PARTIDO Nº 662 ITALIA 2-0 ESPAÑA (27-6-2016)
ITALIA | Partido 662 | ESPAÑA |
2-0 | ||
1-0, m. 33: Chiellini. 2-0, m. 91: Pellé | Eurcopa 2016 octavos de final 27 Junio 2016 Saint-Denis Estadio: Stade de France |
Ficha técnica
2 - Italia: Buffon; Barzagli, Bonucci, Chiellini; Florenzi (Darmian, m. 84), Parolo, De Rossi (Motta, m. 53), Giacherini, De Sciglio; Éder (Insigne, m. 80) y Pellé.
0 - España: De Gea; Juanfran, Piqué, Ramos, Jordi Alba; Cesc Fábregas, Sergio Busquets, Iniesta; Silva, Morata (Lucas Vázquez, m. 69) y Nolito (Aduriz, m. 46 (Pedro, m. 80)).
Goles: 1-0, m. 33: Chiellini, tras un rechace de De Gea a disparo de falta de Éder. 2-0, m. 91: Pellé, de volea a pase de Giaccherini.
Árbitro: Cuneyt Cakir (Turquía). Amonestó a los italianos De Sciglio (m. 24), Pellé (m. 54) y Motta (m. 87), y a los españoles Nolito (m. 40), Busquets (m. 88) y Silva (m. 93).
Incidencias: partido de los cuartos de final de la Eurocopa 2016 disputado en el estadio de Francia, en Saint Denis, ante unos 80.000 espectadores.
Italia 2-0 España
41 % Posesión 59 %
0 remates poste 0
7 remates a puerta 5
5 remates paradas 5
2 remates fuera 7
2 remates otros 2
3 tarjetas amarillas 3
0 tarjetas rojas 0
13 faltas recibidas 19
19 faltas cometidas 13
50 balones perdidos 53
39 balones recuperados 39
0 fueras de juego 2
0 penalties 0
15 intervenciones portero 16
Buffon frenó (0-2) a España
En el cuarto día anterior al de cumplirse la cuarta efemérides de la tercera Copa de Europa ganada por España en el Estadio Olímpico de Kiev (1 de julio de 2012), ganada de forma clamorosa (4-0), o sea de las que no dejan lugar a dudas, hundidos Buffon y los suyos ante el aluvión que se les vino encima, en ese cuarto aniversario menos cuatro días, justo cuando empezó a llover aparatosamente sobre París, España se ha quedado sin Eurocopa, tumbada por una Italia con las ideas más claras, con más mordiente y con más remate. La selección tardó en poder contrarrestar la superioridad italiana y acabó persiguiendo el gol sin sus arietes Morata, sustituido, y Aduriz, sustituido por lesión. Su media hora final fue empero digna de encomio, una tarea esforzada, generosa y sacrificada que no encontró premio. Buffon se encargó de impedirlo en el tramo final con tres intervenciones determinantes.
Todas las previsiones sobre el enfrentamiento con ese clásico rival de siempre, que casi siempre mira hacia atrás, la Italia defensiva a ultranza, sin más ambiciones que las escasas de alguna ocasión que aprovechar, todas las consideraciones en torno a un enemigo sin ganas de gol quedaron manifiestamente deshechas de salida. Italia jugó con tres delanteros, Eder, Pellé y Giaccherini, y ese solo planteamiento resultó demoledor para España, que, perdido por iniciativa azul el medio campo, se encontró en solo diez minutos de juego con media docena de ataques inesperados y dos clarísimas ocasiones de gol que evitó impecablemente De Gea: un cabezazo de Pellé (8’) que sacó junto al poste derecho, y una chilena de Giaccherini, que iba al mismo sitio, es decir, el fondo del marco español, que volvió a tocar el portero y que acabó desviando definitivamente su poste. Dos magistrales acciones del portero español.
