Partido 27 cuartos de final
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ESPAÑA, 2 - 0 FRANCIA
España: Casillas; Arbeloa, Ramos, Piqué, Jordi Alba; Xabi Alonso, Busquets; Silva (Pedro, m. 65), Xavi, Iniesta (Cazorla, m. 85); y Cesc (Torres, m. 67).
Francia: Lloris; Revelliere, Rami, Koscielny, Clichy; Cabaye, M’Vila (Giroud, m. 78), Malouda (Nasri, m. 64); Debouchy (Menez, m. 64), Benzema y Ribéry.
Goles: 1-0. M. 18. Xabi Alonso remata de cabeza un centro de Jordi Alba. 2-0. M. 89. Xabi Alonso, de penalti.
Árbitro: Nicola Rizzoli. Mostró la cartulina amarilla a Sergio Ramos, Cabaye, Menez.
Dombass Arena. 48.000 espectadores.
El arte de competir
España, con un fútbol más resolutivo que bello, manifiesta su versión más eficaz para derribar a Francia (2-0) con un ejercicio de precisión y control, y se enfrentará a Portugal en semifinales
Competir es otra de las variables que domina España, por lo general equipo con arte, pero también con oficio y muchos recovecos, capaz de lo museístico y de aplicarse como nadie en lo que requiera el juego según cómo vaya la función. Para batir a Francia puso en práctica todos los registros que maneja. Primero la sometió desde el control de la pelota, luego apretó el colmillo cuando su rival metió otra marcha, ya en el segundo acto, y puso el punto final con una jugada con más vértigo que toque. Esta selección tiene más de una partitura y en un torneo en el que los partidos son al límite convienen todos los repertorios, no solo el virtuosismo. No lo tuvo España, que no da con la plasticidad de otras veces, pero sus futbolistas saben tocar otras teclas. A un partido con tantas vueltas, nadie mejor para el póster de la noche que Xabi Alonso, jugador que simboliza la versatilidad española. Alguien para el pico y la pala y también para la geometría, alguien que sabe cómo gestionar el fútbol desde el macizo central. Era su día, el del centenario internacional, y el guipuzcoano marcó los dos goles que citan a España con Cristiano Ronaldo el próximo miércoles. Para ello, esta España sin barreras, tuvo que romper uno de los pocos maleficios que le quedaban: ganar a Francia en un partido oficial.
Con ventaja en el marcador, se acentuó la sensación de gobierno de España, que no solo es una selección creativa. También domina el arte de la eficacia, cómo competir en cada momento. Lo hizo sobremanera en el primer tiempo, bien ordenada, con la pelota grapada al pie y los espacios bien cubiertos, con Xabi Alonso como mariscal de campo, excelente para quitar, tirar de compás y cubrir las zonas despobladas. Busquets y él congenian porque se dan sombra y solo juegan en paralelo cuando el contrario tiene la pelota. Con la posesión a favor, uno de los dos rompe las cadenas y se descuelga. A Francia se le vieron los huesos, siempre a remolque, desconectados Benzema y Ribéry, se quedó a la intemperie. En un duelo sin muchas oportunidades, solo Cabaye, en una falta directa, dio la lata a Casillas, que respondió con una mano al lanzamiento. Sometido en el centro del campo, el equipo de Blanc se partió por el eje y sus excursiones hacia la portería española se demoraron hasta el segundo tiempo. A España, por su parte, le costó flirtear con el gol. La ausencia de un delantero genuino en favor de la arquitectura causa que muchas veces construya sin nadie por delante, sin referentes.
Sin otra alternativa, Francia, tan arrugada en el primer acto, se estiró después. Un paso adelante que en algunos momentos complicó a España, que se vio ante un guion alterado y tardó en encontrar respuesta. Blanc dio pista a lo mejor de su banquillo. Rescató a Nasri y Menez y, finalmente, envidó con Giroud, un delantero puro. Entonces, poco a poco, el equipo español se hizo largo. Se vio ante un partido de ida y vuelta, lo que siempre resulta inquietante. Fue el momento de Torres y Pedro, que hizo de Navas. Con más espacios, España perdió algo de control, de dominio, pero nunca llegó a sentirse contra las cuerdas por más que Ribéry y Benzema remaran y remaran desde fuera del área. Y, como no hay cambio que no le salga de perlas a Del Bosque, fue Pedro, explosivo y revoltoso, quien evitó la trama final. Cruzó la defensa francesa en un desmarque y Réveillère le anudó las piernas. Xabi Alonso, en su día inolvidable, abrochó la semifinal desde el punto de penalti.
Sin ser por ahora el equipo de pasarela que acostumbra, España se garantiza como mínimo, por tercer gran campeonato consecutivo, un puesto entre los cuatro primeros. La selección ha dado tal giro a su historia que hoy sabe jugar y sabe ganar.
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