Fin al calvario de año. El Real Zaragoza y el Numancia empataron sin goles en La Romareda en el duelo de la penúltima jornada de liga, resultado que le otorgó la salvación a los de Soria. Fue un partido feo, insípido, sin ritmo, sin plasticidad ni alicientes desde el prisma del equipo aragonés. Un duelo que, en cierto modo, le sobraba ya a los de Víctor Fernández, como lo hará también el próximo en Tenerife, el fin de semana, ése sí el que cerrará el curso oficial en Segunda División.
El primer tiempo no tuvo dueño claro. Durante el primer cuarto de hora, de hecho, no ocurrió nada relevante en las áreas. El tramo de tanteo se alargó en exceso, con un Numancia precavido, pendiente de las noticias que llegaban desde Oviedo (si el Rayo Majadahonda no ganaba se podía permitir el lujo de no puntuar en La Romareda) y un Zaragoza sin ritmo. A partir de que un cabezazo de P. Biel, en el minuto 16 a centro de Delmás, amagó el primer tanto, la cosa se animó ostensiblemente. Pero sin un rigor táctico claro en ninguno de los dos equipos. El balón iba de lado a lado por turnos, con predominio de las defensas sobre los puntas. Los zaragocistas parecían más incisivos y Soro, también de cabeza, estuvo cerca de marcar en el 19 tras un centro de Nieto. Los laterales blanquillos fueron en este tramo los mejores estiletes ofensivos de los locales.
El Numancia dio señales de vida ante Ratón en el minuto 22, con un disparo de M. Mateu desde 30 metros que se marchó fuera por muy poco. Los sorianos sintonizaron ahí con el partido realmente. Y en el 27, el central Carlos Gutiérrez cabeceó un córner picado, cruzado, que a punto estuvo de batir al portero zaragocista. Todo muy equilibrado por entonces. Con mucha acumulación de hombres en la línea medular, abundancia de faltas y llegadas trufadas a las áreas de vez en cuando.
El equipo de Víctor Fernández retomó el veneno en ataque en el minuto 33 con un nuevo pase al espacio de Delmás que Álvaro Vázquez, de primeras, remató en carrera en vaselina, sin encontrar la portería por apenas un metro, ya rebasado Juan Carlos a media salida. La réplica castellana llegó de inmediato, 60 segundos después, en una penetración del lateral Ganea cuyo centro lo voleó el ariete David Rodríguez en el punto de penalti, templado, pero fuera por escasos centímetros. Fue la mejor acción combinativa de los de López Garai antes del descanso.
Antes del refrigerio, en una calurosa noche con olor a verano, se fraguó la mejor ocasión zaragocista. Fue una falta directa a 25 metros del marco numantino en el minuto 37. Se la pidió Álvaro Vázquez, muy criticado por parte de la grada. El catalán lanzó de rosca, a la escuadra derecha, pero se topó con el vuelo de Juan Carlos que llegó a tiempo de evitar el 1-0 con las yemas de los dedos, sacando la pelota a córner justo antes de que entrase en la red. El empate sin goles del intermedio le servía a los visitantes, pues el Majadahonda, que había ido ganando en Oviedo durante un rato, acababa de encajar el 1-1 en el Tartiere.
No hubo cambios y la segunda mitad arrancó a la expectativa por ambas partes, mucho más por el bando rojillo, por tanto como tenían en juego en esta penúltima jornada de horarios unificados. Enseguida, el Real Zaragoza volvió a la carga, demostrado que, pese a su falta de pulsaciones respecto de los días pasados de ‘finales’ de vértigo, su honradez para con el resto de implicados en la pelea por la salvación estaba fuera de toda duda. Tras un contragolpe malogrado por Linares, muy espeso y al que se le apagaron las luces según se acercaba al área, fue P. Biel el que lanzó un potente disparo desde lejos que obligó a Juan Carlos a rechazar abajo en una gran parada, que volvió a evitar que los aragoneses se adelantasen en el tanteador. Era el minuto 48 de partido.
Víctor cambió de punta. Retiró a Linares y dio más de media hora a M. Gual. Entretanto, el Numancia gestó su primera oportunidad clara de gol de la reanudación. De nuevo a balón parado, en una falta lateral lejana, el defensor Carlos Gutiérrez remató con la testa en el segundo palo y Dorado salvó el peligro, enviando a córner con riesgo en el área pequeña, también con la cabeza. Un susto serio. Por arriba, la zaga aragonesa hacía aguas claramente. El escaso fútbol que se había visto en el primer tiempo desapareció por completo en el segundo. El partido se convirtió en un bodrio, sin chispa, sin ánimos desde las gradas, en un silencio sobrecogedor durante muchos instantes del juego. Esta vez el reloj pasaba lentamente.
