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REAL ZARAGOZA 2023/24

COPA DEL REY 2023/24 1ª RONDA (14.11.2023)

COPA DEL REY 2023/24 1ª RONDA (14.11.2023)

COPA DEL REY 2023/24 1ª RONDA (14.11.2023)

PARTIDO OFICIAL Nº 3627

Puede ser una imagen de fútbol y texto ATZENETA 2-1 REAL ZARAGOZAReal Zaragoza SAD

Ficha técnica:

Real Zaragoza: Poussin; Juan Sebastián (Mesa, 85), Lluís López, Mouriño, Luna; Toni Moya (Francho, 78), Vaquero (Jaume Grau, 67), Valera, Bermejo; Sergi Enrich (Azón, 67) y Mollejo (Vallejo, 78).

Atzeneta: Ferri; Ballester, Porcar, Giménez, Camps; Carrasco (Adrián, 77), Gorxa (Uclés, 67), Ramírez, Javi García (Gomis, 77); Brandon (Casti, 67) y Encada (Martí, 77).

Goles: 0-1, min. 20: Mollejo. 1-1, min. 23: Yarce. 2-1, min. 69: Uclés.

Árbitro: José Luis Guzmán Mansilla (comité andaluz), asistido en las bandas por Ángel Valverde Martínez y Ángel Munuera Montero. Mostró tarjetas amarillas a Héctor Camps por el Atzeneta y a Vaquero por el Zaragoza.

Incidencias: partido disputado en el campo de El Clariano de Ontinyent correspondiente a la primera eliminatoria de la Copa del Rey

Ridículo del Real Zaragoza ante el Atzeneta en la Copa del Rey: un pueblo de mil habitantes pone contra las cuerdas a Escribá

El equipo aragonés cae contra el conjunto de Tercera valenciana y la situación del entrenador antes del derbi es muy delicada.

Un pueblo de 1.000 habitantes sitúa a Escribá al borde de la destitución. Ridículo histórico del Real Zaragoza en la Copa del Rey ante el Atzeneta, que no hace más que agravar la crisis de resultados que ya arrastraba el equipo y que deja al entrenador en una situación muy comprometida, casi insostenible, a la espera de lo que ocurra el próximo sábado en el derbi aragonés.

Ni siquiera poniéndose pronto por delante en el marcador, por mediación de Mollejo, el Real Zaragoza fue capaz de imponerse a un rival de Tercera . No tuvo autoridad alguna en el partido. Se dejó empatar muy pronto y después fue condenado por un nuevo error calamitoso de Poussin. Esta vez, de consecuencias incalculables. Porque, por más que él siga sintiéndose respaldado por la cúpula del club, está por ver qué ocurre con Escribá en los próximos días.

Lo que sí es evidente es que el Zaragoza ha perdido el dominio de las áreas y sigue sin tener un plan claro de juego. Este martes, otra vez le costó un mundo conectarse al partido. A pesar de una ocasión clarísima malgastada por Valera (minuto 5) y de un penalti no señalado a Sergio Bermejo (minuto 10), los aragoneses tardaron en hacerse con el control real del balón. Tanto, que el primer cuarto de hora fue local. De un Atzeneta bien posicionado y con las ideas claras, que, de entrada, ni mucho menos acusó los nervios de una noche histórica para ellos y su gente.

Los valencianos otorgaban metros a Lluís López y Mouriño en la salida de balón desde atrás; incluso dejaban crear con cierta libertad a Toni Moya; pero después se arropaban y cerraban los pasillos interiores.

Por allí, precisamente, se coló Víctor Mollejo para firmar el 0-1 en la primera jugada en la que la calidad del ataque zaragocista salió a relucir. En una rápida combinación entre Valera y Bermejo que terminó aprovechando el versátil delantero manchego.

Era el minuto 20 del encuentro y, lejos de ganar autoridad con su ventaja, el cuadro de Escribá se dejó empatar solo dos minutos después. Error de cálculo de Llúis López en un centro desde la izquierda de Encada, y ahí estaba Brando con la caña preparada para tocar lo justo el balón y que entrara llorando ante la impotencia de Poussin, que se fue pronto al suelo y luego tardó en reaccionar.

Ese 1-1 inminente fue un golpe seco. Como el disparo que en la siguiente jugada, con el Zaragoza descolocado tras perder la posesión en el saque de centro, sacó Gorxa desde el vértice del área. Un lanzamiento con toda la intención que se estrelló en el palo derecho y salió rozando el contrario, mientras El Clariano cantaba el segundo.

Susto gordo e injustificable. Un rival tan inferior no te puede sorprender de esa manera. Las tres saltos de categoría se deben apreciar ahí. En el mando. En la autoridad que al Zaragoza le faltó para conservar su ventaja, y también después, hacia el descanso, para volver a conseguirla.

Antes de enfilar hacia vestuarios, solo Mouriño, con un remate de cabeza fácil para Ferri (minuto 35), y Valera, con un zurdazo que esta vez sí hizo intervenir con mérito al guardameta (37), llevaron peligro al marco contrario. Todo lo demás fue un quiero y no puedo.

Y en esa misma tónica transcurrió el inicio de la segunda mitad, hasta que, recién cumplido el 60, Juan Sebastián cabalgó por la izquierda, recortó al pisar área, e hizo valer el hecho de jugar a pierna cambiada con un chut de interior que se fue el larguero.

A partir de ahí, el Zaragoza mejoró algo. Ganó metros. Verticalidad hacia la portería en la que, curiosamente, se ubicaron tras el intermedio los zaragocistas desplazados a Onteniente. Una veintena de seguidores que cambiaron la tribuna por ese fondo para reclamar otra actitud a los suyos.

Pero ni por esas. Apenas un par de ocasiones de Mollejo, una a centro de Valera y otra a pase de Bermejo, antes de que Poussin, otra vez Poussin, propiciara el desastre en una acción inexplicable. Impropia hasta -con todos los respetos- de un portero de Tercera como el que este martes tenía enfrente.

Se acababa de cumplir el 70 cuando el francés falló al golpear la pelota y Uclés, que acababa de entrar en el campo para sustituir a Brandon, se la robó y marcó a placer. Desastre completo. O no. Falta la recta final del partido. Un tramo en el que el que ni siquiera los múltiples cambios favorecieron la reacción zaragocista.

Un equipo de pueblo estaba pasando por encima del club de la quinta ciudad de España. Azón, Mouriño y Francho tuvieron ocasiones claras, clarísimas, en los minutos culminantes, pero no hubo forma. Ridículo sin paliativos de unos jugadores que al finalizar el partido fueron a pedir perdón a esos seguidores que habían recorrido 400 kilómetros un martes para verles perder de manera indecorosa.

Noche –y madrugada– triste para todos de regreso a Zaragoza. Mucho en lo que pensar y pocos argumentos futbolísticos a los que agarrarse. Porque aquello de ganar o perder por detalles no sirve ante un Tercera. En otras circunstancias, el fallo de Poussin quedaría (casi) en anécdota.

 

Atzeneta 2-1 Real Zaragoza

% Posesión  %
 remates dentro 
 disparos bloqueados 
 remates fuera 
 disparos recibidos 
 tarjetas amarillas 
 tarjetas rojas 
 faltas recibidas 
 faltas cometidas 
 perdidas de posesion 
 recuperaciones de posesion 
 fueras de juego

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº15 (11.11.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº15 (11.11.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº15 (11.11.2023)

PARTIDO OFICIAL Nº 3626

ELCHE 2-0 REAL ZARAGOZAReal Zaragoza SAD

1-0, min. 61: Morente

2-0, min. 64: O. Plano

Ficha técnica

Elche: San Román, Josan, Mario Gaspar, Diego González, Clerc; Febas (Javier Pamies, 92), Raúl Guti (C. Salvador, 71), Morente (Lautaro Blanco, 83), Nico (Borja Garcés, 82); Mourad y O. Plano (Rodrigo Mendoza, 71).

Real Zaragoza: Rebollo, Borge, Francés, Jair, Lecoeuche; Grau, Francho (Toni Moya, 77), Maikel Mesa (Sergi Enrich, 68), Valera (Sergio Bermejo, 68), Vallejo (Marcos Cuenca, 87); y Azón.

Goles: 1-0, min. 61: Morente. 2-0, min. 64: O. Plano.

Árbitro: Adrián Cordero Vega. Mostró amarillas a Lecoeuche (21’), Nico (55’), Morente (67’), Mourad (75’), Vallejo (76’), L. Blanco (86’).

Incidencias: 15681 presenciaron el partido en el Martínez Valero de Elche, en una tarde agradable con 24 grados y brisa. El césped del estadio presentó un estado inmejorable para un partido en el que se guardó un minuto de silencio por la muerte de Raphael Dwamena. Además, el Real Zaragoza lució brazalete negro.

Elche 2-0 Real Zaragoza

51.1 % Posesión 48.9 %
4 remates dentro 3
1 disparos bloqueados 2
8 remates fuera 3
8 disparos recibidos 13
4 tarjetas amarillas 2
0 tarjetas rojas 0
12 faltas recibidas 17
18 faltas cometidas 12
122 perdidas de posesion 127
51 recuperaciones de posesion 41
2 fueras de juego 0
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El Real Zaragoza se hunde en Elche y Escribá queda muy tocado

El equipo aragonés cae por 2-0 tras una segunda mitad en la que el cuadro alicantino le pasó por encima, con goles de Morente y Óscar Plano. El técnico queda en situación delicada. 

Era el día de Escribá. Un partido que, contra natura, lo señalaba como el gran protagonista y del que sale muy tocado. Por la derrota encajada en Elche (2-0), que hunde al Real Zaragoza en la clasificación tras haber sumado solo siete puntos de los últimos 30 posibles, y por la imagen dada ante los aficionados desplazados al Martínez Valero, que pidieron la "dimisión" del técnico al término del encuentro.

En su regreso al escenario que lo hizo entrenador (un ascenso y tres permanencias lo avalan), Escribá fue incapaz de reconducir una situación que, tras este nuevo varapalo, se hace todavía más delicada. Casi insostenible, teniendo en cuenta las estrecheces futbolísticas demostradas en la segunda mitad de un choque que se había iniciado sobre las directrices que le gustan al técnico valenciano.

Escribá fue más Escribá que nunca. Jugó a controlar a su rival.  Arriesgando lo mínimo. Presentando un once titular lógico y continuista -considerando las bajas-, en el que Francho Serrano recuperó la titularidad dos meses después en detrimento del lesionado Marc Aguado; Manu Vallejo entró por Mollejo (sancionado); y el Zaragoza formó con un 4-5-1 en el que Maikel Mesa ejerció de enlace de Iván Azón.

Precisamente, Mesa dispuso de la primera ocasión clara del encuentro cuando el espectáculo estaba más cerca de lo visto la pasada semana pasada ante el Real Oviedo que de lo que, por desgracia, acabaría siendo. 

Esa jugada vino por la derecha, tras una internada de Valera en la que superó en carrera a Clerc y puso un centro raso hacia la frontal que, tras una doble dejada (Azón y Vallejo), llegó a la bota del canario para que conectara un chut de empeine-interior que salió cerca de la escuadra.

Aviso serio de un Real Zaragoza que, durante el cuarto de hora inicial, se había protegido cómodamente del dominio local. Y lo siguió haciendo después, afianzado sobre un sistema compacto defensivamente, de líneas muy juntas, que mutaba al lanzar los ataques.

