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PARTIDO Nº 712 GEORGIA 1-2 ESPAÑA (28-Mar-2021)

PARTIDO Nº 712 GEORGIA 1-2 ESPAÑA (28-Mar-2021)

 

GEORGIA

Bandera De Georgia Como Redonda Icono Brillante. Botón Con La Bandera De  Georgia Ilustraciones Vectoriales, Clip Art Vectorizado Libre De Derechos.  Image 29206195.

Partido 712


ESPAÑA

bandera españa circular

 

 

  1-2

 

Clasificacion Mundial Catar 2022

28 Marzo 2021

Tiflis

Estadio: Borís Paichadze


FICHA TÉCNICA 
Georgia:
Once inicial: Loria, Kakabadze (Chabradze, 79’), Kashia, Dvali, Giorbelidze, Kiteishvili (Beridze, 70’), Kankava, Zivzivadze (Kvilitaia, 62’), Gvilia, Lobzhanidze (Shengelia, 70’), Kvaratskhelia (Kvekveskiri, 79’).

Seleccionador: Willy Sagnol
España:
Once inicial: Unai Simón, Pedro Porro (Marcos Llorente, 65’), Èric García, Diego Llorente (Íñigo Martínez, 45’), Jordi Alba, Busquets (Oyarzabal, 72’), Fabián (Thiago, 54’), Pedri, Ferran Torres, Bryan Gil (Dani Olmo, 45’), Morata. 

Seleccionador: Luis Enrique Martínez

1-0 (44’) Kvaratskhelia de disparo cruzado tras una buena jugada colectiva.

1-1 (55’) Ferran Torres tras centro de Jordi Alba.

1-2 (92’) Dani Olmo tras un disparo desde fuera del área.

Marian Petrescu (Rumanía). Mostró Amarilla: Diego Llorente (6’), Pedro Porro (13’), Zivziuadze (19’). Mostró tarjeta roja: Shengelia (94’).

Árbitros Asistentes: Marian Ghinguleac y Mihail Grigoriu.

Cuarto árbitro: Marcel Birsan.

Segunda jornada del grupo B. Fase de clasificación para la Copa del Mundo de FIFA de Catar 2022.

Estadio Boris Paichadze (Tiflis, Georgia). 

Partido jugado con alrededor de 15.000 aficionados.
 
Georgia 1-2 España

21.3 % Posesión 78.7 %
4 remates a puerta 4
1 remates paradas 1
1 remates fuera 5
2 remates otros 1
1 tarjetas amarillas 2
1 tarjetas rojas 0
7 faltas recibidas 10
12 faltas cometidas 8
136 balones perdidos 162
60 balones recuperados 77
2 fueras de juego 2
1 intervenciones portero 1

Debutante:

Jugador n°811

Pedro Porro
Defensa · Sporting Clube
Don Benito (Extremadura) · 13-09-1999

Dani Olmo saca la varita

Un gol del delantero del Leipzig en el 92’ da la victoria a España en Georgia y arregla el camino hacia el Mundial de Qatar.

El fútbol es tan grande o tan pequeño como él quiera. La pelota manda, así que el partido entre Georgia y España, que amenazaba en el minuto 91 con llevarnos al diván del psicólogo, se tornó en el 92 en una victoria que nos garantizó la sonrisa para el resto del domingo. Tras mil y un toques no habíamos conseguido romper la resistencia georgiana y, de repente, un disparo lejano de Olmo y un desliz del meta Loria dibujaron el 1-2 en el marcador. Para marcar gol hay que tirar a puerta. Así de fácil. Pregunten a la pelota.

La Roja se presentó al tapete con siete cambios, se dice pronto. Luis Enrique revolucionó el equipo que había tropezado ante Grecia, no quedaba otra. Aunque en la previa decía sentirse orgulloso del trabajo de medio campo hacia atrás (“creo que es el mejor partido a nivel defensivo de mi carrera como entrenador”, dijo), el asturiano decidió tocar todas las líneas en Tiflis. Sólo repitió el portero, Unai Simón. El alavés debutó con la Selección el pasado octubre, en el amistoso con Holanda; desde entonces ha encadenado cinco partidos como titular, lo que más de uno entenderá como la mejor credencial para convertirse en el portero de España en la Eurocopa. En defensa entraron Porro, que debutaba, Llorente y Alba; en el centro del campo lo hicieron Busquets, Fabián y Pedri; y arriba, Bryan Gil, que con los veinte minutos de algarabía en el Nuevo Los Cármenes se ganó el puesto en el once. Por cierto, se trataba del once titular más joven de la Selección (24 años y 226 días de edad promedio) en un partido oficial desde marzo de 2005, frente a Serbia (0-0). Cortesía de Mr. Chip.

