Blogia
ma+s

7.5.2008 - LIGA 2007/08 - JORNADA Nº36 Partido Nº 1832 del R.ZARAGOZA en 1ª Div.

ESCUDO VALENCIA  VALENCIA 1  REAL ZARAGOZA  0 ESCUDO REAL ZARAGOZA

Impotencia e incapacidad

 

El Real Zaragoza no dio la talla en el crucial partido de Valencia y cayó derrotado por un rival con las ideas mucho más claras

 

 

Valencia

1

 

0

Zaragoza

13

Hildebrand

4

Albiol

5

Marchena

15

I. Helguera

20

Alexis

23

Miguel

8

Baraja

14

Vicente

17

Joaquín

21

Silva

7

Villa

 

 

1

C. Sánchez A.

2

Diogo

3

Paredes

6

Ayala

11

Juanfran

24

Chus Herrero

5

Oscar

7

Luccin

14

Gabi

9

Sergio García

12

Oliveira

 

 

CAMBIOS

43’

Vicente por Mata

76’

Joaquín por Arizmendi

87’

Villa por Albelda

 

 

46’

Oscar por Aimar

60’

Chus Herrero por Matuzalem

64’

Luccin por Diego Milito

 

 

 

ENTRENADORES

Voro

 

 

Manolo Villanova

 

 

 

GOLES

19’

Gol Silva

 

 

 

 

 

TARJETAS

80’

I. Helguera Tarj. A

84’

Albiol Tarj. A

86’

Silva Tarj. A

86’

Silva Tarj. R

88’

Baraja Tarj. A

 

 

55’

Ayala Tarj. A

59’

Gabi Tarj. A

76’

C. Sánchez A. Tarj. A

88’

Oliveira Tarj. A

 

 

 

OTROS DATOS DE INTERÉS

1ª División

 

Estadio: Mestalla

07/05/2008 20:00

Arbitro: Medina Cantalejo

 

Cuarto Arbitro: Mariscal Sánchez

Jueces de Línea:Gutiérrez Pérez , Giráldez Carrasco

Incidencias:

 

 

 

 


Cúanta razón tenía Manolo Villanova cuando advertía el pasado lunes, insistiendo una vez más en sus pronósticos, que todo el mundo se olvidase de la euforia post-Deportivo y que se mentalizase de que la situación del Real Zaragoza sigue siendo muy delicada. Viejo zorro, Villanova. Con un gran olfato futbolístico viendo lo que tiene entre manos.

Recordaba el veterano técnico que, tras dos buenos partidos del equipo a su llegada -Atlético y Villarreal- los jugadores se entregaron al conformismo y firmaron sendos desastres colectivos ante Valladolid y Betis que dieron con los huesos del Zaragoza en los puestos de descenso. "Esa experiencia me dice que las euforias son malas en estos momentos tan complicados", avisó Manolo.

Y, en efecto, el bajonazo que barruntaba Villanova llegó anoche en Mestalla. De nuevo, apareció el Zaragoza de fuera de casa. El blando, el desnortado, el indolente, el incosistente, el desdibujado, el inconexo, el vacío de contenidos, el que cabrea a la afición blanquilla a través de la televisión, el incapaz... así, hasta mil calificativos negativos que se ajustan perfectamente a lo que estamos viendo desde hace más de año y medio fuera de La Romareda con este perfil de jugadores que alguien trajo a la carta en tiempos pretéritos y que aquí ha dejado.

El Zaragoza tiró el partido a la basura en la primera mitad y, tras el descanso, no tuvo argumentos para rescatarlo del contenedor en ningún momento, a pesar de la histeria que agarrotó al Valencia en el último cuarto de hora. Los mejores jugadores azules anoche (con este uniforme gafe volvió a jugar ayer el cuadro blanquillo) fueron Zapater, Sergio Fernández, Celades, Milito, Matuzalem... es decir, los ausentes del once inicial. Y ya se sabe cuando los mejores son los que no están... ¡Qué desastre de primera parte jugó el equipo zaragocista en Mestalla! ¿Así se afronta un partido de este calibre, un asalto por la vida de tanto calado? A uno se le quedó escasa la aplicación de la mayor parte de los protagonistas, como por otra parte ya había sucedido en anteriores lances fuera de casa.

Sin duda, a Villanova le salió fatal su apuesta por el músculo. Este equipo hace días que no puede presumir ni de carácter rocoso, ni de toque, ni de nada de nada. Desde los tiempos de Víctor Fernández, el Zaragoza es algo amorfo, gaseoso, lleno de improvisación. Y anoche, a falta de solo 270 minutos para acabar la Liga y con el agua al cuello, se demostró que la cosa tiene mal arreglo, por no decir nulo, hasta que no haya una regeneración total en todos los ámbitos de la entidad que modifique el carácter actual de este grupo.