En posicional, Borge y Lecoeuche ganaban profundidad en los laterales, mientras Francho o Jaume Grau se convertían en un central más al sacar el balón jugado. En las contras, los extremos eran los principales activos de un Zaragoza que trataba de ser lo más vertical posible.

Y así fueron transcurriendo los minutos, con los aragoneses esperando un fallo rival y el Elche jugando a un ritmo bajo, casi flemático, que apenas inquietaba la meta de Rebollo. De un portero que, en plena crisis, se ha hecho definitivamente con la titularidad en liga y este sábado nada pudo hacer por evitar la derrota. 

Su inicio fue plácido. De hecho, hasta el minuto 32 no tuvo que intervenir. Fue con un disparo lejano de Nico. Sin riesgo. Como el resto de acercamientos que, con excepción de un tiro elevado de Tete Morente desde el mismo vértice del área pequeña, se dieron antes de llegar a un tiempo de descanso de consecuencias fatales para el Zaragoza. 

Tras el paso por vestuarios, el Elche le imprimió otra velocidad al partido. Empezó a exigir a la defensa zaragocista con continuos centros laterales. Con balones colgados que, a pesar de ser repelidos por la pareja Francés-Jair, fueron encerrando progresivamente a los de Escribá.

Al Zaragoza le entró el canguelo y el Elche lo castigó con dos zarpazos consecutivos. El primero (minuto 61), obra de Tete Morente tras un gran centro de Josan que vino precedido de una posible falta a Borge en el arranque de la jugada. El segundo, seguidamente (63), con una vistosa combinación colectiva que culminó Óscar Plano con un zurdazo.

¡Pim! ¡Pam! Adiós al partido… A Escribá se le había caído el planteamiento. El equipo estaba ‘groggy’. Y apenas pudo asomar en campo contrario con dos faltas aisladas y un tiro de Francho desde 25 metros, antes de que Bermejo malgastara la única acción de verdadero peligro, un disparo desde el punto de penalti que repelió San Román- en el minuto 73.

A partir de ahí, el Zaragoza fue un bloqueo constante, sin soluciones futbolísticas. Sin ideas ni profundidad, más allá de un final que contuvo un puñado de centros laterales que no encontraron rematador.

Ni siquiera hubo un arreón de orgullo. Las últimas ocasiones -otra de Bermejo, una de Borge- fueron una sucesión de impotencia. Sin alma. Sin el arrojo que reclamaban -y merecían- los seguidores que recorrieron 500 kilómetros para ver esta nueva derrota que deja muy señalado a Escribá. 

Antes de la Copa, la plantilla va a desarrollar un mini ’stage’ en Alicante, entrenando en la Ciudad Deportiva del Hércules, y la semana concluirá con un derbi aragonés decisivo para el futuro del preparador. 

 

SD HUESCA X-X SD HUESCA

 

CD TERUEL X-X CD TERUEL 

SD TARAZONA X-X SD TARAZONA

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº14 (6.11.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº14 (6.11.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº14 (6.11.2023)

PARTIDO OFICIAL Nº 3625

Real Zaragoza SADREAL ZARAGOZA 0-0 REAL OVIEDONoche de vértigo sin goles

Ficha Técnica

Real Zaragoza: Rebollo; Borge, Francés, Jair, Lecoeuche; Aguado (Francho, 64), Maikel Mesa (Sergi Enrich, 64), Grau; Valera (Bermejo, 84), Mollejo (Manu Vallejo, 64); y Azón.

Real Oviedo: Leo Román; Luengo (Lucas, 46), Costas, Dani Calvo, Bretones; Cazorla (Camarasa, 63), Colombatto; Viti, Seoane (Paulino, 75), Moyano (Masca, 82); y Borja Bastón (Alemao, 63).

Árbitro: Moreno Aragón (Comité Madrileño). Amonestó a Costas (9) y Mollejo (59).

Goles: No hubo.

Incidencias: Noche de día laboral, fría con apenas 10 grados al inicio del partido (21.00). El césped de La Romareda presentó un buen aspecto visual pero demasiado inestable. Obviamente, la presencia de aficionados en las gradas se vio ostensiblemente mermada por la ubicación de La Liga de este partido en un nuevo lunes, solo acudieron alrededor de 19.500 espectadores.

Real Zaragoza 0-0 Real Oviedo

52.5 % Posesión 47.5 %
5 remates dentro 2
5 disparos bloqueados 4
9 remates fuera 7
13 disparos recibidos 19
1 tarjetas amarillas 1
0 tarjetas rojas 0
13 faltas recibidas 15
17 faltas cometidas 13
148 perdidas de posesion 142
60 recuperaciones de posesion 50
1 fueras de juego 3
xxxxxx

Fran Escribá no saca de la crisis al Real Zaragoza, que sigue sin ganar y solo empató 0-0 con el Oviedo

En un mal partido de fútbol, espeso y lento durante 80 minutos que solo se aceleró al final, los aragoneses aumentaron su récord negativo a un balance de 7 puntos sumados de los últimos 27 disputados. El equipo no da muestras de reactivación y sigue con su formato plano.

Fran Escribá no saca al Real Zaragoza de su crisis de solvencia. El 0-0 con el que acabó el partido de la jornada 14 en La Romareda ante el rocoso Real Oviedo prolonga su mala racha de resultados y los problemas crecen. Son solo 7 puntos sumados de los últimos 27 disputados, en las últimas 9 jornadas.

Espesura, lentitud de movimientos y poco diente tuvo el fútbol de los dos equipos en la primera parte. Algo menos acentuado en el cuadro zaragocista, que por aquello de la obligación de jugar como local y por las urgencias de Escribá y el equipo tras los dos meses de colapso casi total en solvencia, debió tirar siempre del carro del guion del partido. Los ovetenses, por su parte, siempre se vieron cómodos arropados atrás, jugando en la zona inerte de su defensa, con infinitos pases a su portero y nulas ganas de profundizar mientras el 0-0 estuviera en el marcador. Por momentos, muchos, fueron dos equipos gemelos en esas trazas. A eso ha jugado en infinidad de ratos el Real Zaragoza en lo que va de liga, como bien se sabe y se padece.

En ese escenario general, la intensidad un grado superior de los blanquillos provocó que llegasen hasta cinco veces en los primeros 45 minutos al área de Leo Román con peligro, por solo una de los asturianos. Eso sí, la del Oviedo fue, además de ser calificada de traca por el error de Rebollo en un regate fuera de lugar, la más clara y polémica. Ocurrió en el minuto 28, cuando Viti acosó al portero zaragocista, que se estrenaba este año en La Romareda, le arrebató la pelota en el lujo de ‘dribling’ que el guardameta intentó hacerle en el área chica y, a puerta vacía, con escaso ángulo, remató raso al poste más lejano. El rechace le cayó a Borja Bastón, a contrapié, y en la búsqueda del segundo remate sin portero bajo palos, Francés forcejeó con él y le impidió el remate. Los astures pidieron penalti. El árbitro no lo vio y el VAR tampoco.

Para entonces el Real Zaragoza había desperdiciado cuatro aproximaciones con marchamo de gol. La primera, nada más empezar, en un precipitado cabezazo en plancha de Mollejo en el minuto 3 a centro de Borge que paró Román. El extremo local pudo haber parado el balón y recrearse, pues estaba solo en el segundo palo. La siguiente opción para el 1-0 la estropeó Francés, solo, a bocajarro, a la salida de una falta lateral que tuvo como mediación una dejada sin querer de Azón. El remate del central zaragocista se marchó altísimo, mal golpeado a placer en el minuto 14. Después, en el 20, Azón culminó flojo, deficientemente, un pase de Maikel Mesa en una contra rápida, rematando a las manos del portero. Se equivocaron los dos protagonistas, pues Valera entraba solo a su derecha y asistirlo hubiese sido, seguramente, garantía de éxito. No lo vieron. No está acostumbrado el Real Zaragoza de Escribá a este tipo de ataques corales. Los practica poco y, claro, suele errarlos cuando surgen. Y justo antes de la pifia gruesa de Rebollo y el casi gol ovetense, de nuevo Azón erró un cabezazo franco a centro del activo Lecoeuche, rematando mal, fuera, en el 27.

Le sigue faltando puntería a este Zaragoza rácano en la producción de jugadas ligadas de tres cuartos de campo en adelante. Pasa demasiados espacios de tiempo en fase de letargo, de verlas venir y, cuando suelta sus ramalazos de vez en cuando, no hay nadie habitualmente que aporte lucidez en los momentos de la verdad. Así, jornada a jornada. Sobre todo en casa. El 0-0 inicial no le molestaba demasiado ni a unos ni a otros. Están programados para esto.

Desde el susto provocado por Rebollo, que dejó patente el problema que es la portería para el actual Zaragoza cuando no está Cristian Álvarez hasta que algún aspirante se asiente con fuerza, solo cupo anotar un disparo fallido de Valera tras un córner rechazado por la zaga al borde del área en minuto 35. Lo más destacado del equipo de Escribá en este arrugado primer periodo fueron los fogonazos de Lecoecuche por la izquierda y los del citado Valera por la derecha, siempre culminados sin buenos pases o, en última instancia, con malos remates en destino. El resto de las cosas, en la más absoluta planicie. El juego es monótono, no sufre modificaciones según avanzan las jornadas. Viene a decir el técnico que “esto es lo que hay”. O sea, lentejas...

Tras el descanso, el Zaragoza salió con la clásica efervescencia de cada inicio de parte. Botó un córner en el primer minuto que Mollejo estuvo cerca de embocar en el 1-0 a la media vuelta, pero su derechazo rozó el palo izquierdo por fuera. Enseguida replicó el Oviedo, en el 50, con un cabezazo del exzaragocista Borja Bastón que se fue fuera del marco a escasos centímetros del poste izquierdo de un batido Rebollo. Se pitó fuera de juego, pero era más que dudoso. Menos mal que no entró, si no, el VAR hubiera tenido que entrar y quién sabe cuál hubiera sido su veredicto.

El juego entró en un ir y venir, algo diferente a lo visto antes del intermedio. Es ese botón que se toca en los banquillos para alborotar de alguna manera los ritmos de las primeras partes conservadoras y miedosas. Valera remató mal en el 54 una contra iniciada en superioridad por los zaragocistas que, como otras veces ya vistas, no supieron combinar bien en su conclusión. Se le cruzó Bretones ‘in extremis’ y evitó que el balón fuese a puerta. En la otra dirección de nuevo, fue Colombatto el que acabó de puntera una falta sacada desde el lateral por el laureado Cazorla en el 58, fuera del marco por un metro. La moneda estaba dando vueltas sin parar y podía caer de cualquier lado… o seguir girando hasta pasadas las 11 de la noche con el empate inicial. Lo de marcar goles no parecía tarea sencilla para ninguno de los presentes en el césped.

Pasada la hora de juego se abrió la veda de las sustituciones. Como manda el ‘big data’. El Oviedo hizo dos cambios y metió a Alemao en punta y a Camarasa en la creación. Y Escribá apostó por un inusual triple cambio: Enrich, Vallejo y el reaparecido Francho ocuparon las plazas de Mesa, el tarjeteado Mollejo y Aguado. Jugó con el efecto de los ex el técnico zaragocista, pues Enrich y Manu Vallejo fueron los dos delanteros ovetenses en la segunda vuelta de la liga pasada. En ese barullo de varios minutos hasta que todo se recolocó, el Oviedo fue el que gozó de la mejor opción para marcar, al cabecear Seoane desde muy cerca un córner cerrado, fuera por medio metro en el 66.

