29ª JORNADA REAL ZARAGOZA 4 SEVLLA AT. 0
21.3.2009 - LIGA 2ªDiv. 2008/09 - JORNADA Nº 29
Goles al más débil (4-0)
El Real Zaragoza contabilizó goles ante el último clasificado; pero la sustancia de su fútbol volvió a defraudar. La Romareda silbó a los suyos en varias ocasiones
La noche exigía un triunfo por dos razones principales: por aquello que algunos llaman vergüenza torera, que viene a ser un mínimo de decoro profesional, y por la necesidad de seguir en la carrera por el ascenso sin lastres añadidos. A su manera, el Real Zaragoza atendió a ambas demandas. Ganó y cumplió con el deber exigible ante el último clasificado, el Sevilla Atlético, un equipo desahuciado y que sólo ha logrado ganar un encuentro en todo el campeonato.
Aún no había amanecido casi el fútbol en La Romareda y Javier Arizmendi ya celebraba su diana, la primera de la contabilidad de ayer. Fue tanto un gol que se registró en el marcador como una señal, el indicativo induda ble de la distancia que media entre uno y otro equipo, entre un conjunto cuyo club responde a claves históricas y un filial de tareas nodrizas. Agarró Caffa el balón por su banda, por la izquierda, y cabalgó sin oposición seria hasta que consideró que era el momento de soltar la pelota. Esta vez no se le nubló el horizonte. Vio donde en otras ocasiones se le hace noche oscura del alma para un interior con proyección. Introdujo el balón con precisión, para que lo encontrara Arizmendi según rasgaba la defensa sevillista por el centro en un despliegue profundo. Éste marcó como si toda la jugada estuviera llevada por una ley física, siempre indefectible.
De la endeblez sevillista también habló el segundo tanto aragonés, que no brotó de la creación propia, ni del empuje, ni de la presión, ni del trabajo colectivo bien llevado. Surgió de un sinquerer andaluz, propio de futbolistas bisoños, en fase de formación o aprendizaje. Al árbitro, con el reglamento en la memoria, sólo le cupo señalar la correspondiente cesión, un libre indirecto a boca de gol para ejecutar a quemarrropa. Leo Ponzio introdujo el balón en la puerta contraria por bajo, con un disparo seco, rotundo, que halló algún espacio libre entre el bosque de piernas de la alineada defensa que ordenó Ruyales, portero del Sevilla Atlético, sobre la línea de cal de la puerta.
En la comodidad de esa ventaja, el Real Zaragoa se dedicó a consumir minutos en la intrascendencia de modo voluntario. Durmió el partido en el centro del campo, que es lo que acaso mandan los cánones. Pisó el césped en la zona ancha sin reparo alguno, como si estuviera comprobando cómo le habían sentado los primeros días de la primavera al manto verde. Se olvidó de las bandas, de Caffa y Songo'o, y de los pases verticales en busca de Ewerthon o de Arizmendi. Todo adquiró a partir de ahí un tono plano, chato, carente de perfiles o de intenciones que fueran más allá de la apertura de un paréntesis. Por lo demás, se sabía de antemano que la pérdida de balón en la zona ancha no comportaba riesgos de relevancia. Anoche, tales fallos no estaban penalizados. Pouga y Armenteros, delanteeros rivales, todavía no son nadie ante la experiencia de Rubén Pulido o Paco Pavón.
Caer a las bandas tampoco era para ellos una solución. Allí les ganaban el debate Zapater o Paredes. A Toni Doblas, que debutó con el Zaragoza, únicamente le inquietó una parábola de Armenteros a la que respondió de modo adecuado, de acuerdo con el rango y saber estar que se le suponían por su trayectoria pasada.
La Romareda aguantó entonces el tostón al que se la sometió sin queja de importancia porque es entenendida en la materia, o, mejor dicho, porque es conocedora de cómo es este Real Zaragoza, al que desde hace tiempo le perdona casi todo en aras de la consecución de los objetivos mayores. Sólo mostró alguna disconformidad cuando el colegiado señaló el fin del primer periodo.
Esperó a que en el segundo se condujera el equipo por otro derrotero bien distinto. Como no lo juzgó así, silbó. Lo hizo con fuerza, en la petición de algo muy razonable en estos casos: pidió fútbol. Nada más reclamó desde su posición sufridora. Quería contemplar -¡oh paradojas!- algo de fútbol, por más que presenciara a dos formaciones, a dos entrenadores o a dos escuadras dispuestas la una contra la otra, con un balón como eje de los movimientos de despliegue y repliegue.
