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EL ORIGEN DEL UNIVERSO

EL ORIGEN DEL UNIVERSO

EL ORIGEN DEL UNIVERSO

¿Qué había antes de que existiera el mundo tal como lo conocemos? Los griegos contestaron a esta pregunta mediante unos relatos y unos mitos.Al principio, sólo existía el Vacío; los griegos lo llamaron Caos. ¿Qué es el Caos? Una inmensidad vacua, negra y oscura, en la que nada se veía. Una especie de caída, de vértigo, de confusión, sin fin, sin fondo. Era un vacío tan impresionante como una inmensa boca siempre abierta en la que todo quedara engullido en una misma noche indiferenciada. En el origen, pues, sólo existía el Caos, abismo ciego, oscuro, ilimitado.Después apareció la Tierra. Los griegos la llamaron Gea. La Tierra surgió del propio seno del Caos. Hela aquí, pues, nacida con posterioridad al Caos y representando, según cómo se mire, su antítesis. La Tierra ya no es ese espacio vacío, esa especie de caída oscura, ilimitada e indefinida. La Tierra posee una forma distinta, separada y precisa. A la confusión, a la tenebrosa indiferenciación del caos, se enfrenta la claridad, la firmeza, la estabilidad de Gea. Sobre la Tierra todo aparece dibujado, visible, sólido. Podríamos definir a Gea como aquello sobre lo cual los dioses, los hombres y los animales pueden caminar con soltura. Es el suelo del mundo.

EN EL SUBSUELO DE LA TIERRA: EL CAOS

Nacido del inmenso Caos, el mundo tiene ahora un suelo. Por una parte, este suelo se alza hacia la altura en forma de montañas; por otra, se hunde hacia la profundidad en forma de abismo. Este subsuelo se prolonga indefinidamente, de manera que, en cierto modo, lo que se encuentra en la base de Gea, bajo el suelo firme y sólido, siempre es el abismo, el Caos. La Tierra, surgida en el seno del Caos, está cada vez más próxima a él en las profundidades del abismo. El Caos evoca para los griegos una especie de neblina opaca en la que todas las fronteras se confunden. En lo más hondo de la Tierra vuelve a encontrarse este aspecto caótico inicial.Aunque la Tierra sea perfectamente visible, tenga una forma específica y todo lo que nazca de ella posea también, a su imagen, límites y fronteras diferenciados, sigue siendo de todos modos, en sus profundidades, similar al Caos. Es la Tierra tenebrosa. Los adjetivos que la definen en los relatos pueden ser similares a los que explican el Caos. La Tierra tenebrosa se extiende entre la profundidad y la altura; entre la oscuridad y el enraizamiento en el Caos que representan sus profundidades, por un lado, y, por otro, las montañas coronadas de nieve que proyecta hacia el cielo, las luminosas montañas cuyas cumbres más altas alcanzan la zona del cielo continuamente inundada de luz.La Tierra constituye la base de esa morada, llamada el cosmos, pero no es la única función que desempeña. Engendra y alimenta todas las cosas, salvo algunas entidades de las que hablaremos más adelante y que han salido del Caos. Gea es la madre universal. Los bosques, las montañas, las profundas grutas, las olas del mar, el vasto cielo, nacen siempre de Gea, la Tierra madre. Así pues, al principio existió el Vacío, el Caos, inmensa boca informe semejante a una oscura sima, sin límites, pero que en un momento posterior se abre sobre un sólido suelo: la Tierra. Esta se lanza hacia las alturas y se hunde en las profundidades.Después del Caos y la Tierra aparece, en tercer lugar, lo que los griegos llamaron Eros y denominaron más adelante «el viejo Amor», representado con canas en las imágenes: es el Amor primordial. ¿Por qué este Eros primordial? Porque, en esas épocas lejanas, todavía no existen lo masculino y lo femenino tal como nosotros lo conocemos, no hay seres sexuados. Este Eros primordial no es el que surgirá más adelante de la existencia de hombres y mujeres, de machos y hembras. A partir de ese momento, el problema consistirá en acoplar a sexos opuestos, lo que conlleva necesariamente el deseo por parte de cada ser implicado, cierta forma de consentimiento, en suma.Así pues, el Caos es asexuado, no es masculino. Sin embargo, Gea, la Tierra madre, es, necesariamente, femenina, Pero ¿a quién puede amar, como no sea a sí misma, ya que está sola, sin más compañía que el Caos? El Eros, que aparece en tercer lugar, después del Caos y la Tierra, no es, al principio, responsable de hacer nacer los amores sexuados. El primer Eros es una manifestación de la energía cósmica. De la misma manera que la Tierra ha surgido del Caos, brotará de ella lo que contiene en sus profundidades. Lo que estaba mezclado en sus entrañas es llevado al exterior: ha parido sin necesidad de unirse con otro ser. Lo que la Tierra entrega y manifiesta es lo mismo que permanecerá, envuelto en el misterio, en su seno.La Tierra pare en primer lugar a un personaje muy importante: Urano, el Cielo, en el que se incluyen todos los astros que lo pueblan. A continuación trajo al mundo a Ponto, es decir, el agua, todas las aguas, y, más exactamente, el mar, ya que la palabra griega es masculina. En resumen, la Tierra los concibió sin unirse a nadie. Mediante la fuerza íntima que llevaba consigo, la Tierra desarrolló lo que ya estaba en su seno y que, a partir del momento en que salió de ella, se convirtió en su doble y su contrario. ¿Por qué? Porque la Tierra produjo un Cielo estrellado idéntico a sí misma, una copia tan sólida y firme como ella y de su misma dimensión. Acto seguido, Urano copuló con ella. Tierra y Cielo constituyen dos planos superpuestos del universo, un suelo y un techo, un piso inferior y otro superior que se acoplan por completo.Cuando la Tierra parió a Ponto, la personificación masculina del mar, éste la completó, se introdujo en su interior y la limitó en la forma de vastas extensiones líquidas. Ponto, el mar, al igual que Urano, es el polo opuesto de la Tierra. Mientras que ésta es sólida y compacta, y en ella las cosas no pueden mezclarse, Ponto es todo lo contrario: es líquido, fluido, informe, inaprehensible; sus aguas se mezclan, indiferenciadas y confundidas. En la superficie, Ponto es luminoso, pero en sus profundidades no puede ser más oscuro, lo que lo une, tal como le ocurre a la Tierra, con el Caos.De ese modo se construye el mundo a partir de tres entidades primordiales: Caos, Gea y Eros y, a continuación, de dos entidades paridas por la Tierra: Urano y Ponto. Son, simultáneamente, fuerzas naturales y divinidades. Gea es la tierra que pisamos y, al mismo tiempo, una diosa. Ponto representa los flujos marinos y constituye, por tanto, un poder divino, al que se puede tributar culto. A partir de ahí se originan relatos muy distintos, historias violentas y dramáticas.

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