El Real Zaragoza es un muerto. No respira en el campo. No tiene pulso. Esta derrota en Castellón, frente a otro rival de la zona de descenso a Segunda B, consumada en el minuto 84 sin que los levantinos hicieran apenas méritos para lograrla, es el enésimo mazazo a un equipo que no alcanza el nivel mínimo para competir en Segunda División. Iván Martínez, el relevo de Baraja hace 5 jornadas, vio cómo el tanto de César Díaz en las postrimerías de duelo certificaba su quinta derrota en cinco partidos al frente del primer equipo. No hacía falta, pero tal hecho subraya que el problema nunca fue de entrenador únicamente y que el chandrío, mayúsculo e histórico, transciende a la dirección deportiva y a los arquitectos de una plantilla minúscula.
La primera parte respondió a pies juntillas a las previsiones: dos equipos con escasa imaginación con el balón en los pies, con más miedo que alma por su delicada clasificación, en el pozo del descenso a Segunda B. Y, por ello, los 45 minutos iniciales se consumieron entre largos tramos de imprecisiones, de errores serios en los pases, en los controles, en las decisiones fáciles que se convirtieron por momentos en esperpentos.
En este periodo inicial, hubo media hora, la primera, en la que el Real Zaragoza engaño algo al ojo, pues dominó más la pelota ante la pose de cazador de esperadero del Castellón, atrás en busca de contragolpes que nunca le salían bien. Pero los últimos 15 minutos los locales voltearon esa tendencia y metieron atrás a un flojo once aragonés, en el que Iván Martínez, de nuevo con su sistema de 5 defensas, apenas había variado las figuras de Vigaray y Narváez respecto del duelo del domingo en Barcelona. A base de córneres y de centros laterales llevaron la zozobra a Cristian Álvarez, aunque sin acierto en la suerte superior.
El primer disparo del duelo lo hizo el castellonense Víctor García, lateral, desde más de 30 metros, un probar por probar. En el 11, Iván Azón cabeceó muy mal un córner servido por Zapater, en globo, cuando tenía la portería para él. Era esa fase en la que el Zaragoza parecía que iba a dar mucho más de sí de lo que al final pudo. Vigaray, en el 19, intentó un chut cruzado desde fuera del área, escorado, que se le marchó alto, con poca fe. Ahí se acabó el poder ofensivo de un equipo, el de Iván, obturado de medio campo en adelante, con Narváez desaparecido y Azón corriendo más que tocando la pelota. Eguaras, Francho y Zapater no filtraron jamás un pase hacia los delanteros. Solo Vigaray por la derecha intentó romper líneas, pues Chavarría, esta vez, estuvo ciego hasta en esas habituales subidas de otros días.
El Castellón se dio cuenta de que el Zaragoza no era un rival que mereciera tanta acumulación defensiva y se echó arriba por orden de su entrenador, Cano. El zaragozano Rubén Díez ‘Jamelli’ se erigió en el motor de la revitalización atacante de los albinegros, con Marc Mateu (otro ex de la Ciudad Deportiva) como el mejor llegador a la zona de peligro y el tanque Jordi, junto a Cubillas, fijando atrás al trío de centrales zaragocistas. Lo más que lograron fue un serial de saques de esquina, porque su visión de la portería es tan nula como la aragonesa. El ariete Cubillas cabeceó uno de ellos en el primer palo en el minuto 38, a un palmo del poste. Fue el primer aviso. El segundo, en el 43, supuso la ocasión más clara de los de La Plana, en un disparo de Jordi en el área tras un mal despeje de Francés, que se marchó rozando el palo derecho por milímetros, con Cristian batido.
Hablar de algo sustancial de la primera parte es una labor de espeleología periodística. Quizá un imposible. El 0-0 era de esos de ley, de indiscutible justicia. Nada por aquí, nada por allá. Todo muy espeso, grumoso, de difícil digestión para cualquiera. Por eso, todo lo que viniera tras el descanso iba a ser celebrado por ambos equipos, que habían suspendido rotundamente en sus planteamientos de inicio. Eso sí, los dos entrenadores dejaron a todos sobre la hierba. No hubo cambios.