Cansada del sucedáneo y del ejercicio de paciencia, se instaló en la ironía, como si se hallara en Cádiz en jornadas de chirigota. Repartió olés para el fútbol combinativo que comenzaba a realizar el Sevilla Atlético y lanzó dardos al inmovilismo de los suyos. De esa postura del público soberano surgió otro Zaragoza, más dispuesto a mirar a la puerta contraria, o acaso a examinarse a sí mismo, por lo que estaba haciendo y por lo que estaba dejando de realizar.
Paco Pavón enseguida entendió el mensaje. En el lanzamiento de una falta buscó la pelota en lo alto como en aquellos tiempos en los que formaba defensa junto a Fernando Hierro. A todos dejó pequeños. Su testarazo fue límpido, perfecto, dibujado en el aire en todas y cada una de sus fases.
Ese tanto, el tercero, cerró la fase de desencuentro interno, entre afición y equipo. Se dio paso a un periodo en el que se animó la goleada, el resultado abultado a falta de otros elementos sustanciales. Ewerthon acudió a su cita, pero tardó en concretar. Marcó después de haber errado un par de buenas ocasiones.
No fue el único al que le faltó precisión. A Ander Herrera y a Jorge López también se les presentaron oportunidades diáfanas. Menos acostumbrados a los registros del área que el brasileño, mandaron el balón fuera. No hubo forma de conseguir la goleada de la temporada. Como en Sevilla en la primeera vuelta, al conjunto andaluz se le endosaron cuatro goles.
Victoria balsámica (4-0)
El partido se le puso de cara muy pronto a los zaragocistas que en la primera contra de Caffa por la banda izquierda la culminó al minuto y medio con el primer gol Arizmendi ante la indecisión de Ruyales. Ponzio, Pavón y Ewerthon marcaron el resto de goles.
El Real Zaragoza logró una victoria necesaria ante el Sevilla Atlético en un partido en el que se conformó con ganar con el mínimo esfuerzo.
El partido se le puso de cara muy pronto a los zaragocistas que en la primera contra de Caffa por la banda izquierda la culminó al minuto y medio con el primer gol Arizmendi ante la indecisión de Ruyales.
A los ocho minutos llegó el segundo tanto en una cesión que pitó el colegiado al borde del área pequeña y que Ponzio por raso no desaprovechó.
Los sevillistas entre los dos goles maños tuvieron su oportunidad más clara en un balón largo que cabeceó Armenteros intentando una vaselina que obligó a Toni Doblas a despejar por encima del larguero.
A partir de ahí, el choque careció de calidad con un juego excesivamente trabado y un filial sevillista temeroso ante la gran eficacia que había mostrado su rival en los primeros compases del encuentro.
Los hombres de Fermín Galeote salieron un poco más incisivos tras el descanso intentando aprovechar la apatía de un equipo local que prácticamente había desaparecido después de marcar su segundo gol y que su afición se lo recriminaba con pitos e incluso animaba con olés las acciones de los sevillistas.
De la falta que le costó la segunda amarilla a Gallardo, que debilitó todavía más a los sevillistas, nació el tercer gol en un centro de Caffa que remató de cabeza Pavón, para finalizar con el gol del brasileño Ewerthon, líder de los goleadores, que llegó a mostrarse ansioso ante la posibilidad de irse de vacío en la goleada de su equipo.
Ficha técnica:
4 - Real Zaragoza: Toni Doblas; Zapater, Pulido, Pavón, Paredes; Songo'o (Jorge López, min.59), Generelo (Herrera, min.59), Ponzio (Gabi, min.69), Caffa; Arizmendi y Ewerthon.
0 - Sevilla Atlético: Ruyales; Dani Salas (Ríos, min.46), Gallardo, Redondo, Óscar Ramírez, José Carlos (Valiente, min.52), Barranco, Cordero, Coto (Víctor Díaz, min.80), Armenteros y Pouga.
Goles: 1-0. Min.2, Arizmendi; 2-0. Min.8, Ponzio; 3-0. Min.61, Pavón; 4-0. Min.78, Ewerthon.
Árbitro: Hernández Hernández. Amonestó con cartulina amarilla por los locales a Generelo, Songo'o y Paredes y por los visitantes a Gallardo en dos ocasiones por lo que fue expulsado en el minuto 60. Expulsó al técnico visitante Fermín Galeote en el minuto 60.
Incidencias: partido correspondiente a la vigésima novena jornada de Segunda división disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza ante 17.263 espectadores en tarde fresca con terreno de juego en buen estado.
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