En tres cuartas partes del choque, el Zaragoza no vio el balón en ningún momento y fue borrado del juego por un voluntarioso Valencia que, desde el primer minuto, apoyado por su público, se volcó sobre el área de César en busca de los tres puntos que le asegurasen la permanencia en Primera División. Fue desesperante ver jugar al Zaragoza. Ni dos pases seguidos. Ni un desmarque en condiciones. Una máquina de perder pelotas en medio campo y la punta. Un coladero en ambos laterales de la defensa, especialmente en la derecha donde Diogo (acabó lesionado, roto sobre el campo durante 20 minutos) fue sobrepasado por Vicente y Villa de manera permanente.

A pesar de que la falta de acierto de Silva y el Guaje ex zaragocista (en tres claras ocasiones, una al palo) evitó una goleada que hubiera estado servida ya en los primeros 45 minutos, el Zaragoza (que arrancó la segunda mitad vivo y coleando), no tuvo reacción. No hubo gobierno en la medular, no se cuajó ni una sola acción digna de recordarse por las bandas. Y Oliveira y García arriba, vivieron como dos islas, solos como juncos en el agua. Ni la salida de Aimar, Matuzalem y Milito logró aportar un mínimo plus de esperanza para haber logrado el empate. La agonía va a ser larga.

 

El Zaragoza pierde ante el Valencia y tendrá que seguir peleando (0-1)

El gol del valencianista Silva abrió el marcador en Mestalla, donde el Real Zaragoza se enfrenta al Valencia C. F. en un vibrante partido, clave en la salvación para evitar el descenso a Segunda División.

 

 

Los jugadores, cariacontecidos.


El Valencia se impuso al Zaragoza en un partido tenso, bronco y lleno de urgencias, en el que el 1-0 con el que acabó el encuentro deja al equipo valenciano muy cerca de la permanencia en Primera División y obliga al Zaragoza a continuar en la pelea en las dos jornadas finales de la Liga.

Fue un partido a cara de perro, en el que no hubo tregua, en el que ambos equipos dieron todo lo que tenían y en el que la entrega y el tesón fue mucho más protagonista que el fútbol.


El Valencia impuso el ritmo del partido en el primer periodo, pero en la segunda parte fue el Zaragoza el que marcó la pauta del encuentro, aunque a base de balones lejanos y bombeados, sin disponer de verdaderas opciones de gol.

Esta dinámica se intensificó en los compases finales del partido, cuando el Valencia perdió a Silva por expulsión, aunque hacia ya muchos minutos que el Zaragoza jugaba en inferioridad porque Diogo estaba lesionado y tuvo que seguir en el terreno de juego al haber realizado su equipo todos los cambios.

Desde el principio, el juego fue tan intenso como las necesidades de unos y otros hacían prever, por lo que los minutos iniciales fueron de nervios para ambos equipos, aunque el Valencia se los quitó de encima antes que el Zaragoza a partir del momento en el que Rubén Baraja tomó las riendas del juego local, serenó al equipo y empezó a dar pases preciosos a sus compañeros.

El Valencia abría el campo y penetraba por ambas bandas ante un Zaragoza sin apenas salida, lo que no impidió que el gol del Valencia llegara en un pase por el centro de Baraja a Silva, que no dio opción a César en su remate a los 20 minutos de juego.

Tras el gol, el Zaragoza fijó un 4-2-3-1 y dio su primera señal de vida en un buen disparo de Sergio García que Hildebrand envió a córner. Era el minuto 28 y esta acción dio paso a unos minutos de fuerzas niveladas, pero sin aproximaciones claras a la puerta contraria por parte de ninguno de los dos equipos.

La primera parte acabó con la lesión del valencianista Vicente, tras una dura entrada de Diogo y con un balón en profundidad muy bien enviado sobre Oscar, que neutralizó el meta alemán del Valencia.

Aunque el Zaragoza salió muy centrado en el segundo tiempo, los marcadores de otros partidos metieron al Valencia en el encuentro, ya que se encontró con la permanencia y el público empezó a llevarlo en volandas.

El partido se había abierto y las alternativas, pero sobre todo las interrupciones, eran frecuentes en un encuentro en el que ambos equipos buscaban el gol, en pos del empate en el caso del Zaragoza y para asegurar el triunfo en el del Valencia. No había calidad, pero sí mucha intensidad y emoción.

Cuando el encuentro llegó al ecuador del segundo periodo, el Zaragoza había completado su apuesta ofensiva con la entrada de Aimar, Matuzalem y Milito, lo que dio un mayor dominio a su equipo el dominio aragonés, pero también espacios al Valencia al contragolpe.

