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Circe

Circe

Pintura de 1667, obra de Wilhelm Schubert van Ehrenberg (1630 o 1637 - ca. 1676): Odiseo en el palacio de Circe. Las figuras de animales fueron añadidas por Carl Borromäus Andreas Ruthart (1630 - 1703). El cuadro se conserva en el Centro Getty.

En la mitología griega, Circe (en griego Κίρκη) era una hechicera que vivió en la isla de Eea.

Sus padres fueron Helios, el titán preolímpico del Sol, y la oceánide Perseis. Como hermanos tuvo a Eetes y Pasífae.

Circe transformaba en animales a sus enemigos y a los que la ofendían mediante el empleo de pociones mágicas y era famosa por sus conocimientos de brujería, herborística y medicina.

En la Odisea de Homero, el palacio de Circe es descrito como una mansión de piedra que se alzaba en el centro de la isla de Eea, en medio de un valle y un claro en un denso bosque. Alrededor del referido palacio, rondaban leones y lobos, que en realidad no eran más que las víctimas de su magia: no eran peligrosos y lisonjeaban a todos los extraños. Circe dedicaba su tiempo a trabajar en un gran telar.

Cuando llegó a la isla de Eea, Ulises mandó desembarcar a la mitad de la tripulación, y él se quedó en las naves con el resto. Circe invitó a los marinos a un banquete, hechizó la comida con una de sus pociones y luego, cuando se hubieron atiborrado, empleó su vara mágica o cayado mágico para transformarlos en cerdos. Sólo logró escapar el ebrio Euríloco, que desde el principio sospechaba una traición. Avisó a Ulises y a los otros que habían permanecido en el barco.

Ulises partió solo al rescate de sus hombres, pero en el camino fue interceptado por Hermes, quien le mostró la planta moly (μῶλυ), que le serviría para protegerse del encantamiento.

Waterhouse: Circe ofreciendo la copa a Ulises (Circe Offering the Cup to Odysseus, 1891). Galería de Arte de Oldham.
Dibujo de los años 1590, obra de A. Carracci: Hermes protege de Circe a Odiseo.

Cuando Circe no pudo convertirlo en animal, Ulises la obligó a devolver a sus hombres la forma humana. Circe acabaría enamorándose de Ulises, y lo ayudaría en su viaje de regreso a casa después de que él y su tripulación pasasen un año con ella en su isla.

Circe sugirió a Ulises dos rutas alternativas para volver a Ítaca después de bordear la isla de las sirenas: o bien dirigirse hacia las «rocas errantes» (las dos rocas Simplégades, llamadas de forma parecida en las notas de viaje del Chou Ju-kua en el siglo XIII); o pasar entre la peligrosa Escila y el remolino de Caribdis (zona normalmente identificada con el Estrecho de Mesina).

Casi al final de su Teogonía (1011f), Hesíodo cuenta que Circe tuvo tres hijos de Ulises: Agrio (por lo demás desconocido), Latino y Telégono, quien gobernó a los tirsenos, es decir, los etruscos.

Poetas posteriores sólo suelen mencionar a este último como hijo de ambos. Cuando alcanzó la edad adulta, cuentan, Circe lo envió a buscar a su padre, quien había regresado mucho tiempo atrás a su hogar; pero al llegar, Telégono mató a Ulises por accidente, y llevó su cuerpo de vuelta a Eea junto con su viuda Penélope y su hijo Telémaco. Circe los hizo inmortales y desposó a Telémaco, y Telégono se casó con Penélope.

Dionisio de Halicarnaso cita que Xenágoras el historiador afirmaba que Ulises y Circe tenían tres hijos: Romo, Antias y Árdeas, epónimos de las ciudades de Roma, Anzio y Ardea, respectivamente.

Se dice que Circe también purificó a los Argonautas por la muerte de Apsirto; puede ser una tradición arcaica.

En historias posteriores, Circe transformaba a Pico en un pájaro carpintero por rechazar su amor, y a Escila en una criatura monstruosa con seis cabezas serpentinas y su cintura rodeada de cabezas de perro cuando Glauco, otro objeto de los afectos de la diosa hechicera, declaraba su amor eterno a la primera.

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