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6.8.2016 – 5º AMISTOSO – PRETEMPORADA 2016/17

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   ALAVES 0-0 REAL ZARAGOZA

 

ALAVÉS - REAL ZARAGOZA
Otro empate a cero de un Real Zaragoza sin gol y con poca creatividad
El equipo aragonés, bien en defensa, se adjudicó el Trofeo Virgen Blanca de Vitoria al ganar al Alavés por 4-3 en una tanda de 16 penaltis. Irureta paró cuatro.

Otro empate a cero de un Real Zaragoza sin gol y con poca creatividad
Como en Tarragona hace una semana. El Real Zaragoza obtuvo en Vitoria ante el Alavés, recién ascendido a Primera División, el mejor de los resultados al que puede aspirar a estas alturas de verano: el empate a cero. Los de Milla progresan muy lentamente como consecuencia de la gran revolución vivida en la plantilla y, sobre todo, de la falta de varias piezas clave que aún faltan por venir al vestuario y que el entrenador turolense espera como agua bendita. En el pequeño campo de Olaranbe, el Zaragoza volvió a carecer de gol, de veneno en la delantera y, un paso por detrás, de creatividad suficiente para llevar balones con peligro al área rival. Al equipo lo sujeta su disciplina defensiva y su buen criterio posicional. Por ahora, esos son sus dos pilares positivos.

El duelo de Vitoria concluyó con una tanda de penaltis para decidir el ganador del trofeo local, que fue finalmente el Real Zaragoza. Pura anécdota que, eso sí, puso el broche vistoso a la tarde alavesa: se lanzaron 16 penaltis y solo se marcaron siete. Los aragoneses vencieron 4-3 bien entrada ya la fase de muerte súbita. Irureta fue el héroe, parando cuatro chuts de los jugadores albiazules.

La primera parte resultó soporífera, y eso que el partido comenzó engañosamente con velocidad en ambas áreas y con la apariencia de que los dos equipos salían con hambre de gol. Todo giró en torno a la táctica, al posicionamiento, a tener el balón en zonas inertes, a no perderlo tontamente. Unos y otros. La derivada fue inevitable: los minutos pasaron sin historia, sin jugadas que anotar, sin acciones dignas de ser apreciadas por ningún espectador mínimamente exigente.

Ese espejismo de los primeros 10 minutos dejó tres claras opciones para estrenar el marcador. La primera, la más nítida, del Alavés en el 4. Un centro preciso de Ibai Gómez lo cabeceó solo, a bocajarro delante del marco, el ariete Santos. Increíblemente, cuando todo el mundo cantó el tanto, la pelota salió fuera rozando el palo izquierdo del ya batido Irureta. Aún se hablaba de semejante yerro cuando Ángel estuvo cerca de adelantar al Real Zaragoza, apenas un minuto más tarde. Se liaron el central Alexis Ruano y el portero Pacheco al borde del área, en una falta de entendimiento propia de las novatadas de un equipo nuevo, y el ariete zaragocista se metió por medio para arrebatarles la pelota. A puerta vacía, Ángel disparó mal, golpeó mal el balón. Aún le quedó a mano y, en segunda instancia, tardó tanto en decidir qué hacer que el portero alavesista se le anticipó y abortó otra magnífica opción de gol.

El rato potable de juego acabó en el minuto 10 con un pase al hueco de Xumetra sobre Ángel, que fue objeto de penalti por parte de Feddal cuando encaraba a Pacheco. Pero era fuera de juego y la acción estaba invalidada. Ángel cayó en exceso en orsay, uno de sus hándicap por jugar siempre al limite. De ahí en adelante, todo transcurrió con parsimonia, sin ritmo, entre faltas y con escasez de ideas en ambas escuadras.

Hubo que esperar al último instante de los primeros 45 minutos para hallar otra jugada que subrayar. La única bien combinada de los zaragocistas, gestada por Cani y Rico en el flanco izquierdo del ataque que concluyó el joven Pombo, la gran novedad del once inicial, con un disparo alto y desviado. Y nada más. Este fue el escaso contenido del tramo inicial del duelo, feo donde los haya.

