Buena fue la primera parte de los zaragocistas, con mando, control casi constante del balón y llegadas al área con cierta cadencia. Salvo muy al final de los primeros 45 minutos, el potente Levante, recién caído de Primera División, no pisó las cercanías de un inédito Cristian Álvarez con peligrosidad. Pero el problema es que nadie supo definir ante el marco de Cárdenas, el guardameta granota. Nada nuevo bajo el sol (que caía a plomo sobre Zaragoza a las 19.30 en este 20 de agosto). Lo ya sabido. La clave de la trama cerrada del primer periodo la tuvo Vada en su bota derecha en el minuto 4. Falló el argentino un gol que no se debe errar, mano a mano, solo en el área chica ante el arquero rival, tras un cabezazo hacia atrás de Jair en la segunda acción de un córner. Remató contra el cuerpo de Cárdenas, no la colocó y podía haberlo hecho. Con un 1-0 tempranero, que se fue al limbo, las cosas hubiesen sido bien diferentes.
El Levante de Nafti no jugó a nada. Se mostró como un equipo con poso, con tipos fornidos y veteranos, casos de Iborra, Vezo, Postigo, Melero… el tanque brasileño Wesley Morais, que le dio la tarde a Francés con su 1,93 de estatura y sus 94 kilos de peso. Pero demasiado táctico, con ese fútbol espeso que busca que sucedan pocas cosas en el campo. Feo el Levante. Al Zaragoza le costó muchas conducciones, muchas idas y vueltas, percutir la zona de peligro. Gámez era un extremo más que un lateral. Bermejo, con sus arabescos puntuales, trató de sorprender tres veces sin éxito. Narváez, ariete falso, fuera de zona para tocar algún balón, solo logró crear una incursión vistosa. Vada, lo contado y nada más. Eugeni, la novedad en el once, Molina (el único nuevo fichaje titular) y Grau, demasiado previsibles, parsimoniosos.
El cansancio empezó a sentirse bajo un tórrido ambiente agosteño. Y el Levante, que había estado escondido todo el tiempo, salió a la contra con más intención. En el 38, Pepelu cabeceó una falta lejana en el segundo palo, alta por muy poco. Fue el primer aviso de que los de Orriols estaban en La Romareda. A Molina y Grau les empezaba a apurar el oxígeno. Y Wesley Moraes, ese ariete fuera de categoría, cedido por el Aston Villa inglés, estuvo a centímetros del 0-1 en el 40, con un testarazo de categoría, quitándose de en medio con el cuerpo a Francés, y poniendo el balón lejos de Álvarez, pero fuera del portal. El descanso le vino bien a los de Carcedo. Hacía falta resetear y ponerse toallas de agua fría en la nuca.
A Nafti no le gustó su Levante, como al resto. Y cambió su sistema de cinco defensas (5-3-2), lleno de centrales y gente de contención, por un 4-3-3 más ofensivo. Vio que el Real Zaragoza se le estaba subiendo a las barbas peligrosamente y que, en un acierto de los locales, podían capotar en La Romareda. Metió a Campaña, jugador también de primer nivel, mediapunta ofensivo, y quitó a uno de los tres cierres, Rober Pier. Volteo total a su libreto. Y se notó enseguida. Los mediterráneos empezaron mandando con poderío y el exzaragocista Álex Muñoz, de nuevo de cabeza a la salida de un córner, forzó en el 48 a que Cristian Álvarez salvara el primer tanto en un paradón junto al palo izquierdo. Blandura por arriba de la zaga zaragocista toda la tarde ante los tallos azulgranas. Cuestión de centímetros.
No tardó Carcedo en verlas venir. En el 55 hizo ya doble cambio e introdujo la chispa del fichaje Mollejo y el refreso de Francho, en vez de unos apagados Bermejo y Eugeni. Entretanto, Melero, justo antes de ser sustituido, volvió a superar por arriba a la zaga y su remate con la frente se fue fuera por milímetros en el 61. El técnico zaragocista, viendo a Narváez fundido y aislado, estrenó a Simeone como ‘9’ pasado el cuarto de hora de la reanudación. O espabilaba el Zaragoza o el final tendía a no ser nada bueno. La afición, entregada, lo percibió así y comenzó su labor de jugador número 12.