A falta de 25 minutos, Fernández intentó introducir algo de imaginación en el césped poniendo en danza a Eguaras en vez de un apagado Ros. El Numancia se hizo con el timón con claridad y el Zaragoza jugaba al contragolpe, por decir algo. Y es que, en ningún momento, los blanquillos fueron capaces de salir desde atrás con algún criterio. Todo moría en el segundo o tercer pase en cuanto llegaban a la línea divisoria de los dos campos. Los sorianos querían aguantar el 0-0 como botín mínimo. Ese punto era oro molido para sus aspiraciones matemáticas de salvación. López Garai también cambió su referencia arriba, quitó a un deslavazado David Rodríguez y puso a Guillermo de ‘9’, frescura por lo que pudiera suceder en la recta final.
En el minuto 75, Álvaro Vázquez logró acabar por fin una contra zaragocista. Entró en vertical hasta la línea de fondo, en el área chica, y su disparo sin ángulo lo tapó Juan Carlos junto al palo derecho. Este golpe inesperado de los locales fue respondido de súbito por el Numancia, que erró el 0-1 en su ocasión más cristalina. Guillermo, solo mano a mano ante el portal, superó en semifallo a Ratón y, cuando el balón encaraba las mallas, Dorado (nuevamente) llegó a tiempo para evitar el tanto. El Majadahonda se había puesto ganando 1-3 en Oviedo y los sorianos sudaban frío.
Pombo relevó a Soro a falta de 11 minutos y todo quedó ya retocado en su totalidad por Víctor Fernández. El Numancia apretó el acelerador. Higinio, otro delantero centro tanque, entró en juego para buscar el gol con el fútbol directo. En el esprint definitivo del partido, con los nervios a flor de piel en los de Soria, Pombo buscó el gol con una rosca rasa dentro del área, pero otra vez el portero Juan Carlos respondió bien abajo y atrapó el intencionado disparo del canterano en el minuto 83. El Oviedo le empataba 3-3 al Majadahonda y daba de nuevo vida a los castellanos. Estaba más interesante lo de fuera que lo que ocurría en La Romareda. P. Biel, en una rosca desde la frontal de su fábrica, rozó la escuadra derecha en el minuto 88 y casi tumbó al Numancia in extremis.
El partido murió insustancialmente, en el tono en el que se desarrolló en su mayor parte. Con una bronca monumental de la grada zaragozana en el adiós a una temporada 2018-19 llena de mellas, carencias y sufrimientos. El último partido del curso en casa (queda el viaje a Tenerife para rematar la feria, un duelo ya sin nada en juego pues los canarios se salvaron al empatar 0-0 en Lugo) tampoco fue una victoria y se añadió otra muesca más a los tropiezos zaragocistas en La Romareda. Ya se ha terminado el suplicio. Por fortuna, sin desastre final en la clasificación. Con los mínimos para sobrevivir. Habrá séptimo año en Segunda. Buen verano a todos. Menudo alivio. Y, tres minutos más tarde del pitido final, los numantinos celebraron por todo lo alto su permanencia cuando supieron por la radio que el Majadahonda acababa de firmar su sentencia al encajar el 4-3 que lo derrotaba cruelmente.
Ficha
Real Zaragoza: Ratón; Delmás, Verdasca, Dorado, Nieto; Javi Ros (Eguaras, 64), Raúl Guti, Pep Biel; Soro (Pombo, 79), Álvaro Vázquez y Linares (M. Gual, 56).
CD Numancia: Juan Carlos; Medina, Carlos Gutiérrez, Atienza, Ganea; Diamanka, Gus Ledes; M. Mateu (Higinio, 80), Villalba, Kako; y David Rodríguez (Guillermo, 67).
Árbitro: Javier Iglesias Villanueva (Comité Gallego). Amonestó a M. Mateu (40), Álvaro Vázquez (55), Carlos Gutiérrez (73) y Atienza (82).
Goles: No hubo.
Incidencias: Tarde veraniega en Zaragoza, con 32 grados y nubes de tormenta. El césped de La Romareda presentó un estado excelente. En las gradas, en un día laborable y horario muy tardío (21.00), hubo alrededor de 16.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria de José Antonio Reyes, futbolista del Extremadura, fallecido el sábado en accidente de tráfico.
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