Se acabó la condición de invicto del Real Zaragoza. Se la arrebató en la 10ª jornada el Cádiz, líder con paso firme y mandón en la Segunda División de este año. Ganaron los andaluces por 0-2 gracias a su rentabilidad defensiva y a su eficacia máxima en los contragolpes. Lo de siempre bajo la batuta de su entrenador, Álvaro Cervera. El cuadro aragonés, con Víctor Fernández esta vez errado en su planteamiento y en la lectura sobre la marcha del envite, no supo jamás cómo desactivar las virtudes de los de la Tacita de Plata pese a tener mucho más el balón, infinitamente más.
Hacía tiempo que no se veía en La Romareda un partido tan tenso, tan trabado, tan cerrado. La primera parte, de dominio constante por parte zaragocista, apenas tuvo jugadas ligadas de cierta profundidad. En cualquier caso, las que se intentaron y se dieron, fueron siempre aragonesas. El Cádiz vino a encerrarse, a guardar la portería de Cifuentes todo el tiempo, y a verlas venir. Un Lugo con fachada de líder, que es lo es el cuadro andaluz. Además, consentido por el árbitro, De la Fuente Ramos, que perdonó media docena de tarjetas que otros colegiados hubiesen mostrado en un día diferente. Ya tuvo delito que la primera amarilla fuese para un zaragocista, Guitián, al borde del descanso. Algo inconcebible viendo la trama del partido.
El fútbol fue mayormente lento. No había resquicios para las paredes, para los pases en diagonal. El medio campo blanquillo no encontraba el enganche de Kagawa nunca. Y los puntas, Luis Suárez y Dwamena, debían salir de zona para buscar apoyos. El japonés intentó dos disparos en los primeros minutos desde la media distancia. Uno, en el minuto 3, se le marchó alto. El otro, en el 12, siguió el mismo rumbo, con el punto de mira en el convento de Jerusalén. También en el minuto 20 la pelota salió por encima del larguero con chut de Luis Suárez, en un pase de Guti tras una penetración de un mejorado Nieto. Del Cádiz no había señales por el área del inédito Cristian Álvarez. Esta fue la mejor noticia de los primeros 45 minutos. No hubo apuros serios atrás.
La peor, que a Víctor Fernández se le rompió la apuesta elegida, la de seguir con su sistema matriz de 4-4-2 en rombo y devolver al once inicial a los tocados Vigaray, Igbekeme, Kagawa y el citado Suárez. Porque en el minuto 17 Vigaray se volvió a romper en un esfuerzo. Y pidió el cambio. Sin Delmás en la citación, el plan B pasó por el debut este año de Guitián, tres meses después de su operación de apendicitis, y el paso a jugar con tres centrales, con Guti de carrilero derecho. Una novedad llamativa en esta temporada en curso. Ese trecho del ecuador del primer tiempo fue de cierto alboroto, de muchas faltas de los amarillos, de interrupciones a menudo. Imposible jugar al fútbol así. De la Fuente, el del silbato, no supo cortar ese método de autodefensa gaditana. Lo superó. No se enteró el trencilla de Valladolid, más pendiente de poses y puntos del observador arbitral de turno. Cosas de los árbitros con aspiraciones.
En el minuto 22, Nieto penetró de nuevo por la izquierda y soltó otro latigazo desde fuera del área (entrar en ella era objetivo casi imposible). Cifuentes sacó a córner el balón raso, con muchos apuros. A la salida de ese saque de esquina, Grippo pidió penalti por un empujón (que lo hubo) de su marcador. El VAR revisó la acción y no debió ver suficiente motivo para la pena máxima, que se fue al limbo. Y, de entre esos grumos constantes en el manejo del balón de unos y otros, en el 36 llegó la ocasión más clara de esa primera fase del encuentro, de nuevo desde fuera de los límites del área. Otra vez Nieto, atrevido y confiado por su buen día, lanzó con potencia por alto y la pelota, rebasado Cifuentes, se estrelló en el larguero y se marchó por arriba. Una pena no haber desatascado ahí el cerrojo sureño tras un 72 por ciento de posesión. Por afán e insistencia, el Real Zaragoza lo mereció, aunque nunca mostrara grandes luces para meter pelotas con veneno cerca del marco visitante.
El descanso le vino mejor al Cádiz, que empezaba a pasar algún agobio en su fútbol de vía única. Víctor, por su parte, debía encontrar la forma de manejar el juego con mayor rapidez y, sobre todo, mayor eficacia en la profundidad. Si no, existía serio riesgo de ir a otro 0-0, en el mejor de los casos, algo a lo que el Cádiz no iba a hacer ascos, vista su conducta. Conectar a Kagawa era cuestión clave. Y que Eguaras tuviera más celeridad en los pases. Y, por supuesto, cruzar los dedos para que el Cádiz, fiel a su estilo de siempre con Álvaro Cervera, su entrenador, no encontrase nunca una contra letal tras alguna pérdida de balón zaragocista. Nada de eso acabaría sucediendo. Las sensaciones eran las de estar viviendo un duelo de altísima dificutad para el Real Zaragoza. Como estaba escrito de antemano.
