Definitivamente,
el estadio Anxo Carro es gafe para el Real Zaragoza. Por cuarto año consecutivo,
el equipo aragonés se va de Lugo sin ganar y eso que esta vez lo hacía por 1-3 a falta de 20 minutos y todo parecía estar bien encarado para lograr los tres puntos y seguir como líderes en la clasificación tras las dos primeras jornadas. Pero el
desastre defensivo que vivió el equipo de Milla cuando nadie lo esperaba, abrió la puerta a la remontada de los gallegos en un aluvión de desajustes en las marcas que
en apenas dos minutos aprovecharon los locales ante el alborozo de su incrédulo público. El partido, en su conjunto, fue un lío monumental en su libreto, lleno de errores de bulto de unos y otros y sin que nadie fuese capaz de gobernarlo.
La primera parte ya dejó un paladar agrio al cuadro zaragocista.
Se dejó arrebatar la ventaja que adquirió antes del cuarto de hora con el gol de pillo de Lanzarote a falta de tan solo siete minutos para el descanso y, en la recta final, echó a perder dos balones de gol que debían haberle dado de nuevo el mando en el marcador. Además,
el Lugo empató en el único disparo a puerta que supo elaborar dentro de un juego espeso y sin precisión toda la noche de los de Luis César Sampedro. El 1-1 del intermedio sentó fatal a un Zaragoza que, cierto es, tampoco combinó con destreza en ningún momento.
El partido empezó con sumo respeto de unos y otros. Mirándose a los ojos. Estudiándose los movimientos, los ademanes para ver por dónde podía romper la trama táctica. En ese periodo de tanteo,
el Lugo le regaló el 0-1 a los aragoneses, que no hicieron ascos a tal gentileza. Después de varias acciones de presión alta de Ángel y los mediapuntas avispas (así vistió el Zaragoza en el Anxo Carro), donde l
a zaga local dio muestras de cierto nerviosismos, el exzaragocista Carlos Hernández hizo una cesión lamentable a su portero, José Juan, que se tragó la pelota perpendicular a la portería y
Lanzarote, que adivinó la pifia, ya había llegado al segundo palo para empujar la pelota a puerta vacía. Mejor no podían ponerse las cosas para los de Milla en medio de la espesura.
De ahí al minuto 38, literalmente no pasó nada en lo referente al juego ofensivo de unos y otros. Decenas de balones perdidos, de pelotas divididas, de faltas en el medio campo. Pero de fútbol, nada de nada. El Real Zaragoza se sintió demasiado cómodo con su gol de ventaja y no pareció tener demasiadas ambiciones de irse a buscar el 0-2. Probablemente fue su mayor error ante un rival que no daba una a derechas y que era silbado incluso por su público en algunas fases de desconcierto.
Y, de la nada, surgió el 1-1. Un mal despeje de Cabrera dejó la pelota a Yelko Pino en la línea de tres cuartos. Este dio un pase medido a Pedraza, que entró solo en el área con la marca perdida por completo de Isaac y lanzó un zurdazo violento por alto que superó sin remedio a Irureta. Fue el castigo a la falta de ambición de los zaragocistas. Mucho más tras observar que, en la reacción postrera antes del descanso, los aragoneses volvieron a hacer daño a la defensa lucense.
En el 40, Cani montó una contra en superioridad de cuatro para tres. Optó por dar el pase a Lanzarote a la derecha y el catalán no culminó con tino. Remató mal a las manos de José Juan cuando, probablemente, un nuevo pase a Ángel o Xumetra al otro lado hubiera sido un gol sencillo de marcar. Y, en el 42, tras un córner mal despejado por el Lugo que Cabrera y Marcelo Silva (los centrales) devolvieron con habilidad al área, Cani entró en el área con márchamo de gol, pero ni disparó a puerta ni dio el pase de la muerte a Lanzarote. Incluso pudo haber penalti sobre Cani en la desesperada defensa de Miquel, pero el árbitro, mal toda la noche, no lo vio así.
El feo discurrir del primer tiempo dejó un peligroso detalle para la defensa aragonesa: entre el minuto 20 y el 22, tres de sus cuatros componentes vieron tarjeta amarilla, Marcelo Silva, Cabrera e Isaac. Un hándicap para el resto del partido que ablandó sin duda el modo de actuar de ellos en más de una jugada de riesgo. Poco hubo que destacar en la evolución del juego. Cani estuvo desacertado en el pase. Zapater, demasiado flotante. Xumetra y Lanzarote, poco participativos. Morán, como siempre, dos de cal y cuatro de arena. Faltó profundidad en las bandas, con Isaac apagado y Casado impreciso. Poca cosa potable dejó el Zaragoza con el balón en los pies. Menos mal que enfrente no había un adversario atinado. Eso alivió notablemente las sensaciones globales.
