Sin gol, sin creatividad, sin imaginación alguna con el balón, con varios futbolistas muy por debajo del nivel exigido por el fútbol profesional, sin la inclusión de los fichajes nuevos todavía en el once inicial, el Real Zaragoza cayó este viernes por 2-0 en Valladolid ante un rival con pedigrí, recién caído de Primera, pero que no jugó nada bien y se impuso por decantación, por los fallos aragoneses más que por sus virtudes.
En la primera parte cabe aplicarle a Jim el adagio aragonés que reza “el que por su gusto duerme en el suelo, no le tengas duelo”. Juan Ignacio decidió, con todos los fichajes aptos para jugar, repetir el mismo equipo (salvo el portero, forzosamente por la baja por lesión de Cristian Álvarez) que patinó seriamente ante el Ibiza una semana antes. Y esa renuncia a empezar a remodelar un once basado en el esqueleto que quedó del catastrófico año pasado lo pagó caro. El partido llegó al descanso con derrota zaragocista por 1-0, en un gol del central local Javi Sánchez al cuarto de hora por encima de Ratón, mal colocado, que se la comió por arriba.
Para que esto fuese así el guión del partido discurrió por determinados caminos nocivos. Uno, ese fallo defensivo -y del guardameta- que patrocinó la ventaja pucelana. Otro, que el equipo aragonés jugó con dos menos dadas las nulas aportaciones positivas de Bermejo (otra vez) e Igbekeme, dos máquinas de perder balones peligrosos y de errar en cada decisión que tomaron. Otro más, que Azón falló un gol de los denominados ‘imperdonables’ para un delantero centro, a puerta vacía, a bocajarro en el minuto 33, tras una dejada de Francho en el único pase con desborde de líneas que hizo el apagado Eguaras en los primeros 45 minutos. El ariete zaragozano disparó al poste ante la estupefacción general. Digamos que no se puede errar eso, nunca, jamás. Son errores que hacen mella por gruesos, por inexplicables.
El Zaragoza dominó más el balón. Por ahí surgirá un asidero a los intérpretes de los números que dejan ahora los GPS en cada partido. Tuvo incluso más opciones en el área para buscar el gol. Lo cual, lejos de ser un atenuante, es a estas alturas de esta película un agravante criticable. Como no hay quien remate dentro de la red, pues no se consiguen tantos. Se sabe desde el año pasado. Ahí está el pecado de este viernes de Jim en Valladolid. Si tienes a Álvaro Giménez y Sainz ya en el equipo, si ya han llegado dos elementos para la vanguardia que hay que reformar por completo, sácalos. Lo contrario es automutilarse.
En ese primer tiempo de juego ramplón, ante un Valladolid flojo, pitado por su afición (que retornaba a las gradas año y medio después), Francés falló un gol tras un córner en el 12, se lo paró el exzaragocista Roberto Jiménez que ante, en el 5, se llevó un susto morrocotudo en una vaselina desde medio campo de un nervioso Gámez que se marchó alta por centímetros. Azón, un minuto después de su garrafal marro bajo palos, se quedó solo de nuevo en el área pero remató flojo al cuerpo del portero local, como aún deprimido por lo que había protagonizado segundos antes. Y Francho remató alto de cabeza un centro del apagado Chavarría ya en tiempo de aumento.
Fuegos de artificio. Como el curso pasado. Amagar y no dar. Balas de fogueo. Flechas sin punta. Eso es el Real Zaragoza viejo. A ver el nuevo. El Valladolid del orador Pacheta se quitó un arma a voluntad antes del duelo, el ariete brasileño Marcos André, que está a punto de ser traspasado a un club de Primera. Y perdió por lesión a la media hora a Luis Pérez. Fue más nombre y fachada que realidad el equipo propiedad del orondo Ronaldo Nazario da Lima, el Ronaldo de verdad. Quedaba la segunda parte. Una incógnita en la que se esperaba que aparecieran poco a poco los nuevos zaragocistas.
Y así fue. Jim, que de tonto no tiene un pelo, dejó en la ducha a Igbekeme y metió a Sainz. Y le dio relevo al hundido Azón para hacer debutar a Álvaro Giménez (siguió confiando en Bermejo, eso sí, retrasado como volante derecho). Los locales salieron a amarrar la ventaja, sin Gassama y en su lugar con el retén de San Emeterio en la medular.