Una falta muy bien lanzada por Gabi encontró la réplica en un disparo del valencianista Villa y el partido llegó a su conclusión, con lesiones, caídas, pérdidas de tiempo y la expulsión de Silva.

El Valencia fue uno de los grandes beneficiados de la jornada, ya que su victoria le aleja del descenso, mientras que el Zaragoza, encuentra el consuelo en las derrotas de Recreativo y Osasuna.

 

 

 

El Valencia acaricia la salvación

Silva anotó el único tanto del encuentro. El juego del Zaragoza, faltó de intensidad, era impropio de un equipo al borde del descenso. Albelda volvío a saltar a jugar en Mestalla una vuelta después.

07/05/2008

La salvación está cada día más cerca para el Valencia. El conjunto ’che’, tras una temporada para olvidar, ha cumplido su último e inesperado objetivo, la permanencia. Y como casi siempre pasa, para que unos rían otros deben llorar, y esta vez le toca al Zaragoza, que vuelve a dar un paso atrás en sus aspiraciones tras su victoria de la semana pasada ante el Depor. Virtualmente el Valencia es equipo de primera. La salvación matemática dependía de los tropiezos de Valladolid y Recreativo, y sólo estos últimos fallaron. Caso bien diferente es el del Zaragoza, que se queda a un punto de la plaza de descenso que resta por asignar, y que por el momento ocupa el Recreativo.

El Valencia no hizo nada del otro mundo, pero lo hizo bien, es decir, jugó bien, que no vistoso. Vamos, como el Valencia de los títulos, de la época dorada, y que tenía que haber sido el de toda la temporada. A eso recordó, de lejos, el Valencia de hoy. Lo único que le faltó fue la pegada de otros tiempos y la solvencia a la hora de ganar en su campo, pero poco más se le puede pedir al peor equipo en casa de la liga. Es sólo un reflejo de que los problemas de este equipo no son relativos a la calidad de la plantilla. En lo anecdótico, el choque nos dejó el regreso de Albelda a Mestalla. El capitán ingresó en el terreno de juego en el minuto 90 sustituyendo a Villa, y en un momento complicado.

El conjunto visitante desperdició gran cantidad de minutos por su falta de decisión. Sólo en los al borde del final se fue descaradamente hacia el gol, con los mismos problemas de juego, pero al menos con determinación, algo que no había ocurrido prácticamente en los noventa minutos anteriores.

Silva desnivela

El Valencia se hizo acreedor de la victoria desde bien pronto. El Zaragoza se desinfló demasiado pronto. Tuvo un comienzo esperanzador, propio de un equipo en sus circunstancias. Mantuvo el balón, no se dejó intimidar por el espectacular ambiente de Mestalla y miró hacia el marco de Hildebrand? durante los primeros diez minutos de juego. El resto de la primera mitad fue completamente para el Valencia.

Los hombres de Voro, se hicieron con el dominio del centro del campo. La trama nacional planteada por el técnico valencianista tuvo el día bueno. Baraja, Silva, Vicente, Joaquín y Villa se entendieron a la perfección de medio campo para adelante, aunque alguno de ellos sigue sin mostrar el nivel de otras épocas, como Vicente, y otros han cogido una dinámica irregular, como Silva.

El de Arguineguín fue el encargado de abrir el marcador a los 19 minutos tras un buen pase de Baraja, que este tramo final de liga está siendo de los mejores (recordemos la final de Copa). Poco antes sólo un cabezazo de Villa a pase de Joaquín que César desbarató había creado peligro. El Valencia mostraba su capacidad de llegar por cualquier parte, tiene equipo para ello, pero las cosas a veces no salen como deberían. El Zaragoza mostró poca capacidad de reacción.

Sin Aimar ni Milito sobre el campo, quién lo diría al principio de la temporada, sólo Sergio García intentaba sorprender a Hildebrand. Hacía falta algo más.

El resto de la primera parte tuvo un discurrir apacible. Salvo una remate de Villa, que envió el balón al palo (por fuera), no hubo ninguna ocasión relevante. El Valencia se limitó a ejercer ese control del encuentro que antes realizaba tan bien y que era secreto de su éxito. Un poco a la italiana, con ventaja en el marcador y a dejar correr el reloj sin pasar apuros. El Zaragoza la verdad es que se lo ponía bastante fácil.

El oficio valencianista contra la inoperancia maña

La segunda mitad discurrió más o menos como su predecesora. Se vio en el Zaragoza un tímido atisbo de reacción, pero luego fue incapaz de acercarse al marco de Hildebrand durante un buen rato. La entrada de Aimar apenas cambió las cosas y Villanova, poco después, hechó el resto dando entrada a Matuzalem en lugar de Chus Herrero, lesionado, y a Diego Milito por Luccin, que volvió a hacer alarde de sus limitaciones para jugar el balón. El Zaragoza aglutinaba en el césped un total de 6 jugadores de clara vocación ofensiva.