El primer incordio llegó pronto, a los seis minutos, con la amarilla a Diego Llorente, que recurrió al blocaje para frenar una contra de Kvaratskhelia. Kankava, la roca, era el capitel que sustentaba a Georgia. Tenía en esta ocasión a Gvilia como compañero en el doble pivote, un andamiaje clave para que el equipo no se rompiera. Gvilia representaba junto a Kakabadze, Kiteishvili y Zivzivadze las novedades de Sagnol respecto a su debut con la selección ante Suecia.

Poco después, Kvaratskhelia forzaba otra amarilla en una incursión en esta ocasión frenada en falta por Porro. Era el minuto 12 y el talento de la perla del Rubin Kazan ya había hecho de las suyas. Iría a más a medida que avanzara el partido, perdón por el spoiler. Los aficionados, unos 15.000, se hicieron notar en el paradón de Simón a cabezazo de Kashia en tras el saque de un córner. El primer tiro a puerta de España, por más que el balón se fuera a las nubes, no llegó hasta el 40’. Un remate de Ferran Torres con la zurda tras una jugada que fue el mejor reflejo de la ofensiva española: tocar y tocar, con los internacionales pasándose la responsabilidad de rematar de unos a otros. Acto seguido, el zambombazo. Contraataque de Georgia y gol de Kvaratskhelia. Hizo fácil y en dos segundos lo que al otro lado del espejo costaba horrores. Recepción en la frontal de área, control con la derecha y remate con la zurda ante el que nada pudo hacer Simón. Su única torpeza llegó al celebrar el gol con tal ímpetu que se dio un coscorrón con el cámara que trataba de captar el primer plano del centrocampista.

Los quince minutos del descanso parecieron muchos más. El 1-0 pintaba nubes demasiado negras en el cielo de las eliminatorias, quién lo iba a decir. El primer jarabe para esa tos no fue otro que la entrada de Olmo, uno de los fijos de Luis Enrique, por Gil. Íñigo Martínez relevó a Diego Llorente, quizá para evitar riesgos por la tarjeta del central del Leeds. También Thiago suplió a Fabián, frío de principio a fin, pero apenas dio tiempo para que el trueque surtiera efecto pues en el 55’ llegó el gol que nos metió de nuevo en el partido. Jordi Alba, que no jugaba con la Selección desde septiembre de 2019, incidió por la izquierda y su pase fue errado por Morata pero no por Ferran, que al segundo palo firmaba el 1-1. Fueron los mejores minutos del lateral del Barça, que en La Roja no tiene a Messi, su socio predilecto, pero sí a Pedri, al que han bastado unos meses para desencriptar el lenguaje que Leo y Jordi han hecho mundialmente famoso. Eso tan difícil de lanzar verticales y paredes que todo el mundo sabe que van a llegar pero que nadie adivina. Algo así como lo que ocurre al ver bailar a Fred Astaire y Ginger Rogers. “Parece tan fácil”, piensa uno, pero…

Los minutos pasaban y el oxígeno escaseaba en los internacionales georgianos. Así que Sagnol fue dando entrada a Kvilitaia, Shengelia, Beridze, Kvekveskiri y Chabradze. Se había logrado frenar el empuje de España pero aún quedaban diez minutos por delante. Resistir o resistir. Y se logró hasta ese minuto 92 en el que Olmo nos devolvió con su gol al buen camino hacia el Mundial de Qatar. Respiramos.

España evita otro soponcio

La selección de Luis Enrique, tras un pésimo primer acto, remonta en el tiempo añadido a la animosa pero silvestre Georgia con un gol de Dani Olmo

Dani Olmo celebra el gol de la victoria contra Georgia, este domingo en Tiflis.KIRILL

Giorgi Loria, en apariencia un portero georgiano, sacó a España de un lío allá por el minuto 92. Por entonces, Qatar 2022 no estaba tan a la vista. La Roja frustrante ante Grecia no había logrado remontar frente a Georgia, rival igual de llano, hasta que en el último parpadeo Dani Olmo disparó a muchas cuadras de Loria y Loria se tragó el gol. El hombre voló para un póster, pero sacó unas manos de plastilina. Un resoplido total de España, equipo de cenizas en el primer acto y solo mejorada cuando tras el descanso se vio en la lona, tan sonada como grogui. Creció, sin alardes, en la misma medida que se fue marchitando Georgia, que no da para mucho, por más que tuviera a la Roja a un paso de un fiasco mayúsculo.

