En Valencia, el Casademont Zaragoza no alcanzó la altura requerida para competir. Al contrario, el cuadro aragonés completó su peor actuación de la temporada, sobre todo en el ámbito defensivo, y fue permanentemente superado por un oponente más intenso, enérgico y vigoroso, mucho más seguro de sus fuerzas, que se manejó con una comodidad imprevista desde el salto inicial. El conjunto de Fisac se topó con un muro inabordable. Nunca pudo optar a la victoria. Se desencajó sin remisión, víctima de su indolencia defensiva, ante un rival que nunca rebajó su intensidad -ni siquiera con el partido sentenciado- y que finalizó la contienda con 92 puntos en su haber. A los 10 minutos del choque, el Casademont ya había bajado definitivamente los brazos. Ya había abandonado rutinas y automatismos en los dos lados de la pista. Y ya se había resignado a una derrota irrebatible, amplia y concluyente (92-74).
El Valencia Basket había comenzado el curso sin su solvencia habitual. De hecho, había sumado tres únicas victorias en las ocho primeras jornadas de la Liga Endesa; un escenario inesperado para una de las plantillas más imponentes del panorama nacional. Sin embargo, pese a su irregular inicio, se trata de un bloque contundente, rutilante, con una ambición desbordada y una amplitud de recursos devastadores. Sobre todo en sus acciones ofensivas, en las que castiga con saña cualquier desatención del rival. Por algo es el tercer máximo anotador de la Liga Endesa, superado únicamente por el Barcelona y el Real Madrid.
El Casademont compareció con dudas, con su silueta desfigurada, y los locales enseguida se distanciaron en el marcador. Dos triples consecutivos, primero de Ndour y después de Dubljevic, y un rápido contragolpe culminado por Marinkovic, tras una pérdida de Carlos Alocén, situaron al Valencia a ocho puntos de los visitantes en los primeros compases del choque. Por entonces, el cuadro aragonés no sólo presentaba importantes fisuras atrás, sino que, además, se manejaba con una dificultad imprevista en sus acciones de ataque. Por el contrario, el conjunto levantino movía el balón con rapidez y criterio, y siempre hallaba buenas situaciones de tiro.
A los siete minutos de juego, el Casademont ya había encajado 23 puntos (23-9), lo que retrataba su impericia para contener el despliegue ofensivo de sus adversario. La entrada a la pista de Ennis, que se estrenaba con los zaragozanos, no modificó el escenario. Los de Ponsarnau disfrutaban de un duelo plácido, mucho más cómodo de lo inicialmente previsto. Al cierre del primer acto, el Valencia gobernaba el duelo con autoridad, sin apenas oposición, frente a un rival que estaba completando su peor actuación de la presente campaña (25-11). En los 10 primeros minutos de la contienda, toda la aportación ofensiva del Casademont se reducía a 7 puntos de Benzing, una canasta de Krejci y una acción personal de Justiz. Guarismos insuficientes para competir en La Fonteta, más aún cuando el equipo también se desangraba en las labores de contención.
El Casademont tardó en anotar los tres primeros minutos del segundo cuarto. Cuando lo hizo, por mediación de Barreiro, los locales ya habían golpeado desde todas las posiciones. Tobey, Motum y Colom acertaron desde el perímetro, con tres lanzamientos triples, mientras Ndour y Dubljevic resultaban incontenibles en el juego interior. Además, Abalde iba creciendo conforme avanzaba el partido. El Valencia alcanzó el cuarto de hora con 43 puntos en su haber (43-18) y sensaciones muy positivas en su juego. El Casademont se había desencajado de manera sorprendente. En las ocho primeras jornadas del campeonato, el conjunto de Fisac se había distinguido, precisamente, por su solidez, su firmeza, su tenacidad y su constancia en las tareas defensivas, y era el tercer equipo que menos puntos encajaba de la competición. En La Fonteta, sin embargo, fue un bloque sin alma, sin carácter y sin fe. Al descanso, los locales ya habían dejado prácticamente finiquitada la contienda (53-29), con Abalde (11 tantos) y Ndour (10) como principales ejecutores.
El Casademont no había ofrecido síntoma alguno de reacción. Lejos de sobreponerse a su deficiente inicio de partido, incluso había acentuado sus dudas en el segundo cuarto, cerrado por los levantinos con un parcial favorable de 28-18. Y había un dato especialmente significativo en el intermedio: el Valencia sumaba 76 créditos de valoración, por sólo 20 de los zaragozanos.
En la reanudación, los locales establecieron la máxima renta del partido, con una canasta de Ndour y un certero triple de Marinkovic (58-29). El mensaje era claro: el Valencia no iba a permitir ni una sola concesión. Mantuvo su intensidad atrás, anulando la capacidad ofensiva de los zaragozanos, y además se empleó con seguridad, acierto y oficio en sus acciones de ataque, muchas veces favorecido por los continuas desatenciones del equipo aragonés. Poco después, un nuevo triple de Marinkovic, totalmente liberado, aumentó la renta de los levantinos a los 30 puntos (67-37). De ahí hasta el final, los visitantes tiraron de orgullo –especialmente Barreiro y Radovic- y pudieron reducir su desventaja hasta los 18 puntos. El choque, sin embargo, estaba ya sentenciado desde la primera mitad.
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