Revista de Historia Jerónimo Zurita nº 91 2016
Revista de Historia Jerónimo Zurita nº 91 2016
La interpretación más extendida de la presencia francesa en España
durante la Guerra de la Independencia, como la propia designación
del período sugiere, ha sido en clave militar. Sin embargo, a partir del
momento en el que amplios territorios peninsulares quedaron bajo el
control de las tropas imperiales comenzó para ellos una fase distinta
caracterizada por las cuestiones ligadas a la administración del territorio.
En esta fase la prioridad militar no desapareció, pero se vio progresivamente
rodeada de otras diversas líneas de acción orientadas a
transformar la relación entre las nuevas autoridades y la población.
Serían estas las acciones que más influencia tendrían sobre la vida
cotidiana de los habitantes, ya que estaban pensadas para dotar de
normas a la relación entre los españoles y las nuevas autoridades tras
el paso de las tropas y como base a la construcción de un tiempo, si no
de paz, por lo menos de convivencia.
Bajo título «La ocupación francesa de España, 1808-1814: Ejército,
política y administración» se presenta un dossier que recorre algunos
de los aspectos más destacados de la presencia de las tropas imperiales
sobre territorio español. Charles Esdaile comienza por fijar su
atención sobre el propio ejército napoleónico, protagonista destacado
de esta presencia francesa, y se aproxima a sus características militares
y a sus prejuicios como elementos clave para entender su comportamiento
durante la campaña española. Elisabel Larriba aborda la
importancia que los ejércitos napoleónicos atribuyeron al control de
la información a través de la prensa como instrumento para modelar
la realidad en los territorios ocupados. Por su parte, Emilio La Parra se
centra en un plano clave, el religioso, para realizar una panorámica de
los proyectos de reforma de la Iglesia que vinieron de la mano de las
autoridades josefinas.
Los tres artículos restantes del dossier tienen como común denominador
su atención a los aspectos administrativos. Lluís Roura se
ocupa preferentemente de las transformaciones que las autoridades
francesas introdujeron en el territorio catalán, parte del cual terminaría
siendo incorporado a la administración imperial. Complementaria
a esta es la contribución de Carlos Franco de Espés destinada a analizar
con documentación inédita las iniciativas político-administrativas
impulsadas por el mariscal Suchet en el territorio aragonés, valenciano
y la parte sur de Cataluña, sobre todo a partir del decreto del 8 de
febrero de 1810 en el que se constituían los gobiernos particulares en
el noreste de la península. Finalmente, el artículo de Javier Maestrojuán
desciende sobre el plano local para explicar el papel que debieron
cumplir los ayuntamientos, en este caso el de la ciudad de Zaragoza,
en la reordenación de las atribuciones y funciones por parte de las
nuevas autoridades.
Completan este número, además de un amplio comentario bibliográfico
de novedades históricas, tres artículos incluidos en la sección
miscelánea. El primero de ellos, de Santiago Aleixos, dirige su atención
a la repercusión que tuvo la obra del humanista aragonés Antonio
Agustín en el ámbito alemán, sobre todo en los siglos XVIII y XIX. A
continuación Tomás Pérez Vejo realiza un ponderado balance de los
procesos que tuvieron lugar en la América hispana derivados de la
tensión entre la restauración de Fernando VII en 1814 y la apertura de
los movimientos independentistas. Y, para terminar, Ignacio García de
Paso propone una lectura española de la revolución de 1848 incidiendo
en la reacción moderada y su capacidad para neutralizar la onda
expansiva del movimiento europeo en España.
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