De repente, no va del todo esta España, ofuscada ante adversarios sin otro recurso que la persiana bien blindada. Como ante Grecia, al equipo visitante le faltó tanto ingenio como metralla.

Georgia, selección de aire silvestre, a punto estuvo de meterle una cornada a España, inesperado convaleciente en su peaje hacia el Mundial de Qatar. La Roja gripada frente a Grecia fue una Roja más desteñida aún frente a los georgianos durante casi una hora. Ni con siete cambios entre partido y partido espabiló de entrada el conjunto de Luis Enrique. Por Tbilisi, otra España ulcerosa. Tanto que sacó bandera blanca ante Kvaratskhelia, chico del Rubin ruso al que no se tenía por un trovador del fútbol. Un quebrantalenguas para un inquietante posible ultraje. No solo por su gol, sino porque hasta el repunte rojo el chico se elevó por encima de cualquier español, fueran los prometedores Bryan Gil o Pedri, o los pretorianos Busquets, Alba, Morata... Hasta que la Roja se vio en el alambre, el partido lo pilló por el pecho Kvaratskhelia, a un renglón de entrar en la historia de España de no ser por Ferran y Olmo.

Otra vez una Roja borrosa, incapaz de abrirse paso ante un adversario sin más tonelaje que el ánimo. Una selección que suda como una regadera, sin más. Georgia se apiña como mosquetera en defensa y pilla pista a la contra. Nada revolucionario. Lo previsto. Lo mismo dio. España, sabedora de los miles de rivales así que ha tenido y tendrá, fue la nada en el primer acto. Dos remates. Uno de Ferran que rechazó el meta local y otro de Ferran que reventó en la fila cuarenta del estadio. La Roja: once soledades. Once forasteros babélicos en el juego colectivo sin un solista que rompiera el tedioso protocolo. Todo pases rutinarios, subordinados, sin picante. En Tbilisi, la trama era asunto del tal Kvaratskhelia, que puso el lazo a una contra georgiana muy simple y batió a Unai Simón. Ya había armado algún revuelo anterior. Con la España paseante frente Grecia o Georgia cualquiera pudo merecer una portada.

No percutía el equipo de Luis Enrique. No daba con una rendija. Nada era armónico. Ni un disidente, una descarga. La Roja hecha un ovillo hasta el descanso. Intervino entonces Luis Enrique, con Dani Olmo e Iñigo Martínez por Bryan Gil y Diego Llorente. No mejoró mucho el juego, pero sí hubo chispazos de Jordi Alba. A su centro no llegó a taconear Morata, pero sí Ferran para embocar el 1-1. Todo un alivio para los españoles. Poco a poco perdió depósito Georgia y ya Kvaratskhelia comenzó a parecerse a Kvaratskhelia. Y Georgia ya era Georgia. Lo que es: un equipo abnegado, dispuesto a dejarse el corazón en los huesos y punto.

Alba, el mejor intérprete

Las soluciones estaban donde no las habían encontrado de entrada Bryan Gil y Ferran: por las orillas. Por las vías de Alba y, más tarde de Marcos Llorente, relevo del debutante Pedro Porro. A la selección del francés Sagnol cada vez le costaban más los auxilios defensivos, bascular de lado a lado. Ahí, por fuera, estaban las rutas de evacuación de los muchachos de Luis Enrique. Nadie lo interpretó mejor que Jordi Alba. Él puso en órbita a la mejorada España, bien secundado por su socio Pedri. Alba, capitán una vez retirado Busquets por Oyarzabal, en su versión fetén. Llega y llega, de forma puntual. No es cuestión de ir e ir, sino de llegar a tiempo en el momento adecuado.

Con Alba de remero no parecía alcanzarle a esta Roja de pistolas de agua. Esa España, la de esta ventana, no la de noviembre frente a Alemania (6-0), que inopinadamente ni juega ni chuta. Dos problemones rumbo a Qatar 2022, con parada previa en la Eurocopa inmediata de junio, cuando Dani Olmo recordó que en Georgia estaba Loria, portero al que se había visto tan poco como al griego. Algo se estaba quebrando, quién sabe si cronificando, en España, cuando Olmo dejó mal parado a Loria. Un rescate en toda regla sin Ramos al quite.

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