Entretanto, Rebollo, que no se repuso nunca del marro grave de la primera parte (que no penalizó con gol en esta ocasión, afortunadamente), demostró ser un mar de nervios cada vez que jugaba con los pies. El runrún de La Romareda sonó con buenos decibelios. Inevitable. Consustancial. En el 71, Viti perdonó con claridad el 0-1, tras irse solo a la espalda de los centrales zaragocistas. Su chut se marchó por encima del larguero, para alivio general del zaragocismo. Se había entrado ya en el tramo donde suele morir el cuadro de Escribá en esta última racha negativa.

Uno de los refrescos, Vallejo, pudo abrir el marcador tras un doble quiebro en el área carbayona en el minuto 74 que acabó con un latigazo seco raso que echó a córner en un paradón Román. Se soñaba con que, por una vez, los salidos desde el banquillo cambiasen las cosas para bien. No es lo habitual. El siguiente que rozó el 1-0 fue Sergi Enrich, por dos veces en el minuto 78. A pase de Borge, primero se le interpuso el portero y, en el rechace, su cabezazo los salvó bajo palos, en la raya de gol, el central Dani Calvo. Son ocasiones de esas que no se pueden fallar en partidos tan trabados.

El Oviedo no se achantó ante este ‘arreón’ zaragocista. Otro de sus relevos, Paulino, forzó a Rebollo a echar a córner con apuros un balón lanzado desde fuera del área que iba dentro en el minuto 84. El partido acabó siendo un correcalles. Es el efecto incontrolable del carrusel de cambios del neofútbol. Diez hombres nuevos en media hora ejercen un efecto de alboroto impredecible.

En el 88 La Romareda estalló con un gol de cabeza de Francés, peinando una falta lateral sobre el área. Pero era fuera de juego evidente. El VAR, esta vez, iba a rectificar al árbitro y al linier. Observar la algarabía de la afición a la vez que las imágenes repetidas de la televisión causó una pena muy honda a quienes teníamos los monitores a mano. Hubiese sido un final feliz por primera vez en la temporada, saboreando con dulzor lo que tantas veces se ha sufrido recientemente con amargura. Pero Francés estaba adelantado. El partido, con 5 minutos de aumento, acabó en el área ovetense. Pero con mucha precipitación y sin clarividencia de ningún zaragocista. Querer hacer en 15 minutos lo que no se ha forzado a conseguir en 80 es muy difícil. Y todo acabó como empezó.

Escribá sigue siendo incapaz de sacar al Real Zaragoza de su crisis y vive de las rentas de cinco tiros a la diana perfectos entre agosto y la primera quincena de septiembre. El récord es de 7 puntos sumados de los últimos 27 jugados. No hacen falta más explicaciones ni valoraciones.

Noche de vértigo sin goles

Mejoró el Real Zaragoza, pero se estrelló ante Leo Román y continúa sin ganar en La Romareda y sin enderezar su situación, mientras el Oviedo alarga una jornada más su racha positiva.

Partido vibrante en La Romareda, con un toma y daca constante en la segunda parte, jugada a un ritmo frenético y con ocasiones en las dos porterías, pero que se saldó con un empate final sin goles que deja las cosas como estaban en la clasificación. Mejoró el Zaragoza, pero continúa sin ganar en La Romareda y no acaba de enderezar su situación -tres derrotas y dos empates en sus últimos cinco encuentros como local y ya siete puntos de los últimos 27-, mientras el Oviedo, con un Leo Román en noche excelente, alarga una jornada más su racha positiva y ya son siete sin conocer la derrota.

Escribá presentó una única novedad en su alineación, dando entrada a Maikel Mesa por el lesionado Bakis, quizá un cambio que tenía decidido de antemano, y volvió a ordenar a su equipo en 4-3-3. Por su parte, Luis Carrión repitió once, con el argentino Colombatto y el veterano Santi Cazorla en la sala de máquinas.

Después de tres derrotas consecutivas en La Romareda, el Zaragoza, apretado por la necesidad, salió al partido con la decisión del que sólo le vale ganar y dio muy pronto un primer aviso con un cabezazo en plancha de Mollejo, pero el Oviedo no vino a esperar o a contemplar y entró de lleno en la discusión por la pelota.

En un terreno de juego en deficiente estado, la batalla principal se estableció en el juego interior, donde los dos equipos pusieron el acento y el tráfico y prácticamente se contrarrestaron. Aún así el Zaragoza tuvo una ocasión inmejorable en las botas de Francés, tras un rebote en una falta lateral sacada por Lecoeuche, y otra no menos clara en un testarazo de Iván Azón que se marchó fuera con todo a su favor. Pero el que estuvo más cerca de marcar fue el Oviedo. Justo antes de la media hora, Rebollo se durmió ante el acoso de Seoane y el remate del mediapunta ovetense se paseó por la línea de gol antes de estrellarse en un poste. En la acción posterior, Borja Bastón reclamó penalti por agarrón de Francés, pero ni el árbitro ni el VAR lo consideraron merecedor del máximo castigo.

El inicio de la segunda parte, como el de la primera, volvió a tener como protagonista a Mollejo, que mandó rozando el poste un balón enredado en el área, después de un córner lanzado por Lecoeuche, cuya zurda fue el mayor generador de peligro del Zaragoza. A partir de ahí, como por un resorte, el partido se desató en un ida y vuelta constante, con amenaza para las dos porterías, aunque con un Oviedo más decidido y vertical, especialmente tras el doble cambio de Camarasa y Alemao por Cazorla, aplaudido en su vuelta a La Romareda doce años después, y Borja Bastón, despedido con silbidos.

Escribá respondió de inmediato a la maniobra del Oviedo con una triple sustitución que trajo, además, consigo una modificación táctica: entraron Francho, Manu Vallejo y Sergi Enrich, se marcharon Marc Aguado, Mollejo y Maikel Mesa y el Zaragoza pasó a una disposición en 4-4-2 en línea, la preferida de su entrenador, que le mejoró notablemente y le permitió encadenar ocasiones.

En el cuarto de hora final los dos equipos se fueron decididamente a por la victoria. Primero perdonó Sebas Moyano, después tuvo la victoria en sus botas Manu Vallejo con una maniobra extraordinaria que le acabó negando el portero, más tarde Dani Calvo salvó en la raya un remate de Sergi Enrich y Leo Román, un seguro de vida en la portería del Oviedo, salvó a su equipo en un centro envenenado de Lecoeuche.

A dos minutos del final, Azón mandó a la jaula una falta que había peinado Francés en orsay, pero el VAR corrigió la decisión el árbitro, que dio gol en primera instancia, y anuló el gol por fuera de juego.

 

SD HUESCA X-X SD HUESCA

 

CD TERUEL X-X CD TERUEL 

SD TARAZONA X-X SD TARAZONA

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº13 (30.10.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº13 (30.10.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº13 (30.10.2023)

PARTIDO OFICIAL Nº 3624

Real Zaragoza SAD REAL BURGOS 1-1 REAL ZARAGOZAReal Zaragoza SAD

0-1, min. 38: Mollejo.

1-1, min 94: Matos.

Ficha técnica

Burgos: Caro; Navarro, Córdoba, Grego Sierra, Matos; Mumo (Fer Niño, 53), Appin (Elgezabal 68), Atienza (Andy Rodríguez, 73); Dani Ojeda (Ander Martín, 73), Curro Sánchez; Edu Espiau (Álex Sancris, 66).

Real Zaragoza: Rebollo; Borge, Francés, Jair Amador, Lecoeuche; Marc Aguado (Lluis López, 88), Grau; Valera (Sergio Bermejo, 76), Mollejo (Manu Vallejo, 66); Bakis (Vaquero, 66) y Azón (Sergi Enrich, 76).

Goles: 0-1, min. 38: Mollejo. 1-1, min 94: Matos.

Árbitro: Milla Alvendiz (Comité de Andalucia). Mostró amarillas a Sinan Bakis (25’), Mollejo (45’), Matos (80), Navarro (90).

Incidencias: Partido de la décimotercera jornada jornada de liga jugado en El Plantío, ante 8.532 espectadores, unos 200 de ellos del Real Zaragoza. El césped presentó un excepcional estado, rápido y mojado, después de las lluvias caídas durante el día. El Zaragoza lució su uniforme rojo, actualizado esta temporada con pantalón blanco y medias negras.

Real Burgos 1-1 Real Zaragoza

59 % Posesión 41 %
2  remates dentro 5
6 disparos bloqueados 2
3 remates fuera 1
8 disparos recibidos 11
2 tarjetas amarillas 2
0 tarjetas rojas 0
16 faltas recibidas 15
17 faltas cometidas 16
158 perdidas de posesión 147
61 recuperaciones de posesión 60
5 fueras de juego 0

 El Real Zaragoza se atraganta en Burgos en otro descuento maldito

El equipo aragonés es incapaz de defender un día más una ventaja y el Burgos le empata en el 94 un gol de Mollejo que pareció el ganador (1-1). Los de Escribá solo han vencido uno de sus últimos ocho encuentros.

No hay modo de que el Real Zaragoza proteja una ventaja. Ni siquiera cuando pone todos sus esfuerzos en ello, cuando se van acumulando hombres defensivos y se van retrocediendo pasos a cada minuto que pasa. El Burgos se cobró el premio en el minuto 94, un nuevo descuento que se le atraganta a los de Escribá. La bocina está maldita.

 El empate puso cierto equilibrio en los méritos de un duelo muy físico y arenoso, pero dolió porque el Zaragoza más sacrificado, calculador y defensivo del año, como el que se vio en la segunda mitad en El Plantío, no pudo redondear un partido que Mollejo le puso sobre ruedas y en el que el equipo volvió a sus orígenes. Fue el Zaragoza de Escribá en su más pura esencia. El Zaragoza más práctico, controlador, ordenado, cauteloso y eficaz en las áreas. Al final le falló imponerse en la suya en la última jugada del duelo porque, de alguna manera, el Burgos, un conjunto de gimnasio, de tipos grandes, fuertes, altos y atléticos, le exigió por encima de sus posibilidades. El punto, en todo caso, no soluciona casi nada: el Zaragoza solo ha ganado un partido de los últimos ocho y el fútbol, poco a poco, va arrinconando a Escribá.

El técnico le dio una sacudida de órdago a la alineación. Borró del mapa a Poussin, rescató a Bakis y mandó al limbo el 4-3-3. Quién sabe si por férrea convicción o por la ausencia de Maikel Mesa, pero Escribá retomó su formación base, aquella que más le estimula y para la que se confeccionó la plantilla, en cuanto las circunstancias se le pusieron favorables para ello. También regresó Francés y entró en el once Víctor Mollejo, formando así el Zaragoza un 4-4-2 de fisonomía muy ofensiva, prácticamente con cuatro delanteros, entre puntas y extremos, y con Marc Aguado y Jaume Grau como cuota única para el centro del campo.

Pero el volantazo más profundo se lo dio Escribá a la portería, eligiendo a Dani Rebollo sobre Poussin. El francés, fichado por Juan Carlos Cordero este año como apuesta para relevar y desafiar al totémico Cristian Álvarez, ha durado dos telediarios. El hierro de Escribá lo deja marcado y sellado después de sus infaustos antecedentes y después, también, de que lo sacara en La Romareda, estadio que le comprendió, le dio tregua y le dedicó una ovación contra el Eibar.

