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Partido 22 Grupo C

Partido 22 Grupo C

 

CROACIA 0 - 1 ESPAÑA

Croacia: Pletikosa; Vida (Jelavic, m. 65), Corluka, Schindelfeld, Strinic; Vukojevic (Eduardo, m.66), Rakitic; Srna, Modric, Pranjic (Perisic, m. 66); y Mandzukic.

España: Casillas; Arbeloa, Sergio Ramos, Piqué, Jordi Alba; Busquets, Xabi Alonso; Silva (Cesc, m. 73), Xavi (Negredo, m. 88), Iniesta; y Fernando Torres (Navas, m. 61).

Goles: 0-1. M. 88. Iniesta asiste a Navas dentro del área.

Árbitro: Wolfgang Stark. Mostró la cartulina amarilla a Strinic, Corluka y Srna.

España no tuvo expresividad, se desplegó con demasiada quietud

Casillas evita un sofocón

España se clasifica tras muchas angustias y otra parada sublime de su capitán ante Croacia ● Al introducir a Navas y Cesc, Del Bosque acertó a dar un volantazo al curso de un mal partido

En la España de la celebridad del toque se olvida a menudo que la selección también está en las mejores manos del mundo. Las de un portero que tiene una dicha que humaniza al resto de los guardametas del planeta. Casillas no tiene comparación posible, no hay forma de rastrear otro arquero con un catálogo de paradas de tanta importancia. Y siempre en las mejores pasarelas, en las que tantos y tantos quedan paralizados por la insoportable presión de verse en el gran hermano universal que es el fútbol a este nivel. Casillas se crece en proporción al rango de la cita. Inaudito. Ante Croacia evitó un sofocón mayúsculo, es probable que un batacazo inesperado del campeón mundial. Casi a la hora de partido, ante un remate de Rakitic que no tenía otra dirección que el gol, Casillas de nuevo fue Houdini. De no se sabe dónde sacó las manos, brincó a un costado y evitó un tanto que dejaba en ese momento a España fuera del torneo. Hasta ese punto llegaron los fantasmas de la selección, que pasó una noche de tinieblas, al borde del precipicio, sin las señas que la distinguen. Tras el penúltimo verso de Casillas, Navas, tras una gran jugada de Cesc, desanudó las gargantas españolas. Los fabricantes del gol, con Iniesta de por medio, no irrumpieron hasta el último tercio del encuentro, cuando con ellos y ya sin Torres u otro ariete, Del Bosque acertó a dar un volantazo al curso del partido. De un mal partido, eso sí.

Pese a las advertencias previas del seleccionador, España pretendió de entrada echar un vistazo al duelo, lo que derivó en un sofocón que nadie esperaba. Contenida, desconfiada, España no tuvo expresividad, se desplegó con demasiada quietud. Como cita trampa que era, la selección quiso tutelar el juego sin más, con parsimonia, sin correr riesgo alguno que permitiera un azote croata, cuando el verdadero vértigo estaba en el marcador, a un gol de la eliminación. Y no son pocos los goles imprevistos, por más que los croatas también negociaran con el resultado, refugiados en su campo, enmascarados hasta que no tuvieran más remedio. Croacia no intentó atajar hacia la victoria, lo único que garantizaba su supervivencia en el torneo, máxime tras el gol de Cassano para Italia. Para el equipo de Bilic acercarse al éxito pasaba por cerrar un combate nulo con el campeón hasta un apretón en el desenlace final. Y casi lo consigue. Tiene mérito cómo logró desnaturalizar a España, nada reconocible por el orden y la firmeza del contrario. Con la parálisis española, el encuentro tuvo un aire plomizo, tedioso, sin otro atractivo que la incertidumbre del último tramo.

Del Bosque repitió la misma alineación que ante Irlanda, señal evidente del carácter trascendental del choque. El seleccionador quería que el equipo arrancara con pulso. Pero España no encontró la vía. Un equipo capaz de tirar pases hasta el delirio falló más de la cuenta. No encontraba fluidez por las orillas, sobre todo por la de Arbeloa, en tierra de nadie, y Croacia, con su embudo en el eje, le bajaba la persiana por dentro, donde nadie encendía la luz. Xavi no daba con las manecillas y a Silva e Iniesta les costaba enhebrar. Tampoco Torres, estático y de aspecto desamparado, abrió las mismas rutas que ante los irlandeses. El partido estaba reducido a los asaltos entre Sergio Ramos y Mandzukic, que reclamó, no sin razón, una plancha del andaluz dentro del área. Poco a poco, sin juego y sin remate, España se fue metiendo en un auténtico enredo.

La tensión se multiplicó en el segundo tramo, con los dos equipos a un paso del abismo, a un gol de la gloria croata o del batacazo español. A un centímetro estuvo Croacia, con menos grilletes tras el descanso. Poco antes de la hora, con España aún comatosa, Rakitic, con los pies en la línea del área pequeña, cabeceó a un palmo del flequillo de Casillas. Era gol o gol, como ya lo celebraba la hinchada croata. Salvo por un detalle mayúsculo; Iker Casillas. No hay campeonato en el que no resulte decisivo, por eso es el mejor del mundo en su puesto. El madrileño no solo tiene unas condiciones técnicas sobresalientes, sino un don que le distingue de todos y no se entrena: en los grandes momentos es todavía mejor. Su parada a Rakitic mantiene al campeón en el torneo, como ya le mantuvo en los cuartos de 2008 ante Italia y en la prórroga de la final de Sudáfrica.

Un equipo capaz de tirar pases hasta el delirio, falló más de la cuenta. No encontraba fluidez por las orillas, sobre todo por la de Arbeloa, en tierra de nadie

La parada de Casillas no alteró el guion hasta que Del Bosque movió el banquillo. Acertó de lleno con la entrada de Navas y Cesc por Torres y Silva. De nuevo con los arietes exiliados. Esta vez, España encontró remedio, se volvió un equipo más chisposo. Navas le dio vuelo por la derecha y Cesc le dio sentido al juego, como mediocampista y como atacante. De él partió el jugador que liberó las angustias españolas. Una asistencia excepcional para Iniesta que sacó de rueda a todos los defensas adversarios. El manchego llegó por el pico del área y dejó que Navas reventara la pelota contra la red. Croacia, que nunca se fue a por la victoria como le exigían los resultados, se derrumbó, y España selló su pase como primera de grupo.

Aliviada España, para la historia debería quedar que el auténtico gol de la noche fue el de Iker Casillas. Siempre está. Él es el otro gran toque de España.

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