España tardó más de lo que acostumbra en ser dueña del balón, que tuvo que buscar porque Italia entendió que privándole de él le quitaba el control del juego y de esa forma le anulaba. Durante el primer período lo hizo a la perfección. Hasta casi el minuto veinte no se aproximó la selección española a los alrededores del marco de Buffon, con un remate de Cesc que desvió un defensor. La aparición de Silva, el mejor de sus mediocampistas, fue esencial en la leve mejoría del equipo, que si bien no demostró capacidad de remate conseguía parar algo a la Italia frenética de los primeros instantes. A los veinticuatro minutos, no obstante, Eder volvía a disponer de otra oportunidad con un cabezazo que se le escapó por poco y cuatro más tarde, España sufría otro sobresalto añadido: un desvío de Ramos a dos palmos de David de Gea que cerca estuvo de causarle un disgusto mayúsculo.
A los 32’ Italia encontró, al fin, el premio a su superioridad: una falta en la frontal del área la lanzó Eder con una fuerza tremenda. Uno de sus compañeros, metido en la barrera, escapó de ella como un gamo para dejar hueco al balón, que se fue como una bala de cañón hacia el portal. Aún así, De Gea tuvo tiempo para despejarla con otra soberbia parada. Le dio tiempo a eso, pero para nada más. Al rechace acudieron Pellé y Chiellini, y poco pudo hacer Piqué, entre ambos, el único de los defensas que reaccionó. El “vecchio” zaguero marcó.
El partido fue siempre muy incómodo para España, que no tiene el tipo de juego final capaz de desbordar defensas bien formadas, expeditivas, con tres muy buenos centrales Barzagli, Bonucci y Chiellini, y dos defensas laterales adelantados. Frente a aquellos poco pudo hacer Morata y menos Nolito, y cualquier atisbo de ataque por las bandas había que controlarlo para evitar contragolpes letales. A los 45’, De Gea volvió a mostrarse como un excelente guardameta, desviando ahora un zapatazo envenenado de Giaccherini. Su sola intervención impidió otro gol de la “azzurra”.
Sostenido por muchas cosas, pero fundamentalmente por la capacidad generadora de Daniele De Rossi, Italia salió decidida a solucionar el choque en la segunda mitad. Pellé anduvo cerca de aumentar la ventaja. Ya estaba en el campo Aduriz, al que Del Bosque llamó para sustituir a Nolito y aportar cuando menos más remate. A los 48’, Buffon sufrió su primer susto con un cabezazo de Morata que si bien no le forzó demasiado animó el fútbol ofensivo de una España obligada a echar el resto. Con España con más balón, las cosas fueron cambiando. Italia también empezaba a notar su tremendo esfuerzo. A los 53’, De Rossi, su constructor, dejó su puesto a, Thiago Motta, uno de sus más expertos destructores. Era la señal de que su superioridad empezaba a decaer. A pesar de ello, De Gea tuvo otra que estirarse otra vez para cerrar un remate casi mortal de Eder.
España mejoró sensiblemente en la segunda mitad, abocada al todo o nada, pero su afán no estuvo acompañado por el acierto en los metros finales. Italia volvió a tener otra ocasión de gol a los 62’, pero el balón rondó a De Gea sin que nadie acertara a rematarlo para fortuna del todavía campeón, apretado al extremo por la presión y la conocida contundencia de los italianos, todo permitido. El partido se le hizo así larguísimo a la selección. La media última hora la siguió Casillas fuera del banquillo, apoyado a él, viendo como los minutos pasaban entre búsqueda infructuosa del empate y el miedo a un contragolpe. A los 68’, Aduriz lo rozó con un remate ajustado, lo más peligroso de España en más de una hora de juego. Siete después, un zurdazo inesperado de Iniesta obligó mucho a Buffon, al que volvió a poner a prueba Piqué, también con la zurda. De Gea tampoco estuvo mucho más tranquilo. Aun tuvo tiempo de frenar otro chutazo azul antes de que el partido concluyese.
La negra fortuna de España se consumó en los dos minutos finales: a los 89’, Buffon impidió que la reacción española se consumara con una intervención prodigiosa, que en el fondo opuesto corearon sus seguidores; dos más tarde, un balón de banda a banda sorprendió a la defensa española, lanzados todos al ataque, y Pellé no lo desaprovechó. La segunda diana italiana cerraba un gran duelo de dos caras y en el que dos enormes guardametas tuvieron una sobresaliente actuación, aunque solo uno de ellos saliera ganando.
