Fue un punto de fe, de carácter y personalidad. Poco botín para un Zaragoza muy superior al Fuenlabrada aunque incapaz de marcar al arco iris, pero, a la vez, un suculento manjar para un equipo que jugó la última media hora con un efectivo menos. Pudo ganar el cuadro de JIM y también estuvo cerca de perder, así que se diría que el empate hace justicia al espíritu guerrero de un ejército que nunca se rindió a pesar de las numerosas adversidades, entre ellas, sus propios errores.

Lo de la primera mitad fue lo mismo de siempre pero peor. Idéntica incapacidad para marcar un gol pero elevada al infinito. La falta de puntería en grado sumo de un equipo cuya generosidad arriba solo es comparable a su endeblez para defender el balón parado, disciplina en la que la ayuda desde la portería es escasa. Cristian Álvarez es muy bueno bajo palos, pero frágil fuera de ellos. El gol del Fuenlabrada le retrata tanto como otros que ha recibido en zonas que deberían ser de su propiedad y que no lo son. El argentino debe ser capaz de dar ese paso adelante que se le exige en ese tipo de jugadas, si bien no es de recibo que el rival remate en sus propias narices. 

Fue Anderson como bien pudieron ser Zozulya o Konaté porque todos ellos estaban solos a apenas unos centímetros de Cristian. La falta de vigilancia de la defensa, tal vez confiada en que el portero protegería su territorio, abocó al Zaragoza a ir, otra vez, a remolque por cuarta vez en cinco partidos. De nada habían servido unos primeros veinte minutos primorosos en los que el equipo aragonés había impartido un recital de fútbol, eso sí, sin gol. Para variar.

Una decena de ocasiones claras creó el Zaragoza, que lanzó seis saques de esquina en poco más de media hora y que hizo del primer periodo un monólogo ante un Fuenlabrada que, por momentos, dio la sensación de querer aplaudir el juego de su oponente.

Nano Mesa, antes de los diez minutos, tuvo la primera ocasión clara, pero su disparo a la media vuelta salió rozando el palo. En el saque de esquina posterior, Zapater mandó el balón desviado tras combinar con Eguaras. Y Narváez, desde lejos, rozó el poste justo antes de que Nano fallara lo infallable casi en la línea de gol tras una gran dejada de Francés.

El partido era del Zaragoza, cuyo vendaval de ocasiones no remitía, aunque todas sin final feliz, Gámez y Francho se unían al arsenal con sendos intentos sin éxito y Álvaro ponía a prueba, de chilena, los reflejos de un Altube al que se le acumulaba la faena. El reloj ni siquiera había alcanzado el ecuador del primer periodo y el baile era colosal.

Jair dispuso de la enésima ocasión con un cabezazo que rozó el palo izquierdo del marco madrileño y que sirvió de preludio al tanto local. En el único acercamiento del Fuenlabrada, un saque de esquina al área pequeña provocaba el caos en las inmediaciones de Cristian y Anderson marcaba a placer para dar pie a los peores momentos de un Zaragoza que pudo encajar el segundo gol antes de la media hora si el árbitro no lo hubiese anulado por falta previa de Pulido a Narváez.

Poco después, el propio colombiano decidía mal en una contra clara que prefirió culminar él en lugar de buscar un amigo y Gámez, con un centro que Pulido estuvo a punto de mandar a su propia red, y Francho, de cabeza, cerraron el capítulo de intentos fallidos antes del descanso.

La reanudación empezó mal. El VAR dejaba sin efecto el penalti señalado por Gorostegui por supuesta falta de Eguaras a Zozulya y Pedro León probaba desde lejos a Cristian. JIM reaccionó bien con un triple cambio pero la expulsión de Gámez, justa y absurda, parecía ser definitiva.