Fue un partido trepidante, intenso, exigente, apasionante, magistral. Una batalla sin respiro. Un premio para la afición. Un homenaje al baloncesto. Una cita de altura que el Casademont, inmenso, finalizó con otra gesta para el recuerdo. El equipo aragonés arrolló al Real Madrid (84-67), uno de los conjuntos más imponentes del panorama continental, tras completar otra actuación de ensueño al calor de sus aficionados. El cuadro zaragozano, que sumó su octavo triunfo en la Liga Endesa, sigue protagonizando hombradas con una facilidad asombrosa. De momento se mantiene en la tercera posición de la tabla, transcurridas 11 jornadas de la competición oficial, y avanza con paso firme hacia la Copa del Rey. La victoria ante los blancos -irrebatible, amplia y concluyente-, se produjo además en un contexto de gran trascendencia: contra un rival de enjundia, en un pabellón a rebosar -más de 10.000 seguidores acudieron al duelo- y con el partido televisado para toda España. Su rendimiento, de rango mayor, muy por encima de las expectativas generadas, retrata la solidez de un proyecto que sigue creciendo con el discurrir de la temporada.
Fue un triunfo coral, sostenido por el orgullo, el compromiso, el pundonor, el espíritu solidario y la implicación de todos los jugadores. La fuerza del grupo desarboló por completo al Real Madrid, permanentemente superado en todos los órdenes del juego. Eso sí, hubo actuaciones a subrayar, como el desempeño de Radovic (14 puntos y 14 rebotes) y de Hlinason en la pintura (12 tantos y 9 capturas), así como la actividad y la clarividencia de San Miguel, Alocén y Brussino, y la facilidad anotadora de Ennis, Benzing y Seeley en momentos determinantes del duelo.
El equipo local se plantó en zona en los primeros compases, anulando los cinco primeros ataques de su rival. Justiz inauguró el marcado, tras culminar un rápido contragolpe, pero enseguida pagó su vehemencia en las labores de contención; cometió dos faltas personales, en apenas 90 segundos, y tuvo que marcharse al banquillo sustituido por Hlinsason. Posteriormente, San Miguel y Seeley, ambos desde el triple, aumentaron la renta de los zaragozanos (8-0), aprovechando el desconcierto de un Real Madrid sin ritmo, criterio ni lucidez en sus acciones ofensivas. Y aunque el conjunto blanco se sobrepuso ligeramente con las jugadas individuales de Campazzo y Taylor, los aragoneses seguían gobernando el duelo en el ecuador del primer acto, ahora con Benzing liderando los ataques de la escuadra local (16-10).
Sin embargo, el Casademont dejó entonces de anotar, lastrado sobre todo por la capacidad de intimidación de Tavares, al mismo tiempo que los visitantes iban elevando sus prestaciones. Las canastas de Taylor y Thompkins, más una técnica a Porfirio Fisac, aportaron oxígeno a los madridistas, que se puso por primera vez por delante poco después, con una penetración de Campazzo (16-17). Hlinason y Ennis voltearon nuevamente el marcador, y el cuadro de Fisac pudo cerrar el primer cuarto con ventaja (20-17).
El Casademont mantuvo su firmeza atrás en el segundo acto. Sin embargo, bastaron dos despistes en la defensa del perímetro para que Carroll, totalmente liberado, azotara a los zaragozanos desde la línea de 6,75. Dos triples consecutivos que, de nuevo, pusieron por delante a los blancos (24-25), pero que ni mucho menos minaron anímicamente al conjunto aragonés. Al contrario, los locales siguieron creyendo firmemente en la victoria. Y alimentaron su autoestima con cuatro buenas defensas -el Madrid acumulaba hasta 12 pérdidas al cuarto de hora- y tres grandes acciones de Dylan Ennis (31-27). Carroll, otra vez Carroll, y otra vez desde el triple, volvió a castigar a los zaragozanos en la siguiente jugada (31-30), para recordar que el Real Madrid no ofrece tregua a sus adversarios; pero el equipo local, enérgico y combativo, se aplicaba con tenacidad y contundencia atrás, controlando gran parte de los ataques madridistas. Sostenido por su solvencia defensiva, el Casademont se manejaba con mano firme ante uno de los conjuntos más competitivos del panorama continental. Y adquirió un renta de nueve puntos en el marcador (42-33), justo al filo del descanso, tras los lanzamientos exteriores de Robin Benzing y DJ Seeley.
En el intermedio, toda la facturación del Real Madrid se había reducido a los 33 puntos, un diáfano indicador de la sobresaliente presión ejercida por los aragoneses. En el bando visitante, únicamente Carroll, con tres certeros triples, había conseguido anotar con su habitual solvencia. Mientras, el Casademont había exhibido diferentes armas intimidantes en los 20 primeros minutos del duelo: Hlinason había sumado 8 tantos en la pintura; Ennis sorprendió con sus rápidas penetraciones a canasta, mezcla de fuerza, energía, talento y potencia; y Benzing y DJ Seeley, ambos con 9 puntos en su cuenta personal, representaban una amenaza desde el perímetro.
En la reanudación, los dos equipos permanecieron dos minutos sin anotar. El Madrid no hallaba situaciones ventajosas de tiro, sometido por la solidez y la actividad defensiva de los zaragozanos. Mientras, los locales sí movieron el balón con rapidez y criterio, aunque se toparon con Tavares cuando trataron de culminar sus acciones en el juego interior. Pero el conjunto blanco penaliza cualquier desatención: Randolph, con dos triples consecutivos, y de nuevo Carroll, con otro tiro liberado en el perímetro, redujeron las distancias en el marcador en poco más de un minuto (45-44). Sin apenas méritos acumulados, el Madrid se había situado a un solo punto de los aragoneses. Eso sí, el Casademont necesitaba elevar su rendimiento ofensivo bajos los aros. Con Justiz y Radovic especialmente desacertados en el tercer parcial, los de Fisac habían acumulado nueve puntos en ocho minutos. Un bagaje escaso que, sin embargo, aumentó en los últimos compases del tercer acto con cinco jugadas individuales de mérito (tres de Radovic, una de Hlinason y otra de Nico Brussino). Así que el cuadro aragonés no sólo se mantenía por delante a la media hora de juego, sino que había establecido la máxima ventaja del partido (59-47).
Radovic, Tryggvi Hlinason y Ennis ampliaron aún más la renta de los locales, en los primeros compases del último cuarto (65-47) y levantaron de sus asientos a los aficionados del pabellón Príncipe Felipe. Después fue expulsado Tavares, a quien señalaron su segunda falta técnica, que Brussino no desaprovechó desde la línea de personal. Del 47-47 se había pasado al 66-47 (19-0 de parcial). A partir de ahí, y a pesar del empuje de los blancos, el Casademont se empleó con oficio, solvencia y serenidad, y supo administrar su ventaja con una sobresaliente gestión de los minutos finales.
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