En la primera acción de la reanudación, un córner a favor de los locales, el central Olivas marcó de cabeza ante la parsimonia de la zaga avispa. Menos mal que era claro fuera de juego y se anuló ese posible 2-0 que hubiese sido letal. Diez minutos le costó al Zaragoza despertar. Un robo de Sainz montó una contra con Narváez, cuyo centro por arriba no lo cabeceó a gol Giménez por centímetros. Se encendió una luz de esperanza con las piezas de recambio. Pacheta fue retrocediendo según avanzaba el crono y metió a otro exblanquillo, el central El Yamiq. Su plan era claro: aguantar el 1-0 como fuese y esperar la lotería de una concesión zaragocista. Los de Jim no encontraron nunca la brújula y el partido se metió en los últimos 25 minutos en una nebulosa. Por fin retiró a Bermejo y metió a Adrián. Había que pisar el área castellana como fuese.
Costaba una barbaridad que el Zaragoza diese un pase vertical, diagonal hacia arriba. Nadie los ve. Nadie se atreve con ello. Y así, claro, no hubo apenas llegadas potables. El gol, ese gol que tanto pide Jim, que espera en grandes cantidades con los dos fichajes que aún faltan, tampoco asomó en Valladolid por más que el balón estuviese mucho más en pies zaragocistas. Es cuestión de calidad. De cualidades que no están. Debería ser pretemporada, pero resulta que ya han pasado dos jornadas y se han ido al limbo un carro de puntos. Una patología previsible, prevista, que está sucediendo para mal del equipo.
En el minuto 78 llegó la primera gran ocasión para empatar. Narváez, de falta directa desde 25 metros, lanzó de rosca y el balón rozó el palo izquierdo por fuera a media altura con Roberto batido. Ahí, a balón parado, sí logró inquietar el Real Zaragoza al rácano Valladolid. También un modelo ya visto entre las penurias del año precedente. Nada nuevo. Petrovic y hasta Lluís López tuvieron sus minutos al final del duelo. Una ensalada de movimientos que no le sentaron bien al equipo de Jim, que dio una imagen de obras, de provisionalidad, propias de un proceso que va a destiempo con el ritmo del campeonato ya iniciado.
Se llegó al final de la película sin haber hecho muchos méritos para, al menos, recuperar un punto de esta derrota que tanto se pareció a los feos 1-0 del año pasado que llevaron al equipo al pozo de la tabla paso a paso por incapacidad creativa y ofensiva. El duelo de Zorrilla podía haber durado hasta las 8 de la mañana y no habría marcado el Zaragoza ni con los vallisoletanos dormidos. Incluso llegó el 2-0, sobrepasado ya el minuto 90, en una pifia de la zaga aragonesa que Toni Villa definió por bajo ante Ratón, que tiene la mala suerte de no detener un solo balón de los que van a puerta en partidos de poco trabajo de enjundia.
El Real Zaragoza ha arrugado y tirado a la papelera las dos primeras jornadas de la liga 21-22. Sigue sin ver puerta, mal viejo, no marca gol nadie ni de ninguna forma porque no hay imaginación ni fábrica de un mínimo fútbol de cierto nivel para Segunda División. Y, claro está, así es imposible ganar. El torneo empezará a mover los nervios en cualquier momento. Es ley de vida.
Ficha Técnica
Real Valladolid: Roberto Jiménez; Luis Pérez (Janko 30) Joaquín, Kiko Olivas, Javi Sánchez (El Yamiq, 64), Olaza; Roque Mesa (Aguado, 85), Toni Villa, Óscar Plano (Alcaraz, 85); Weissman y Sekou Gassama (San Emeterio, 46).
Real Zaragoza: Ratón; Gámez, Francés, Jair (Lluís López, 82), Chavarría; Eguaras (Petrovic, 80), Francho, Igbekeme (Sainz, 46); Bermejo (Adrián Glez., 66), Narváez; y Azón (Álvaro Giménez, 46).
Árbitro: Prieto Iglesias (Comité Navarro). Amonestó a Jair (8), Javi Sánchez (18), Olaza (80), Chavarría (85), Lluís López (88), Narváez (93) y Roberto Jiménez (93).
Goles: 1-0, min. 16: Javi Sánchez. 2-0, min.90: Toni Villa.
Incidencias: Tarde-noche muy calurosa en Valladolid, con 33 grados a la hora del inicio del choque (las 20.00) después de un día soleado y agobiante. El césped del estadio de Zorrilla presentó un magnífico aspecto. Hubo público en las gradas, en torno a los 10.000 espectadores elegidos por sorteo entre los abonados pucelanos. Se guardó un minuto de silencio en memoria de los fallecidos por covid.
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