Así las cosas, con este aperitivo caliente, el Zaragoza saltó a El Plantío. El pulso, en sus primeros instantes, fue parejo, muy igualado. Los de Escribá, con su reforma táctica, volvieron, en cierto modo, a los principios fundamentales de su entrenador. A su idea madre de la temporada: precaución, control, reducción de riesgos, pragmatismo y eficiencia en las dos áreas. Este discurso le llevó a tener dominada la situación ante un Burgos con las vías taponadas y sus dos versos libres, Curro y Dani Ojeda, bien sujetos. El Zaragoza, de nuevo, comenzó a acostar el juego en sus centrales. La idea era evitarse cualquier pérdida interior, donde el Burgos más tráfico acumulaba, especialmente, con la entrada de Appin, un tercer centrocampistas. Fue la gran novedad de Bolo en la alineación, en la que prescindió de su mediapunta.

El Zaragoza jugaba sin prisas, paciente, con cautela, inclinando sus ataques hacia los costados. El equipo aragonés, fruto de su sobrecarga de delanteros, se hacía muy largo para atacar: el golpeo desde los centrales era su vía de suministro principal, mientras el doble pivote, en lugar de ser una zona de creación y gestión, se convertía en una zona de paso, enfocada a mantener la posición, la firmeza táctica y la disciplina del trabajo. De ahí la apuesta por Grau y Aguado, un doble pivote de zurdos, demasiado vigilantes y rígidos, lo que hacía que el Zaragoza fuera, en esencia, un 4-2-4.

Escribá, ante el dinamismo interior del Burgos y la proyección de sus laterales, Navarro por la derecha y Matos por la izquierda, procuró que su equipo se lanzara por esos espacios. Al Zaragoza le costaba conectar con Azón y Bakis, muy desabastecidos, y todo quedaba prácticamente a que Valera y Mollejo se jugaran unos contra uno. Fue sintomático del posicionamiento del equipo que Valera casi regateara más en campo propio que contrario, fruto, en parte, de su sacrificio defensivo ante un rival que empujaba los laterales muy arriba. Tanto él como Mollejo se dejaron la piel y los pulmones toda la noche. Con el partido muy bloqueado, sin apenas nada que llevarse al estómago, el Zaragoza estaba cómodo. Appin en un balón que repelió Rebollo y un pase de la muerte de Curro al que no llegó Córdoba por un pelo habían sido las intentonas locales, cuando Mollejo avisó con un cabezazo en plancha a servicio de Valera al que Caro le puso los guantes.

El partido era el clásico de Segunda, áspero, frío y tormentoso, con el gobierno repartido, hasta que al Zaragoza le salió lo que estaba buscando. Pilló al Burgos desplegado, volcó el juego a la izquierda y allí apareció el tacón travieso de Mollejo para despejarle la llanura de una contra a Lecoeuche. El lateral francés tiene un pie izquierdo en buena hora, y metió un buen centro al que no llegó Bakis. La pelota quedó muerta y Azón la cazó y la puso camino de gol… pero Atienza se puso en el medio. Con medio Burgos colgado del larguero, apareció Mollejo para finalizar lo que había empezado con un zurdazo que fue al único sitio por el que cabía la pelota. Gol.

El manchego es un volcán de energía y agitación que, en partidos así, donde todo está medido, calculado y teorizado, resuelve muchas cosas. Volvía así el Zaragoza eficaz y resolutivo que tanto define la propuesta de Escribá: con poco, sacó mucho.

El partido se fue el descanso sin mucho más. Los aragoneses habían marcado en el momento justo. Tras el paso por los vestuarios, casi sin salir aún de ellos, Bakis mandó un cabezazo a la madera. No tiene fortuna el turco, de innegable actitud y dedicación. Fue lo primero que sucedió en una segunda mitad en la que el Zaragoza se tuvo que meter en la mina, con un pico y un cándil. Bolo retiró a uno de sus pivotes, a Mumo, y metió un delantero centro, Fer Niño. Dani Ojeda avisó con un centro cerrado que salió por línea de fondo, a lo que el Zaragoza contestó con un disparo de Bakis que paró Caro. Mollejo la bajó del cielo y el germanoturco sacudió una descarga que sonó como una estampida pero que no cogió rumbo de gol.

Escribá refrescó al Zaragoza con Vaquero, que debutaba así con el primer equipo, y con Manu Vallejo. Se fueron Mollejo y Bakis, sin el premio del gol, pero con el reconocimiento de los zaragocistas de la grada. Los cambios le dieron al Zaragoza forma de 4-3-3 con ánimos defensivos. El Burgos lo intentaba, manejaba la pelota, pero el equipo aragonés mantenía el orden y la compostura. No sufría grandes tensiones. El partido se espesó, y el Zaragoza lo condujo a su terreno. Paradas de tiempo, discontinuidad… era el fútbol que tocaba, al tiempo que Bermejo y Enrich salían a escena. El Burgos agotó naves con Sancrís, Elgezabal y Andy. Rearmado con un trivote, el Zaragoza se protegía y se defendía en el balón parado con uñas y dientes y con un Alejandro Francés colosal. Grego a la media vuelta probó a Rebollo mientras a Sergio Bermejo le taponaron un buen disparo.

Para el asedio final del Burgos, volcado y furioso, Escribá preparó el cambio de Lluis López -no Mouriño, opción más física como reclamaban las características del rival- por Marc Aguado. Había que defender el área y el Zaragoza reunió cinco defensas: 5-4-1 para el momento de la verdad y de la resistencia. Pero no. De nuevo, todo saltó por los aires. Matos cazó una segunda jugada de un saque de banda y tiró abajo una nueva victoria del Zaragoza cuando el partido ya se iba más allá del 90. Fue el castigo al exceso de cálculo.

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº12 (22.10.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº12 (22.10.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº12 (21.10.2023)

PARTIDO OFICIAL Nº 3623

 REAL ZARAGOZA 2-3 EIBAR

Ficha técnica

Real Zaragoza: Cristian Álvarez (Poussin, 70); Borge, Lluís López, Jair, Lecoeuche; Aguado (Moya, 75), Maikel Mesa, Grau; Valera (Bermejo, 70), Manu Vallejo (Mollejo, 65); y Azón (Bakis, 65).

SD Eibar: Luca Zidane; Tejero, Berrocal, Arbilla (Venancio, 88), Ríos Reina; Sergio Álvarez, Matheus; Corpas (Aketxe, 57), Mario Soriano (Vencedor, 88), Stoichkov; y Jon Bautista (Quique Glez., 80).

Árbitro: De la Fuente Ramos (Comité Castellano-leonés). Amonestó a Ríos Reina (24), Maikel Mesa (36), Corpas (41), Tejero (45), Grau (77), Mollejo (82) y Bakis (94).

Goles: 1-0, min. 38: Maikel Mesa. 2-0, min. 44: Grau. 2-1, min. 61: Jon Bautista. 2-2, min. 68: Stoichkov. 2-3, min. 86: Aketxe.

Incidencias: Noche fresca en Zaragoza, con un ostensible bajón en las temperaturas: apenas 14 grados al inicio del duelo (las 21.00), con un leve viento. El césped de La Romareda presentó un buen estado visual pero, como últimamente, estuvo muy blando y resbaladizo. En las gradas hubo alrededor de 28.000 espectadores.

Real Zaragoza 2-3 Éibar

44.5 % Posesión 55.4 %
5 remates dentro 6
3 disparos bloqueados 1
5 remates fuera 3
10 disparos recibidos 13
4 tarjetas amarillas 3
0 tarjetas rojas 0
13 faltas recibidas 9
9 faltas cometidas 14
147 perdidas de posesión 165
60 recuperaciones de posesión 78
2 fueras de juego 5
xxxxx

El Real Zaragoza confirma su crisis al perder 2-3 con el Éibar tras ir ganando 2-0 al descanso

Mesa y Grau adelantaron a los aragoneses al final de un ya mal primer tiempo y Bautista, Stoichkov y Aketxe voltearon a un equipo muerto y sin reacción.

El Real Zaragoza no tiene iniciativa cuando hay que romper los partidos y carece de reacción cuando los rivales se la exigen con goles. Está en crisis el plan de Fran Escribá, seriamente. En el cuarto partido seguido sin ganar en casa, esta vez perdió 2-3 con el Eibar tras ir ganando 2-0. Otra vez, como hace seis días en Gijón, voló una ventaja tan notable. Grave asunto.

Si a falta de 8 minutos para el descanso les hubieran pasado a la totalidad de espectadores de este partido una nota, un wattshap o un mensaje SMS donde se les anunciara que el equipo zaragocista se iba a ir a la caseta con un 2-0 favorable el índice de crédulos no hubiera alcanzado un porcentaje superior al uno por ciento, siendo generosos. El bloque de Escribá, por primera vez en lo que va de temporada con la pelota en juego y en la primera parte, había sido silbado, pitado sonoramente por los suyos en tres fases, desde el minuto 23.

Abuso de balón atrás, pases horizontales, lentitud extrema y falta de imaginación generalizada presidieron su propuesta… hasta que un repente, movido por una volada del aire frío que adornaba la noche zaragozana, surgió en el minuto 38 y el feísmo habitual se transformó en un torbellino de 7 u 8 minutos en los que llegaron dos goles y casi surgió un tercero. Así es este género del fútbol. Impredecible. Aleatorio.

Durante 38 minutos, los primeros, el Eibar fue mejor que el Real Zaragoza. Pero su dominio, aplastante con el balón por momentos, fue estéril por la incapacidad para ver puerta de los Jon Bautista, Stoichkov, Corpas y compañía. También porque Cristian Álvarez, el mesías que regresó a tiempo, salvó un tanto cantado en el minuto 20 tras un derechazo del citado Stoichkov, toro bravo que tuvo que lidier el joven Borge, relevo de Gámez, sin convocar a última hora por una lesión. Los vascos metieron atrás a un Zaragoza sin gobierno. Con el medio campo obturado, pues Aguado (quizá no al cien por cien tras su semana de dolencia muscular), Grau, Mesa y los apoyos de los laterales y los extremos no fueron capaces de hilar una sola jugada potable en tanto tiempo.

Solo una incursión de Valera (apagadísimo toda la noche) antes del minuto 5 y otra por el otro lado de Manu Vallejo en el 30, siempre a título individual, llevaron el balón al área con cierta picardía, sin hallar remates nunca. En frente, el Eibar amagó en el minuto 8 con un chut de Corpas en el área al que se cruzó providencialmente Jair. Y en el 20, la referida ocasión de Stoichkov advirtió de que, así, la derrota aragonesa estaba cada vez más cercana. En el 32, Jon Bautista culminó el enésimo ataque azulgrana con un disparo a la media vuelta en el área chica prácticamente, que Cristian paró abajo. Lo dicho, si algo se barruntaba era tormenta contra el Real Zaragoza. A Lecoeuche, tanto Corpas como las ayudas del exzaragocista Tejero le dieron la velada, una vez tras otra. Manu Vallejo le trato de ayudar, con éxito dispar. En la medular, Sergio Álvarez y Matheus estaban más inspirados que los zaragocistas en todo.

Pero, súbitamente, sin razón aparente, algo cambió en el 38. Azón, todo el tiempo por el suelo, peleón sin provecho alguno, aguantó de pie un ataque. El balón le llegó a Manu.

Vallejo en la frontal y lo prolongó de cabeza a modo de pase al hueco para la zancada de Maikel Mesa, que entraba como un tren expreso por la media luna. El remate final del canario se fue a la jaula para delirio del graderío, que preparaba ya una bronca de las buenas para el intermedio. El 1-0 dejó K.O. al Eibar, que no entendía nada.

