Se impuso la aplastante lógica y el Real Madrid se clasificó este miércoles para los cuartos de final de la Copa del Rey al ganar 0-4 al Real Zaragoza en La Romareda en un partido sin hondura en lo sustancial en términos futbolíscos. Lo de menos, para el zaragocismo, fue la derrota, que se daba por descontada. Lo más relevante fue el grado de comunión entre la grada, abarrotada, y el equipo de Víctor Fernández, que sale muy reforzado de este gran acontecimiento vivido en la noche de San Valero en el estadio municipal, como en los tiempos pretéritos que tanto se añoran y se pretenden.
Así lo hemos contado: minuto a minuto del Real Zaragoza-Real Madrid.
El duelo comenzó muy desequilibrado en el ritmo de juego, en la presencia sobre el campo y, también, en el marcador. Y es que los madridistas quisieron mandar desde el pitido inicial, sin dar espacio a la sorpresa zaragocista. El equipo aragonés, timorato en el arranque, con nervios visibles en diferentes jugadores, sufrió enormemente en el primer cuarto de hora, donde no vieron el balón, literalmente. Y, además, el cuadro merengue (esta vez de verde) tuvo el acierto de marcar en su primera aproximación al área de Ratón. El central Varane anotó el 0-1 en el minuto 5, solo en el segundo palo, rematando con la derecha a placer un centro raso de Kroos en un córner que el alemán sacó en corto y deprisa sobre Carvajal, cogiendo a la defensa zaragocista fuera de sitio.
Este mazazo marcó de lleno el discurrir del encuentro. Los madrileños fueron amos y señores de la pelota, de las combinaciones. Siempre llevaron impresa una velocidad (o dos) en cada movimiento, en cada repliegue cuando los locales eran capaces de robar el balón. No había manera de que el Zaragoza ligara tres o cuatro pases seguidos. Y Vinicius, por el carril derecho de la zaga zaragocista, era un martillo pilón, apoyado por las incorporaciones de Marcelo, fue una pesadilla para Delmás. En el otro extremo, Lucas Vázquez y las incorporaciones de un veloz Carvajal también dieron mucha guerra al joven Clemente. Le costó mucho al Zaragoza asentarse. Lo logró cuando Eguaras fue capaz de ligar dos o tres pases buenos entre líneas, cuando encontró a Kagawa y al activo Soro en la mediapunta.
Fue el cincovillés quien remató por primera vez a la puerta de Areola, tras un córner lanzado con celeridad por Eguaras en el minuto 19, pero se cruzó Varane para evitar que el balón llegase a puerta. El equipo de Víctor Fernández se animó, empujado por un graderío festivo y entregado, lleno a rebosar, y el japonés Kagawa mostró por unos instantes su calidad de otros tiempos mejores. En el 22, el nipón estuvo muy cerca del 1-1, con una rosca preciosa recién pisada el área en una acción personal, que el portero Areola mandó a córner en una estética palomita, por encima del larguero. Linares, el ariete blanquillo, peleó con criterio un par de asistencias en la corona del área. Soro buscó verticalidad, lo mismo que un individualista Igbekeme, pero siempre falló la culminación.
Cuando en las tribunas fluía la ilusión de poder equilibrar el tanteador, el Madrid espabiló en ataque, con un James Rodríguez muy móvil e inteligente en el meneo del balón. Valverde avisó en el minuto 27 con un chut en carrera, solo ya en terrenos del punto de penalti, que se le marchó alto. Y en el 31, después de que, de nuevo, Kagawa anduviera cerca de las redes madridistas (se cruzó Ramos providencialmente a su remate después de un quiebro en la frontal), el equipo de Zidane anotó el 0-2 y echó agua al fuego de los sueños zaragocistas. Lo firmó Lucas Vázquez tras un doble error en la salida desde atrás, primero de Igbekeme y finalmente de Linares. El gallego se encontró con un caramelo en el corazón del área de Ratón, al que superó con facilidad por alto. Otro martillazo en las rodillas del Real Zaragoza, esta vez duro de digerir.
De ahí al descanso, el Madrid bajó el diapasón y el Real Zaragoza se dolió de su inferioridad manifiesta en los uno a uno, en los balones divididos, en la capacidad de imprimir rapidez a las acciones. En todo eso, el Madrid se manifestó gigante ante un equipo animoso pero sin poder alcanzar ese nivel jamás. Solo hubo una opción más de gol, en los pies de Vinicius tras un pase de Marcelo. El disparo del joven brasileño lo atajó bien abajo Ratón y evitó una sangría mayor. El Zaragoza, entremezclado en su once inicial con algunos titulares (Atienza, Eguaras, Soro), otros habituales (Kagawa, Igbekeme) y otros menos presentes en los planes ligueros de Víctor, estaba dando la cara pero admitiendo siempre que enfrente había un transatlántico de dimensiones descomunales. Pereira, debutante como titular en labores de exterior diestro, dejó detalles pero lejos del área siempre. Solo un acierto puntual (como pudo haber sucedido en los disparos de Kagawa o Soro) podía meter en la trama del duelo a los de Fernández.
