Edad de los Metales Peninsula Iberica
Edad de los Metales Peninsula Iberica
Calcolítico
Al Calcolítico o Edad del Cobre se asocian dos grupos culturales: Los Millares y Vila Nova, ambos relacionados en su segunda fase con el vaso campaniforme.
Entre los años 3100 y 2200 a. C., o 3500-2250, según diferentes investigadores, surgió en las zonas almeriense y murciana la denominada cultura de Los Millares, cuyo nombre proviene del yacimiento principal. Se trata de una sociedad establecida en pequeñas poblaciones fortificadas, con unas superficies de entre una hectárea y cinco, y necrópolis megalíticas de tholoi en las inmediaciones. Su economía estaba basada en una agricultura de secano, con indicios de estar complementada por cultivos de regadío. También tenían una cabaña ganadera de cierta entidad y comerciaban con el Atlántico y África. La metalurgia del cobre que practicaban está considerada de origen autóctono.
Contemporáneo a Los Millares y con características similares, el complejo de Vila Nova se desarrolló en la desembocadura del río Tajo, en el actual Portugal. La principal diferencia estriba en las necrópolis, donde se encuentra una relativa abundancia de hipogeos y cuevas artificiales en detrimento de los tholoi, justo al contrario que en el sudeste.
El fenómeno del vaso campaniforme se desplegó por toda Europa a partir del 2900 a. C. o entre el 2400-1800, dependiendo de los autores. Su nombre se debe a la existencia de abundantes cuencos y vasijas cerámicas con la forma de campana invertida, asociados en los ajuares a una serie de objetos característicos que incluyen elementos de cobre, en tumbas que evidencian la existencia de élites sociales diferenciadas por su nivel de riquezas. Se han encontrado restos en la desembocadura del río Tajo, Cataluña, Andalucía y Madrid (Ciempozuelos).
En el centro peninsular hallamos también la cultura de Las Motillas, elevaciones defensivas situadas en el entorno del Guadiana.
Edad del Bronce
En el sudeste peninsular los grupos millareses dieron paso a la cultura argárica que se desarrolló principalmente en las actuales provincias de Almería, Granada y Murcia, aunque también en las áreas limítrofes. Está caracterizada por pueblos levantados sobre cabezos o colinas de difícil acceso, muchos de ellos con fortificaciones y de tamaño mayor que en la etapa anterior. Sus casas suelen ser de planta más o menos rectangular y en sus suelos o paredes se depositaban los muertos, convirtiéndose así simultáneamente en viviendas y necrópolis. La agricultura y ganadería desempeñaban un papel fundamental, así como la metalurgia, mediante la cual fabricaban las armas y objetos suntuarios de cobre, plata, oro y bronce que otorgabanestatus social a sus poseedores. El control de las materias primas y de la metalurgia condujo a una clara estratificación social que llevó al establecimiento de las jefaturas, que, según algunos autores, se convirtieron en incipiente estado.
Los grupos argáricos tuvieron intensos contactos con sus vecinos del área del Guadiana y delGuadalquivir. Hacia el norte, el Bronce Manchego o complejo de Las Motillas se extendió por Albacetey Ciudad Real. En un principio se creyó que éste no era más que una expresión diferenciada de la cultura argárica, resultante de su expansión hacia el interior, pero actualmente se tiende a caracterizarlo como un horizonte propio, con importantes relaciones con el Argar y el Bronce valenciano. Los asentamientos manchegos son bastante numerosos y, aunque dispersos y extensivos dentro de un territorio, mantenían relaciones entre sí formando agrupaciones. Los caracterizados como morras (en Albacete) y motillas (en Ciudad Real), eran fortalezas circulares dispuestas en anillos concéntricos en torno a una gran torre central, constituyendo lugares de habitación sin parangón en el resto de la Península. Existe, incluso, un asentamiento muy singular, el crannóg de El Acequión, que demuestra la versatilidad de estos grupos para adaptarse al medio. Sus redes de relaciones y comunicaciones se mantuvo casi intacta hasta época romana.
