pelea constante y remates a menudo. La moraleja final es que fue una pena no haber logrado una mayor brecha de goles en el marcador. Se pudo haber sentenciado la victoria. Otra lección a tener en cuenta. No perdonar tanto.
Tras el intermedio, Maikel Mesa suplió a Enrich, que resultó lastimado mediada la primera fase. Los franceses movieron más el equipo, con ocho sustituciones, todos menos el portero y los dos centrales. El Stade Reims salió espoleado, con banderillas negras como su uniforme. Seguro que su entrenador, el belga Will Still, les inoculó una filípica de tamaño descomunal tras el baile del Real Zaragoza en la primera parte. Se repitió la salida poderosa de los franceses del vestuario y, esta vez, sí acertaron a la primera. El 1-1 llegó en el 49, en un error por el flanco izquierdo de la defensa zaragocista que dejó el espacio para que Ibrahim Diakité (no Oumar, el ariete de los primeros 45 minutos) entrara solo en el área y de remate raso y seco superara a Cristian, que no pudo detener el remate centrado.
No fue esta la única mala noticia. En el minuto 59, Moya sufrió un golpe en el tobillo izquierdo y fue atendido, renqueante. Por fortuna, no fue nada serio. Escribá removió la delantera a falta de media hora, poniendo en juego a Bakis, Cortés y Puche y dando descanso a Azón, Liso y Cuenca. El Real Zaragoza no había llegado ni una sola vez con peligro al área rival. Fueron dos partidos diferentes en uno solo. Pareció más potente el Reims de la reanudación que el del once inicial. Y viceversa, respecto de los zaragocistas. Lo franceses tenían una razón: el cambio radical de piezas. Los aragoneses, seguramente fue a causa del cansancio propio de las fechas y del calor húmedo. Finalmente, Moya se fue cojeando en el minuto 65 y entró Francho. Trabajo para los fisios.
El Stade bajó el pistón mediada la segunda parte y el Real Zaragoza lo agradeció. La entrada de Francho dio energía y la de Mesa presencia entre líneas. Puche dotó de agresividad a la presión en campo contrario. Pero no fue suficiente para revivir y, ni mucho menos, acercarse al rendimiento del primer periodo. Escribá aún movió más el banquillo con el cambio de los laterales a falta de un cuarto de hora. O sea, el partido se alborotó en exceso y así es difícil sacar consecuencias.
El partido caminó con celeridad hacia su fin sin ver a los zaragozanos merodear siquiera la zona de peligro. Se había perdido la brújula en el ecuador del duelo y nadie la encontró. Los últimos 10 minutos fueron de control del balón, de conformarse con el 1-1, que era un resultado interesante en esta pretemporada, en la que se pretendía seguir invictos, mucho más al jugar ante un rival de élite en Francia. Bakis fue una isla, no consigue estrenar su casillero goleador. Todo el equipo rayó a un nivel de suficiente justito en este tramo posterior al descanso. Mucho orden, eso sí. Nunca falta. Pero sin réditos ofensivos. El contraste con lo visto en la primera parte fue muy grande esta vez. Y el castigo llegó en el minuto 87, cuando Touré concluyó en gol una acción colectiva del adversario, raso y junto al poste izquierdo. Ese 2-1, en el global del partido, sonó a injusto. Pero los franceses demostraron en diversas rachas su condición de equipo de categoría superior, además de estar ya en puertas del inicio de la League 1.
El Real Zaragoza vuelve más cuajado a casa tras estos ocho días en Murcia y con diversos deberes claros a mejorar. A partir de ahora, ya en agosto, llega la hora de pulir defectos y de aumentar esas virtudes que han emergido en la primera fase de la precampaña. Esta derrota, anecdótica, no empaña la ilusión general del zaragocismo a estas alturas del verano.
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