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11.5.2008 - LIGA 2007/08 - JORNADA Nº37 Partido Nº 1833 del R.ZARAGOZA en 1ª Div.

escudo R.Zaragoza REAL ZARAGOZA 2  REAL MADRID 2  ESCUDO R. MADRID

El Madrid desbrava al Zaragoza

 

Zaragoza

2

 

2

R. Madrid

1

C. Sánchez A.

3

Paredes

6

Ayala

23

Sergio

8

Aimar

16

Celades

20

Matuzalem

21

Zapater

9

Sergio García

12

Oliveira

22

Diego Milito

 

 

25

Dudek

4

Sergio Ramos

5

Cannavaro

12

Marcelo

21

Metzelder

6

Diarra

14

Guti H.

23

Sneijder

10

Robinho

17

V. Nistelrooy

20

Higuaín

 

 

CAMBIOS

56’

Aimar por Gabi

77’

Matuzalem por Oscar

 

 

62’

V. Nistelrooy por Balboa

69’

Marcelo por M. Torres

74’

Higuaín por Saviola

 

 

 

ENTRENADORES

Manolo Villanova

 

 

Bernd Schuster

 

 

 

GOLES

19’

Gol Oliveira

84’

Gol Sergio

 

 

21’

Gol V. Nistelrooy

77’

Gol Robinho

 

 

 

TARJETAS

68’

Paredes Tarj. A

72’

Celades Tarj. A

82’

Sergio Tarj. A

 

 

16’

Marcelo Tarj. A

19’

Higuaín Tarj. A

35’

Robinho Tarj. A

55’

Sneijder Tarj. A

70’

Metzelder Tarj. A

 

 

 

OTROS DATOS DE INTERÉS

1ª División

 

Estadio: La Romareda

11/05/2008 21:00

Arbitro: Pérez Lasa

 

Cuarto Arbitro: Istúriz Latorre

Jueces de Línea:Núñez Fernández , Laviña Plagaro

Incidencias:

 

 

 

 

 

Todo en una bala, la última. El Real Zaragoza se jugará la permanencia en Ono Estadi, en Mallorca, en la última jornada de Liga. La irregular campaña del conjunto aragonés no puede tener un colofón más agónico: el cuadro de Manolo Villanova resolverá su futuro -su sentido y su ser en Primera- ante un Mallorca que logró la victoria en el Camp Nou (2-3), en la despedida de Rijkaard, en el minuto 93. Los de Gregorio Manzano fueron capaces de levantar un 2-0 ante todo un Barcelona. Y acarician la Copa de la UEFA.

Es el rival -y el panorama- que encontrará el Real Zaragoza el próximo domingo, en su duelo a vida o muerte -a vida o muerte, sin tópicos- por
la permanencia.

Tuvo ayer el conjunto blanquillo una oportunidad única para liderar el grupo de los desamparados, de los que no han sabido hacer los deberes y a los que les escalda el alma en las calderas. Nunca antes el Real Madrid se presentó en La Romareda de forma tan relajada. Es difícil que lo vuelve a hacer: sin seis de sus titulares y sin aparente motivación, el cuadro de Bernd Schuster acudió a Zaragoza a querer jugar arriba y dar fe de sus destellos y a dejar jugar. Sobre todo, a dejar jugar.


Sin un sistema de contención sólido, el cuadro merengue dejó hacer a los de Villanova desde el comienzo, aunque también dio muestras de su clase con los zarpazos que pusieron a prueba a un inspiradísimo César.

El Zaragoza creó innumerables ocasiones de gol. Cada balón merecía un instante de emoción y un ¡ay! en las gargantas de los aficionados zaragocistas.

Es verdad que el gol de Oliveira encendió la ilusión de la parroquia. Pero los tantos de Van Nistelrooy y Robinho presagiaban una noche de luto. Hasta que Sergio Fernández encendió la luz de la esperanza del zaragocismo.

El gol no sacó al Real Zaragoza del descenso. Ahí está estancado, en los puestos de la condena. Pero es una bombona de oxígeno para los de La Romareda. Porque con este tanto el Zaragoza depende de sí mismo. Ganando, se salva.

