CARTEL FIESTAS DEL PILAR 1939
Cartel Fiestas del Pilar 1939
Título: desconocido
Autor: Alberto Duce Baquero
CARTELES DE POSTGUERRA
Durante la guerra los artistas gráficos más cualificados estuvieron en la zona republicana. Desde allí combatieron con esas armas tan efectivas y directas que son los carteles.
En ese momento, pues, el cartelismo pasó a ser la manifestación artística más importante y popular; pero, por supuesto, en ellos había un predominio del contenido sobre la forma, es decir, lo importante en los carteles de guerra sería más que sus características estéticas, su finalidad, su objetivo. Por ello el realismo y el expresionismo mediante los que se llegaba de una forma más directa al pueblo, fueron las dos tendencias que tomaron auge en este medio, siguiendo, en este sentido, a la cartelística rusa que se había desarrollado durante la revolución del 18, junto con el fotomontaje, aunque en menor cuantía.
En torno al tema de ¿cómo debía ser un cartel de guerra?, en 1937, se levantó una polémica de la que serían los protagonistas Joseph Renau que siguiendo a Cassandre defendía la autonomía del cartel y Ramón Gaya para quien el cartel era una rama de la pintura. Como consecuencia de esa discusión, aunque la mayoría de los artistas siguieran tratando el cartel como si fuera pintura, Renau ya sentó las bases del "cartelismo" como un nuevo medio de comunicación y el término "cartelista" como un profesional al que definía como:
"( ... ) el artista de la libertad condicionada a exigencias y objetivos, es decir, exteriores a su voluntad individual ( ... ) en el artista que hace carteles, la simple cuestión de desahogo de la propia sensibilidad y emoción no es lícita ni prácticamente realizable, si no es a través de esa servidumbre objetiva".
Pero todo esto sucedía en la zona republicana; en la nacionalista los artistas son movilizados tardíamente y entre ellos destacaría sobre todo la figura de Sáenz de Tejada, autor de numerosos carteles y cuyas obras, dentro de una tendencia realista idealizada, reflejaban la filosofía política del franquismo.
El 1 de abril de 1939 el general Franco firmaba en Burgos el ultimo parte de guerra. "Sin embargo, pasada la euforia victoriosa ahí sigue España partida en dos, deshecha materialmente por una larga guerra y destrozada espiritualmente. No supieron los que tomaron el poder que terminar una guerra no es Io mismo que empezar una paz".
En Zaragoza se intentaba volver a la normalidad, por lo menos desde el lado de los vencedores, y en octubre de ese mismo año de 1939, el denominado por el gobierno obligatoriamente a todos los efectos "año de la victoria", se decidió celebrar, de nuevo, las fiestas del Pilar, y como cartel anunciador se reprodujo el presentado a concurso en 1936 por Alberto Duce Barquero, no sin antes introducirle una serie de cambios sustanciales.
En él aparecen las figuras monumentales de dos mujeres rubias representadas dentro de un realismo que ya ha conocido las experiencias cubistas. Son dos mujeres de gran vigor expresivo y eminentemente simbólicas: una aparece sentada en primer plano, apoyándose sobre el escudo de la ciudad y sosteniendo la figura de la Virgen del Pilar como tradicional alegoría de la ciudad de Zaragoza; la otra, en pie, lleva una paloma blanca simbolizando esa paz que ya se les escapaba de las manos a los españoles en 1936.
En 1939 se encontró este cartel que todavía’ no había sido recogido por su autor del Ayuntamiento, y se decidió reproducirlo para lo que se le pidió al artista que introdujera una serie de elementos simbólicos que saltan a la vista en la contemplación de esta obra. Así, además de cambiar la fecha (como era lógico), se añadieron el símbolo del yugo y las flechas en el broche de la primera de la mujeres y la bandera nacional con el escudo que hace de manto de la figura de la Virgen; todo se completó con esa frase que aparecía diariamente en la prensa, en los documentos, en las revistas... "AÑO DE LA VICTORIA" colocada de una manera totalmente forzada compositiva y tipográficamente.
Si contemplamos el cartel haciendo una abstracción mental de todos esos elementos ideológicos que se introdujeron en 1939 y que acabamos de describir, adivinamos que tras él se manifiesta un buen dibujante y también un buen colorista que ha sabido armonizar los colores utilizados. Más que el sentido publicitario en este cartel, lo que destaca es el sentido estético, la belleza, el idealismo expresionista, porque, pese a estar representadas de una forma humana, las dos figuras que aparecen no son reales, no son de carne y hueso, sino que son dos "estatuas" de expresión dura.
También en 1939 se convocó un concurso de carteles: en este caso para anunciar el XIX Centenario de la venida de la Virgen del Pilar que se celebraría en 1940 coincidiendo con las fiestas de octubre de ese año. En este concurso se concedió un primer premio de 2.000 pesetas al boceto presentado con el lema "Ofrenda", obra de Enrique Montón y tres premios de 1.000 pesetas a cada uno de los carteles cuyos lemas eran: "Virgen y Angel" de Ricardo Summer Isern, "Ofrenda" de Luis Germán Martínez y "Fe" de Guillermo Pérez. La noticia fue recogida en la prensa diaria y en la revista Aragón donde además de la reproducción de los cuatro carteles aparecía una crítica hecha por "Zeuxis" para quien la poca concurrencia al concurso (ya que sólo se presentaron 29 carteles, de los que, según "Zeuxis", una tercera parte no eran carteles propiamente dichos) se debía principalmente a la poca propaganda que se había hecho fuera de la región y a que se había anunciado un único premio, lo que indudablemente no podía atraer a muchos artistas. Con relación a los carteles, "Zeuxis", tras dar la razón al jurado con relación a su fallo, decía de una forma muy cumplida que el cartel al que se concedió el segundo premio era el mejor:
"Creo firmemente que el Jurado en esta ocasión ha fallado en justicia; (...) pero de no dar el premio al que lo ha obtenido, lo hubiera merecido el premiado en segundo lugar, el más propio para un asunto religioso; ese ángel tiene una admirable expresión de fervor; el más cartel, el de más silueta, el que expresa con más sencillez el asunto, sin complicaciones más propias del anuncio cinematográfico y finalmente, el de acorde más fino y más moderno".
Cuando el crítico hablaba del anuncio cinematográfico, nos estaba dando su opinión sobre el cartel ganador, en el que hay una mezcla de elementos simbólicos que se superponen unos a otros, con los que el artista quería expresar la religiosidad, la fe, pero de una forma, desde luego, un tanto confusa que le recuerda el cartel de cine de aquellas fechas,
El cartel que quedó en segundo lugar y que mereció las alabanzas del crítico tiene un sentido más decorativo, es mucho más suave, y en él hay un predominio de las líneas onduladas, lo que muy bien podría explicarnos esa crítica de Cidón o "Zeuxis" porque, indudablemente, este cartel estaría más en la línea del tipo de carteles o pinturas que él mismo había hecho con anterioridad.
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Tras el parón motivado por la Guerra Civil, volvieron a celebrarse las fiestas del Pilar y, como cartel anunciador, se reprodujo el que presento a concurso, en 1936, Alberto Duce Baquero. En el boceto, se introdujeron una serie de cambios que le pidieron al propio autor.
Fuentes: Archivo Municipal de Zaragoza y exposición Heraldo de Aragón
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