En cuestiones de pizarra, Milla decidió meter al referido Pombo por dentro, como interior diestro al lado del extremo Xumetra. Y, pese a que su idea es tener a Cani en el cono interno del aparato ofensivo, en Vitoria lo volvió a volcar a la banda zurda, con Morán de escolta. Ese centro del campo, con Zapater por detrás como eje y Ángel por delante como referencia atacante, no fue capaz de fabricar fútbol. Falta mucha soltura, mucha cohesión. Ante un equipo correoso como es el Alavés, bastaba una leve presión de los vascos para que los pases se perdieran, para que las triangulaciones se quedasen en nada una vez tras otra. Algo a analizar con urgencia por el entrenador turolense. No hay un cerebro con algo de clarividencia en esa zona clave.

Arriba, el ariete canario volvió a ser una isla durante la mayor parte del tiempo. Y, cuando le llegó el balón, apenas pudo sujetarlo y esperar ayudas. Su doble error ante el gol en la misma jugada no le ayudó tampoco anímicamente en lo sucesivo.

Y en defensa, todo pareció correcto salvo los problemas que tuvo Isaac para frenar al hábil Ibai Gómez, que le ganó la espalda y los centros en al menos cuatro jugadas con veneno. El ex del Athletic, el mejor de los locales, avisó de lo que puede suceder cuando la liga empiece. Falta ajustar esas cosas. Popa ha de bascular más en ayuda de su lateral. Irureta, el portero, volvió a mostrar buenas dotes para dominar mucho terreno del área. Buenas sensaciones en este ámbito.

El Alavés, también en plena fase de remodelación para acometer la Primera División, resultó decepcionante por su poca iniciativa en el juego. Pellegrino planteó un 4-3-3, donde el otrora extremo KiKo Femenía ejerce de defensa lateral derecho y Toquero, siempre un ‘9’ rudo, jugó como exterior diestro, totalmente perdido. Mucho rodaje le falta también al cuadro vasco.

En el descanso, en contra de lo habitual en los bolos de verano, solo hubo un cambio. Los dos entrenadores le dieron valor al ensayo. El citado Toquero cedió su lugar a Edgar, ex del Granada. Y los demás, a seguir con el guión del principio. Las sustituciones llegarían por goteo más adelante.

La primera gran ocasión del segundo tiempo la volvió a tener el Real Zaragoza, de nuevo Ángel. El lateral Rico penetró por la banda como un obús, lanzó un centro raso de rosca al área pequeña y el canario metió la puntera en carrera. Pachecó salvó el 0-1 con un paradón meritorio. Una pena para el equipo aragonés. La réplica la puso el Alavés once minutos después, con un remate forzado de Deyverson, sin ángulo, tras centro de Edgar, que se fue al lateral de la red.

Los minutos fueron transcurriendo con algo más de precisión que en la primera parte, pero sin alcanzar las áreas en ningún sentido. Milla relevó a Zapater, Isaac y Cabrera –metido en líos con su par- y dio oxígeno con Wilk, Fran y Casado, llevando a Rico al puesto de central. El Real Zaragoza se mostró serio y con una imagen ligeramente más lúcida pese al carrusel de permutas. Ese efecto duró únicamente hasta los últimos 15 minutos. Ahí sí, el aluvión de relevos desde el banquillo reventó cualquier continuidad. Alguna acción de Pombo, una buena contra montada por Raúl Guti (los dos chicos del filial) y las incorporaciones de Rico fueron los brillos más destacados en ese tramo. Lo peor, varias pérdidas de balón no forzadas de Morán y Xumetra que pudieron ocasionar problemas en defensa. Algo a arreglar globalmente.

En el desbarajuste final, el Alavés rozó el 1-0 en las botas de Deyverson. El brasileño, hábil y escurridizo, disparó desde la frontal en el minuto 83 y el balón se marchó fuera rozando el poste izquierdo. Y el Zaragoza lanzó una falta lateral, por medio de Fran, que se marchó alta en el 87. Nadie vio puerta. El Alavés, de este modo, también empató a cero su cuarto partido en lo que va de verano. Estaba cantado este marcador final.

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