El Madrid no admite ni una sola distracción. Es un bloque contundente, vigoroso, imponente en todos los aspectos del juego. No sólo castiga con saña cualquier desatención de su rival (factura 86 puntos de media por partido, el segundo mejor ataque de la competición), sino que, además, también se aplica atrás con intensidad, contundencia, disciplina y vigor: se trata de la defensa más fiable de la Liga Endesa, con sólo 76 tantos encajados por duelo. Ningún otro equipo se aplica con tanta fuerza y energía en las labores de contención.
En este escenario, el Casademont nunca pudo aspirar a la victoria en Madrid. El conjunto blanco fue un muro inabordable, un reto imposible de consumar. Compareció a la cita con ausencias de envergadura –Randolph, Jordan Mickey, Sergio Llull y Gabriel Deck–, pero dispone en su plantilla de otros muchos argumentos para competir con solvencia ante cualquier rival.
Por ejemplo, Tavares, el pívot más determinante del baloncesto continental, quien se manejó en la pintura con una superioridad manifiesta. Aportó 8 puntos, 8 rebotes y 17 créditos de valoración en 25 minutos de juego. Asimismo, el Madrid también cuenta con artistas cotizados en su línea exterior. Campazzo sumó 13 puntos y 7 asistencias, con 4 de 6 en triples; mientras que Carroll (14 tantos), Thompkins (13), Laprovittola (13), Causeur (12) y Rudy Fernández (11) también alcanzaron los dobles dígitos en anotación.
El Casademont compitió durante el primer cuarto de hora, sostenido por su fortaleza defensiva y los triples de Carlos Alocén. Después, sin embargo, el Madrid descargó varias trombas, y el conjunto aragonés ya no resistió en la tormenta. Fue un embate despiadado, incontenible, letal, que acabó con la oposición de los zaragozanos, en sólo cuatro minutos, con un parcial de 13-2. Al descanso, los blancos ya habían inclinado el duelo a su favor (47-31), con Rudy Fernández (11 puntos) y Carroll (8) como principales ejecutores.
El Casademont resistió con entereza durante todo el primer acto. Incluso se situó por delante en el marcador, a los dos minutos de juego, tras cuatro puntos consecutivos de DJ Seeley (2-4). Respondió el Real Madrid a través de Campazzo, su jugador más clarividente, quien, además de acertar desde el triple, después habilitó a Thompkins con una asistencia genial (9-6).
El cuadro aragonés, sin embargo, no sólo aguantaba erguido las acometidas de su rival, sino que volvió a tomar ventaja después, a los seis minutos de partido, con dos certeros triples de Carlos Alocén (11-12). Por entonces, los zaragozanos habían edificado un muro sólido, sin apenas fisuras, que anulaba gran parte de los ataques de su adversario; pero Tavares, incontenible en la pintura, concedía nuevas oportunidades a su equipo al prodigarse en el rebote ofensivo. Y cuando el Casademont cerró sus líneas para proteger su juego interior, entonces emergió Carroll, desde el perímetro, para castigar a los aragoneses con dos lanzamientos consecutivos. Tras un contundente parcial de 10-0, Porfirio Fisac tuvo que detener el encuentro (21-12). Después del tiempo muerto, el Casademont recuperó el pulso y reaccionó con prontitud. Y cerró el primer cuarto con seis tantos seguidos, tres de Brussino y otros tres de Ennis, para seguir creyendo en la hombrada (21-18).
No se descompuso el Casademont con las primeras rotaciones. Se mantuvo firme atrás, mientras en ataque hallaba situaciones ventajosas para anotar (24-23). Eso sí, el cuadro aragonés pagó su vehemencia defensiva y enseguida se cargó de faltas: cuatro personales cometidas en los primeros tres minutos del acto. Pese a todos los contratiempos, el equipo de Fisac seguía compitiendo con osadía y descaro al filo del cuarto de hora, e igualó la contienda con un triple desde la esquina de Rodrigo San Miguel (26-26). Sin embargo, el Madrid elevó sus prestaciones en los dos lados de la pista. Impuso un ritmo trepidante, sin tregua, y el Casademont -ahora sí- se quedó sin respuestas ante el sobresaliente despliegue físico de su rival. Además, los blancos exhibieron un acierto devastador desde el perímetro. Cuatro triples en apenas cuatro minutos -dos de Rudy Fernández y dos de Laprovittola- distanciaron a los locales hasta los 14 puntos (45-31), y conllevaron un nuevo tiempo muerto de Porfirio Fisac.
A partir de ahí, ya no hubo partido. El Madrid pudo administrar su ventaja sin apenas sobresaltos; y el Casademont, aunque tiró de orgullo para reducir su desventaja, nunca supuso una amenaza real. Y comenzó a pensar ya en el compromiso europeo de este martes, en el Cido Arena de Panevezys, frente al Lietkabelis lituano. En juego, el acceso a los cuartos de final de la Champions League.
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