En el descanso no hubo cambios. Y el juego arrancó con las mismas hechuras. Kroos y Valverde marcaban el paso del reloj en la medular. El Zaragoza se metía atrás y esperaba salir a la contra con alguna intención. El 0-2 favorecía un tempo más cómodo para los de Zidane. Soro y Pereira, en las bandas, habían recibido la instrucción de ayudar más atrás y eso limitaba la celeridad de los blanquillos con el balón. No sucedió nada reseñable hasta que en el minuto 57 el desaparecido Jovic intentó una vaselina en el área que se le fue alta por muy poco en el palo lejano. Ahí, Víctor revitalizó el equipo con un doble cambio: metió en el campo a un ovacionado Luis Suárez y a Blanco en vez de Linares y Pereira. Aire fresco que el público agradeció.
El goleador Suárez introdujo casta en punta y el equipo se vino arriba. En una subida al ataque de Clemente, éste asistió con intención a Kagawa en el área, pero el disparo a la primera del japonés se le marchó alto, mal. Era el minuto 62 y los zaragocistas se habían quitado de encima el total dominio inicial del Madrid. Seguía faltando ese puntito de acierto en una de las llegadas para engancharse a la vida. Kagawa no lo logró en toda la noche pese a ser el que más lo intentó en la primera hora de juego. Enseguida, Zidane retiró a Ramos y dio minutos a Nacho, pensando en la Liga y en el derbi ante el Atlético que espera el sábado. El capitán de la selección española, pitado por el público, respondió aplaudiendo en su retirada, una imagen poco loable. Las cosas del fútbol de siempre.
Se llegó así a los últimos 20 minutos del duelo, con Luis Suárez levantando el techo cualitativo del Real Zaragoza y levantando al público de los asientos en varias jugadas de su troquel. Ninguna llegó a buen puerto, lamentablemente para el Real Zaragoza. El efecto de la impotencia se sintió más duramente cuando Vinicius, seco de gol toda la temporada, sí vio puerta por fin en La Romareda. En una pared perfecta con James Rodríguez, el brasileño superó la salida de Ratón con suavidad en el minuto 71, justo cuando iba a ser sustitudo por Benzema. El 0-3 fue una losa de granito para los zaragocistas y Víctor mandó a la ducha a Soro, con la mente ya en Cádiz, dando minutos de gloria a Guti. Todo según lo programado.
Los casi 500 seguidores madridistas de la zona visitante irrumpieron en un grito que fue agradecido y ovacionado por el graderío blanquillo: “Zaragoza es de Primera”, lanzaron al aire con caballerosidad. Un detalle sobresaliente en un ambiente de gala toda la noche. El Real Zaragoza tuvo la opción de anotar el gol del honor en el minuto 77, en la mejor jugada ofensiva de la noche. Kagawa, con clase, dejó solo a Luis Suárez ante el portero Areola, pero el remate del colombiano lo rechazó con el pie el guardameta en un paradón y arruinó las ansias del sudamericano por dejar su sello. Y del 1-3 se pasó en apenas 2 minutos al 0-4. Benzema no falló un pase raso en el área de Carvajal y batió a Ratón por cuarta vez. Demasiado castigo quizás para el ilusionado cuadro blanquillo. Pero los grandes nunca perdonan. El Real Madrid siempre lo fue y, ahora, en 2020, lo es más en un envite cara a cara con el Real Zaragoza del presente. Obvio.
Blanco, en el 81, volvió a perder la oportunidad de maquillar la goleada, pero su remate en el área se fue alto, algo forzado el valenciano. La hinchada zaragocista gritó el “Volveremos a Primera” como colofón a esta fiesta copera inesperada que ha deparado esta temporada en la que el sueño global es el ascenso, tras siete años de calvario en Segunda. El bufandeo fue precioso. Emocionante. Todo al margen del marcador. Era lo de menos desde el mismo día del sorteo. En la réplica, Benzema perdonó el 0-5, en carrera, pues su culminación acabó fuera, rozando el poste derecho. El partido era ya un correcalles sin más valor, camino de la conclusión, con Guti intentando de nuevo el gol desde fuera del área con una rosca que salió alta por poco en el 88.
La Copa acabó para el Real Zaragoza enmedio de un repertorio de cánticos históricos, alusivos a los trofeos ganados por el equipo aragonés en sus tiempos mejores, a la figura de Víctor Fernández. Un colofón preciso a tamaña fiesta del fútbol vivida extraordinariamente en La Romareda en este día de San Valero de 2020 que queda ya para la historia. Quizá sea el entremés de una próxima visita del Real Madrid, esta vez en la Liga y de nuevo en la Primera División, como siempre fue y tanto se echa en falta. Felicidades a todos. Merecidas son. La vuelta al terreno de juego de toda la plantilla zaragocista cuando el partido acabó, bajo los aplausos de su gente y el lema “Sí, se puede” fue la metáfora del día, del momento, del sentimiento general que impregna el ánimo de todo el mundo en Zaragoza hace días. La batalla grande y crucial de la semana es en Cádiz, el domingo a las 4 de la tarde. Allí espera otro líder, el actual de la Segunda División, al que los blanquillos quieren dar alcance a corto plazo. Al Carranza viajarán con miles de toneladas cúbicas de oxígeno puro, el insuflado por el zaragocismo a los futbolistas en este singular cruce copero.
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