En la recta final del primer acto, el Real Zaragoza recuperó su mayor grado de eficacia, aquel de los primeros cinco partidos y el impecable liderato. Con los vascos aturdidos, sin dar crédito al accidente que habían sufrido, hubo un par de jugadas ligadas, por fin, de los de Escribá. De esas largas, con cierta profundidad. Raras de ver. En una, Lecoeuche lanzó un balón larguísimo desde la línea de medios al área guipuzcoana, patada a seguir. Y, nadie sabe por qué, ahí estaba de delantero centro ¡Jair! El central controló el balón con la derecha, pinchándolo de forma maradoniana, hasta por dos veces. Y se lo cedió atrás en un recurso de lujo a la llegada de Grau, que voleó de primeras para doblarle la mano a Luca Zidane, el portero eibarrés, y anotar un 2-0 tan bello como anómalo por sus protagonistas. La locura recorrió La Romareda en todos sus poros y milímetros cuadrados. Si, justo antes del descanso, la falta directa que Manu Vallejo lanzó fuera por dos dedos se hubiera convertido en el 3-0, la cosa para los eibarreses hubiera sido de diván e incienso.

Segundo tiempo

El segundo tiempo, con el socavón de fútbol salvado de la forma más efectiva que es posible en una noche tan gris oscura como la que protagonizó el Real Zaragoza durante 38 minutos, empezó con la calma y regocijo propio del caso. Las sonrisas de satisfacción y sorna predominaban en los graderíos. Qué bonito es el pelotón cuando sonríe a favor de obra.

No hicieron cambios los entrenadores. El Eibar salió espoleado, por fuerza. Y el equipo de Escribá jugó a tener la pelota, a arriesgar poco, a buscar la velocidad de sus puntas en las múltiples contras que se iban a generar con el rival adelantado varios metros más que en su plan inicial. Grau, en un centro-chut en el minuto 52 rozó el palo lejano y casi anotó su doblete. Mesa, en el 56, concluyó un contragolpe de Azón, con pase intermedio de Valera, echando el balón fuera por medio metro.

El Eibar quería dominar y atacar pero, con la confianza en las alforjas, el Zaragoza le replicaba con peligro siempre. Ahí, en ese punto, tampoco nadie hubiese firmado una remontada visitante. En estas Etxeberría, el técnico azulgrana, metió a su talismán goleador, Aketxe, a falta de más de media hora y enseguida probó a Cristian. Su presencia volvió a dar alas al cuadro norteño, que halló el 2-1 en un remate cercano de Jon Bautista a centro de Stoichkov en el 61, ante la marca floja de Borge y el despiste de Jair en el área pequeña. Con 30 minutos por delante, los fantasmas de Gijón revolotearon por La Romareda, aquello de poder perder una ventaja de 2-0… Escribá modificó la vanguardia, con Bakis y Mollejo refrescando el ataque en vez de Azón y Manu Vallejo. Nada logró de su propósito.

Y no tardaron en aparecer los de las sábanas, las bolas y las cadenas, en vuelo directo desde El Molinón. Stoichkov anotó el 2-2 solo 7 minutos después, con el pecho, sobre la raya, solo, tras un centro de Bautista, que le robó la cartera a Jair de forma terrible por sus consecuencias. Aún no estaba el zaragocismo recuperado del mazazo cuando Cristian Álvarez volvió a resentirse de su lesión y pidió el cambio. Poussin a escena. Difícil trago. El galo, tras sus dos días de pifias superlativas, fue recibido con una ovación de gala. El buenismo en su más alto grado de exaltación. La recta final del duelo se presentaba llena de histerias. Con el Eibar creyendo en la victoria tras su doble voltereta previa al descanso y con el Zaragoza, con su nula capacidad de reacción ya constatada, firmando las tablas con su propia sangre.

Bermejo y Moya dieron relevo a los grises Aguado y Valera. El último cuarto de hora venía cargado de incertidumbre, por unos y por otros. Poussin, en frío, tuvo tres balones para entrar en calor entre algún runrún de los clásicos, resbalón nervioso incluido en uno de ellos. Los pitidos a los balones atrasados de los centrales zaragocistas retornaron en el minuto 79. Eran el preludio del huracán con tornado que le esperaba a este Real Zaragoza impersonal de Escribá. El 2-3 lo firmó Aketxe en el 86 en una falta lejana, desde 35 metros. La colocó cerca de la escuadra de un Poussin que, claro, no ha visto nunca cómo le pega Aketxe al balón en este tipo de acciones. El batacazo estaba consumado. Lo de El Molinón, que tanto daño hizo, se quedó corto en La Romareda. En vez de mejorar, se empeoraron las sensaciones. Terrible padecimiento.

De ahí al final, un chut de Bakis al final del aumento y un cabezazo de Jair tras el córner consiguiente dieron sensación de peligro en el portal adversario. En la última jugada, Moya pudo anotar el 3-3 pero su testarazo se topó con una parada de reflejos de Zidane. Todo tarde y mal. Escribá tiene cientos de problemas. No decenas. Cientos. Y con él, el resto.

  Aketxe tumba al Zaragoza

El equipo de Fran Escribá se dejó remontar dos goles de ventaja frente a un Eibar superior y sumó su tercera derrota consecutiva en La Romareda. Golazo de bandera del cañonero armero.

Un gol de bandera de Aketxe en el minuto 87 le dio al Eibar una merecida victoria en La Romareda, un triunfo que prolonga la imponente racha armera y deja descolocado al Real Zaragoza de Fran Escribá, que se dejó remontar dos goles de ventaja y que sumó su tercera derrota consecutiva en casa, una serie fatal que le ha hecho caer del liderato a la sexta plaza.

El Eibar, que venía remontando posiciones en la tabla a marchas forzadas, asaltó también La Romareda y exhibió toda su valentía y poderío frente a un Zaragoza que no acaba de recomponerse y que fue inferior a su rival salvo en el primer cuarto de hora de la segunda parte.

Cristian Álvarez y Borge, éste por baja de última hora de Fran Gámez y que tuvo una noche notabilísima, fueron las dos novedades en el once de Fran Escribá, que volvió a ordenar a su equipo en 4-3-3, con Valera, Iván Azón y Manu Vallejo como tridente ofensivo, mientras Joseba Etxeberria presentó un único cambio: Bautista por Quique en la punta del ataque.

El Eibar se hizo pronto con el control de la pelota y del partido, cortocircuitando con su agobiante presión todo intento ofensivo del Zaragoza y percutiendo una y otra vez con sus afilados laterales Tejero y Ríos Reina. El mando armero no se tradujo en un racimo de grandes oportunidades, pero sí en una muy clara de Stoichkov que conjuró Cristian Álvarez con un paradón a mano cambiada.

Al equipo de Escribá, encogido, sin fluidez y silbado en varias fases por su parroquia, le costó hasta superar su divisoria y se pasó muchos minutos corriendo detrás del balón como un equipo menor de la categoría y no como un aspirante al ascenso, pero a la que se le presentó media ocasión le metió hasta dos caballos de Troya seguidos al Eibar, blandito e indeciso en sus dominios. El 1-0 llegó en el minuto 39, tras un saque largo de Cristian Álvarez que prolongó Jaume Grau sin aparente peligro y Maikel Mesa, siempre con la caña preparada, mandó a la jaula con un imponente derechazo. Y el 2-0, apenas cinco minutos después, nació de otro balón colgado al área por Lecoeuche, que acabó resolviendo de volea Jaume Grau, después de que Jair hiciera malabares de delantero centro. Así es el fútbol. Y así fue la primera parte: el Eibar puso el fútbol y el Real Zaragoza, los goles.

El equipo de Etxeberria volvió del vestuario descolocado y durante los primeros minutos de la segunda mitad estuvo a merced del Zaragoza, pero en dos fogonazos casi consecutivos deshizo la ventaja local y pasó a mandar otra vez en el partido. En el minuto 62, Bautista finalizó con un remate cruzado y trompicado un pase de Stoichkov y en el 67 fue Stoichkov el que empujó a gol con el pecho un centro de Bautista, tras un grave error de Jair. Para colmo de males en el Zaragoza, apenas dos minutos después del 2-2, Cristian Álvarez volvió a lesionarse muscularmente y tuvo que salir a toda prisa Poussin, al que La Romareda recibió con aplausos, pese a su error fatal en El Molinón.

El Eibar no se conformó con el empate y acabó obteniendo el premio gordo gracias a un golazo marca de la casa del cañonero Aketxe, que firmó la victoria de su equipo con un imponente zurdazo por toda la escuadra en una falta directa a tres minutos del tiempo reglamentario.

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº11 (14.10.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº11 (14.10.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº11 (14.10.2023)

PARTIDO OFICIAL Nº 3622

REAL SPORTING 2-2 REAL ZARAGOZAReal Zaragoza SAD

0-1, min. 44: Maikel Mesa

0-2, min 75: Azón

1-2, min. 85: Campuzano

2-2, min 97: Insúa

Ficha técnica

Sporting: Yáñez; Guille Rosas (Enol Coto, 56), Rober Pier, Insúa, Pablo García (Cote, 69); Rivera (Nacho Méndez, 56) y Roque Mesa; Hassan (Queipo, 84), Gaspar Campos; Otero y Djuka (Campuzano, 61)

Real Zaragoza: Poussin; Gámez, Lluis López, Jair Amador (Mouriño, 71), Lecoeuche; Jaume Grau, Aguado (Toni Moya, 56); Germán Valera (Mollejo, 71), Maikel Mesa; Azón y Manu Vallejo (Bermejo, 71) .

Goles: 0-1, min. 44: Maikel Mesa. 0-2, min 75: Azón. 1-2, min. 85: Campuzano. 2-2, min 97: Insúa.

Árbitro: Sánchez López (Comité de Murcia). Mostró amarillas a Lecoeuche (6’), Djuka (33’), Guille Rosas (49’), Maikel Mesa (93’)

Incidencias: Partido de la undécima jornada jornada de liga jugado en El Molinón-Enrique Castro ‘Quini’, ante 20.698 espectadores, unos 800 de ellos del Real Zaragoza. El césped presentó un excepcional estado, rápido y mojado, después de las lluvias caídas durante el día.

Real Sporting 2-2 Real Zaragoza

60.8 % Posesión 39.2 %
4 remates dentro 3
5 disparos bloqueados 5
4 remates fuera 5
13 disparos recibidos 13
3 tarjetas amarillas 2
0 tarjetas rojas 0
10 faltas recibidas 12
12 faltas cometidas 10
130 perdidas de posesion 127
66 recuperaciones de posesion 53
5 fueras de juego 0
xxxxxx

Poussin arruina al Zaragoza en Gijón (2-2)

Un fallo grosero de su portero en el minuto 97 tira abajo un triunfo de lujo en lo que había sido el mejor partido del Real Zaragoza esta temporada ante un gran rival. Maikel Mesa y Azón pusieron un 0-2 a favor.

Entre todos habrá que ayudarlo, porque de un golpe así cuesta salir: Poussin le arruinó un partidazo al Real Zaragoza con un fallo grosero, inexplicable, en el minuto 97. Fue a sacar de portería haciendo lo que no hay que hacer a esas alturas del encuentro: tiró la pelota al césped para pegarle, pero, agazapado tras él, se había quedado Pablo Insúa. Se la quitó y marcó a placer, empatando un partido en el que el Zaragoza enseñó su mejor versión, jugado entre el vértigo de los locales y la pausa de los visitantes. Se fueron dos puntos ganados a pulso, frente a un gran rival y en un escenario imponente. Por momentos aquello no pareció la Segunda División, por atmósfera, pero también por la propuesta de ambos equipos.

