La Eurocopa recuperó a Rooney el día que se quedó sin anfitriones. Ucrania resistió tan poco como Polonia y el torneo, a falta de dos campeones como Holanda y Rusia, avanza hacia su fase decisiva con los principales aspirantes: seis titulados (España, Francia, Italia, Grecia, República Checa y Alemania) y dos clásicos como Portugal e Inglaterra, que se alzó con el primer puesto del grupo D tras un partido que no se rebobinará en las escuelas futbolísticas. Sí debiera en las aulas arbitrales y en los despachos de la FIFA, porque ni con la montonera de árbitros que hoy ponen la lupa se disiparon las dudas sobre un aparente gol local que Terry rechazó bajo el larguero. Una jugada que tanto pudo meter en serios problemas a Inglaterra como a Francia, que sucumbió con Suecia. Al final, Inglaterra, sin alardes, ya mandaba en el resultado con un tanto de Rooney regalado por el portero Pyatov. Ucrania no da para más; Inglaterra tampoco va sobrada. La espera Italia.
Una de las cuñas que el fútbol ha metabolizado es el cartel de Inglaterra, que impone allá por donde pasa, sin que se repare en que de su único trono hace ya 46 años, que jamás ha disputado una final de la Eurocopa y que no llega siquiera a las semifinales de un Mundial desde 1990. Pero el eco anglosajón y la brillantina de una Premier cada vez más babélica han maquillado sus pobres resultados, su catarata de decepciones. Esta vez ni sus más fieles se conceden el derecho a soñar. El viraje en la dirección del equipo no ha despertado un gran entusiasmo. No funcionó la pócima de Fabio Capello y ahora ha vuelto al remedio casero, con Roy Hodgson, que ha pasado por 18 banquillos distintos desde que iniciara su carrera a mediados de los setenta. Por ahora, el equipo se ha conducido hasta los cuartos con más eficacia que juego.
Con el paso de los años y las importaciones de la Premier, Inglaterra ha perdido ese punto, algo ingenuo dirían algunos puristas, que le hacía ser un equipo siempre al frente, decidido, con brío, corsario en las dos áreas. Hoy se ha barnizado sin esponjar lo mejor de otras corrientes. Se ha quedo en medio del canal. Lo evidenció ante Ucrania, con la que pretendió gestionar sin más el punto que necesitaba. El único anfitrión superviviente no tuvo respuesta ante el macizo inglés. Sus recursos son muy limitados, hasta el punto de que su capitán y goleador del campeonato, Shevchenko, a sus casi 36 años, ya no tiene gasolina para el trajín de una Eurocopa. Blokhin, su seleccionador, le dio aire en el banquillo hasta los veinte minutos finales. A Ucrania, como le sucediera a Polonia, no le bastó con el fervor local, necesita muchos otros pluses.
Con el paso de los años y las importaciones de la Premier, Inglaterra ha perdido ese punto, algo ingenuo dirían algunos puristas, que le hacía ser un equipo siempre al frente, decidido, con brío, corsario en las dos áreas
Ni la presencia de Rooney, pese al gol, le cambió sustancialmente el esqueleto al conjunto inglés. De hecho, su presencia solapó de algún modo a Wellbeck, su compañero del United, un futbolista interesante que había tenido un buen rendimiento en los dos primeros duelos. Anoche dejó el plano principal a su reputado compañero. Con todo, Inglaterra fue el mismo equipo plano de los dos encuentros anteriores, sin hilo en el juego. Gerrard, sin el toque pop del otro, por supuesto, es hoy un Beckham, un futbolista limitado a las jugadas a balón parado y su oceánico toque, el pase en largo que siempre le distinguió. Pero el juego no gravita a su alrededor, y Parker, Young y Milner están para lo grueso, como actores secundarios. De esta forma, el equipo queda sometido al solitario de Rooney o de Gerrard con el balón detenido. Así ocurrió en el gol. Tras un córner lanzado por el capitán inglés, la pelota rebotó de nuevo hacia él y su combado centro subterráneo burló las manos del meta Pyatov. Una fuga que no perdonó Rooney, como un ermitaño en la línea de gol.
A Ucrania, como le sucediera a Polonia, no le bastó con el fervor local, necesita otros pluses
Tras su anodino primer tiempo, Inglaterra se vio en ventaja, pese al animoso empeño local. No se derrumbó Ucrania, que aceleró con entusiasmo y comenzó a flirtear con el empate. Milevsky cabeceó solo por encima de la portería de Hart y, de inmediato, en una jugada en la que el propio delantero partió en fuera de juego, Devic elevó el balón por encima del meta inglés. Terry metió la puntera bajo el larguero y dio toda la sensación de que la pelota cruzó la raya. Allí estaba ese nuevo poste que se han inventado los rectores de este invento, ese supuesto auxiliar arbitral que algo debería pintar al menos en este tipo de jugadas. Al asistente húngaro no le bastó con la mirada para certificar la jugada, señal de que solo un mecanismo electrónico evitaría estos engorros.
Incapaz de gobernar el partido ante una selección al borde del despido, Inglaterra aún concedió alguna ocasión más. No supo cómo cerrar el encuentro en las dos áreas y resistió por la cierta incapacidad de su adversario, al que esta vez ni Shevchenko pudo resucitar. Fin de las ilusiones para Ucrania. Inglaterra aún tiene pista.