No es fácil. Porque el fin de semana se enfrentan un equipo en clara progresión -el Mallorca- y un equipo -el Real Zaragoza- que hace jornadas que deambula por el alambre, que se ha acostumbrado a coquetear con el descenso y que es, al fin y al cabo, el equipo que más boletos le ha comprado a la Segunda División.

Porque el conjunto aragonés es el equipo que, recién concluida la penúltima jornada, ocupa la tercera de las plazas que dan acceso a la División de Plata -¡qué eufemismo!-, al infierno de la Segunda. Antes han sacado su billete el Levante y el Murcia.

Una rendija a la esperanza


El empate abre una puerta a la esperanza, tal vez raquítica, tal vez solo una rendija, pero real. Porque la victoria es el camino a la salvación. Antes, la derrota, tras el gol de Robinho, dejaba al equipo pendiente de otros equipos y más allá del borde del abismo. Ahora, el equipo se sostiene por un raquítico hilo de vida. Incluso, puestos a soñar, el empate también podría valer... siempre que pierda el Recreativo o si también cae en Santander el Club Atlético Osasuna.

Hay ahí un elemento que juega a favor del cuadro aragonés: el Racing se juega -como el Mallorca- la Copa de la UEFA. No puede salir relajado ante los de Ziganda. Incluso si deja resuelto su compromiso en los primeros minutos, el Mallorca perdería sus opciones de abrir las puertas de la competición europea y tal vez bajara los brazos ante el Real Zaragoza...

Quimeras. A estas alturas de temporada resulta casi impensable que un equipo nacido para luchar por todo -¡qué fácil se vende el humo!- tenga que recurrir a una carambola improbable para certificar su seguro de vida.

Porque -que nadie lo olvide- la vida del conjunto aragonés va a pasar por la permanencia en Primera División. ¿Es posible la continuidad de este proyecto fuera del marco de la máxima categoría? En realidad, altamente improbable...

Hay que agarrarse a un clavo ardiendo. Como hace la afición, como lo ha demostrado un público admirable, que no se ha cansado de animar, de llevar en volandas al equipo, de empujarlo en los momentos más comprometidos, contra viento y marea.

Que a nadie le quepa duda de que este es el verdadero patrimonio del Real Zaragoza, su aval, como lo ha demostrado a lo largo de los 75 años de su vida. Ellos, una afición asombrosa y admirable, es la que menos se merece lo que le que está ocurriendo al conjunto blanquillo. Y los que mejor están llevando el duelo.

La afición estaba convencida ayer de que el Real Zaragoza se salvará. Seguramente porque pasó de la desazón a ese chorro de esperanza del gol de Sergio Fernández. Porque es ese ánimo el que más confía en el equipo. Como dan muestras cada fin de semana; por encima de los dirigentes, del vestuario... La garantía de la fe.

La temporada pasa por un partido, el del próximo fin de semana en el Oni Estadi. Ahí se concentra el proyecto de Agapito y de Bandrés; los retos de Pedro Herrera y Miguel Pardeza; las aspiraciones de Víctor Fernández, de Garitano, de Irureta y de Manolo Villanova; los compromisos de todo un vestuario. El Real Zaragoza debe responder y dar la cara; por la dignidad profesional, por respeto a unos colores, por 75 años de historia. Y por el futuro de la entidad. Ya no valen las excusas, ni los nervios, ni los fallos, ni los errores -los que se multiplicaban ayer-. El Zaragoza se juega la campaña a un duelo, en una bala. Y no puede desperdiciarla. Bajo ningún concepto.