Simeone dotó de veneno a las penetraciones zaragocistas en largo. Y Francho erró un gol que le patrocinó Chavarría con un gran pase al hueco en el 66, pero se entretuvo tras el control y remató flojo a las manos de Cárdenas. De repente, Carcedo había dado con dos teclas para remover un partido que se le había ido de control. Y Nafti replicó con otra doble sustitución, a base del internacional Soldado y de Montiel. Era una partida de ajedrez, un duelo de banquillos en toda regla, todo en apenas 10 minutos de cambios de posiciones constantes en unos y otros.
En el 72, Montiel, a la media vuelta, volvió a poner en corazón en la boca del zaragocismo. No cogió puerta y el cuerpo de Francés evitó el susto mayor. El partido, ya en el cuarto de hora final, estaba servido para quien fuera capaz de marcar un gol. Ese tipo de choques herméticos que suelen romperse solo al final. El Levante tenía toda su artillería fresca sobre el césped. El Zaragoza, lo poco que posee hoy en día. Y por ahí se decantó la tendencia última. De Frutos, en el 78, remató solo en el área chica, tras pared con Soldado, y el balón se estrelló en el larguero con Cristian vencido. Suerte inmensa ahí de los zaragocistas, que habían vuelto a perder el balón y sufrián una barbaridad para contener a los visitantes. Larrazabal y Puche fueron las últimas balas de Carcedo para evitar la derrota que se olía en el ambiente. El 0-0, una vez más, pasaba a ser el objetivo en los estertores del envite.
Larrazabal llegó arriba del todo en velocidad en el 85 pero su centro no encontró rematador. Otra figura del belén viejo. Solo en una contra súbita como esta podía superar el Zaragoza al mandón Levante. Y el hecho se repitió en las carreras agónicas del final.
Cortó de cabeza Molina una salida de los valencianos, cedió a Simeone que se fue hacia portería en velocidad. Resolvió individualmente, con un chut duro pero alto por un metro. Le pudo el ímpetu. En el alboroto definitivo, ya en tiempo de aumento, otra vez tuvo fortuna el Zaragoza porque Soldado remató al aire, solo a bocajarro, tras un centro cerrado de De Frutos. El ¡ooohh! en el graderío fue de coral, al unísono. Sonido onomatopéyico que también provocó una mala finalización de Simeone tras una contra de cinco atacantes zaragocistas para dos defensores levantinistas tras un córner en el área aragonesa. Era el 95 y, de haber tenido acierto, hubiese sido el apoteosis.
Al final, el 0-0 no supo mal a ninguno de los dos contendientes. Tampoco, seguramente, a la mayoría de los espectadores. Es el segundo partido sin goles de ambas escuadras. En el caso del Real Zaragoza, todo según lo previsto. No por más insistir van a llover los goles de un cielo sin nubes. Es el mismo equipo del año pasado (y en gran parte del anterior), con algún matiz importante en la pizarra, pero sin destreza en el arte supremo, el del estoque. Empate sin goles, un mal menor que a nadie sorprende.
Ficha técnica
Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Gámez (Larrazabal, 81), Francés, Jair, Chavarría; Grau; Bermejo (Mollejo, 55), Molina, Eugeni (Francho, 55), Vada (Puche. 81); y Narváez (Simeone, 62).
Levante UD: Cárdenas; Son, Rober Pier (Campaña, 46), Postigo, Vezo, Álex Muñoz (Franquesa, 87) Iborra, Pepelu, Melero (De Frutos, 62); Wesley Moraes (Soldado, 68) y Cantero (Montiel, 68).
Árbitro: González Fránces (Canario). Amonestó a Postigo (73).
Goles: No hubo.
Incidencias: Tarde muy calurosa, con 36 grados y sol al inicio del duelo. El palco VIP estuvo repleto de autoridades y de nuevos dirigentes de la SAD. En las gradas hubo una excelente entrada, con más de 25.000 espectadores. Se homenajeó en el minuto de silencio inicial al fallecido expresidente José Ángel Zalba (cuya familia estaba en el palco) y al exjugador José Luis Violeta, así como a los abonados fallecidos el año pasado.
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