Agónico, sufrido en grado extremo, pero triunfo vital del Real Zaragoza ante el Mirandés por 1-0. Un gol tempranero del central Peybernes otorgó el enésimo éxito local a los aragoneses a base de ese raquítico marcador de 1-0, que es suficiente para seguir vivos en la dura lucha por huir del infierno. De nuevo, en medio del dominio del rival, el cuadro blanquillo falló un penalti que le iba a dar tranquilidad al final del duelo, pero esta vez no le penalizó ese serio error, en este caso de Alegría.
El duelo comenzó con un ritmo fulgurante del equipo zaragocista, que con el paso de los primeros 10 minutos quedaría como un auténtico espejismo. En las tres primeras llegadas a la portería mirandesa se tocó el gol y sería en la tercera cuando llegaría, por medio de Peybernes, que estrenó titularidad por la baja del sancionado Francés con un tanto providencial, con el pecho, a bocajarro, tras un córner botado por Zapater y peinado en primera instancia por el otro central, Jair. El galo, en el minuto 6, entró con todo al segundo palo y se encontró con el premio, oro molido para el equipo en esos instantes iniciales. Antes, Zapater, de nuevo liderando el equipo en todas las facetas del juego, había marrado en el 4 un mano a mano gestado por Narváez y Alegría en una gran contra, que el ejeano, tras dos amagos ante la defensa burgalesa que se le había echado encima, remató mal sobre el cuerpo de Meseguer. En el 5, de inmediato, el propio Zapater sacó de esquina y el balón se lo comió el portero Lizoain, dejando a Vigaray el tanto a un solo toque de pie junto al poste derecho. Pero al zaragocista le fallaron los reflejos y no logró contactar con la pelota.
Desde el minuto 10 al 33, el Real Zaragoza no olió la pelota. Se fue del partido literalmente. El Mirandés dominó la posesión apabullantemente. Tocó y tocó, metió a los aragoneses atrás del todo, pero les faltó pólvora a los de José Alberto López. Alegres, descarados, pero inertes en el área, para suerte zaragocista. En ese tramo solo asomaron dos ocasiones claras para el empate, un tiro flojo y colocado de Iván Martín en el área que Cristian Álvarez echó a córner con apuros en el minuto 24 y otro disparo del lateral Víctor Gómez desde la frontal que se marchó fuera por centímetros, cruzado, en el 32. En la banda izquierda de la zaga aragonesa estaba el agujero, con Nieto sufriendo de lo lindo con Martín y el referido Víctor, al que Chavarría (atendido 5 minutos fuera del campo por una herida en la cara) no taponó jamás.
Tuvo que ser de nuevo Zapater el que desahogara al equipo en la recta final del primer tiempo, mucho más sufrido de lo que se auguró en el buen inicio. En el 33, el cincovillés remató a placer un centro atrás de Vigaray tras una penetración del lateral marca de la casa, pero se topó con la mala suerte, con la fortuna del portero Lizoain, que desvió con la cara a córner un balón que entraba para el 2-0. Una pena que se repitió en el 40 cuando Eguaras, por el otro pico del área, entró solo en una asistencia precisa de Narváez y no supo rematar a gol con todo a favor.
El Mirandés puso el juego, el control, pero el Real Zaragoza tuvo las mejores ocasiones para marcar. Lo hizo una vez y debió hacerlo un par más de tener en sus filas más instinto matador, algo de lo que carece, sabido es desde septiembre. Era un calco el partido de otros anteriores. Victoria mínima de los de Juan Ignacio Martínez y a verlas venir, a jugar con el cronómetro y con los vientos del azar. Mucho había de cambiar el juego zaragocista tras el descanso para no sufrir con hondura hasta el minuto 90.