Se fueron dos puntos, decíamos, pero Escribá encontró, entre tanta desgracia final, un rumbo. Una senda que seguir. El Zaragoza no ganó un partido, pero ganó una fórmula, un manual de instrucciones: un 4-3-3 que lo mejoró en todo, ordenando sus jugadores, acercándolos a su espacios naturales y coherentes con sus esencias futbolísticas. Así fue más racional, fluido e intencionado con la pelota. Si al Zaragoza se le pedía fútbol, en Gijón lo puso sobre la mesa.

El brochazo de mayor interés se lo dio Escribá al sistema. Dejó aparcado su estricto y dogmático 4-4-2 y articuló a los suyos con un 4-3-3 que tuvo efectos inmediatos en el rendimiento de casi todos los jugadores. Entraron al equipo Lluis López, Maikel Mesa y Marc Aguado. Salieron, en consecuencia, Mouriño, marcado por su último partido, Toni Moya, el mejor zaragocista de las dos últimas semanas, y Sinan Bakis, el fichaje estrella.

Azón quedó en punta, flanqueado por Valera en la derecha y Vallejo en la izquierda, pero la gran transformación la sufrió el centro del campo, donde las conexiones entre Marc Aguado, Mesa y Grau, adecuadamente escalonados, con el terreno y las funciones bien repartidas, le lavaron la imagen por completo al Zaragoza. Metieron vida, oxígeno, alimento y sangre a la zona más moribunda del equipo en el último mes.

El partido nació embalado. Con dos púgiles mirándose a la cara. El Sporting juega muy bien. Es un conjunto moderno, con sus fases del juego elásticas y sincronizadas: defiende con una arquitectura y ataca con otra. Miguel Ángel Ramírez dibuja un 3-5-2 cuando hay que ir hacia la portería, iniciando el juego con sus tres defensas, entre ellos, el lateral derecho, Guille Rosas esta vez, lanzando al otro arriba en profundidad y amplitud. En el otro lado, es el extremo el encargado de ello, liberando a un Gaspar Campos que está en todas las partes, pero que defiende como extremo izquierdo: un 4-4-2 que se compone y se descompone con milimétrica ejecución. Todo está enfocado a que Haissen Hassan destripe a los rivales por su flanco derecho.

El Zaragoza no tardó en ver venir a los indios por ahí. Lecouche vivió unos primeros minutos de tortura en el dentista. Hassan se tiró a por él y al lateral francés se le erizaron los pelos del flequillo de ese viento endemoniado que levanta el extremo sportinguista. A los seis minutos ya le había sacado una amarilla a Lecoeuche y aquello apuntaba a tragedia... El Sporting jugaba para eso, para que los uno contra uno de Hassan, la dama de su tablero, resolvieran las cosas. A Lecoeuche le costó, sufrió con dolor, recibía ayudas de todo un ejército, de Grau, de Vallejo, de todos, apretó lo dientes, y, poco a poco, fue plantando cara, resistiendo y venciendo.

Los locales no terminaron de avisar, enviando a Otero y Djuka a un ejercicio incesante de desmarques de todo tipo, largos y cortos, cruzados y directos. El balcánico hacía daño picando entre lateral y central izquierdos, y el Sporting comenzó a pegar arañazos. Una falta de Pablo García, una carrera de Otero que disparó al lateral de la red, una parada de Poussin a tiro de Guille Rosas… Pero el Zaragoza emitía otras vibraciones con la pelota respecto a otros días. El acoso no era tal porque el equipo aragonés, sin mucha determinación, pero con más intención, también tenía un plan.

Fue, en este aspecto, una primera mitad en la que ambos conjuntos se hacían daños, los ataques tensionaban a las defensas. Así, después de 20 minutos de control del Sporting, el Zaragoza comenzó a latir y a llegar a la zona de Valera, donde morían casi todas las jugadas.

El extremo, con un tiro a la media vuelta, comenzó a abrir camino. Un casi gol olímpico de Manu Vallejo fue el siguiente dardo sobre el Sporting. Maikel Mesa chutó con fiereza después cerca de un palo. Luego, tras un tiro rival de Roque Mesa al que puso escudo Poussin, Lluis López lo buscó de lejos en los mejores minutos del Zaragoza, bien lubricado por dentro, rompiendo líneas con el pase de Lluis López o Marc Aguado… Y así, tras una buena secuencia de pases, atrevimiento e intensidad, Maikel Mesa metió un golazo, disparando con muy mala uva sobre Yáñez: allí no había portero que llegase. El gol llegó justo a tiempo y le daba al Zaragoza el caramelo de la tarde y el premio a sus buenos modos y modales. Superando al Sporting en número y táctica en la zona central con un Maikel Mesa mejorado y notable entre líneas, y controlando a Roque Mesa, los aragoneses se habían apoderado de la trama.

Del descanso, el Zaragoza salió con el traje a prueba de bombas: había que resistir el arreón de los locales. Y lo hizo. El Sporting había encajado el golpe en la mandíbula y los de Escribá comenzaron a refugiarse en el balón, cómodos, con su tradicional ritmo bajo y pase de seguridad. Un control firme y paciente. Iván Azón tuvo dos ocasiones de oro para mandar ya el partido a facturación. Primero, con un disparo que atajó Yáñez. Y después con un cabezazo al saque de una falta por Toni Moya al que no dio la dirección adecuada. Parecía gol pero fue un garabato.

El Sporting había movido el banco. Enol entró por Guille Rosas en el lateral derecho y Nacho Méndez por Rivera. Por ahí se coló el cambio de Toni Moya por Aguado, con problemas físicos. El Zaragoza llegó así a los 25 minutos finales muy vivo, levantado sobre un sacrificio defensivo que frustraba a los locales. La entrada de Cote en el lateral izquierdo complicó las cosas. El Sporting revivió por ese lado, con su veterano capitán, uno de los mejores centradores del fútbol profesional español. Su guante sacó un envío al segundo palo, la pelota se ensució, le cayó a Gaspar Campos y la mandó al larguero. El susto ahí estaba. Pero entonces, Escribá, viendo lo que se venía, paró el partido. Lo que iba a ser un doble cambio con la entrada de Bermejo y Mollejo fue uno triple ante la lesión de Jair, Entró también Mouriño. Entre unas cosas y otras, la atención médica, el remoloneo, las protestas del Sporting y las entradas y salidas, el juego cayó por un agujero negro. El tiempo se paró lo suficiente para abortar el despegue del Sporting.

Y así, en la siguiente jugada, Fran Gámez, que llevaba varios minutos pegándose golpes en la cabeza lamentándose por un mal centro anterior, le puso uno algodonado a Iván Azón, en una jugada que partió de un pase exacto y astuto de Toni Moya, imperial durante el rato que jugó, excepto por su desliz en el primer gol rival. Se llevó todo y a todos por delante. Esa triangulación culminada con Azón pareció el camino definitivo a la gloria.

El Sporting ya se fue a por todas. Un centro, cómo no de Cote, lo cazó Campuzano para poner el partido al borde de un ataque de nervios. El asedio final, con nueve minutos de alargue, llenó el área del Zaragoza de rivales. Escribá no ejecutó el quinto cambio, para la anestesia final. Quizá no era necesario... Ya había pasado lo peor, ya se celebraba el triunfo, ya se escribían crónicas con el título “el Zaragoza se luce en Gijón”, y, entonces, un disparo al corazón, un disparo de uno de los tuyos. Poussin hizo lo que no debía.

SD HUESCA X-X SD HUESCA

 

CD TERUEL X-X CD TERUEL 

SD TARAZONA X-X SD TARAZONA

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº10 (8.10.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº10 (8.10.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº10 (8.10.2023)

PARTIDO OFICIAL Nº 3621

Real Zaragoza SADREAL ZARAGOZA 0-2 ALCORCONEscudo/Bandera equipo

Ficha Técnica

Real Zaragoza: Poussin; Gámez, Mouriño (Francés, 46), Jair, Lecoeuche (Sergi Enrich, 80); Grau (Aguado, 59), Moya; Valera, Manu Vallejo (Maikel Mesa, 80); Azón y Bakis (Mollejo, 59).

AD Alcorcón: Jesús Ruiz; Víctor García, Rivas, Babin, Chema Rodríguez, Morillas (Castro, 57); Mosquera, Bravo (Yan Eteki, 50); Javi Lara (Bustos, 57), Addai (Artola, 89); y Chiki (Jacobo González, 57).

Árbitro: Quintero González (Comité Andaluz). Amonestó a Mouriño (16), Valera (45+3), Chiki (45+5), Jesús Ruiz (57), Mollejo (84), Chema Rodríguez (86), Maikel Mesa (87), Mosquera (93) y Azón (93),

Goles: 0-1, min. 37: Bravo. 0-2, min. 81: Yan Eteki.

Incidencias: Noche calurosa en una Zaragoza en plenas fiestas del Pilar, con 27 grados al inicio del duelo (21.00). El césped de La Romareda presentó un buen estado. En las gradas hubo alrededor de 29.000 espectadores. En el palco estuvieron los exzaragocistas, actuales jugadores del Rayo Vallecano, Bebé y Chavarría.

Real Zaragoza 0-2 Alcorcon

63.8 % Posesión 36.2 %
5 remates dentro 2
5 disparos bloqueados 2
5 remates fuera 7
11 disparos recibidos 15
5 tarjetas amarillas 4
0 tarjetas rojas 0
17 faltas recibidas 11
12 faltas cometidas 8
143 perdidas de posesion 136
63 recuperaciones de posesion 66
5 fueras de juego 1
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El Real Zaragoza de Escribá es un caos y cae por 0-2 ante el vicecolista Alcorcón

El debutante portero Poussin patrocinó los dos goles madrileños con sendos errores gruesos. La falta de fútbol, los errores ante el gol y un mal arbitraje, mezcla letal de nuevo.

El Real Zaragoza de Escribá es un caos. Ha llegado en 2ª posición a esta 10ª jornada pero su fútbol, su poca destreza goleadora y la discutible gestión de la plantilla están llevando al grupo a hacer aguas por todas partes. El penúltimo de la tabla, un débil Alcorcón, ganó 0-2 en La Romareda y sacó los colores a los gestores y protagonistas de este proyecto. Se viene advirtiendo hace días, incluso desde la bonanza más edulcorada. Ahora, la realidad ya no se puede redibujar.

El primer tiempo fue una pastilla comprimida de lo visto siete días antes en La Romareda ante el Mirandés. Lo mismo, pero en menos tiempo. Ganaba el Alcorcón 0-1 en el descanso con un solo tiro a puerta, regalado por un suicida pase de salida del debutante portero Poussin sobre Grau, que poco ducho con el balón en los pies lo perdió ante Bravo, que marcó el gol visitante en el minuto 37 en la única llegada al área zaragocista desde el primer segundo de juego. A partir de este hecho trascendental en la trama del primer capítulo del duelo, hay que desgranar los demás detalles. Pero, sin duda, el Real Zaragoza estaba perdiendo básicamente porque se pegó este tiro en su propio pie y regaló la ventaja a un rival madrileño de baja calidad en todas las facetas del juego, que mostró porqué estaba en la zona baja de la tabla.