El segundo periodo empezó con los mísmos síntomas. Codazo a Dwamena sin tarjeta para el ejecutor y una falta curiosa a favor del Cádiz, tras un choque cabeza con cabeza de dos jugadores amarillos. Singular De la Fuente Ramos. Iba a tocar sufrir de lo lindo entre el zaragocismo salvo un giro radical del guión. Una pérdida de Igbekeme (fuera de onda todo el tiempo) en el minuto 54 originó el primer contragolpe amarillo lleno de peligro. Lo tuvo que salvar Eguaras enviando a córner… tras el que llegó el decepcionante 0-1. El Cádiz en estado puro. Sin nada, se puso por delante. Cala remató en el primer palo y Lozano, a bocajarro, ganó la posición a todo el mundo y anotó. Si con el 0-0 la cosa parecía tremendamente difícil para el Zaragoza, con el cuadro gaditano en ventaja la victoria local se antojaba entonces un milagro. Por tercer partido consecutivo, los de Víctor estaban a remolque. Mal asunto.
Víctor quitó al apagado Kagawa de inmediato y metió a Pombo, que nada más pisar el césped hizo una jugada reseñable, con un disparo mordido, fuera, que al menos abrió expectativas de reacción. Poco después, Luis Suárez disparó desde la frontal del área a media altura, al centro, y paró Cifuentes sin problemas. Ya no cabía contemporizar. El Zaragoza debía arriesgar al límite con media hora larga de partido por delante. Pombo, ciertamente, dio vida a los blanquillos. En el minuto 65 hizo un jugadón individual por la izquierda, llegó a línea de fondo y asistió a Luis Suárez. El colombiano se revolvió y, a la media vuelta en el área, remató alto con la portería muy cerca. Fue la mejor acción hasta ese momento de los zaragocistas, que inyectaban ilusión en la preocupada grada.
A falta de 21 minutos, Fernández gastó su tercer y último cambio: Blanco relevó al desdibujado Dwamena, que no acaba de alcanzar un mínimo de destreza en la vanguardia zaragocista de cara a puerta. Era la apuesta final. A todo o nada. Mientras tanto, el Cádiz fue refrescando a sus veloces hombres de ataque en busca de otro gol a base de velocidad en alguna contra de su fábrica favorita. Nano y Alejo fueron los incorporados. Un banquillo de lujo el amarillo. Esas sustituciones sirvieron también para detener el intento de volver a la vida de los zaragocistas.
En el minuto 77, De la Fuente Ramos dejó otra perla de su arbitraje: mostró la segunda amarilla del partido… a Luis Suárez, jugador del Real Zaragoza. A falta de poco más de 10 minutos, los gaditanos estaban inmaculados en las sanciones disciplinarias tras un largo repertorio de faltas e interrupciones de todo tipo y condición. Dato descriptivo por sí solo.
Y como a este Cádiz líder le sale todo de cara, llegó el 0-2 como Álvaro Cervera tenía diseñado: su recambio Nano lo marcó en el 79, a pase de Álex Fernández, en un contragolpe letal que había salvado de primeras Cristian Álvarez. Hubo mala defensa posterior de Grippo y, sobre todo, de un blando Guitián. La primera derrota del curso para los zaragocistas estaba servida en la mesa. Enorme castigo ante un adversario que juega de oído, sin necesidad de partitura ni solfeo futbolístico. Entonces, ya con todo decidido, De la Fuente ya vio tarjetas para los visitantes que, antes, no había considerado. Alejo, Cala y José Mari las vieron seguidas por algo que otros vinieron haciendo de forma gemela sin penalización alguna. Un dechado de desahogo por parte del colegiado castellano. A buenas horas, mangas verdes.
El partido entró en sus estertores bajo el soponcio generalizado del zaragocismo. Luis Suárez lanzó una falta directa rasa al borde del área y Cifuentes salvó el gol del honor junto al palo derecho cuando ya el crono pisaba los 90 reglamentados. Y Cristian Álvarez, ya en los minutos de aumento, salvó el 0-3 en otra contra llena de hondura de Iván Alejo, cuyo disparo cercano iba adentro. Y se acabó. El Real Zaragoza debe resetear con urgencia y acierto sus planteamientos del inicio de temporada. Ya no hay burladero con el asunto de no conocer la derrota. Nace una nueva etapa en la liga, después de encadenar 4 partidos sin saborear un triunfo, con una racha de 3 puntos sumados de los últimos 12 disputados. Un nuevo punto de partida parcial.
Ficha Técnica
Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Vigaray (Guitián, 21), Atienza, Grippo, Nieto; Eguaras, R. Guti, Igbekeme; Kagawa (Pombo, 57); Dwamena (Blanco, 69) y Luis Suárez.
Cádiz CF: Cifuentes; Isaac, Cala, Fali, Espino; José Mari, Garrido; Salvi (Caye Quintana, 87), Álex Fernández, Perea (Iván Alejo, 74); y Lozano (Nano, 70).
Árbitro: De la Fuente Ramos (Castellano-leonés). Amonestó a Guitián (45), Luis Suárez (77), Iván Alejo (83), Cala (88) y José Mari (90).
Goles: 0-1, min. 56: Lozano. 0-2, min. 79: Nano.
Incidencias: Tarde pilarista en Zaragoza, con tiempo agradable, 22 grados, sol y viento. El césped de La Romareda presentó un perfecto estado. En las gradas, a la tempranera hora de las 16.00, hubo más de 32.000 espectadores. Se vendieron todas las entradas, según anunció el club antes del partido.
0 comentarios