Italia apaga la llama de España
España cierra su gran ciclo tras recibir un repaso en el primer tiempo y no alcanzarle con su posterior mejoría
Una Italia brava, concienzuda y muy aplicada cerró el gran ciclo de la selección española. Esta vez no fue el estruendoso batacazo del Mundial de Brasil, donde se gripó desde el suspiro inicial. En Francia, La Roja cayó (2-0) porque enfrente tuvo a un rival que fue mejor, mucho mejor, durante el primer tiempo. En ese periodo destiñó por completo a España, pálida y acogotada. La decidida respuesta tras el descanso no alcanzó a los de Vicente del Bosque, cuando Buffon fue el gran De Gea del primer acto. Al menos, al contrario que en Brasil, España tuvo un segundo aire y se bajó del trono europeo con el honor de quien lo intentó con ahínco hasta el último momento.
Ahora toca una segunda reforma, y quizá sin dos guías capitales en los éxitos de casi una década como Vicente del Bosque e Iker Casillas, dos referentes indiscutibles para la eternidad. En caso de que renuncien, o les hagan renunciar, su legado queda de por vida y sobre los mismos pilares en los que ellos se auparon debería renovarse el equipo. Una derrota con Italia no es una chapuza que abochorne o deba dinamitar una obra, por lo que la idea troncal, la que llevó al fútbol español a la cima, pude perpetuarse. No han sido pocas las selecciones que al hilo de una decepción o una victoria mal interpretada mutaron sus genes sin éxito. La Canarinha, por ejemplo.
La despedida española se intuyó desde muy pronto. España apareció por París como un boxeador que llega noqueado por una sola mano anterior, la que le propinó Croacia, similar al imprevisto desplome ante Holanda en Brasil 2014. Entonces, al siguiente partido, frente a un Chile con muchas similitudes con esta Italia, el equipo ya salió tocado, tan impotente como en el raquítico primer periodo de París. Al segundo se vio a una selección chata, atemorizada, como si aún sintiera dormido el mentón. Italia la puso a caldo sin tregua, la acorraló en su campo y propició que la pelota fuera un debate permanente. Los únicos pelotazos eran españoles, de De Gea, al que no había compañero que le diera socorro. En La Roja, nadie quería arriesgar ante la presión alta del contrario. España no es un conjunto perfilado para ganar el balón en combate, así que se quedó sin sustento. Sin la pelota es un equipo en tanga.
Conte y los suyos planificaron de maravilla el partido. Levantaron dos diques, uno para estrangular a Busquets y los zagueros, con lo que evitaban la fluidez en el inicio del juego, y otro para frenar los ataques. El sistema desconectó a los volantes españoles, Silva, Iniesta y Cesc, a los que nadie era capaz de dar carrete. Del Bosque, como ya hiciera Luis Aragonés en la Eurocopa de 2008 que abrió el camino hacia el paraíso, repitió equipo por cuarta vez. Se guio más por sus dos buenos primeros partidos que por su “parvularia” gestión del tropiezo con Croacia.
Italia no tiene jugadores para reventar el mercado, pero suple la falta de solistas con un conmovedor sentido gremial del juego y mucho trabajo de estudio. No deja nada al azar y consiguió que España fuera la menos España que se recuerda durante una hora. En ese tiempo, solo hubo buenas noticias españolas de De Gea, que evitó el gol con tres grandes intervenciones. No había compañero del meta que ganara un asalto, nadie se parecía a nadie. Todos agarrotados ante el empuje azul. Hasta la media hora no hubo focos para Buffon, sin inmutarse con un tirito de Iniesta. A De Gea, finalmente, le batió Chiellini. Un innecesario atropello de Sergio Ramos, confuso todo el torneo, originó una falta en el balcón del área. El disparo de Eder, con la barrera algo dislocada, lo rechazó De Gea como pudo, incluso luego arañó la pelota cuando llegaba Giaccherini. Pero, a rebufo, aún irrumpió Chiellini. Solo Piqué, entre los españoles, estaba de guardia por la zona. Italia se fue al intermedio con un solo gol, pero la sensación de superioridad era mucho mayor.