Lo de la segunda parte, es para analizar aparte. Y en profundidad. El Real Zaragoza, de nuevo gracias a los agujeros obscenos de la defensa lucense, se puso 1-3 antes del minuto 15. Y Ángel, autor de los dos tantos de la reanudación, falló el 1-4 en otro mano a mano que le patrocinó Javi Ros. Pues bien, en dos minutos, la increíble e injustificable pasividad defensiva de todo el equipo, proporcionó dos balones de gol al Lugo que empató a tres entre el 70 y el 72. Impensable apenas unos minutos antes, cuando el cuadro de Luis César estaba muerto literalmente.
En un buen inicio, Zapater había robado el balón a Carlos Hernández en un saque del portero para donar el 1-2 a Ángel en el 50. Siete minutos después, un despeje de cabeza largo de Cabrera se lo comieron los centrales locales por arriba para dejar al canario solo ante el portero y firmar el 1-3.Todo parecía encarado hacia un triunfo sencillo y holgado. Pero el equipo se le fue de las manos a Milla. No hubo orden ni rigor defensivo. Ni veteranos ni noveles dieron la talla a falta de solo 20 minutos para el final. El Zaragoza actuó como un grupo deslavazado, cada uno a lo suyo, sin ser un equipo.
En el tramo en el que el Real Zaragoza perdió la cabeza sin ningún sentido, Joselu falló un gol a bocajarro tras un mal despeje de Irureta. A Pedraza le pudieron hacer un penalti que el árbitro no pitó. Igor Martínez, solo en el segundo palo, remató fuera con todo a favor. Al Lugo, el Real Zaragoza se empeñó en devolverle los favores defensivos que le habían dado casi la victoria en el tiempo anterior. Fue una pesadilla.
Aun así, Ángel volvió a tener el 3-4 en sus pies en el 75, tras un disparo de Zapater que se quedó enganchado en el área pequeña en un bosque de piernas. Pero la pelota no encontró portería a menos de metro y medio de la raya. El final del partido, con los cambios a la desesperada de Luis César y las permutas de Milla en busca de consolidar medianamente el medio campo, fue una locura sin guión. Todo al tuntún.
El Lugo se dio por satisfecho con su alucinante remontada, mientras el Zaragoza intentó sacar fuerzas de flaqueza desde su estupefacción. En el 86, Fran (que salió como extremo), no llegó por centímetros a rematar un centro al área pequeña de Xumetra. Otra ocasión desperdiciada para obrar la victoria, que para entonces debería haber estado lacrada a favor de los zaragocistas. Una pena enorme. Una decepción absoluta, visto el discurrir del partido.
Ficha Técnica
CD Lugo: José Juan; Calavera, Ignasi Miquel, Carlos Hernández (Marcelo, 67), Manu; Pita, Seoane; Igor Martínez (iriiome, 67), Yelko Pino (Campillo, 60), Pedraza; y Joselu.
Real Zaragoza: Irureta; Isaac, Marcelo Silva, Cabrera, Casado; Zapater; Lanzarote (Fran, 73), Morán (Javi Ros, 58), Cani (Wiilk, 80) y Xumetra; y Ángel.
Árbitro: Figueroa Vázquez (Comité Andaluz). Amonestó a Marcelo Silva (20), Cabrera (22), Isaac (22) y Marcelo (91).
Goles: 0-1, min. 14: Lanzarote. 1-1, min. 38: Pedraza. 1-2, min. 50: Ángel. 1-3, min. 57: Ángel. 2-3, min. 70: Joselu. 3-3, min. 72: Campillo.
Incidencias: Noche veraniega en Lugo, con 26 grados tras un día soleado. En las gradas del estadio Anxo Carro, 3.123 espectadores. El medallista olímpico Christian Toro, oro en K-2 en piragüismo en los recientes Juegos Olímpicos de Río de Janeiro junto a Saúl Craviotto, hizo el saque de honor en su condición de lucense de cuna y residencia. Se guardó un minuto de silencio por los fallecidos en el terremoto de Italia. Luis Milla, entrenador del Real Zaragoza, fue recibido con una ovación del público de Lugo, en recuerdo de su reciente paso por el banquillo rojiblanco, en la pasada temporada. En el palco estuvo el exdirector deportivo zaragocista Ángel Martín González, ahora en el Oviedo.
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