 

 

 

 

El equipo blanquillo mantendrá la categoría si gana en la última jornada tras empatar contra el campeón

Zaragoza - 11/05/2008

El Zaragoza mordió, apretó los dientes y peleó con exasperación cualquier balón dividido. Pero ante el Madrid se contentó con el empate porque le mete en la zona de descenso pero le permite depender de sí mismo en la última jornada de la Liga. Se le presuponía una actitud condescendiente al Madrid, coronado recientemente como campeón de la Liga y dulcificado tras repasar al Barcelona en el Bernabéu. Acostumbrado a los festejos y al alborozo del éxito, el Madrid planteó un suicidio que casi acabó por convertirse en un seguro de vida. Tanto le divierte atacar como le revienta defender, tarea que consideró de los sufridores y no de un equipo que ya tiene el laurel sobre los cabellos. Así, abocado al ataque, con Robinho e Higuaín desatados, el Madrid propuso un duelo abierto, de correcalles y sucesivas alternativas. Fue un disparate atractivo, generoso y atento con el espectáculo. Sneijder y Guti representaron al dedillo el estado anímico del Madrid, alegre hacia delante pero perezoso a sus espaldas. El Zaragoza jugó a remolque: atacó cuando tuvo oxígeno; se defendió mal pero de uñas.

El Zaragoza también participa del mismo pecado, el de no cuidar la retaguardia. Con el ADN narcisista, que enfoca con denuedo el marco adversario pero se limita a mirar con el rabillo del ojo el retrovisor cuando pierde el balón, el equipo se muestra tremendamente dócil cerca de su área. Justo lo que exprimió el Madrid.

Omnipresente Guti en la fase de construcción, el conjunto madridista resolvió sin demasiados apuros los escasos entuertos que le presentó el Zaragoza en la medular. La apuesta era simple pero pragmática. Balones interiores a las diagonales de Higuaín o largos a las carreras de Robinho, que se resiste a concluir el curso como telonero y exige un papel principal, que ya acaparó en el ecuador del curso. Higuaín recogió el cuero en la frontal y leyó con acierto el desmarque de Robinho. El extremo falló en el mano a mano con César, pero el rechace lo recogió Carpanta Van Nistelrooy, que juega con un nuevo tobillo pero con la misma gazuza de siempre.

El Zaragoza parece portar con jactancia el cilicio de sus deficiencias. Más que nada porque los cuatro entrenadores que lo han cogido han sido incapaces de paliar los defectos. No carburan los carrileros, sello distintivo en el pasado porque las bandas corrían por su parte, ni los centrales, donde Ayala se sonroja ante cualquier delantero veloz. Tampoco ayudan los dos descartes del Atlético, Gabi y Luccin. Su mayor flaqueza, sin embargo, pasa por las alas, donde los volantes tienen ojeriza a la línea de cal y se remiten a las diagonales como única arma ofensiva. Así, los goles de la delantera se quedan en poco.

Anoche, sin embargo, subsanó la inferioridad numérica en el eje con empuje, con situar sus medios un par de pasos más adelantados que la segunda línea contraria. Lo aprovechó Sergio García, que profundizó por su banda y sometió sin rubor a Marcelo, que palideció a cada embiste. Sus movimientos descuajaringaron a la defensa del Madrid, más pendiente de atar en corto a los dos delanteros rivales que a las llegadas desde la segunda línea. Matuzalem asistió a la carrera de Sergio García, que pisó línea de fondo y asistió a su vez a la llegada del brasileño Oliveira, que punteó el balón a placer. El arrebato duró un tiempo, hasta que el Madrid se ruborizó y decidió jugar el balón. Higuaín volvió a contestar con Robinho y el habilidoso extremo hizo una cuchara de aúpa para batir a César.

Ante la aquiescencia del Madrid, condescendiente e incluso paternalista a la hora de defender, Milito y Oliveira probaron a Dudek ?el Madrid reservó a Casillas para que mantenga el Zamora? con insistencia. Pero poco ajustada la mirilla y acertado el meta, la ofensiva resultó estéril. Hasta que Sergio Fernández cazó un balón en el borde del área y selló el empate.

Pudo definir el Zaragoza pero se topó con Dudek. Así, el Madrid aguarda a los nuevos aplausos y al último pasillo al tiempo que el Zaragoza regresa a la zona peligrosa cuando resta una jornada Pero depende de sí mismo.