Curiosamente, el menos ofensivo de todos ellos, Gabi, tuvo la mejor ocasión para su equipo. Un tiro lejano que se marchó rozando el poste. Pésimo bagaje a estas alturas de encuentro. El Valencia seguí a lo suyo, confiado en su capacidad para contener el caudal ofensivo maño y poder sorprender en alguna jugada aislada.

En los momentos finales, cuando se acercaba el minuto 90 el Zaragoza intensificó su ataque. El gol estuvo cerca por primera vez de cualquiera de los dos equipos, aunque siempre más del Valencia. Los visitantes se vieron en superioridad numérica tras la expulsión de Silva en el 86, pero ya no quedaba tiempo. Incluso pudieron volverse a casa con otro tanto en contra, pero César salvó un disparo de Miguel en el último suspiro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mestalla respira aliviado

El Valencia supera el miedo al abismo y se aleja de la cola al derrotar un Zaragoza muy apocado

Valencia - 07/05/2008

Muy avaros toda la temporada, los jugadores del Valencia les han ofrecido escasísimos regalos a sus aficionados. Un puñado en la Copa del Rey y unos cuantos en la Liga. Ayer fue uno de ellos. El equipo de Voro superó el miedo al abismo y dio la mejor versión de sí mismo. A lomos de un Baraja siempre preciso, un Villa infatigable y un Silva magistral, el cuadro de Voro impuso su convicción ante un Zaragoza apocado de principio a fin. Ni siquiera al final, tras la expulsión de Silva, el cuadro de Villanova se volcó sobre Hildebrand. Se entiende perfectamente que haya sido el segundo peor de la Liga fuera de su estadio. Nada que ver con el Zaragoza que arrolló al Depor hace unos días en La Romareda.

El Valencia tuvo un arranque impecable. Media hora de iniciativa, orden y talento. Villa, en todas las salsas. Un taconazo por aquí, un caño dentro del área por allá, una lucha constante en todo el frente de ataque. Y a sus espaldas, un referente tranquilizador: Baraja, que hallaba la opción más conveniente. Por delante, Silva ejerció de cuchillo en la gelatinosa defensa zaragocista. Se coló una y otra vez entre los centrales. Se puso de perfil para recibir el pase interior de Baraja, amortiguó la pelota con un toque y la envió raudo al otro palo. Raso y esquinado. Mérito del pase de Baraja y del desmarque, control y remate de Silva, pero también error del ayer lateral izquierdo Paredes, que no cerró como debía.

Aquello premió la apuesta desinhibida del Valencia, en la que Vicente, la gran sorpresa de la alineación, le daba una frescura inesperada. En el uno contra uno, siempre superó a Diogo, que lo cazó un puñado de veces como única respuesta. Y, claro, como Vicente sufre unos tobillos de cristal, antes de acabar la primera parte ya estaba pidiendo el cambio, en esa cadena sinfín de lesiones.

Tan poca cosa fuera de La Romareda, el Zaragoza sólo hizo acto de presencia cuando su jugador más efervescente, Sergio García, envió un zurdazo que limpió de polvo los guantes de Hildebrand. Fue, sin embargo, Luccin quien sacó lustre al exterior de su botín derecho para enviar un pase medido entre los dos centrales a Óscar, cuyo mal control desbarató una ocasión de oro. Eso le costó a Óscar visitar la ducha en el descanso, lo que permitió que Aimar pisara de nuevo el campo de Mestalla. Sin ningún éxito. Impreciso y nervioso Aimar, el Zaragoza llegó muy poco.

Más dispuesto a pisar campo contrario, Ayala, que volvió como capitán a Mestalla, rozó el empate con un cabezazo desviado. Se lesionó el otro central, Chus Herrero, y Manolo Villanova decidió reemplazarlo por el creativo Matuzalem. El próximo en entrar sería Diego Milito. La abundancia de hombres de ataque, sin embargo, no se tradujo en una avalancha de ocasiones.

El Valencia decidió explorar el contragolpe y la especulación. Bien dirigido, eso sí, por un inteligente Baraja. El Zaragoza no se lanzó en tromba, sino que prefirió un ataque tan escalonado como inocuo. Y quedó perjudicado cuando se lesionó Diogo. Villanova, que ya había hecho los tres cambios, no le pudo reemplazar.

Mestalla se puso a cantar exultante a falta de 10 minutos. Se sentía dueño de los tres puntos que le aseguraban la permanencia. Pero le quedaba sufrir mucho. Sobre todo desde que el árbitro expulsó a Silva por protestar una falta que, efectivamente, no había cometido. El público se volcó con su equipo y Voro premió a Albelda con el final para que supliera al exhausto Villa.

 

 

 

0 comentarios