No hubo cambios en el intermedio. El Mirandés reinició el juego con rasmia, obligado por el marcador, y punteó el marco zaragocista con remates de Javi Muñoz y Pablo Martínez sin buen tino. En el otro lado, Alegría cabeceó forzado en el 53 un centro de Bermejo, replicando de alguna manera a esa iniciativa burgalesa. El Zaragoza seguía teniendo mil problemas para tener el balón en sus pies. Un peligro constante atrás, donde Peybernes y Jair se hacían grandes. El primer cuarto de hora de la reanudación transcurrió con todo controlado por los de Jim. Quedaba media hora de padecimiento, pues el broche del 2-0 se veía como algo lejanísimo. El jugador número 12 del Zaragoza era el reloj.
Francho relevó a Zapater a falta de 22 minutos, con el equipo metido en la cueva por el empuje constante del Mirandés. Hacía falta aire fresco para salir de ahí y el capitán estaba fatigado. Lizoain, el portero rojinegro, ni había sudado a esas alturas, estaba inédito tras el descanso. Ese cambio dio un respiro a los zaragocistas que tuvieron enseguida el segundo gol en las manos, la sentencia. Un disparo de Chavarría en el minuto 75 se estrelló en la mano de Víctor Gómez, taponando el posible gol. El árbitro, el canario Trujillo, necesitó del VAR para pitar el penalti, que se encargó de lanzar Alegría en el 77. El chut del extremeño se fue al larguero y se echó a perder la sentencia. Otra pena máxima tirada a la basura, como la de Narváez en Sabadell. Y los nervios y la inseguridad envolvieron a los zaragocistas rumbo al final del choque. Este equipo está atacado, es un mar de histerias.
Jim movió más el banquillo, buscando romper la inercia negativa de ese yerro serio de Alegría que era la vida entera. Iván Azón y Sanabria fueron sus piezas nuevas en la recta final. Precisamente, el uruguayo, que debutaba en La Romareda, tuvo el gol en sus pies en el 86, en un mano a mano de fe ante Lizoain, que le diluyó el remate en una salida valiente y afortunada. El sufrimiento estaba escrito hasta el pitido final. No hay manera de que el Zaragoza llegue con calma a la conclusión de ningún partido. Chavarría falló otra ocasión a la contra en el 88, para agrandar la sensación de impotencia ante el marco rival.
Hubo 6 minutos de alargue. Un suplicio en sí mismos. Pero ya no tuvo el Mirandés ocasión alguna de derrumbar un triunfo de oro del Real Zaragoza, que toma otro pequeño impulso para dejar la raya del descenso 3 puntos atrás. Objetivo logrado. Con enorme padecimiento, como siempre, a causa de las carencias irresolubles en términos futbolísticos de esta plantilla. La vida sigue entre zozobras, pero con la respiración aún firme.
Ficha TécnicaReal Zaragoza: Cristian Álvarez; Vigaray, Peybernes, Jair, Nieto; Eguaras (Adrián González, 91), Zapater (Francho, 68), Bermejo (Sanabria, 82), Chavarría; Narváez (Zanimacchia, 91) y Alegría (Iván Azón, 82).
CD Mirandés: Lizoain; Víctor Gómez, Berrocal, Vivián, Javi Jiménez; Meseguer (Barco, 90), Álex López (Jackson, 60); Iván Martín, Javi Muñoz, Pablo Martínez (Djouahra, 81); y Cristo (Simón Moreno, 81).
Árbitro: Trujillo Suárez (Canario). Amonestó a Javi Jiménez (71), Víctor Gómez (75), Jair (83) y Lizoain (83).
Goles: 1-0, min. 6: Peybernes.
Incidencias: Noche fría en Zaragoza, con 9 grados a la hora del inicio del duelo (las 21.00). El césped de La Romareda presentó un buen aspecto. El Real Zaragoza salió al campo con una camiseta de apoyo a Lasure, zaragocista cedido en el Leganés, que la semana pasada anunció su baja momentánea por padecer un tumor testicular, del que ha sido operado.
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