El Zaragoza se condena solo

11/05/2008

Los errores del Zaragoza en el remate le han condenado a luchar por evitar el descenso en la última jornada contra el Mallorca. Cuando uno se está jugando la vida no se pueden malgastar tantas ocasiones de gol como hizo el Zaragoza.

Son tiempos duros para el Zaragoza, un equipo construido para estar en la zona noble de la clasificación y que en la última jornada de Liga se jugará la permanencia en Primera en Mallorca. Contra el Real Madrid, que presentó una alineación con varios suplentes, se vio un resumen de lo que ha sido este conjunto durante el curso. Mucho corazón, mucha entrega, demasiada ansiedad, momentos, pocos, de buen fútbol, una defensa endeble y una torpeza infinita en el remate. Escribió el peruano Julio Ramón Ribeyro que quien no conoce la tristeza deportiva, no sabe nada de la tristeza. En Zaragoza saben demasiado de tristezas.

En un partido muy abierto, demasiado para los intereses del Zaragoza, y con un rival, como el Madrid, que siempre propone el toque frente al físico, no se pueden malgastar tantas ocasiones de gol. Sólo alguien que viva en la abundancia puede permitirse ese lujo. Por ejemplo, el Madrid, que, con el título ya ganado, ponía en juego la dignidad y el prestigio. No fue un rival sencillo, pero tampoco el peor enemigo que se podía encontrar el Zaragoza, que cometió el pecado de dejarle tocar, de perder el balón. Por muy relajado que esté, nada le gusta más que eso al Madrid.

Comenzó bien el Zaragoza, muy enchufado, como exigía el guión, y a los diez minutos Sergio García tiró un caño espectacular a Cannavaro, que quedó retratado, pero definió mal ante Dudek, que completó un encuentro más que correcto, con alguna intervención de mérito, incluido un mano a mano al final frente a Sergio García. Después fue Diego Milito, quien después de un error de Sergio Ramos, que intentó sacar el balón jugado de tacón, no fue capaz de superar al portero polaco. Sí acertó Oliveira cerca de los 20 minutos. El brasileño marcó a puerta vacía después de una gran acción individual de Sergio García, el mejor de su equipo. Ganó la espalda a Marcelo y le regaló el tanto a su compañero.

El gol no centró al Zaragoza, todo lo contrario. Perdió el balón y con ello la iniciativa. Van Nistelrooy sólo necesitó cinco minutos para empatar. Robinho rompió el fuera de juego, César rechazó su disparo y el holandés sumó su tanto número 14 en la Liga, una cifra de mérito si se tiene en cuenta el tiempo que ha estado de baja.

El empate inclinó el encuentro del lado del Madrid, que comenzó a sentirse más cómodo y a tocar. El Zaragoza empezó a sufrir y ya no dejó de hacerlo hasta el final. Logró al menos mantener el empate hasta el descanso. Un paradón de César a un cabezazo de Ramos evitó el segundo del Madrid y poco después apareció de nuevo Ramos, esta vez para sacar bajo los palos un tiro de Oliveira.

Salió con fuerza al Zaragoza en la segunda parte, pero entre sus errores en el remate y la inspiración de Dudek la portería del Madrid se fue haciendo cada vez más pequeña. Sufrió momentos de acoso el Madrid, que se veía atacado por todos los flancos. Las oportunidades de gol se sucedían para los locales, pero todas tenían el mismo destino y terminaban en nada. Y cuando Dudek se vio superado, el larguero repelió un cabezado de Aimar para dejarlo todo como estaba.

La desesperación aumentaba en La Romareda, que temía estar viendo el último partido de Primera en mucho tiempo. Pero como todo lo que va mal aún puede ir peor, a falta de un cuarto de hora Robinho rompió el fuera de juego y superó con sutileza a César. Silencio absoluto, el desastre para el Zaragoza, que nunca se rindió y siguió en busca de un empate que llegó de la forma menos previsible. El reloj se acercaba al tiempo añadido cuando un balón cayó en los pies de Sergio Fernández. El central tuvo toda la tranquilidad que le faltó a sus compañeros de ataque y consiguió un tanto para la esperanza.

 

 

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