En un segundo nivel de lectura del juego entra la falta de destreza de los muchachos zaragocistas cuando de generar jugadas ofensivas se trata. Escribá, el entrenador que sigue parapetado en el resultadismo para regatear las máculas de su plan táctico y el escaso provecho que está sacando a una plantilla supuestamente muy superior a la que heredó el año pasado y que se ha remodelado a su medida, no da con la tecla. Insiste en el 4-4-2, esta vez sin rombo. Redunda en revolucionar la alineación de día en día, esta vez con hasta ¡9 cambios! en el once inicial respecto del anterior partido en Andorra (solo siguieron Grau y Manu Vallejo), equiparando a los 23 jugadores de la plantilla como si todos fueran primeras marcas, piezas gemelas de mecano. Los sueldos y cachés quizá tendrán que ser revisados enseguida de seguir con este singular criterio de no titulares y no suplentes en todo el grupo. Habrá que ir a un comunismo de remuneraciones idénticas, dadas las circunstancias. Lo de lograr que todos rindan igual, obviamente, es un imposible que quizá abolle a Escribá más pronto que tarde. Nunca hubo 23 titulares en ningún equipo profesional en 150 años de historia del fútbol. En todo caso, 23 suplentes sí.

En esta página del análisis queda el disparo alto de Manu Vallejo en el minuto 3 tras un quiebro al central de turno en el área. Y el disparo al larguero de Azón en el 4, cuando el equipo aragonés vivía esos momentos efervescentes del principio, cuando siempre parece que se va a comer el mundo y termina por no comerse ni un colín. Más adelante, Manu Vallejo no llegó a rematar a bocajarro en el 15 un centro al segundo palo porque un defensor rival metió la puntera, cuestión que el pésimo árbitro andaluz Quintero González y sus auxiliares se comieron. Y en el 25, Mouriño chutó desde lejos, fuera rozando el poste. Y el reaparecido Bakis (físicamente, se entiende, en persona) falló un gol regalado

por Valera en un pase atrás (el de la muerte de siempre). Su resolución, en el minuto 27. fue de tractor sin luces. Lento, con miedo a rematar, tanto que no lo hizo tras un horrible control inicial, con todo a placer. El citado Valera se quedó en el área con balón en ventaja en el 32 pero tardó en embocar el disparo y se le cruzó un defensa y el portero para sacar la pelota a córner. Y Moya, en el 43, lanzó una falta directa rozando la escuadra por fuera, desde 30 metros.

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O sea, que llegadas esta vez sí hubo. Pero no hay buen tino. Ni decisiones correctas. Falta calidad a raudales. Es pandémico el asunto del gol en el último pasaje de tres años y pico por Zaragoza.

Y en un compartimento estanco anejo hay que citar al árbitro, Quinteros González. Un tipo desahogado. Chulesco de ademanes, como ya es hábito en La Romareda. Todos vienen a gustarse. Es día de fiesta para promocionarse ante un ascenso a Primera. Venir a Zaragoza es como ir al Teatro Real de Segunda. El penalti que se comió en el minuto 8 sobre Manu Vallejo es de denuncia. Porque, en sus narices, decretó piscinazo del zaragocista y lo amonestó, cuando la zancadilla fue panorámica y la pena máxima indiscutible. Y ahí apareció el otro cómplice de la fechoría: el ya retirado Sagués Oscoz, vasco ahora metido a videoarbitrar. Como la moviola delataba el error del colega, echó atrás las imágenes hasta hallar una uña de Bakis en posible fuera de juego en un centro muy anterior al caso. Sagués hubiera retrocedido hasta la final de Montjuic contra el Real Madrid en 2004 si hubiera sido preciso para torpedear el penalti a Vallejo que, claro, se fue al limbo. Más de 7 minutos estuvo parado el duelo, algo que le rompió el ritmo gaseoso a los zaragocistas, que ya no lo recuperaron.

Entremezclado todo esto en la coctelera dio como resultado una derrota parcial ante el peor equipo que ha pasado por ahora por La Romareda. Una mala señal. El Real Zaragoza de Escribá no mejora y da la impresión cada día que pasa que su techo cualitativo está empezando a establecerse con mucha fijeza. Y no es buena la impresión que transmite. Así que Escribá movió el banquillo en el intermedio y retiró a un torpón Mouriño, amonestado pronto, bailado por Addai varias veces y rozando la roja en un par de acciones al límite. Francés fue el relevo.

La reanudación fue del mismo tenor. Dominio absoluto del Real Zaragoza ante un Alcorcón aculado atrás con su 5-4-1 cristalino en fase defensiva, perdiendo tiempo incluso cuando respiraban, pero sin que ninguna individualidad fuera capaz de romper líneas, ganar superioridades y agilizar las combinaciones de medio campo en adelante. El equipo aragonés es el más previsible de la categoría. Bakis volvió a quedarse con el motor calado en el área y lo mismo le sucedió a Azón un par de minutos después. Los dos arietes, en vez de rematar, vieron cómo se les nublaban las ideas y la defensa abortaba cualquier atisbo de peligro.

En el minuto 59, tras un triple cambio del Alcorcón para refrescar su trinchera, Escribá metió en danza a Mollejo y Aguado. El sustituido Bakis fue pitado por primera vez por el público. Enseguida, Mollejo marcó a puerta vacía tras un fallo previo de Azón en un centro de Moya. Se celebró ese 1-1 como merecía. El Pelado seguía mostrando su inspiración, la que lo hace ser el mejor artillero del grupo con sol o2 dianas. Pero el VAR, otra vez, halló irregularidad por otra uña de fuera de juego, en este caso de Azón. Y la remontada se disolvió en otro rato de angustia cibernética. Anulado, seguía el 0-1 por lo tanto.

El portero alcorconero, el ex del Tarazona Jesús Ruiz, estuvo más por el suelo que de pie. Sus pérdidas de tiempo fueron por momentos escandalosas. Quinteros fue toreado por su escasa personalidad, siendo benévola la apreciación. A todo esto, el fútbol del Real Zaragoza seguía sin aparecer. Todo era una ‘jazz sesion’, sin partitura.

Alocadamente, dejando espacios que el rival aprovechó un par de veces para meter miedo. Yan Eteki casi hizo el 0-2 tras una muestra de falta de atención de Vallejo en el área propia. No estaba el equipo de Escribá bien sintonizado. Como el día del Mirandés, el segundo tiempo fue peor que un ya defectuoso primero. Un horrible síntoma. A Escribá se le desmonta el chiringuito según pasan los minutos, las jornadas. Y no lo rehace con los cambios. La equidad en la valoración de los futbolistas se derrumba por este lado de la ecuación.

Los silbidos de la hinchada zaragocista cuando se dieron ratos largos de rondos en zonas inertes, cuando solo restaba un cuarto de hora, denunciaron lo que pasa mayormente. Hubo varios desmarques de los puntas que los centrocampistas no asistieron. No los ven. Una diagonal profunda es un pecado para los de Escribá. El corolario al desastre fue el segundo gol visitante. Otra pifia monumental del debutante Poussin, que va a tener difícil remontar esta presentación. Perdió un balón que le entregó Aguado en el área, acosado por Bustos, y Yan Eteki, en segunda instancia, marcó a puerta vacía, porque Poussin se quedó revolcándose pidiendo una falta que no hubo en vez de ponerse de pie para evitar el tanto.

El 0-2, a falta de 9 minutos, causó un efecto viejo por primera vez este año: buena parte del zaragocismo abandonó las gradas, bramando, decepcionados. Lo del Racing y el Mirandés no fueron meros accidentes. Tampoco lo de Ferrol. Como se denuncia desde los más rápidos y afilados microscopios de siempre, cuando muchos solo son capaces de ver a la orquesta tocar y a la gente bailar, en el subsuelo de este equipo hay grietas peligrosas que las actitudes forofas y condescendientes están ocultando más de lo debido. Llegado el primer cuarto de la liga, el 25% de la competición, es un buen momento para unos ejercicios espirituales de los de verdad. Aún se está a tiempo de poner tratamiento adecuado, con el equipo en el paquete de cabeza por su excelente rentabilidad inicial, ya difuminada.

El Zaragoza se pega un tiro en el pie

Dos errores clamorosos de Jaume Grau y de Poussin le sirven en bandeja a un renacido Alcorcón su sexta victoria consecutiva en La Romareda. El equipo aragonés sólo ha sumado cuatro puntos en las últimas cinco jornadas.

Un error fatal de Jaume Grau y otro aún mayor de Poussin le sirvieron en bandeja al Alcorcón su sexta victoria consecutiva en La Romareda, lo que se dice pronto, y descabalgaron al Real Zaragoza de posición de ascenso directo y lo mandaron a la quinta plaza. El equipo alfarero se presentó penúltimo y con nada menos que 17 goles encajados, pero volvió a rehabilitarse costa de un Zaragoza que comenzó el partido al galope, pero lo acabó absolutamente atascado e impotente, falto de ideas y de soluciones. Su segunda parte fue absolutamente vergonzante y vergonzosa.

El fútbol del Real Zaragoza no convencía ni a sus más firmes partidarios, pero ya no le sostienen ni los resultados, porque acumula tres encuentros consecutivos sin ganar en La Romareda (un empate y dos derrotas) y sólo ha sumado cuatro puntos en las últimas cinco jornadas. Así que ya no hay quién discuta la involución del equipo de Fran Escribá desde el liderato, desde el juego y también desde los números.

Escribá presentó otra rotación masiva, la mayor en su etapa en el Zaragoza, con hasta nueve novedades, esta vez más justificada por haber jugado el jueves por la tarde. Sólo Jaume Grau y Manu Vallejo repitieron en el once. Poussin relevó al lesionado Cristian Álvarez y Bakis regresó a la alineación, tras dos jornadas de completa suplencia. También Fran Fernández presentó un equipo prácticamente nuevo, con ocho cambios respecto del que alineó el martes frente al Albacete, además de variar su habitual disposición táctica pasando a jugar con tres centrales.

El Zaragoza, en su afán por vencer y convencer de una vez por todas, salió como un tiro y puso rápido coto a la portería del Alcorcón. Iván Azón pudo abrir el marcador a los cuatro minutos, pero su zurdazo a la media vuelta se estrelló en el larguero, y cinco minutos después Quintero González no quiso ver un claro derribo dentro del área de Óscar Rivas a Manu Vallejo. El árbitro andaluz no sólo no señaló penalti, sino que amonestó al atacante del Zaragoza por simular su caída. Intervino el VAR y el juego estuvo detenido hasta seis minutos, pero, aunque no quedó duda sobre la claridad de la pena máxima y la tarjeta amarilla fue anulada, todo se quedó en nada por un fuera de juego previo de Bakis por milímetros.

El equipo aragonés, que jugó con la defensa diez metros por delante de su ubicación habitual, no dejó de atacar y hasta probó suerte de lejos el central Mouriño con un impresionante obús que se marchó rozando el poste derecho de Jesús Ruiz, después de un robo del charrúa. También pudo marcar Bakis, tras un gran servicio de Valera, pero el turco se enredó en el área después de un mal control. Y el propio Valera tuvo su gran oportunidad pasada la media hora ante el portero.

Pero en el fútbol un regalo inesperado lo cambia todo, y un error fatal de Jaume Grau en la salida de balón del Zaragoza le sirvió el gol en bandeja a Juanma Bravo, que fusiló a Poussin a los 38 minutos. Así que sucedió lo inesperado, lo que menos merecía el equipo aragonés. El 0-1 disparó el ánimo y la confianza del Alcorcón y el partido dio un giro completo. Toni Moya tuvo el empate con una falta directa que rozó la escuadra, y Bakis, en otra tarde negada, cabeceó a las manos del portero, pero lo cierto es que el Zaragoza acabó la primera parte descolocado y descentrado.