El Castellón empezó como acabó: mandando y lanzando córneres sin parar. En el 48, en uno de ellos, el central Satrústegui falló el 1-0, solo en el área pequeña, pues su cabezazo no conectó bien con el balón y ni siquiera cogió puerta. El susto fue tremendo, pues se veía venir el desastre para la zaga aragonesa en una jugada tan clara. Al Zaragoza le faltaba chispa desde el mismo reinicio del duelo. Así no iba a ser posible ganar. Es necesario pisar el área, tener más mordiente, velocidad, intensidad. Nada de eso se vio tras el intermedio. Algo poco explicable porque el 0-0 no sirve ya en la situación del equipo en la tabla.Una hora de fútbol de saldo
De repente, sin que sucediera casi nada, con los jugadores andando y sin prisas en todos los saques, el reloj ya marcaba el minuto 60. Una hora de fútbol de saldo, de desecho de tienta… con tanto como había en juego. Francho, con un ‘tirín’ alto desde 25 metros, rompió el sopor zaragocista en ese punto del partido. Poca cosa. Un amago fofo. Empezaron a predominar los pelotazos largos, los ‘gorrazos’ de unos y otros, al tuntún. Iván movió el banquillo a falta de 25 minutos con un doble cambio, variando el sistema del 5-3-2 a un 4-3-3.Nick y Zanimacchia fueron sus revulsivos. En frente, Cano apostó por el serbio Zlatanovic para reforzar la delantera local. Llegaba la hora de las balas de plata… o del metal menor, aleación, que fuese.
Nada cambió con las permutas de jugadores, que siguieron goteando, con Bermejo en las filas zaragocistas como nueva incorporación. El crono se fue al 80 entre un batiburrillo de jugadas absurdas, de iniciativas inacabadas de unos y otros. Un tostón monumental, impropio del fútbol profesional. Los porteros estaban fríos, sin sudar, sin padecer riesgos. Pero el Real Zaragoza, cuando el Castellón hubiera firmado el empate sin goles si se lo hubiera planteado en ese momento, se empeñó en que no fuera así y le acabó regalando la victoria a falta de 6 minutos. Increíble. Terrible. Mortal de necesidad.
El recién entrado César Díaz, en el 84, agarró un balón largo que cayó en el área, sin marca cercana, y voleó duro y por alto a la red del sorprendido Cristian Álvarez. No cabe mayor tragedia alrededor de este Real Zaragoza de 2020 que se muere sin remisión. Otro gol postrero demoledor. Ante un rival muy pequeño que casi no quería ni ganarle. Qué sensación de impotencia, qué deshonra. De ahí al final, por supuesto, ninguna reacción en ataque más allá de un pésimo remate fuera de Narváez en el rechace de un córner. Fue el golpe enésimo del martillo de la de la guadaña sobre el clavo que es la cabeza de un Real Zaragoza cadáver. No hay más que decir. Seis derrotas en cadena. Doce partidos sin ganar. La historia tiene preparado un acontecimiento triste para el Real Zaragoza, es una evidencia que solo se apuntala un poco más según transcurren las jornadas.
Ficha técnica
CD Castellón: Campos; Jaime, Delgado, Satrústegui, Víctor García; Arturo Molina (Gus Ledes, 92), Rubén Díez (Lapeña, 92), Señé, M. Mateu (Fidalgo, 78); Jordi (Zlatanovic, 66) y Cubillas (César Díaz, 78).
Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Vigaray, Francés (Zanimacchia, 64), Jair, Guitián, Chavarría (Nieto, 87); Eguaras (Vuckic, 87), Zapater (Nick, 64), Francho; Narváez e Iván Azón (Bermejo, 72).
Árbitro: Ocón Arráiz (Riojano). Amonestó a Chavarría (26), Vigaray (89) y Arturo Molina (91).
Goles: 1-0, min. 84: César Díaz.
Incidencias: Noche fría y desagradable en Castellón, con solo 7 grados al inicio del partido en un día con viento. El césped de Castalia presentó un buen estado. Se jugó con balón amarillo. El Real Zaragoza vistió de rojo, con medias amarillas.
0 comentarios