Durante el Bronce final comenzó a despuntar en las Islas Baleares la cultura talayótica, que llegaría a su clímax durante la Edad del Hierro. También hacia el final del periodo (1200-1000 a. C.) se extendieron por el área de Cataluña los primeros asentamientos de los campos de urnas.
Edad del Hierro
La Edad del Hierro transcurrió, aproximadamente, desde el año 800 a. C. hasta la conquista romana de Hispania, que comenzó en el 218 a. C.. Ésta sería la última etapa prehistórica en el territorio peninsular, ya que coincide con la fundación de colonias por parte de los pueblos mediterráneos (fenicios, griegos y cartagineses) y la supuesta llegada de otros del norte de Europa (los celtas, aunque recientes estudios de la universidad de Oxford pretenden que este pueblo podría ser autóctono de la península). Las primeras colonizaciones se limitaron, fundamentalmente, a pequeños asentamientos, escasos y breves, ya que tanto fenicios como griegos dieron mayor importancia a comerciar y asegurarse el control de las riquezas mineras para sus metrópolis, que a establecerse de una forma permanente en el territorio peninsular. La consecuencia inmediata de estas aportaciones foráneas fue una considerable influencia cultural sobre los indígenas afectados. En general no existe discontinuidad entre los grupos del Bronce y los del Hierro: los restos arqueológicos nos hacen pensar en una paulatina evolución y solamente las aportaciones tecnológicas y culturales externas provocaron una progresiva diferenciación entre los pueblos mediterráneos y los del interior.
Tradicionalmente, este periodo ha sido definido como Protohistoria de la península ibérica, siguiendo la interpretación clásica de ésta: el tiempo en el que no hay fuentes escritas directas (producidas por la propia sociedad protohistórica), sino indirectas (realizadas por otra sociedad que ya estaba en una fase histórica). Para la península ibérica esta fase ocuparía los últimos siglos del II milenio a. C. y la mayor parte del primero. Entre estos textos indirectos se debería mencionar la Biblia (que tiene algunas enigmáticas menciones que pueden, quizás, localizarse en la península ibérica), documentos en griego como el Periplo massaliota o el Periplo de Piteas y los abundantes documentos de época romana, en latín o en griego.
Es prácticamente imposible precisar el momento en que apareció la metalurgia del hierro en la península, ya que durante algunos siglos este metal coexistió con el bronce. Es posible que la trajesen los fenicios al establecerse en el sur de la península hacia el año 1.000 a. C. o bien los griegos, que fundaron su primera colonia (probablemente Rhodes, actual Rosas, Gerona) en el siglo VIII a. C. Tampoco hay que olvidar que a partir del 900 a. C. se cree que llegaron grupos célticos, que ya conocían este metal y lo utilizaban para fabricar sus espadas, lanzas, escudos o cascos.
La cultura talayótica se desarrolló en este periodo. El nombre deriva de sus características torres defensivas, troncocónicas y construidas con grandes piedras, en torno a las cuales se establecían los poblados. Además, hay otro tipo de monumentos llamados taulas, con forma de altar, pero de tres o cuatro metros de altura, de las que se conservan una treintena en Menorca. El tercer tipo de monumento caracterizado por su vastedad es la naveta, edificio rectangular terminado en ábside y construido con grandes bloques de piedra, que servía como lugar de enterramiento colectivo.
Los pueblos de la denominada área ibérica (sur y este peninsular) fueron los que más intensamente recibieron la influencia de las colonias griegas y púnicas, y son calificados como preindoeuropeos. En la zona suroccidental se produjo incluso el surgimiento (y desaparición) de una entidad política de supuesta dimensión estatal: Tartessos. Los pueblos de la denominada área indoeuropea (centro, oeste y norte peninsular) estaban más bien vinculados al ámbito cultural centroeuropeo conocido como celta, aunque entre ellos había notables casos de pueblos preindoeuropeos, como los vascones.
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