Tras el descanso, Escribá relevó a Mouriño, con una tarjeta, por Francés, y el Alcorcón perdió enseguida al goleador Juan Bravo por un choque fortuito con Lecoeuche, antes de un triple cambio de Fran Fernández, que nunca renunció a ganar. Pasaban los minutos, el Alcorcón se iba sintiendo cada vez más cómodo con su ventaja y el Zaragoza jugaba ya a la desesperada. El VAR le negó un gol a Mollejo, agitador una vez más, por fuera de juego previo de Azón en el 66′, pero fue el canto del cisne de un Zaragoza impotente y sin recursos, que encajó un segundo gol en un regalo al alimón entre Marc Aguado y Poussin y que se salvó al final de un resultado más adverso. Su segunda parte fue absolutamente vergonzosa y vergonzante.

 

SD HUESCA X-X SD HUESCA

 

CD TERUEL X-X CD TERUEL 

SD TARAZONA X-X SD TARAZONA

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº9 (5.8.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº9 (5.8.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº9 (5.8.2023)

PARTIDO OFICIAL Nº 3620

F.C. ANDORRA 0-1 REAL ZARAGOZAReal Zaragoza SAD

Ficha Técnica

FC Andorra: Dani Martín; Leal, Diego González, Alende, Vilá (Moreno, 62); Bover, Molina (Álvaro Martín, 76), Iván Gil; Benito (Lobete, 76), Shabani (Petxarromán, 62); Scheidler (Manu Nieto , 89).

Real Zaragoza: Cristian Álvarez (Poussin, 82); Luna (Gámez, 68), Francés, Lluís López, Borge; Aguado, Maikel Mesa, Bermejo (Valera, 68), Grau (Moya, 46); Mollejo; y Manu Vallejo (Azón, 68).

Árbitro: Arcediano Monescillo (Comité Castellano-manchego). Expulsó a Bover (18), roja directa por juego violento sobre Aguado. Amonestó a Grau (13), Aguado (45), Benito (49), Francés (54) y Alende (92).

Goles: 0-1, min. 36: Mollejo.

Incidencias: Tarde calurosa, con 21 grados al inicio del partido (las 19.00). El césped del estadio Nacional presentó un excelente estado. En las gradas hubo alrededor de 2.500 espectadores, de ellos 500 zaragocistas.

FC Andorra 0-1 Real Zaragoza

40.2 % Posesión 59.8 %
0 remates dentro 3
0 disparos bloqueados 1
5 remates fuera 1
5 disparos recibidos 5
2 tarjetas amarillas 4
1 tarjetas rojas 0
16 faltas recibidas 8
9 faltas cometidas 16
128 perdidas de posesion 110
47 recuperaciones de posesion 53
1 fueras de juego 3
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El Real Zaragoza retorna al camino de las victorias con un 0-1 en Andorra entre la espesura

Un gol de cabeza de Mollejo al final del primer tiempo decide un feo e insulso partido. La expulsión del local Bover en el minuto 18, clave.

El Real Zaragoza retornó este jueves al camino de las victorias al ganar en Andorra con un solitario gol, surgido entre un fútbol espeso, insulso, aburrido y sin seducción alguna. Así, los aragoneses vuelven a los puestos de ascenso directo tras tres jornadas de crisis.

El primer tiempo acabó 0-1 gracias al aserto de la ley del mínimo esfuerzo, modalidad aplicada una vez más al fútbol tedioso del Real Zaragoza que, en contrapunto al perjuicio del anterior día frente al Mirandés que causó la tempranera expulsión de Enrich, esta vez se vio beneficiada por la tarjeta roja que recibió el andorrano Bover en el minuto 18, por juego violento ante Aguado en un balón dividido en medio campo. No hay ninguna intención de desmerecer ese fenomenal marcador favorable que logró el cuadro aragonés en el primer periodo del choque. Nada más lejos de la realidad. Se trata, simplemente, de contar lo que hubo sobre el césped del Nacional del país pirenaico que, con 2.500 personas tuvo su mejor entrada en muchos meses (caben 3.600 en total, forzando mucho, 4.000).

Antes del gol, anotado por Mollejo de cabeza en el minuto 36 a centro lateral de Grau desde la izquierda, solo hay otra anotación más, solo una: también una finalización con la testa pelada del manchego en una asistencia de Maikel Mesa en la línea de fondo, en el 29, que acabó mansamente en las manos del portero Dani Martín, tan inédito como Cristian Álvarez en los primeros 48 minutos (eso duró el primer acto). Y es que fue un partido insípido, anodino como pocos entran en docena. Con un Andorra decepcionante en su anunciada propuesta de posesión masiva del balón y dominió del timón, pues nada de eso supo hacer el cuadro de Sarabia. Y con un Zaragoza, revolucionado con seis cambios por un Escribá desatado (que fueron siete, si computamos la traslación de banda de Borge en la defensa, de la derecha a la izquierda), que no supo qué hacer con el balón hasta que la expulsión de Bover lo dejó en superioridad desde el minuto 18 y su rival se atrincheró atrás por natura.

El equipo zaragozano se diseminó por el campo en un 4-4-2 dúctil, que partía en forma de rombo en la medular. Aguado era el eje. Mesa por la derecha, Grau por la izquierda y Bermejo por el centro, de enganche. Una novedad lo de Mesa y Bermejo, quizá montado al revés de la lógica. No funcionó, claro. En punta, Manu Vallejo y Mollejo conformaron un dúo de poca mezcla, ni entre ellos ni con los demás de la segunda línea. Los laterales, Luna y Borge, aportaron entre cero y nada en ataque, limitándose sobremanera a guardar su zona atrás.

El Andorra no existió en ataque jamás. Ni con 11 jugadores, hasta el minuto 18, ni mucho menos después. Solo una incursión de Benito en el 17, con un centro en el lateral del área que sacó de cabeza la zaga aragonesa en el área chica, se puede apuntar como máxima y única llegada con cierto peligro de los locales. Un desastre el cuadro tricolor (con tres colores fueron ambas escuadras, parecía un partido de la Copa de África). Y, frente a esa inoperancia andorrana, se apreció a un Zaragoza de poco lustre, sin brillos con el balón en los pies. Su fútbol, un día más, abusó del pase atrás, lateral, en zonas inertes. Apenas se rebasaron líneas con intención ofensiva. Hubo pocos desmarques y muchos menos pases profundos o diagonales. Todo con la misma previsibilidad ya conocida desde hace más de un mes.

Vino de maravilla la roja a Bover, que midió mal una entrada con el pie por delante, arrastrándose sobre la mojada hierba, que acabó con un plantillazo peligroso en el rostro de Aguado a un palmo del suelo. Eso anuló por completo las supuestas intenciones del Andorra de mandar por completo en el partido. Mató a los del Principado y le dio galones al, hasta entonces, perdido Zaragoza. El partido empezó realmente para los de Escribá ahí, en el minuto 18. Y lo gobernaron sin sudar demasiado en lo sucesivo. Al trantrán, sin velocidad de transición, con conducciones de motor diésel. De no haber surgido en el 36 el gol de Mollejo, el primero de cabeza del curso de los zaragocistas, se hubiera consumado el peor primer tiempo de la década, seguramente. Lo demás fue un erial, un páramo futbolístico.

El intermedio, con ese 0-1 tan rico en réditos para tan poco como se había expuesto sobre la hierba andorrana, se degustó entre el zaragocismo con buen paladar. El equipo de Escribá, siguiendo el guion de Tenerife o Cartagena, estaba por delante con una efectividad máxima y, lo mejor, estaba litigando contra un adversario con aires de zombi. Escribá dejó en la ducha a Grau (tarjeteado) y metió en danza a Moya en la reanudación. El partido renació igual que había parado un rato antes: feo a más no poder, infumable por parte de ambos equipos. En este escenario, el problema grueso era para los locales, que iban perdiendo. Al Zaragoza, como dejó patente Escribá con la inapetencia atacante mostrada desde el pitido inicial del segundo tiempo, no le importaba seguir así hasta el final de los días. Para qué buscar el segundo gol si con uno basta.

En el minuto 68, a falta de 22 para la finalización del pestiño, el técnico zaragocista hizo un triple cambio entre la nebulosa global. Eran dos de inicio, Valera y Azón para refrescar a los difuminados Bermejo y Vallejo, pero se unió Gámez para relevar a Luna, otro lateral con problemas musculares a mitad del segundo tiempo, una epidemia que no cesa. El tostón (tostonazo, en mayúscula) no varió. De las ciénagas del fútbol, lugar donde se desarrolló este partido toda la noche, el Zaragoza montó una contra con la gente fresca recién entrada. Azón condujo y Valera, en vez de rematar a portería con todo a favor en el 71, buscó el penalti. Ni una cosa ni otra obtuvo.

Y, como siempre que se juega con fuego, al equipo de Escribá le saltó un chispazo que le socarró la ropa en el 73. El ariete francés Scheidler, un tallo torpón, cabeceó una falta lejana volcada al área zaragocista y el balón se estrelló en el poste izquierdo, con Cristian Álvarez batido, en modo estatua. La ausencia de Jair se nota mucho por arriba. Lluís López no es lo mismo en esa faceta. En el último cuarto de hora, los andorranos se dedicaron a llevar balones de cualquier modo al área zaragocista y Cristian Álvarez tuvo que salir un par de veces por arriba (en una, con un fallo de cálculo serio que, por fortuna, no penalizó).

La renuncia total del Zaragoza a buscar el 0-2 en más de tres cuartas partes del tiempo de duración del choque patrocinó esa reactivación postrera de los tricolores. Como en los primeros cinco partidos, los de las victorias, el viento de cola golpeó favorablemente la popa zaragocista. Los rivales remataron al palo, se autoexpulsaron, jugaron fatal. Y los de Escribá, con muy poco, obtuvieron petróleo en las montañas del Pirineo. 

Cuando faltaban 8 minutos cayó lesionado Cristian Álvarez, lo que facilitó el debut de Poussin. Menos mal que el técnico blanquillo aún no había cubierto el quinto y último cambio, pues de lo contrario el epílogo hubiera sido un drama.

Los posibles contragolpes de los zaragocistas quedaron siempre abortados por pésimas decisiones de sus porteadores. El que malogró Valera en el 83, con Azón y Mollejo acompañándolo en solitario y a los que no asistió, fue un paradigma cristalino de este mal. En el argot, pecó de chupón. Por no hablar de los pelotazos largos, sin dirección ni objeto, lanzados por la zaga tomate en los minutos finales como si se tratase de fútbol regional. Bajísima calidad en general. Improvisación permanente.

Al final, con 6 minutos de añadido, el equipo pudo celebrar su sexto triunfo en nueve jornadas. Unos números que tapan el feísmo de las formas. A Escribá, poco amigo del resultadismo cuando va en contra de sus tesis, le edulcoran la fórmula del presente precisamente las cuestiones relativas a los marcadores finales. El Real Zaragoza se rehace después de 20 días de bajonazo en rentabilidad, aunque la textura de su juego no anuncie luces nuevas ni ayude a aumentar la autoestima. Todo esto, en la primera o la segunda posición en la tabla, además de paradójico, es ejercicio de análisis singular. Es lo que hay.

La revolución en la alineación, un día más, volvió a demostrar que ese no es un buen método. Quizá fuese más cabal ir armando un esqueleto básico y prevalente. ¿Y qué hay de Bakis?

 

SD HUESCA X-X SD HUESCA