El astuto abogado Laurence Fife, conocido también por sus escurridizas aventuras femeninas, aparece un día asesinado. En el juicio, todo conduce al jurado a pensar que su joven esposa, Nikki, es la culpable. Tras ocho años de prisión, Nikki sale en libertad bajo palabra y encarga a la detective Kinsey Millhone descubrir quién mató realmente a su marido. A Kinsey Milhone no le asusta meterse en líos, pero éste es especialmente enmarañado porque las huellas de aquel homicidio parecen haberse esfumado con el tiempo y, por si fuera poco, otro asesinato, cometido también hace ocho años, y un cadáver reciente, aún caliente, vienen a enredarlo todo todavía más…
A Sue Crafton se le ocurrió la idea de este libro, cuando al divorciarse y tener que luchar por la custodia de su hijo, sintió el deseo de acabar con su marido. «En vez de pasarme la vida en la cárcel, pensé en algo mucho mejor : matarlo en un libro y además recibir dinero por ello…»
Sue Grafton
Sue Grafton nació en Louisville, Kentucky, en 1940. Es licenciada en literatura inglesa y ha trabajado en Hollywood como guionista de televisión. En 1982 creó el personaje de la detective Kinsey Millhone, según confiesa ella misma, para desquitarse de los disgustos causados por su divorcio. En cualquier caso, para satisfacción de sus miles de lectores, así nació su extraordinario Alfabeto del Crimen, la serie de novelas policiacas protagonizadas por Kinsey Millhone y publicados por Tusquets Editores: A de adulterio, B de bestias, C de cadáver, D de deuda, E de evidencia, F de fugitivo, G de guardaespaldas, H de homicidio, I de inocente, J de juicio, K de Kinsey, L de ley (o fuera de ella), M de maldad, N de nudo, O de odio, P de peligro, Q de quién, R de rebelde y S de silencio (Andanzas 111 A-S, y Fábula 3A-3G, 3P y 3Q). Varios de estos títulos han obtenido premios tan importantes como el Mysterious Stranger Award, el Shamus Award, el Anthony Award, y, en 2004, el Premio Ross Macdonald. En las diecinueve novelas que de la serie policiaca el Alfabeto del Crimen, Grafton ha explorado sin cesar nuevos territorios, nuevas técnicas narrativas, nuevos personajes, con resultados siempre fascinantes y sorprendentes. Y T de trampa, su caso número veinte, no es una excepción.
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