Sin ’nueve’ al final
Con el amistoso de la pasada Semana Santa en Udine en la cabeza, cuando también Italia anuló a España, Del Bosque, como entonces, echó el lazo a Aduriz y descolgó a Morata a la banda izquierda. La Roja, con más ímpetu y gallardía, tuvo otra mordida. Poco a poco, los jugadores se soltaron: Por fin se atrevieron a trenzar dos, tres, cuatro pases. Se animaron los laterales, los volantes… La selección de Conte notó la nueva sacudida y reculó, forzada y por su propia naturaleza, por más que hoy no se encapsule como era su tradición. Con todo, volcada España, una excelente combinación entre Pellè y Eder dejó al segundo de par en par con De Gea, de nuevo crucial.
Con Casillas de pie junto al banco todo el acto, la escuadra española encerró a su adversario. Llegó el momento de Buffon, que a sus 38 años no tiene edad. Iniesta, Morata, Aduriz, Piqué… Se sucedieron las oportunidades. Por descontado, el dique italiano ya solo estaba frente a su portero y capitán. No hubo manera de quemar el rancho y España, que había repuntado con dos arietes, acabó sin la referencia de un “nueve”. Primero fue relevado Morata y luego se lesionó Aduriz. Cuando solo quedaba arriesgar y arriesgar, en una contra ya con los españoles desmadrados, Pellè sentenció la jornada. Y no solo la jornada parisina, liquidó a la España más gloriosa. Lo mereció Italia. Y merecen toda la consideración y mucho más quienes durante años lograron que la Roja fuera un himno a la felicidad. El fútbol no olvida, solo lo hacen los que no conocen otro alimento que la cicuta y el vinagre.
El final del verano
El partido fue un testamento, desempolvó hasta el recuerdo de Julio Salinas
Los primeros veinte minutos liquidaron mentalmente a España
Los primeros veinte minutos liquidaron mentalmente a España. Entre otras razones porque España tenía pinta de haber salido "a disfrutar", un plan que sale bien si lo propone Cruyff, no Del Bosque ante la Italia de Conte, el mismo entrenador que fuerza las cabezas de sus jugadores hasta sacarles los minutos que tuvieron de inicio ayer. Veinte minutos en los que dejó la huella de elefante en el área de España; veinte minutos de los que España no se recuperó jamás. Dos cabezazos, una chilena y una falta cerca del área que acabó en gol enterraron a la selección. No enterraron una época porque en Brasil se acabaron de fundir los cielos, pero sí el espejismo de los minutos brillantes en Francia; la imagen reflejada de la última luz que quedaba de Kiev: el último guardián de aquello, Andrés Iniesta.
El partido fue un testamento. Desempolvó hasta el recuerdo de Salinas, el balón que murió en las botas de Piqué al final de todo y que sacó el portero; más mérito de Piqué y Buffon en este caso que el que tuvieron Salinas y Pagliuca. De igual modo, la velocidad de Eder al contragolpe seguía un paralelismo histórico con Baggio, con Del Piero; delanteros hechos para matar por la espalda en los últimos minutos acompañados por un panzer, antaño Vieri, hoy Pelle. Una de esas delanteras que si se lleva bien no se olvida; como Bogart y Bacall, pero con Bogart sin alzas. Defensivamente se dedicaron a gripar a Iniesta, rodeándolo como en las fotos fetiche pero con mejor resultado. No hubo laterales, tampoco delantera, perdida en su primer partido internacional de vida o muerte. Y así fue como la España que se bautizó dramáticamente del tikitaka se fió a balones áereos rematados por los centrales y a jugadas tan ansiosas como tirar el balón para que lo prolongasen a ciegas Morata y Aduriz.
Fue la razón final de Italia, cuya filosofía se ha caricaturizado históricamente resumiéndola a entregar el balón y esperar rechaces afortunados. De este modo tuvo España la última ocasión del partido: un mal despeje de Italia que dejó a Piqué haciendo un escorzo para que Buffon, batido tantas veces en los últimos tiempos, se tomase su particular venganza. Como en Estados Unidos 94, Italia mató el partido en la jugada siguiente. Y echó a España: probablemente a lo último que quedaba de España en su descomposición. Sin terminar de saber cuando se llevaba al campo "lo hablado por la semana", en los primeros dos partidos o en los dos últimos.
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